"Conocía esos establecimientos. Todos se parecen. A veces, al vaciar los bolsillos del pantalón antes de llevarlos a la tintorería, descubres una bolita de papel ligera, un recibo de la tarjeta de crédito. Lo despliegas cuidadosamente. Pasmado, lees en él 'Peek’s Motel, Wardensburg'. No recuerdas haber estado allí jamás. El papel especifica: “habitación, una noche, 18 dólares más impuestos…”. Deduces de ello que debías estar solo. Rebuscas en los rincones de tu memoria y logras recuperar una imagen que se va precisando poco a poco.
Una quemadura de cigarrillo en la colcha demasiado delgada… una cortina de ducha desgarrada y apergaminada por el paso del tiempo… una alfombra, si así se le puede llamar, de pelo marrón… una máquina de hielo y una máquina de coca cola en el hall abierto a los cuatro vientos… una habitación que apesta a soledad y a la que le falta esmero. No has podido dormir; has permanecido acostado, oscilando sin cesar entre sueños fugaces, violentos, y tristes despertares. Sí, no hay duda, se trataba del Peek’s Motel."
J. Raban, 'Nuevo Mundo'.
En las más que frecuentes conversaciones en las que los dos autores de este blog evocamos nuestro viaje a Estados Unidos, de vez en cuando recordamos las noches que pasamos en moteles de carretera. Con frecuencia, nos cuesta recordar detalles que los diferencien a unos de otros y, por tanto, que nos sirvan de pista para distinguirlos con certeza y precisar en qué punto del país nos encontrábamos exactamente en cada momento. Solamente, tras dedicar un rato a poner en común imágenes difusas, el puzle cobra forma en diálogos parecidos a estos:
- “¿Pero aquello no fue el motel de Lebanon, en Ohio? ¿O fue el de Black Canyon City?"
- No estoy seguro, me parece que más bien fue el de Paradise, en Míchigan, ¿te acuerdas?”
- Ah, sí, sí. Tienes razón, aquella fue la noche que…"
Las palabras de Raban que encabezan este artículo expresan con bastante acierto esta especie de amnesia que ya empezamos a aquejar incluso antes de abandonar el país. No debemos de ser los únicos que se han reconocido en ella porque también el filósofo francés Bruce Bégout, de quien ya os hablamos en nuestro artículo sobre Las Vegas, lo reproduce en ‘Lugar común. El motel americano’, un ensayo (Anagrama, 2008) dedicado a estos establecimientos neutros que espolvorean abundantemente la periferia de toda localidad americana que se precie.
En un libro a medio camino entre un tratado de arquitectura aséptica, un manual de sociología urbana y una tesis sobre la filosofía invisible de la cotidianeidad, Bégout analiza el papel que estos espacio anodinos juegan en la América suburbana. El motel es un lugar de tránsito, previsible, confortable y sin alma. Pero en su aparente asepsia y atonía, encarna para este filósofo algunas de las señas de identidad más notables de la sociedad contemporánea:
- Nomadismo: son la expresión más clara de un modelo de vida, el del ciudadano americano, que transcurre en un continuo movimiento, hasta el punto de que pueda sospecharse que tal vez haya perdido su capacidad de permanecer y establecer raíces.
- Escenario clandestino: son el refugio de las pasiones prohibidas, el lugar discreto alejado de miradas reprobatorias. Acoge encuentros que no aprobarían las tiránicas normas sociales de los centros urbanos. En las afueras de las ciudades las actividades furtivas e ilícitas encuentran cobijo.
- Estandarización: son la prueba de una mentalidad dominada por la lógica de la rentabilidad económica y de la estandarización. El sistema de franquicias elimina la posibilidad de encontrarse sorpresas (incluso positivas) en beneficio de la tranquilidad. La uniformidad del motel, además, lo convierte en la expresión de una arquitectura típicamente americana que se desvincula del paisaje que la circunda, sin tratar de vivir en armonía con él.
- Anonimato y aislamiento: son espacios que propician la desconexión social. Los moteles están pensados para que los clientes tengan que encontrarse con el menor número de semejantes posible y puedan descansar de las dinámicas sociales a las que se ven sometidos en su vida cotidiana.
"El motel se sitúa siempre en la encrucijada de una doble aspiración humana de la que sigue siendo deudor: la protección y la aventura, el confort y la inquietud, el hogar y la carretera", explica Bégout en su libro. Este equilibrio precario y lleno de contradicción que describe el filósofo y en el que se balancea el motel, es el mismo que provoca que no resulte sorprendente encontrarse en un cajón de la mesilla de noche un preservativo junto a un ejemplar de la Biblia.
Las colchas de nuestros moteles
Sea como sea, nuestra percepción del motel americano es más prosaica que la de Bégout y remite, sobre todo, a los sentidos. La imagen mental que tenemos de él está compuesta por una mezcla del inconfundible olor de las toallas y las pastillas de jabón, el tono pardusco de las moquetas, la rigidez de las cortinas ruinosas, el ruido ronco de los sistemas de calefacción y aire acondicionado, los cuadros con paisajes románticos, escenas de caza y naturalezas muertas, las manchas misteriosas de salsa de soja en las sábanas y de humedad en las paredes y, sobre todo, las maravillosas colchas de tejidos acrílicos y estampados imposibles (puedes ampliar el mosaico anterior con algunas de las colchas que fotografiamos pulsando sobre la imagen).
Sin embargo, de entre todas las certeras observaciones del filósofo francés, hay una que compartimos por encima del resto y es que los moteles pueden llegar a contagiar una sensación aguda de inquietud con su sola presencia. También nosotros fuimos víctimas de esas punzadas y desgarrones de desasosiego, aunque no sepamos explicar bien a qué se debían exactamente. Los sentimos, por ejemplo, en un polvoriento y barato motel de Manistee (Míchigan). Allí, entre asientos de sala de espera vacíos, nos recibió la recepcionista, una adolescente embarazada y con la dentadura hecha una ruina. Poco después, por la puerta entreabierta de la habitación contigua, vimos que la joven compartía una cama con su vieja madre y que ambas fumaban y veían la televisión en bata, con la mirada perdida.
O en Owensboro (Kentucky), cuando tuvimos que rendirnos ante la superioridad numérica de las cucarachas que correteaban con algarabía por la colcha de la cama y nos vimos obligados a abandonar el siniestro motel en el que habíamos ido a parar.
También nos sucedió en Eureka, al norte de California. Nos pasamos un buen rato observando, ocultos tras los visillos de nuestra habitación, los tejemanejes sospechosos entre personajes siniestros que abrían y cerraban los maleteros de sus coches en el aparcamiento. Portazos, llantos de niños, algún grito, susurros, discusiones y ruido de pasos componían la banda sonora. Por fin, a mitad de la noche, nos despertaron las luces azules de un coche de policía que había ido a detener a alguien.
El encanto del desencanto
A pesar de que compartimos en gran parte la descarnada disección del motel americano que realiza Bégout, durante los casi tres meses que duró el viaje que os hemos relatado, estos establecimientos desangelados fueron lo más parecido a una casa. En la vasta y en ocasiones desazonadora inmensidad del territorio americano, el motel no era solo esa entidad extraña y discordante con el resto del paisaje que de pronto surge como una aparición en el horizonte de la autopista. Era también (junto con nuestro Hyundai blanco) un refugio intinerante.
Como en el apocalíptico paisaje urbano de Detroit, los moteles tienen cierto encanto en su desencanto. Es, en palabras de Bégout, una “magia gris”, pálida e invisible, que emana de lo cotidiano. Brota de situaciones y lugares comunes, banales y ordinarios. Y, precisamente por lo acostumbrados que estamos a ellos, por lo incansablemente que se repiten allá donde vayamos, es la razón por la cual no somos capaces de percibir lo extraordinario que en su interior habita.
Es cierto que tuvimos que enfrentarnos con cucarachas, recepcionistas hostiles con aspecto de peligrosos mafiosos, habitaciones opresivas y otras tantas imágenes inquietantes y murmullos turbadores. Pero, como muchas cosas que nos sorprendieron en nuestro viaje (sobre algunas de las cuales os hemos hablado en este blog), los moteles despertaron en nosotros sentimientos encontrados.
Después de mucho reflexionar sobre todo lo que hemos visto, escuchado y descubierto en nuestro viaje solo tenemos dos certezas. La primera, es que cuando el viaje terminó, teníamos más preguntas que cuando habíamos empezado. La segunda, que el prisma repleto de ángulos a través del cual estuvimos observando los misterios musicales y extramusicales de Estados Unidos, seguramente nos devolvería hoy una imagen distinta a la que nos ofreció entonces.
Este hechizo desconcertante que escapa a nuestro entendimiento es el que hemos tratado de intentar transmitiros y plasmar en artículos como éste, con más o menos acierto, pero siempre buscando la generosa gama de grises que existen entre el blanco y el negro. Porque estamos seguros de que si hoy volviéramos a visitar los mismos lugares y a hablar con la misma gente, descubriríamos nuevos matices y claroscuros que no habíamos percibido antes.
Queremos agradecer a la gente de elpais.com que nos brindó la oportunidad de contar cómo, durante tres meses, intentamos entender un país del que todo el mundo opina constantemente a través de lo mejor que, a nuestro juicio, ha dado: su música. Pero, sobre todo, os agradecemos a vosotros toda la atención que nos habéis prestado escuchando nuestras historias. A todos los que habéis leído, retuiteado, comentado, corregido o apreciado los artículos, gracias, de verdad. Habéis sido unos copilotos dignos del mismo Kerouac.
Nos despedimos, pero esperamos que sea hasta pronto. Si queréis seguir teniendo noticias nuestras, podéis seguirnos en nuestro Twitter (Álvaro Llorca y María Sánchez).
bon article
Publicado por: femmes russes | 22/08/2012 16:41:03
Il fait pas envie ce motel !
Publicado por: Rencontres femmes russes | 23/07/2012 16:52:59
Excelente post y muy interesante!
Publicado por: femmes | 02/07/2011 15:19:18
Excelente trabajo, chicos, felicidades...
Publicado por: Frank | 08/09/2010 10:59:59
Fue divertido viajar con vosotros, gracias y hasta mañana ;)
Publicado por: Mami | 01/09/2010 23:37:17
Yo llegué tarde a vuestra aventura pero me disfrutado tanto con los últimos posts que os dejaré enlazados hasta que me lea la descripción de todos esos miles de kilómetros, hasta el principio. ¿Hacia atrás o desde el principio? No lo sé, todavía no lo he decidido. Enhorabuena por la idea y por llevarla a la práctica. Nos habéis hecho disfrutar casi, casi de vuestras mismas sensaciones porque lo más importante es que habéis sabido transmitir. Un abrazo.
Publicado por: Atalanta | 01/09/2010 18:38:09
Gracias por este blog. Os dejo una de mis canciones. Saludos.
http://www.youtube.com/watch?v=WtWed53FDBs
Publicado por: El Meister | 01/09/2010 12:14:17
Excelente blog y magnifico trabajo, espero que os vaya genial, os lo merecéis.
Publicado por: Abogado Malaga | 01/09/2010 11:40:31
enhorabuena, hasta otra!!
Publicado por: simonp | 31/08/2010 22:50:18
Excelente trabajo. Nada me gustaría más que esperar nuevas entregas, aunque la Revista de verano llegue a su fin. Enhorabuena.
Publicado por: Rebeca | 31/08/2010 21:17:46
Hasta aquí hemos llegao.
Publicado por: Mariajo | 31/08/2010 20:40:36
Es una pena que esto se acabe. Yo me he quedado con cara de poker y un nudo en la garganta pensano que se os deja de leer, que en los tiempos que corren leer cosas como as vuestras es un deleite. Por favor, volved pronto y suerte
Publicado por: Invitado | 31/08/2010 20:05:58
Es una pena que esto se acabe. Yo me he quedado con cara de poker y un nudo en la garganta pensano que se os deja de leer, que en los tiempos que corren leer cosas como as vuestras es un deleite. Por favor, volved pronto y suerte
Publicado por: Invitado | 31/08/2010 20:05:58
Es una pena que esto se acabe. Yo me he quedado con cara de poker y un nudo en la garganta pensano que se os deja de leer, que en los tiempos que corren leer cosas como as vuestras es un deleite. Por favor, volved pronto y suerte
Publicado por: Invitado | 31/08/2010 20:05:58
¡Gracias, chicos! Ha sido genial recorrer con vuestra mirada, y con la música de fondo, ese inmenso país. Lo que siento enormemente es que el viaje haya llegado a su fin, y espero que una fórmula tan afortunada como la que habéis ensayado en este blog no se agote con él, sino que sigais deleitándonos con nuevas entregas. Ha sido un placer, de veras.
Publicado por: Elena | 31/08/2010 18:48:32
Bravo!! Gran trabajo. Os echaremos de menos...
Publicado por: Beatriz | 31/08/2010 18:42:01
Os descubrí un poco tarde, pero os he seguido al pie del cañón y apuntando en una libreta cual friki trasnochada todos los grupos que citabais y no me sonaban de nada.
Como amante de la música que pocas radios de este país radian, de grupos como Band of Horses, que se resisten a pisar tierra dentro de nuestras fronteras, GRACIAS por este increíble viaje. GRACIAS por descubrirme grupos como Broken Social Scene, por reafirmar mi amor por Sufjan Stevens y ligarlo a su tierra natal. GRACIAS por mostrarme de otra forma lo que es pasión por la música.
Os seguiré en Twitter y espero que el futuro os regale muchos proyectos tan buenos como éste.
¡Besos!
Publicado por: MuchaBarba | 31/08/2010 18:28:44
Enhorabuena, espero volver a leeros pronto, en algún sitio. A descansar!
Publicado por: Antoñete | 31/08/2010 18:05:32
Mayúsculo trabajo!!. Encontraré a faltar vuestras observaciones musicales, y las extramusicales
Publicado por: Karni | 31/08/2010 17:47:32
Buen trabajo!
Publicado por: Jaume | 31/08/2010 17:30:24
ha sido un recorrido genial ...a ver si podemos seguiros por...latinoamérica? africa?....tenéis talento, seguid!!
Publicado por: iGuAl | 31/08/2010 14:57:27
ha sido un recorrido genial ...a ver si podemos seguiros por...latinoamérica? africa?....tenéis talento, seguid!!
Publicado por: iGuAl | 31/08/2010 14:57:27
¡Ay qué pena! ¡Recorred otro país, por favor!
Publicado por: freeyourpets | 31/08/2010 14:49:44
Chicos, los voy a extrañar.Excelente trabajo, creo haberlo compartido y comprendido. Envidia siento de vuestra juventud enamorada de las cosas lindas. Desde Argentina, mi cordial saludo.
Publicado por: Rosa Mayo Marcuzzi | 31/08/2010 14:44:14
Un final melancólico para un gran blog. Se me ocurre que los karaokes de Madrid tal vez conserven algunas de las cualidades/inquietudes moteleras descritas en el post. Gracias, chavales.
Publicado por: ambrosius | 31/08/2010 14:43:14