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Mujeres

Conciliación (y 2): ¿Misión imposible?

Por: | 01 de agosto de 2011

Un madre ayuda a su hijo con los deberes en la tienda que regenta - Foto: Francisco Bonilla No son tiempos de quejas, sino de retos. Las mujeres han ganado derechos en las últimas décadas y su situación es mucho mejor que la de sus madres y abuelas. Nadie discute eso. Pero quedan asuntos pendientes, como el cuidado compartido de los hijos. Dentro de ese escenario la necesidad de conciliar es un reto profundamente contemporáneo. Sin duda, la conciliación laboral y familiar es un elemento de calidad y de higiene mental para cualquier trabajador. Pero si se trata de trabajadores que son madres y padres, la conciliación se hace imprescindible. A un niño no se le puede dejar plantado a las cinco de la tarde a la puerta del colegio. Alguien tiene que recogerlo: la madre o el padre, la abuela, la niñera o cuidadora, la vecina. Alguien. Y todos los días.

Hoy por hoy, salvo excepciones, la conciliación es un asunto privado o como mucho bilateral. Concilia la mujer con su marido o con los abuelos, y, en algunos casos particulares (y ejemplares), la trabajadora con su empresa. Una amiga joven me contaba que desde que era madre tenía la sensación de que su vida estaba programada: se levantaba pronto para preparar al niño para la escuela infantil, arreglarse, recoger la casa en su mínima expresión, dejar al niño en su centro, irse a trabajar, comer rápido, recoger al niño, volver a trabajar unas horas, regresar a casa y llevar al niño alguna tarde al parque, después a bañarle, cenar, planificar en unos minutos el día siguiente, etcétera. Todo febril, sin apenas resquicios. Sin ninguna posibilidad de distracción o error, porque alterar cualquier horario era romper el ritmo y llegar tarde a todo.

Como esta joven madre tiene un sueldo ajustado, no contemplaba la opción de pagar a una cuidadora para recoger a su niño por las tardes, pero peor sería para ella reducir jornada (y salario). 

Horario flexible

En algunas empresas, las más sensibles o innovadoras, la trabajadora (o el trabajador si lo pide) puede pactar cambios de horarios que le permitan conciliar sin perder salario y productividad. Mi joven amiga solicitó esta opción. Es una salida que exige capacidad de organización y disciplina. Mi amiga trabaja las mismas horas que cualquiera de sus compañeros, pero su horario de entrada y salida es diferente. Unos días empieza antes que los demás porque sale a media tarde; algún día regresa a la oficina después de recoger al niño para evitar que el trabajo se acumule; otros dos días (en los que su marido o su madre van a buscar al pequeño) sale la última. Como es lógico, este arreglo no es factible en todo tipo de trabajo, pero sí en los de carácter administrativo, en los que están sujetos a horarios regulados o en departamentos en los que hay turnos rotatorios y siempre hay más de una o dos personas. En empleos de tipo creativo o de actividad personal e intransferible, también puede haber flexibilidad, pero el horario de salida es más impredecible, al menos algunos días, y la familia tiene que tener un plan B.

La oficina en casa

Un hombre obtiene un cambio de turno gracias al TC  para estar con sus hijos - Foto: Mabel Garcia
Algunas mujeres, como una amiga psicóloga, toman decisiones más drásticas: instalar su consulta o su oficina en su domicilio (siempre que vivan en un piso amplio), con desigual fortuna. Salvo que se trate de profesionales asentadas, con suficientes encargos o pacientes, el riesgo que corren es que su perfil profesional se volatilice frente a las pequeñas y diversas tareas que acechan a una mujer a la que sus hijos ven en casa a cualquier hora. “Son opciones enriquecedoras cuando los niños son pequeños y compruebas que la atención que les prestas vale la pena. Pero en cuanto ese tiempo se prolonga y la situación se eterniza, surgen dudas, porque al final ves que los chicos crecen y revelan pronto sus propios rasgos, aficiones e intereses, y descubres que no eres mejor madre por estar más horas en casa”, confiesa una mujer de 43 años que quisiera trabajar fuera de nuevo y cerrar el pequeño despacho que mantiene su domicilio.

La vuelta al trabajo supone para algunas cambiar de profesión, con todo lo que de emocionante o de frustrante puede tener esa decisión. Le ha sucedido a una antigua colega con la que no he trabajado directamente, si bien sabía que en sus años jóvenes había sido redactora en un periódico nacional que se cerró hace bastantes años. Cuando empecé a tratarla, tiempo después, realizaba colaboraciones periodísticas, mientras sus hijos crecían. Ella era consciente ya entonces de que quizás no pudiera reincorporarse en lo sucesivo a la plantilla de otro periódico, tanto por la coyuntura profesional como por sus propios horarios familiares. La última vez que coincidí con ella, en un autobús madrileño, me contó que trabajaba en un ministerio, tras sacar las correspondientes oposiciones. Era un cambio radical, inesperado. No todo el mundo es capaz de dar ese giro. Pero estaba contenta: iba a casa a almorzar casi todos los días, tenía tiempo para estar al tanto de las carreras de sus hijos, sobre todo de la pequeña, aún en Secundaria, y podía ir más veces al cine con su marido que cuando era una joven redactora que salía de noche del periódico.

Las madres solteras

El desafío es si cabe mayor, o al menos más obvio, cuando se trata de madres solas. Al no poder conciliar con otro adulto, tienen que desdoblarse para llegar a todo o pagar por cualquier tipo de ayuda. A pesar de ser cada vez más visibles, estas madres en solitario siguen rompiendo moldes y evidencian la fiereza de unos horarios hechos a medida de las empresas o de determinados colectivos, pero no de la conciliación familiar. En ciudades como Madrid o Barcelona, los brutales desplazamientos entre el hogar y el trabajo, sumados en ocasiones a la peripecia diaria de llevar al hijo a un colegio situado en las afueras o en otro distrito, sabotean aún más la conciliación hasta convertirla en una misión imposible.

Últimamente, he sabido de una madre sola y primeriza que ha alquilado un piso en la misma calle en la que viven su hermano y su cuñada, a fin de matricular a su pequeño en el cole de sus sobrinos para que la misma canguro se ocupe de todos.

En todo caso, se trata de pactos bilaterales o de soluciones individualizadas. Y se necesita algo más, un esfuerzo común, un mayor compromiso social en favor de la conciliación. Se trata de armonizar intereses.

Más compleja es la organización de una madre médico en un hospital que, al tener que hacer guardias, necesita disponer de una empleada interna en su casa. Quién le iba a decir a ella, tan celosa de su intimidad, y con una sola hija, que acabaría recurriendo a esta fórmula para asegurarse que siempre haya alguien en casa para que su hija no esté nunca sola. En alguna temporada, incluso, ha necesitado una canguro por horas los fines de semana o los días en que libraba la empleada titular. “Mi madre también necesita descansar, porque si no se volvería loca”, decía la niña a los abuelos, residentes en otra ciudad, cuando les explicaba por qué tenía dos cuidadoras siendo solo dos y con una casa no muy grande.

No solo las madres con horarios cambiantes o con guardias se ven obligadas a blindar el hogar con ayuda externa. Muchas otras profesionales solas recurren a esta ayuda porque tienen que viajar alguna vez o porque en sus empresas se sale no ya a las ocho sino o las nueve de la noche por sistema, y, cuando llegan al fin a casa, el niño tiene que haber cenado y estar camino de la cama. Unos horarios más racionales evitarían que hubiera tantas madres o familias endeudas que no llegan a fin de mes por pagar a la canguro. No son pocas las que prefieren no ir más allá de la pizza o la hamburguesa en sus salidas de fin de semana antes que prescindir de la cuidadora.

El colegio

Los horarios de los colegios son un puzle más que desbrozar. Llevar y traer a un niño del colegio requiere una existencia paralela. No porque lleve en sí mucho tiempo, sino por el tiempo que implica estar a las horas convenidas. Porque no se trata ya de conciliar con la pareja y, en un segundo escalón, con la empresa. Hay un tercero en discordia, el colegio. La entrada a muchos centros coincide con el inicio de la actividad laboral de los padres. Un contratiempo que suele solventarse encargándose el cónyuge menos perjudicado de llevar al niño un poco antes de que empiecen las clases. Generalmente, los centros suelen adelantar la apertura para paliar este escollo, lo que no evita que alguna vez un grupo de hermanos madrugadores tenga que esperar unos minutos en la puerta hasta que llega el portero. Algo que no pueden permitirse los padres de hijos únicos: lo suyo es esperar a que el cole abra antes de dejar al retoño.

Pero no todos los padres y madres entran a trabajar tan de mañana ni se enfrentan a esos dilemas, ya que los horarios laborales son muy diversos. A más de uno le toca madrugar para ir al colegio y no a su tienda u oficina, a las que se incorporan pasadas las diez de la mañana para regresar tarde a casa, sin posibilidad de hacer los deberes con los hijos. Una situación que se complica más al inicio de la ESO: los niños tienen todavía doce años y algunos centros adelantan las clases a las 8.30, lo que obliga a madrugar aún más a determinadas familias o a precipitar la autonomía del hijo o la hija. Para más contradicciones, en el segundo ciclo de la ESO (14 años), no suele haber clases por la tarde, con lo que los chicos tienen que empezar a usar el microondas o comer fuera. Porque son las tardes las que tienen en vilo a casi todos los padres y madres, a excepción de los que no trabajan o solo lo hacen por la mañana. Bien sea porque son pequeños y salen a las cinco, o bien porque sean adolescentes y no tengan clase por las tardes, muchas madres que prescindirían de ayuda pra la casa para ahorrarse unos euros, se ven forzadas a contratar cuidadoras o a tener en jaque a los abuelos.

O incluso a caer en el espejismo de que trabajar es una estafa si se quiere ser una buena madre y esposa. Los últimos datos sitúan en torno a 659.100 el número de amas de casa entre 25 y 39 años. Pero ¿son amas de casa reales y por elección? Ciertamente sigue habiendo amas de casa genuinas, volcadas en la intendencia familiar y en la crianza, y con un relativo tiempo libre utilizado para reciclarse cultural o profesionalmente o para cultivar aficiones. Pero bajo ese ambiguo epígrafe de ama de casa hay también profesionales en paro, mujeres sin cualificación laboral específica que desearían salir de ese agujero y hasta falsas desempleadas que “completan” los ingresos familiares con trabajos esporádicos diversos. Un panorama que se clarificaría si hubiera horarios flexibles, y si el teletrabajo dejara de ser una actividad más o menos voluntarista para convertirse en un trabajo digno y regulado.

Fotografía: Francisco Bonilla y Mabel García.

Hay 41 Comentarios

Ojalá algún día pueda conciliarse realmente vida profesional y vida laboral en España. De momento, no queda otra que hacer equilibrios y buscar soluciones imaginativas... y seguir luchando!
Saludos!

A propósito de algún comentario:
A) De ningún modo se dice en este post que la conciliación entre la vida familiar y laboral recaiga o deba recaer en las mujeres solamente. Lo que sucede, lamentablemente, es que sigue recayendo en una mayoría. De ningún modo se alienta a que las trabajadoras reduzcan jornada, simplemente ocurre, lo que da idea de todo lo que queda por hacer.
B) Nadie niega que lo positivo es que la pareja concilie (cada uno por sí mismo y entre ambos) y participe por igual en el cuidado de los hijos. Pero además del campo privado se necesitan: a) horarios equitativos y flexibles y b) armonía entre los horarios laborales y escolares.

En este pais lo que queremos todos es chupar de la teta y se acabó. Ya me gustaría ver como cambiáis de opinión si fuerais empresarios. Una empresa NO es una ONG, ni son las hermanitas de la caridad. Una empresa es una máquina de hacer dinero, que lucha por sobrevivir a diario en un entorno competitivo y que arriesga un capital. Una empresa paga a un empleado por el horario que le resulta más conveniente a la EMPRESA (no al empleado) y por una productividad. Si esto encaja con la vida privada del trabajador, excelente. Que no encaja, que se busque otro empleo. Así de duro y así de real.

Dicho esto siempre que es lo único real, cuando la empresa puede ofrecer a su trabajador o pacta con el mismo otras condiciones pues "miel sobre hojuelas". A veces el profesional es tan buena que a la empresa le merece la pena "ceder" en algunos aspectos. Eso es lo que el trabajador se ha ganado pero NO es un derecho que deba darse a cada uno de sus empleados.

Me parece una trampa imperdonable que se reivindique la conciliación como una de las mayores necesidades de las mujeres. Conciliación es que los padres se ocupen de los hijos y la casa a partes iguales y no que las empresas y los compañeros de trabajo tengan que "solidarizarse" y cubrir a la madre mientras el padre hace su vida en otra empresa. Las reivindicaciones de nosotras las mujeres tiene que ser por la igualdad de salario y puestos de poder como nos lo merecemos y no que nos den tiempo para cuidar a nuestros hijos que es el lugar donde el machismo nos quiere.

Si me permites Mayte, matizo:
Es complicado conciliar la vida laboral con la familiar en todos los casos, tanto para las familias con más recursos como para las que tienen menos. Las primeras tendrán seguramente horarios más flexibles o posibilidades de contratar ayuda.
La ayuda es para la FAMILIA.
Habláis de una manera que parece que a las mujeres les hacen un favor si tienen un trabajo que no es el de una empleada de hogar. En cambio, nadie dice que los hombres lo tienen difícil aunque más fácil los que pueden costearse una empleada. Nadie dirá tampoco que en ese caso valdría más que se quedara en casa. Y si hay un divorcio seguramente pensaréis que la mujer ha de quedarse con los hijos y el padre conciliarlos con la abuela o la madastra, claro.
Habláis de igualdad o de qué ?

Es complicado conciliar la vida laboral con la familiar en todos los casos, tanto para las médicas, abogadas o periodistas, como para las limpiadoras, cajeras o empleadas de hogar. Las primeras tendrán seguramente horarios más largos pero también tendrán más posibilidades de contratar ayuda. http://periodistayenparo.blogspot.com/

Es complicado conciliar la vida laboral con la familiar en todos los casos, tanto para las médicas, abogadas o periodistas, como para las limpiadoras, cajeras o empleadas de hogar. Las primeras tendrán seguramente horarios más largos pero también tendrán más posibilidades de contratar ayuda. http://periodistayenparo.blogspot.com/

¿Os acordais de mi? Llevo tiempo sin entrar en gilipoyeces de renegadas porque tnego mejores cosas que hacer que escribir en un blog mientras espero que acabe la lavadora.
Solo vengo para recordaros... SE OS ACABO EL CUENTO, el feminismo, que según el noruego se ha puesto para joder a la sociedad española (que no nazcan niños), mientras se regulariza la entrada de musulmanes (vereis si estos os aguantan las tonterias jeje), se debe a la deuda de Zapatero con Al-Quaeda (llego al gobierno de rebote gracias a el).
como decia... SE OS ACABO EL CUENTO, ahora llega mi momento de gloria. No mas publicidad, subvencion, ni atención a las gilipoyas estas, y con el pais en la ruina como está, los españoles con los ojos abiertos de lo perras que son las españolas, y bastantes mas musulmanes que antes... VAMOS A REIRNOS DE COMO SE OS PARTEN LAS UÑAS FREGANDO ESCALERAS, COMO SE OS HOLGA EL CHICHI DE METEROS RABOS DE VIEJOS, COMO VAIS A PEDIR EN CADA ESQUINA PARA QUE VUESTROS HIJOS PUEDAN COMER, Y COMO OS VAIS A MORIR MAS VIEJAS Y MAS ARRUGADAS QUE LA UNA... SI "SEÑORAS" (LAGARTAS), SE VA EL PRINGAO DEL ZAPATERO Y OS QUEDA UN PANORAMA MUY DESOLADOR (POR MI PARTE Y LA DE MUCHOS HOMBRES QUE OS LA DEVOLVEREMOS PARA QUE TODAVIA OS JODAIS MAS)...

Muy buen artículo, felicidades.

Hay trabajos que oimponen una serie de horarios, e incluso nocturnidades y demás; pero yo creo que todo es conciliable, y en los casos de trabajos de oficina un horario flexible, una buena organización y la posibilidad de cpmpensar horas es fundamental. Yo no me quejo, trabajo en consultoría informática y tengo la posibiliad de hacer jornada intensiva de 8 horas, con lo cual entro entre 7.30-8.00, paro a comer 20 minutos (me traigo la comida al trabajo), y a las 15.45-16.15, me voy para casa. Además, sorteo las horas punta de movimiento de gente y de tráfico. Aunqeu entiendo que esto no es lo habitual.

Tanto mi novio como yo dedicamos 11 horas diarias al trabajo (8 trabajando, 1 de comida y 2 de transporte) sin posibilidad de reducirlas si no es con reducción de sueldo. Además, ambos somos de fuera de Madrid, conque no tenemos abuelos a los que recurrir. ¿Como se come esto con tener hijos? Porque para gastar un sueldo en que otro nos lo cuide y sólo verlo despierto los fines de semana

Bueno y de los horarios de trabajo en España ya ni hablo, es patético. Saliendo de la oficina a las 20:00 o más tarde, qué tipo de vida puedes tener?. Y ya si tienes hijos ni te cuento, porque es que no les ves, la sociedad debería cambiar radicalmente y obligar a todas las empresas a que se trabaje de 9 a 5. Así la gente rendiría más, estaría más feliz, habría más niños y mejor atendidos y evolucionaríamos a ser una sociedad mejor.

Lo que realmente me entristece y me pone enferma es escuchar a gente joven, supuestamente moderna y liberada, que siempre te dicen: " Tengo mucha suerte, porque mi marido me AYUDA en casa y cuando estoy haciendo la cena, les ENTRETIENE". Mira guapa, eres imbécil y tu marido un jeta que en vez de haberse casado tendría que contratar a alguien que le limpiase la casa y para qué tiene hijos? cuando un padre no se ocupa de sus hijos, ni quiere compartir las tareas sobre sus hijos en igualdad de condiciones es porque ha tenido hijos porque la sociedad así lo impone y no porque realmente les quiere, porque si quisiera a sus hijos, nadie tendría que pedirle compartir el tiempo con los hijos, estaría deseando hacerlo. Pero la culpa de esto la tenemos las mujeres que seguimos teniendo complejo de inferioridad y que seguimos pensando que vivimos en una sociedad del paleolítico donde el hombre cazaba y la mujer cocinaba y cuidaba de los hijos de su hombre. Es que me pongo enferma.

Cuantos de nosotros hemos terminado nuestro trabajo 20 minutos antes y hemos dicho: ¡y ahora q hago!¿dónde me meto para q no me vea el jefe? ¿Quien no ha dado vueltas y vueltas ajustando el trabajo con la hora de finalizar la jornada? ¿Que madre o padre no ha tenido q aguantar los morros dl jefe xq el niño amaneció malito y se llego 5 minutos tarde al trabajo?
Cómo gerente de www.babiboom.com me niego a que estas cosas pasen en mi empresa. Trabajamos en equipo y cada uno tiene q hacer su parte sin imponer horarios, trabajamos por un objetivo común. Mis trabajadores son estupendos y si para ello se tienen q traer a su hijo al trabajo, no ponemos "malas caras" ya q si un trabajador esta a gusto rinde el doble q el q se siente fuera de lugar. Esta es nuestra filosofía y nuestro granito de arena para acercar la crianza al mundo laboral.

Trabajo en una multinacional y mis contactos habituales -tanto dentro de mi propia empresa, como clientes- están en el resto de Europa: Holanda, Bélgica, Alemania y Austria.
Cuando desde aquí comentamos con nuestros colegas de fuera la "locura" de horarios españoles la primera pregunta es: "Pero, los españoles, cuando duermen?". Nadie entiende un sistema en el que se prime la permanencia por encima de todo. Creo que no se trata sólo de hacer la vida más fácil a los que tenemos hijos, sino de adecuar de una puñetera vez nuestros horarios a los de los países de nuestro entorno. No tiene ningún sentido estar en la oficina a las nueve de la noche de manera sistemática, tengas hijos o no los tengas.

ver aquí el escándalo de José Luis Rodríguez Zapatero con su esposa
http://alturl.com/caeah

Grandes verdades las que cuenta este artículo. Trabajo de consultora con muchas empresas e instituciones públicas y lo veo cada día; las mujeres haciendo malabares para llegar a todo y los hombres "ayudando". No, no y no. Así no hay manera.

Las personas que trabajan cuidando a los demás suelen hacerlo por horas y han de conciliar con sus parejas, como lo demás, y si no pueden ir por un percance avisan en sus trabajos. Los que limpian no sólo trabajan para familias también para hombres y mujeres solos y hasta empresas, oficinas ...

Nos encanta usar palabras con aires de tecnicismo rimbombante: "conciliación"...nos serviría con emplear "respeto" para aquellas madres que no queremos educar y cuidar a nuestros hijos sometidas a la presión del reloj, que hemos sido universitarias y profesionales y hemos elegido con "libertad" la opción de atender a nuestra familia, y tenemos que aguantar aquello de "como no trabajas" o que te miren como a una "mari" que se queda en casa...Un profundo respeto a las mujeres que no pueden elegir, pero las que hemos tenido la suerte de hacerlo no dejamos la intelegencia ni la cultura ni las inquietudes en el fondo de la olla express; al contrario estamos muy orgullosas de poder trasmitirles a nuestros hijos todas nuestras viviencias y nuestros conocimientos, ayudarlos a aprender, y no dejar ese "lujo" en manos de extraños extraescolares

Invisibilización. ¡Oh, como le gusta a las feministas usar esa expresión! Y ya ven, son las propias feministas las que se encargan de invisibilizar a la mayor parte de personas de su mismo sexo, o género, como ellas prefieren decir. Porque el problema de no poder conciliar trabajo y maternidad no afecta únicamente a las mujeres de clase alta, que son las protagonistas de esta historia (psicólogas, periodistas, médicos o profesionales que tienen que viajar). Por el contrario, las que realmente lo sufren son las que no tienen la posibilidad de contratar "cuidadoras", y que cuantitativamente son mayoría. Pero para nuestra articulista esas otras mujeres simplemente no existen. O mejor dicho, sí sabe que existen, pero no las percibe como de su clase. Son las otras; las que no han estudiado; las que le limpian el despacho a la médico; las que le limpian los despachos a las periodistas; las peluqueras, las cajeras del supermercado, las que viven con sus padres, porque ni tienen trabajo ni novio, las "marujas". Porque ¿para qué hablar de ellas? ¿Acaso el feminismo es amigo de los cuentos de Cenicienta? Es cierto que una médico que esté de guardia en el hospital va a tener problemas para conciliar su trabajo con su familia. Pero, ¿y las señoras de la limpieza que trabajan en el mismo hospital, no tienen también el mismo problema? ¿Y las mujeres que trabajan en empresas de seguridad de dicho hospital, y a las que les toca hacer turnos nocturnos? ¿Y a las mujeres de la lavandería del hospital? ¿Y a las camareras de un hotel que tienen que entrar muy de madrugada a trabajar para atender a la ejecutiva que allí se hospeda? Nos cuenta Inmaculada que tener una criada (perdón, una "limpiadora") no es un lujo. ¡Ya claro! Efectivamente que para una médico bien pagada contratar a "dos cuidadoras" no es un lujo, porque el nivel de vida del que dispone le da para eso y para mucho más. En cambio, sí que sería un lujo inalcanzable que la empleada de un comercio hiciera lo mismo. El feminismo, como movimiento de ideología conservadora que es, y como representante de los intereses de las mujeres situadas en la más alta posición de la sociedad, nunca ha tenido en cuenta los intereses de las mujeres de clase trabajadora. El feminismo se fija únicamente en los roles de hombres y mujeres, y siempre pensando en redefinir aquellos que le puedan resultar perjudiciales para ellas, pero no lo contrario; porque no tiene sensiblidad alguna para todo lo que conlleve que los varones salgan perjudicados. Frente al mito de la mujer solidaria y con empatía hacia los demás, la realidad de la vida nos demuestra que el feminismo es lo más antagónico de lo anterior. Que el feminismo es egoísmo extremo de clase y de sexo. Que el feminismo es la concreción en movimiento político de los caprichos de mujercitas consentidas, de muñecas de porcelana que nunca se sentirán plenamente satisfechas, y siempre querrán más y más. Y todo ello, bajo el manto protector de los partidos e instituciones políticas (controladas por varones que en ocasiones son las parejas sentimentales de las feministas), de las multinacionales, y de los distintos medios de comunicación, que se han apresurado, todos, a jalear y financiar una nueva religión laica y sin Dios de la que saben, les puede resultar inmensamente provechosa y rentable.

Este post es continuación del publicado el 19 de julio: Conciliación: ¿el gran imposible? En la primera parte se destacaba que hay una minoría de parejasque concilian o tratan de hacerlo. En el resto, las consecuencias de no conciliar recaen fundamentalmente en las mujeres: o asumen la doble jornada de madres y trabajadoras o reducen jornada laboral. En la segunda parte se subraya que mientras no concilien el padre y la madre y los horarios de las empresas y de los colegios sigan siendo caóticos, la conciliación seguirá siendo un peso extra para las madres. Es decir, se aboga por una conciliación que se extienda a la pareja y que vaya más allá de las soluciones individuales para plantearse como una cuestión social. Los casos que se narran describen diferentes maneras de abordarlo, hasta ahora, de acuerdo con las posibilidades y trabajos. En este sentido, este post es de conciliación (y no entra en si es oportuno o justo utilizar el trabajo de cuidadores o servicio doméstico). Las referencias a la ayuda externa (un servicio pagado y por horas a menudo) evidencian que si algunas mujeres no contaran con otras manos, no podrían ser madres y trabajadoras. Si una médico tiene a alguien en casa para que atienda a su hijo cuando ella está de guardia o trabajando, no está pagando un lujo, sino la ayuda que le permite seguir como madre y empleada. Lujos son otras cosas que cualquiera puede tener in mente. ¿Qué pasaría si en vez de médico se tratara de alguien que no hubiera estudiado una carrera o estuviera en una cadena de montaje o fuera cajera de 4 a 10 de la noche? Pues que no sería madre soltera (por elección) probablemetne, o de serlo, se iría a vivir con sus padres.

Mal si continúa siendo un tema sólo de las mujeres.
Mal si es así visto no por el blog sino por empresas, familias ...

Lo siento cathy si has malinterpretado mi comentario.Simplemente me hago eco de la marciana propuesta de los socialistas de educación universal gratuita desde el nacimiento. En vez de procurar ampliar los permisos de paternidad y de maternidad, prefieren utilizar nuestro dinero en aparcar a los niños desde bebés.
El artículo es tendencioso y propio de feministas revenías que siguen viviendo como si España fuera la del cuentamé. Patéticos los eufemismos para la criada o chacha y lo guays que son sus amigas, todas con carrera y unos tremendísimos problemas de "conciliacion". me hubiera gustado más escuchar la opinion de una reponedora del carrefour o de un segurata con horario nocturno y no la de estas burguesas de vía estrecha.

yo reivindico la conciliación para las personas solteras y sin hijos tambíen. entrar a las 8, salir a las 15h, no tener que comer en dos horas y quedarme en la oficina hasta las 19h. tengo igual derecho a disfrutar de tiempo libre para dedicarlo a quien yo quiera, mis hijos, mis padres, mis amigos, a mí.

Segun esta entrada, "la conciliacion es cosa de mujeres..." (no está escrito pero lo dice). Una vez mas, no habia ejemplos de hombres con problemas de conciliación, verdad? Aún asi, es el unico ejercicio de logica que he visto en este blog. La conciliacion es cosa de mujeres porque la custodia es cosa de mujeres. Bien por El Pais.

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Sobre los autores

Tenemos diferentes puntos de vista, distintas edades, diversos perfiles. Somos un grupo de periodistas, especialistas y colaboradores coordinado por Isabel Valdés.

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EL POSMACHO DESCONCERTADO

EL POSMACHO DESCONCERTADO

Ricardo de Querol

“Como quien dice, acabamos de salir de la cueva. No se borran de un plumazo milenios de reparto rígido de papeles, de trogloditas que salían de caza mientras ellas recolectaban y cuidaban de niños y ancianos, de bravos guerreros y abnegadas esposas, de amas de casa confinadas al hogar y hombres que acaparan toda la vida pública, de burkas de todo tipo, de dotes, de pruebas del pañuelo”. Las reflexiones del autor sobre la relación entre los sexos en el siglo XXI publicadas en el blog Mujeres, recopiladas en un libro electrónico. Puedes comprarlo en Amazon y en Google

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