Una joven, no llega a los 30 años, le dice a otra amiga mientras toman un café en un receso del trabajo: “Yo tengo mucha suerte, mi marido me ayuda con la casa”. Esta frase, y que ha venido a impartir un curso sobre literatura a la Universidad Menéndez Pelayo en Santander, es la excusa para conversar sobre la situación actual de la mujer en la sociedad con Ana María Moix. La escritora, cuyo nombre va muchas veces acompañado en las crónicas con la indicación “hermana de Terenci Moix”, más que con un listado de sus obras, es feminista y lo dice. Durante años puso su pluma al servicio de la lucha feminista en una editorial y una publicación cuyo objeto no era más que ese. “En Vindicación Feminista queríamos concienciar a las mujeres”, dice.
Pitillo en la mano, fuma tabaco de liar y sin filtro, viste traje de chaqueta blanco y habla pausadamente. “Las cosas han cambiado; hay luchas que se ganaron como el divorcio, el uso de anticonceptivos… la situación antes era medieval”. “Pero no hay que dar las cosas por conseguidas”, advierte. “Muchos hombres dicen que en su casa cocinan los dos, pero en realidad lo que ellos hacen es el café. La mujer esta doblemente explotada, porque trabaja pero sigue encargándose de la casa. En este último aspecto no ha cambiado nada. Las mujeres de ahora no sé como lo hacen: tienen que estar guapas, llevar la casa, cuidar de los enfermos del hogar, los niños y trabajar. No sé de dónde sacan el tiempo”. Para Moix el gran reto feminista del siglo XXI es que el trabajo “doméstico sea de los dos”. De verdad y no de palabrilla.
Hace 30 años mujeres como Moix lucharon en las calles, en el escenario público de la prensa y la literatura, por derechos que hoy están asumidos. “A veces las hijas de mis amigas me dicen que éramos unas locas que no llevábamos sujetador, pero éramos algo más que eso”, reivindica. “Les digo: queridas, gracias a aquello tú te has podido divorciar y abortar cuando has querido”. La igualdad hoy, sin embargo, tiene que inculcarse en la escuela, según Moix. La lucha feminista tal como la recuerda ya no existe, pero la que hay sigue estigmatizada. “Los hombres comprenden el problema, muchos van de progres, pero no lo tienen interiorizado y rechazan que se hable de estos temas”, dice Moix. Incluso teme que haya que retomar viejas reivindicaciones. “Con el PP la recesión en temas de igualdad se nota. En el aborto ya ha habido una regresión”, lamenta.