Hablar de las 'primeras damas' en España es hablar de una
parte de la vida de nuestros presidentes que poco se ha tocado. Las mujeres de
nuestros presidentes han sido, ante todo, mujeres. Y a pesar del poco papel que
han representado en la vida política presencial, la de telón, micrófono y
escenario, han estado y están ahí, detrás sí, pero presentes. En Estados
Unidos, por ejemplo, Michelle Obama no es solo la primera dama. Michelle forma
parte de un relato político presente, que se ve y se palpa. Que se siente. Forma
parte de la credibilidad y de la confianza que proyecta Obama. Obama es Obama.
Pero Michelle con su presencia y sus actos, medidos estratégicamente, también
hace política, con mayúsculas. Se implica. Mucho. Y de manera natural. Y
participa de manera muy activa. Obama sin Michelle sería otra cosa muy distinta
a lo que percibimos que es actualmente el presidente de los Estados Unidos.
Pero las primeras damas en España desde la Transición no han
tenido el mismo papel que en otros países. Lejos quedan de ser Michelle Obama,
Carla Bruni o Hillary Clinton. La 'visión' familiar en nuestro país queda
relegada a un segundo plano, sombra inerte en algunos casos. En política acompañan,
pero no participan –exceptuando casos-. Están presentes más que ausentes,
aunque no lo percibamos. Escuchan más que hablan. E influyen más que actúan. Es
un papel de segundo plano que ha ido evolucionando en función del momento
político y, por supuesto, de sus maridos… Pero ante todo, de ellas mismas.
Amparo Illana, la
dama que no quiso serlo
Duquesa de Suárez. Mujer vasca y religiosa que acompañó a su
marido en la sombra, Adolfo
Suárez. Mujer protagonista de un momento histórico en nuestro país, los
primeros pasos hacia la Transición. La presidencia de su marido rompió la
monotonía de su familia, algo que no deseaba, pero no rompió su discreción. Primera
mujer de un presidente que hizo de La Moncloa un hogar. Madre de cinco hijos:
Mariam, Adolfo, Laura, Sonsoles y Javier. Era Amante del arte y siempre prefería
viajar antes en tren o en barco que en avión. Según Francisco Umbral, tenía un
ejemplar y ordenado silencio: “del
silencio de su esposa debiera aprender el presidente”, decía. En 1996 se le
concedió el premio
“Romi Lachi”, que significa “mujer buena”, "por su servicio eficaz y
callado en favor de los gitanos". Murió
el 17 de mayo de 2001 víctima de un cáncer contra el que luchó los últimos
siete años de su vida.