En busca del Yeti en Magalluf

“Nunca jamás ha existido algo como The House of Katmandu”. Estas son las arriesgadas palabras de Manolo del Río, director de un concepto completamente nuevo en la industria del entretenimiento hispano que ha abierto recientemente en Magalluf (Mallorca).

Se trata de una casa-museo invertida que parece caída del cielo y entre cuyos muros se guardan algunos de los “más raros artefactos del mundo". Toda la colección es hilvanada por la mano de Kilgore Goode, una suerte de Indiana Jones con machete (en vez de látigo) que busca una piedra preciosa en poder del mismísimo Yeti.

Después de la discoteca BCM, me atrevo a aventurar que la Casa Katmandú es lo más extraño que uno puede encontrar en este pedazo de Dusseldorf con aroma a socarrat llamado Magalluf. Aunque la verdad es que el concepto de casa-museo-freak es un viejo conocido de los nacidos en el Mediterráneo. Ahí está el Museo de Curiosidades Marineras Roig Toqués, en Vilanova i la Geltrú, donde habita la carpa Juanita, un pescado que bebe vino de porrón y que constituye visita obligada para grandes y pequeños en época estival.

 
Pero la Casa Katmandú es un concepto más anglosajón. Además de las múltiples salas llenas de objetos extraños y efectos especiales (la Galería de los Saqueos, el Taller de las Maravillas, la Biblioteca de las Ilusiones...) la casa es una aventura interactiva donde el visitante termina, irremediablemente, en el "Tumbuktu Bar&Grill", donde sirven la cerveza más fresca de toda la isla junto con unas hamburguesas gigantes que harían las delicias de cualquier hombre de las nieves.

 

¿Y por qué la Casa Katmandú merece una visita, aunque sea sólo una? Pues porque se trata del primer ejemplo de arquitectura invertida que se planta en territorio español, un concepto que comienza a ser preocupantemente habitual en otros lugares del mundo. Y, porque entre sus muros se esconde “El Colegio Hogwarts de Harry Potter hecho con cerillas” del que dábamos buena cuenta ayer, una obra de arte tan bizarra que sólo su presencia bien vale tomarse una cerveza bien fresquita junto a un señor vestido de Yeti.

La Casa Katmandú, en un día nublado.

En Japón, los restaurantes invertidos comienzan a ser una plaga.

 

“Nunca jamás ha existido algo como The House of Katmandu”. Estas son las arriesgadas palabras de Manolo del Río, director de un concepto completamente nuevo en la industria del entretenimiento hispano que ha abierto recientemente en Magalluf (Mallorca).

Se trata de una casa-museo invertida que parece caída del cielo y entre cuyos muros se guardan algunos de los “más raros artefactos del mundo". Toda la colección es hilvanada por la mano de Kilgore Goode, una suerte de Indiana Jones con machete (en vez de látigo) que busca una piedra preciosa en poder del mismísimo Yeti.

Después de la discoteca BCM, me atrevo a aventurar que la Casa Katmandú es lo más extraño que uno puede encontrar en este pedazo de Dusseldorf con aroma a socarrat llamado Magalluf. Aunque la verdad es que el concepto de casa-museo-freak es un viejo conocido de los nacidos en el Mediterráneo. Ahí está el Museo de Curiosidades Marineras Roig Toqués, en Vilanova i la Geltrú, donde habita la carpa Juanita, un pescado que bebe vino de porrón y que constituye visita obligada para grandes y pequeños en época estival.

 
Pero la Casa Katmandú es un concepto más anglosajón. Además de las múltiples salas llenas de objetos extraños y efectos especiales (la Galería de los Saqueos, el Taller de las Maravillas, la Biblioteca de las Ilusiones...) la casa es una aventura interactiva donde el visitante termina, irremediablemente, en el "Tumbuktu Bar&Grill", donde sirven la cerveza más fresca de toda la isla junto con unas hamburguesas gigantes que harían las delicias de cualquier hombre de las nieves.

 

¿Y por qué la Casa Katmandú merece una visita, aunque sea sólo una? Pues porque se trata del primer ejemplo de arquitectura invertida que se planta en territorio español, un concepto que comienza a ser preocupantemente habitual en otros lugares del mundo. Y, porque entre sus muros se esconde “El Colegio Hogwarts de Harry Potter hecho con cerillas” del que dábamos buena cuenta ayer, una obra de arte tan bizarra que sólo su presencia bien vale tomarse una cerveza bien fresquita junto a un señor vestido de Yeti.

La Casa Katmandú, en un día nublado.

En Japón, los restaurantes invertidos comienzan a ser una plaga.

 

Comments

[Publicado por: Miguel]

Yo trabajo a diez minutos de ahí, en verano. De "pedazo de Dusseldorf" nada. Di más bien "pedazo de Manchester" Ahí los mancunians son mayoría absoluta :)

[Publicado por: Helena]

Hola, te escribo decirte, por si no lo sabías, que la foto de la Casa Katmandú es mia. No me importa que se utilicen fotos mías, pero qué menos que decírmelo y por supuesto sin borrar la firma del autor de la foto, que en este caso venía firmada como Evelyne*07.

Un saludo
Helena