¡Caracoles! (por la jeta)

Cualquiera puede tener su propio récord Guinness. Incluso sin proponérselo. Imagínense esta situación: un asturiano totalmente beodo después del Descenso del Sella que se tumba unas horitas a dormir la mona en medio de un prau. Posiblemente cuando despierte habrá batido, así sin enterarse, el récord Guinness de caracoles en la cara que regenta la pequeña Tiana Walton con 25 babosillas. Se lo acaba de arrebatar al australiano Liam Kenny, un señor que la triplica en edad y que sólo se atrevió a ponerse 15 caracoles correteando por su asustado rostro.

Algo de listos tienen los ingleses a la hora de llevarse títulos mundiales por la cara. Al igual que hicieron en Pekín, donde llegaron a la cuarta posición en el medallero gracias a sobresalir en deportes con muchos metales (como ciclismo en pista o lucha), en los récords Guinness se basan en disciplinas peregrinas donde utilizan a niños que se cuelgan cosas raras en la cara.

Quizá recordarán al pequeño Joe Allison plusmarquista mundial de pegarse cucharillas en el rostro, que también destronó a un adulto (Tim Johnston) colgándose 16 cucharillas hace poco. Y ahora la pequeña Tiana, que gracias a las babas de sus caracoles bien podría tener más edad de la que dice, 9 añitos.

De todos es sabido que la diferencia de grasa entre el cutis de un niño y un adulto hace sencillo que cualquier infante pueda pegarse más cosas en la cara que el padre que le dio la vida, ya sean cucharillas, bígaros o chapas de cerveza del revés. Lo malo es que los jueces de los Guinness, que pululan por el mundo libreta y cronómetro en mano, no parecen que estén dispuestos a cortar esta veta de récords amañados por el garabato de un niño.

Y encima hay que ver a los padres, que por ahorrarse madrugar los sábados para llevar a su hija a aprender cricket le han montado a la pequeña Tiana un hipódromo de caracoles en el jepeto para que alcance la fama por la vía rápida. Vean, vean como se desarrolló todo el evento en la Pérfida Albion, que hasta los caracoles la llaman así.

Visto aquí

Cualquiera puede tener su propio récord Guinness. Incluso sin proponérselo. Imagínense esta situación: un asturiano totalmente beodo después del Descenso del Sella que se tumba unas horitas a dormir la mona en medio de un prau. Posiblemente cuando despierte habrá batido, así sin enterarse, el récord Guinness de caracoles en la cara que regenta la pequeña Tiana Walton con 25 babosillas. Se lo acaba de arrebatar al australiano Liam Kenny, un señor que la triplica en edad y que sólo se atrevió a ponerse 15 caracoles correteando por su asustado rostro.

Algo de listos tienen los ingleses a la hora de llevarse títulos mundiales por la cara. Al igual que hicieron en Pekín, donde llegaron a la cuarta posición en el medallero gracias a sobresalir en deportes con muchos metales (como ciclismo en pista o lucha), en los récords Guinness se basan en disciplinas peregrinas donde utilizan a niños que se cuelgan cosas raras en la cara.

Quizá recordarán al pequeño Joe Allison plusmarquista mundial de pegarse cucharillas en el rostro, que también destronó a un adulto (Tim Johnston) colgándose 16 cucharillas hace poco. Y ahora la pequeña Tiana, que gracias a las babas de sus caracoles bien podría tener más edad de la que dice, 9 añitos.

De todos es sabido que la diferencia de grasa entre el cutis de un niño y un adulto hace sencillo que cualquier infante pueda pegarse más cosas en la cara que el padre que le dio la vida, ya sean cucharillas, bígaros o chapas de cerveza del revés. Lo malo es que los jueces de los Guinness, que pululan por el mundo libreta y cronómetro en mano, no parecen que estén dispuestos a cortar esta veta de récords amañados por el garabato de un niño.

Y encima hay que ver a los padres, que por ahorrarse madrugar los sábados para llevar a su hija a aprender cricket le han montado a la pequeña Tiana un hipódromo de caracoles en el jepeto para que alcance la fama por la vía rápida. Vean, vean como se desarrolló todo el evento en la Pérfida Albion, que hasta los caracoles la llaman así.

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Comments

[Publicado por: son una referencia!]

¡Un doce (que siempre es más que un diez), por los caracoles!

[Publicado por: José Manuel Velasco]

Esta blog es una genialidad, lo visto desde México. Muchas Felicidades-

[Publicado por: armstrongfl]

En la segunda imagen no sabía uno si eran lagrimones o qué.
jajajj.
Un saludo,
Armstrongfl

[Publicado por: buy viagra]

Lo malo es que los jueces de los Guinness, que pululan por el mundo libreta y cronómetro en mano, no parecen que estén dispuestos a cortar esta veta de récords amañados por el garabato de un niño..