09 octubre, 2008 - 12:40 - EL PAÍS
Pues, como diría Chiquito de la Calzada, una gran "pupita máxima". Que se lo digan a Anatoli Bugorski, un investigador del Institute for High Energy Physics de Protvino que fue el encargado, hace 20 años, de meter las narices dentro de un acelerador de partículas más grande de la época, el Synchrotron U-70. Y cuando decimos las narices, decimos la cabeza entera, pues a Anatoli no se le ocurrió otra cosa que interponer su cara ante el chorro de protones creyendo que había desconectado la máquina al intentar arreglar una avería.
¿Qué vio nuestro amigo dentro del acelerador? Él mismo lo describe como un "flashazo más brillante que mil soles", lo que corresponde a una radiación 500 o 600 veces mayor de la necesaria para matar a una persona. Al sacar la cabeza tenía la parte izquierda de la cara lo suficientemente chamuscada para quedar irreconocible, por lo que fue internado en una clínica moscovita a la espera de una muerte segura en dos o tres semanas.
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