Empieza Sónar y, como cada año, la ciudad se convierte en una especie de verbena de la música electrónica. De repente, todo el mundo es capaz de sacar al disjockey que lleva dentro o de detectar al que está al lado a punto de sacarlo para venderle algo. El festival, que este año espera traer a unas 75.000 personas (las cifras serán muy parecidas a las del año pasado), genera toda a una suerte de microclima en el que florecen un montón de especies a su alrededor. Desde tiendas de discos que duplican sus ventas, a decenas de fiestas en clubs que en un día como hoy no llenarían ni la mitad del aforo. Sónar es una gran charca en la que chapotean los que están invitados y los que no.
Para la ciudad no es mal negocio, de ahí que el Ayuntamiento se implique con tanta intensidad. Se estima que el evento genera unos 50 millones de euros para el PIB catalán y el sector de la hostelería y de ocio cultural se lleva un 80% de los beneficios creados. Genera alrededor de unos 150 empleos directos y luego, además, Hacienda se queda con alrededor de 3 millones de euros de impuestos. Que no está nada mal por no hacer nada.
La mayoría de discográficas de música electrónica de Europa, tengan o no un artista invitado en el festival, se desplazan a Barcelona a participar en la verbena. Y claro, cada una tiene su fiesta. La gente de Bpitch Control, por ejemplo, tiene una fiesta en la playa y durante el día del sábado alquilan un barco para pasear por la costa barcelonesa mientras sus disjockeys pinchan abordo. La discoteca Moog tiene el jueves por la noche una fiesta de los alemanes Tresor. Nitsa (en la sala Apollo) lanza el viernes por la noche un festival del sello de Colonia Kompakt: vienen todos (Michael Mayer, Superpitcher, Dj Koze…) y el sábado Nitsa recibe a los que andaban pululando en el barco de Bpith. En fin, emerge una cantidad de público para la música electrónica inaudita.
Luego, por ejemplo, están las tiendas de discos. CD Drome es una sitio de referencia en Barcelona (que tiene sucursal en Madrid) y que está a sólo 150 metros del recinto donde se celebra el Sónar de dia. El impacto que tiene el festival sobre su facturación es entre un 50% y un 75% de aumento durante la semana que se realiza el evento. Y eso que ha caído. “Quizá hay menos clientes. Nos da la sensación que el público extranjero y más especializado que venia a Sónar se ha reducido. Y esos son los principales clientes. Además, se venden menos maxis porque ha pasado el boom del discjockey”, explica Oriol Valls, copropietario de la tienda de discos. Y para los hoteles y los bares de la zona, ni hablemos.
Para los más antisistema y poco dados a las cifras de facturación, existe también la posibilidad de acabar en una rave después del Sónar (puede ver en youtube de qué va un poco la cosa). Para esto hay que buscarse un poco la vida y rastrear por Internet o esperar al típico flyer que alguien repartirá a las seis y media de la mañana a la manada que se esconde tras las gafas de sol cuando termina la fiesta en la Fira de l’Hospitalet. Y pese a todo, no nos engañemos, el punky que monta la rave también tiene sus porcentajes de ingresos y minibalances , aunque vengan de vender las latas de cerveza. Eso sí, luego como mola llamarle a tu fiesta antisónar, ¿eh? El caso es que de esta teta maman casi todos.
Hay 3 Comentarios
Pero quien se cree esas cifras?! En que cabeza cabe!!!!
Os las dicen las ponéis y os quedáis tan panchos...jaajajaja
Publicado por: Marcel | 19/06/2010 8:37:46
Ahí no molestan las vuvucelas. Ellos no hacen ruido. Son melodías las que se escuchan.
Publicado por: Smith | 17/06/2010 23:48:01
mejor descrito imposible!
Nos vemos en el sonar!!!
Publicado por: Alejandro | 17/06/2010 23:07:08