Muro de sonido

Sobre el blog

Conciertos, festivales y discos. Auges y caídas. Y, con suerte, sexo, drogas y alguna televisión a través de la ventana de un hotel. Casi todo sobre el pop, el rock y sus aledaños, diseccionado por los especialistas de música de EL PAÍS.

Eskup

Iron Maiden, épica sin complejos

Por: | 30 de agosto de 2010

Reconozcámoslo: ser heavy no es precisamente lo más cool del mundo. En sus inicios, los pelos largos, pantalones de pitillo y demás complementos –cazadora de cuero, parches y, por supuesto, las camisetas de grupos- eran las pintas del estereotipo de macarra. Luego, su consumo sólo era orgullosamente reconocido por chicos que invertían la paga del fin de semana en el último de Blind Guardian, los juegos de rol o los cómics (en una época en la que leer cómics no era cool).

Por suerte, la música y bandas como Iron Maiden quedan al margen de tanto cliché. Estos tipos llevan más de 30 años paseando su logo. A pesar de ello, o precisamente por eso, su ultimo disco, The final frontier, ha sido número 1 no sólo en su casa, Reino Unido, también en España. Son unos auténticos dinosaurios, pero renuevan su legión de fans; incluso se ven obligados a disculparse ante algunos de ellos, que piden más temas en vivo de su trabajo más reciente. El sueño húmedo de muchas bandas que no llevan ni la mitad de años que ellos, vamos.
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En directo siguen mereciendo la pena. Nada de eso de “se conservan bastante bien”, que suele querer decir “todavía son capaces de mantenerse en pie”, tantas veces aplicados a veteranos en horas bajas. A pesar de que dejaron fuera muchas de las canciones que me recuerdan mis 15 años, el pasado día 21 en Valencia les disfruté en todas sus facetas: la más festiva y punk con Running free, la grandilocuencia de Ghost of Navigator o la catarsis con Fear of the dark… no voy a tratar de convencer a los escépticos. Que nadie se fuerce a hacer cosas que su religión prohíba, que seguramente se le atraganten a los 30 segundos o, a lo peor, encuentra alguna cosita que le guste.

De tan honestos, consecuentes, tan ochenteros… ¿No acabaran poniéndose otra vez de moda? Es muy improbable, pero no sería de extrañar que en algún momento fueran reivindicados incluso por aquellos que nunca les han escuchado, y empecemos a ver chapas de Maiden en las solapas más insospechadas. Para celebrar que han cerrado su gira en España, aquí van unas cuantas razones para explicar su éxito:

Épica (de verdad): Las canciones de Maiden están hechas para ser coreadas en un estadio a pleno pulmón. No se trata de animar el espíritu antes de la decisiva batalla contra el ejército de Mordor, pero temas como Aces high o The trooper tienen mucho de himno. No se suelen poner demasiado solemnes, que además no les pega.

Vergüenza, la justa: La teatralidad de Bruce Dickinson, Steve Harris apuntando al público con su bajo, las posturitas en los solos… vale, que cambien el set list, pero hay cosas que son imprescindibles. Como el decorado: unas estructuras futuristas, de metal  y con las obligatorias luces, les han servido de fondo en esta gira. Gastan un sano cachondeo que les permite llevar un gorro de policía inglés o unas gafas 3D, o que un tipo disfrazado de su mascota, Eddie, salte a las tablas. En fin, que el penúltimo cantautor con camisa a cuadros arremangada en un bar semiclandestino está muy bien, pero se echaba de menos disfrutar de estos tíos sacando pecho, con un espectáculo sin medias tintas.

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Un cantante icónico: Dickinson regresó a la banda de Steve Harris en 1999 tras una ruptura temporal, lo que dio una alegría a sus fans, que no estaban muy contentos con el tono grave de Blaze Bayley (le criticaban hasta cómo jugaba al fútbol; triste destino el de los sustitutos de leyendas). La verdad es que Bruce se sigue pegando sus carreras y da gusto verle cantar. Hasta tiene energía para pilotar su avión. Otro que volvió al redil por las mismas fechas fue Adrian Smith; como doblar algunas líneas melódicas mientras un tercero acompaña siempre queda muy apoteósico y neoclásico, se quedaron con tres guitarristas. ¿Excesivo? Tal vez, pero también muy épico.

Un set list (demasiado) renovado: No tocan Run to the hills. Ni The trooper. De verdad. Tras haber hecho tours que repasaban el material más añejo, se dan el gustazo de basar cada actuación en los últimos cuatro discos de la banda. Ya hay “nuevos” clásicos, como The wicker man, Brave new world, las dos estrenadas en 2000.

Saber lo que piden los fans: Aunque últimamente suenan algo más oscuros y les dé por complicarse más la vida, Maiden no pretenden ser Dream Theater (banda de virtuosos que, por cierto, son fans de los británicos). Pueden hacer canciones largas de influencia prog como The rime of the ancient mariner, pero siempre van a compensar con temas directos y frescos. Los solos tienen su típico momento “cuanto más rápido, mejor”, pero precedidos de pasajes muy melódicos. Y, bueno, qué pasa, ¿no nos pueden gustar los solos rápidos? Un poco de épica que haga sonreír nunca nos va a sobrar.

Los olvidados / 2 : Dan Fogelberg, el hijo de la inocencia

Por: | 20 de agosto de 2010

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El temprano fallecimiento de Daniel Grayling Fogelberg, justo antes de las navidades de 2007, mereció escasas líneas en los obituarios de la prensa española. El tiempo, siempre tan cruel: en aquel entonces casi nadie pareció reparar en que Fogelberg ejerció a mediados de los años setenta como el heredero natural de James Taylor para el cetro de los trovadores hipersensibles estadounidenses. Y ni siquiera se tuvo en cuenta que la adaptación al castellano de una de sus más arrobadas composiciones, Longer, había triunfado notablemente en España como éxito primerizo de Ana Belén. Mucho más, se tituló aquel baladón por estos lares. La pieza original, número 2 en las listas estadounidenses de 1980, es todavía hoy una de las melodías más demandadas en aquel país durante los festejos maritales.

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Los olvidados / 1: Harry Nilsson, el ahijado de Lennon

Por: | 18 de agosto de 2010

En la sección de ofertas de las tiendas de discos españolas (lugares ya no sabemos si exóticos o extemporáneos) puede encontrarse por menos de 20 euros una cajita con cinco álbumes del neoyorquino Harry Nilsson, fechados entre 1968 y 1972 y perfectamente ilocalizables hasta la fecha. Lo cual no deja de tener su guasa, o su punto de trágica paradoja, si tenemos en cuenta que su barbudo firmante fue el hombre al que, a finales de los años sesenta, John Lennon y Paul McCartney elogiaron públicamente como “el mejor cantante americano de nuestros tiempos”. Los Beatles fueron los primeros en casi todo, pero no en labores de padrinazgo: ni Harry ni sus otros grandes protegidos de la época, los desdichados Badfinger, han conseguido que el olvido y el paso de los años sean clementes con su herencia.

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Como tiene que sonar: Tom Petty y la verdad

Por: | 14 de agosto de 2010

En 2006, Bob Dylan dijo en la revista Rolling Stone que no conocía a nadie que en los últimos 20 años hubiese hecho un disco que sonase decente. Esas declaraciones coincidían con la aparición de su aclamado “Modern Times”, un disco cuya mayor virtud es, probablemente, lo bien que suena.

Hace un par de meses, Tom Petty sacó su primer disco con los Heartbreakers en ocho años, Mojo, una colección de canciones que parece sacada de la memoria colectiva de las raíces del rock. Varios temas del disco suenan relativamente familiares, algo que ya le ha granjeado unas cuantas críticas negativas. Sin embargo, “Mojo” tiene algo fuera de toda discusión: suena realmente genial. De hecho, bastante mejor que la mayoría de discos que salen al mercado hoy en día. 

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Animal Collective, la película

Por: | 11 de agosto de 2010

Oddsac

Aviso para fans. Ya tenéis otra razón más para amar a la sublime actualización psicodélica de los de Baltimore. Ahora en vuestros televisores o en tu galería de arte más cercana. Aviso, también, para filibusteros. Ya tenéis otra razón más para odiar a los responsables de que la modernidad baile sin complejos en taparrabos multicolor. Animal Collective ya tienen película.

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10 razones para amar a Prince

Por: | 07 de agosto de 2010

En realidad con un par de ellas nos arreglamos, pero el eterno enfant terrible del funk se merece unas cuantas más. Ahora que ha arrojado un nuevo desafío al sistema, a Internet y a la distribución tradicional regalando la edición física de su último trabajo, se me ocurren al menos diez razones para amar al genio de Minneapolis.

1-Nunca se hunde. Es imposible determinar si está a punto de hundirse, porque parece haberlo estado muchas veces, tantas como giros ha intentado dar a su carrera. Claro que su carrera es exactamente ese cúmulo de giros, bandazos y venadas que le han ido dando año tras año. Y su capacidad para reinventarse, sin cambiar demasiado, es parte de su grandeza.

  Princeguit

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Siempre se van los mejores

Por: | 04 de agosto de 2010

Hace un par de semanas, cuando la poca vida jazzística de este país se centraba en un festival tan vulgar como el de Vitoria-Gasteiz, el líder y fundador de la Vienna Art Orchestra emitía un comunicado que anunciaba su disolución después de 33 años de actividad.

Me imagino que la mayoría de los que leéis esto estaréis preguntándoos de quién hablo y a quién le importa. Bien, supongo que ese es el problema, después de todo.

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La última locura de Alan Moore: 'Unearthing'

Por: | 03 de agosto de 2010

¿Cómo se pregunta por lo último de Alan Moore? Entras en una tienda de cómics, y sueltas: “¿Tenéis lo último de Alan Moore? No, eso no, me refiero al disco que viene con un libro de fotos. Él cuenta la historia de un dibujante inglés. Ah, y sale el de Faith No More…”. Bueno, si lo tuvieran, a estas alturas ya te habrían parado.

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