Neil Young: el rugido del viejo león

Por: | 05 de octubre de 2010

Antes de que Le Noise saliese a la venta, ya se habían publicado algunas críticas poco halagadoras al respecto. Estoy convencido de que Neil Young contaba con ello y de que le importaba bastante poco, pero no hay que subestimar la capacidad de provocar sensaciones –aunque sean negativas– por parte de una novedad discográfica. En estos tiempos de tibieza y flojera musical, en los que lo mimético se disfraza de moderno y lo retrospectivo de novedoso, se agradece un poco de osadía, más aún, viniendo de un clásico como Young.

Después de algunos años en los que el canadiense ha estado a medio pistón, Le Noise es un serio aspirante a ser un clásico moderno y otra obra maestra en su carrera. Recientemente, el cantautor ha estado muy ocupado rellenando huecos mediante sus "Archives" –un conjunto de asombrosos hallazgos que podemos considerar imprescindibles–, cuya segunda boxset parece estar en camino. Entretanto, han ido apareciendo perlas retrospectivas en forma de satélite, como Sugar Mountain y el glorioso Dreamin' Man - Live '92, y algo de material nuevo que va de lo interesante, pero irregular (Chrome Dreams II), a lo desastroso (Living With War), pasando por lo tibio y/o intrascendente (Fork In The Road). Le Noise es, simple y llanamente, el regreso a la grandeza del músico más vigente de su generación.

Neil-Young-Le-Noise-Album-Art

El planteamiento inicial de la grabación es sencillo: Neil y su guitarra a pelo, tocando canciones completamente desnudas. Hasta ahí no hay sorpresas; Young ha tocado en infinidad de ocasiones acompañándose exclusivamente de su guitarra acústica. La diferencia es que, en Le Noise, la quebradiza voz del canadiense está envuelta en guitarras eléctricas saturadas hasta la extenuación, con loops obsesivos que aparecen y desaparecen y una sonoridad cavernosa que amplifica la sensación de trascendencia del conjunto.

El título, que puede llegar a sonar un tanto snob, hace alusión a la otra mitad de Le Noise, el productor Daniel Lanois (la similitud fonética es evidente). Lo que puede parecer una participación anecdótica es una de las verdaderas claves del disco, ya que Lanois es tan responsable del resultado como el propio Young. Desde el momento en el que lo único que tenemos es una canción, una guitarra y una voz, la producción adquiere una importancia determinante; porque este disco no sólo es “lo que es”, sino también “cómo suena”.

 

Le Noise parte de la esencia del directo para dejarse arropar por decenas de detalles que pueden pasar desapercibidos, pero que están ahí. El tema que abre el disco, “Walk With Me”, es toda una declaración de intenciones y sirve como resumen de lo que contiene el resto del álbum. Desde la contundencia del primer acorde de guitarra, hasta los loops y arrebatos ruidistas que lo cierran, Young y Lanois crean algo máximo con lo mínimo. No hay bajo, no hay batería, solos de guitarra o instrumentos de apoyo; solamente música tocada desde las entrañas, cruda, primaria e intensa.

La sensación de éxtasis eléctrico no se consigue a través de puro ruido o descontrol, sino mediante la combinación perfecta de una o dos pistas de guitarra, algunos hábiles gadgets electrónicos y una voz interpretada y grabada en directo bajo el sonido atronador de dos viejos amplificadores Fender.

 

Para ser completamente honestos, hay que reconocer que algún tema y más de un riff suenan un tanto familiares, pero creo que Young se ha ganado el derecho a copiarse a sí mismo. “Sign Of Love” recuerda a algunos de los temas más aguerridos de su discografía con Crazy Horse, y “Angry World” podría haberse incluido en aquella obra maestra llamada Ragged Glory sin problema. Eso no quiere decir que no haya una tremenda coherencia estructural en Le Noise: una duración perfecta que no sobrepasa los 40 minutos (¿realmente hacen falta más?) y un programa que alterna la electricidad y los detalles electrónicos a la perfección, mezclándolos con dos temas acústicos estratégicamente situados en el tracklist.

Esos pequeños oasis acústicos sirven para descargar la tensión provocada por los intensos temas que les preceden, estimulando la memoria y trasladándonos a la época de Freedom o de Harvest Moon. Tanto el fronterizo “Love And War”, como el crepuscular “Peaceful Valley Boulevard”, son temas rotundos en los que, una vez más, la producción juega un papel importante; no tanto como en los cortes eléctricos pero, en este disco, el más mínimo detalle es un activo valioso.

 

En resumen, Le Noise es un disco extremo y lleno de matices, de escucha reposada y asentamiento irresistible; su enfoque no debe ser un obstáculo, sino algo definitivo para amarlo u odiarlo. Es poco probable situarse en un termino medio con Le Noise, como lo es hacerlo con muchas obras maestras, y banalizarlo será, muy probablemente, el recurso de quién no quiera profundizar en él. No hay problema, ellos se lo pierden.

 

 

Hay 7 Comentarios

si ninguneamos a este ¿que hacemos con el resto de músicos? Por calidad y por compromiso con la música un respeto a este hombre.

Uno tiene un mal día y empieza a despotricar... Pero como es Fin de año y no nos vamos a enfadar vamos a hacer critica constructiva, aunque haya que contar hasta diez después de todo lo leído aquí. "Interesante, pero irregular Chrome...". " Desastroso living with war", y ¡flipa! " tibio e intranscendente fork in the road" Pues si no dices más...¿ Tú con qué te despiertas, majo ? Spirit road, No hidden path, Get behind the wheel ( toda una broma a Tom Waits por "Get behind the mule y todo un marchazo ), y Let's roll del "desastroso" Are you..? Buenos ejemplos para levantarse más fuerte que Angus Young. Del intranscendente " Fork in the road" sólo un ejemplo de sublimación de la sencillez que vale de apuesta por si alguien se atreve a poner una cancion más bella en el reproductor, no de ese año, de toda esta última década: "Light a candle". Y de paso que brille por el desaparecido Ben Keith. En fin, uno que con doce años botaba con Southern man y que ha visto devaneos en Trans y en Landing over water, sin atreverse a calificarlos sino de incomprensibles por el momento, ve a Young simplemente como grandísimo desde entonces. Desapercibido para mi Mirror Ball, ahora me parece colosal. Y es que mientras no renuncie a la tormenta eléctrica, no nos deja impasibles (no a todos, ya veo).

Una turra insufrible que provoca dolor de cabeza y que los moderniquis adorarán, como no...

Le Noise es minimalista también en las letras. Son tan sencillas que parece que las escribió al vuelo... y son perfectas. Me encanta Le Noise , I love Le nuas, j'aime le ruido

Conocí a Neil Young al ver la maravillosa Dead Man (dirigida por Jim Jarmusch). Y desde entonces he escuchado uno tras otros todos sus discos, y lo cierto es que es muy irregular. Mientras que álbumes como Mirror Ball son magníficos con sus guitarreos cósmicos y demás, Living With War, sinceramente me dio ganas de vomitar, no escuché ni una canción entera.

Totalmente de acuerdo, "Are You Passionate?" es horrible, pero "Living With War" tiene mucho de desastroso, probablemente porque su principal lastre es también su razón de ser: el disco es tan deliberadamente político que lo musical queda un poco relegado.
Me parece genial la reivindicación que hace, pero el objetivo de Young al escribirlo y grabarlo no era eminentemente musical.
No es que sea un mal disco pero... ¿Quién quiere escuchar "Living With War" pudiendo escuchar "Greendale"?

Living with War es un gran disco...ARE YOU PASSIONATE es horrible

Publicar un comentario

Si tienes una cuenta en TypePad o TypeKey, por favor Inicia sesión.

Muro de sonido

Sobre el blog

Conciertos, festivales y discos. Auges y caídas. Y, con suerte, sexo, drogas y alguna televisión a través de la ventana de un hotel. Casi todo sobre el pop, el rock y sus aledaños, diseccionado por los especialistas de música de EL PAÍS.

Eskup

El País

EDICIONES EL PAIS, S.L. - Miguel Yuste 40 – 28037 – Madrid [España] | Aviso Legal