Quienes vieron a Wovenhand (también escrito Woven Hand) en alguna pequeña sala durante su gira de presentación del álbum Ten Stones (2008), hablan de una experiencia única, de un concierto imposible de describir. Dos años después, con su flamante nuevo disco bajo el brazo, Wovenhand regresan a los escenarios españoles para mantener esa leyenda, y lo harán en cuatro fechas repartidas a primeros de diciembre: sábado 4 en Bilbao (Kafe Antzokia), miercoles 8 en Valladolid (Asklepios), jueves 9 en Madrid (Caracol) y viernes 10 en Barcelona (La [2] de Apolo).
The Threshing Floor, aparecido hace unos meses, bien podría ser el mejor disco de Wovenhand. En él se conjugan todas las constantes de la música de su líder y frontman David Eugene Edwards, auténtico motor de la banda y ex cantante de otra que merece la pena reescuchar: 16 Horsepower.
No es extraño, por tanto, que haya un poderoso nexo estilístico entre Wovenhand y 16 Horsepower, ya que los primeros nacieron en 2001 a raíz de una pausa en la actividad de los segundos. Cuando los Horsepower se disolvieron en 2005, Wovenhand quedó como único receptor de las creaciones de Edwards y, poco después, lo que era un proyecto personal se convirtió en el heredero de 16 Horsepower, con la entrada en Wovenhand de uno de sus miembros fundadores, Pascal Humbert.
Wovenhand suenan diferente a casi todo. La suya es una música indomésticable, primaria, terriblemente oscura y difícilmente asociable a un momento o un lugar. Parece surgida de las montañas de Colorado, su lugar de origen, nacida entre la inhospita aridez del suelo rocoso, como una hierba mil veces extinguida y mil veces renacida. Sobre uno o dos acordes tocados de forma obsesiva construyen miles de detalles, una maraña de sonidos que envuelve la chamánica voz de Edwards en un alarde de intensidad contenida e hipnótica.
Es música muy personal que se resiste a la clasificación, creada a partir de la unión del country alternativo, el post punk, el folk o los cantos tradicionales nativos americanos. Se le pueden sacar referentes, aunque ninguno determinante. En el lado más evidente estaría el aspecto más rural de Mark Lanegan o el más tenebroso de Nick Cave, pero también se perciben retazos de la Velvet Underground, las bandas británicas más oscuras de los 80 y una especie de neofolk industrial (por llamarlo de alguna forma delirante) que parece maldecir a todos las bandas adscritas a la absurda etiqueta de “americana”.
The Threshing Floor es un disco en el que sumergirse, dejándose arrastrar por su espiritualidad y por los arrebatos casi hímnicos de Edwards y los suyos. Debido a su condición independiente, que no Indie (lo publica el sello Sounds Familyre), no es muy probable que lo veamos en muchas listas de lo mejor del año, aunque virtudes no le faltan.
Por otro lado, esta es una de esas bandas que pierden fuerza en grandes escenarios o festivales, con lo que merece la pena verles en situaciones reducidas, al calor de una pequeña sala que les permita alcanzar esa conexión mística con el público. Si en estudio le dejan a uno sin aliento, imagináoslo en directo.
Hay 5 Comentarios
Aunque la voz le dió serios problemas en el concierto de Bilbao (le falló un par de veces y le hizo abusar del micro con efectos) apenas restó intensidad al momento. Hora y media intensísima. Y la disculpa y agradecimiento que expuso Edwards en su myspace son como para ir a darle un abrazo. Siempre que se acerquen por estos lares me tendrán ahí escuchándoles
Publicado por: defer73 | 10/12/2010 15:28:59
Yo también sigo a Edwards desde 16th y el concierto que dió en el Moby Dick fue brutal, más que un concierto parecía algún tipo de ceremonia extraña.
Publicado por: trogak | 02/12/2010 22:16:38
A DEE le sigo desde sus inicios en 16 horsepower, pero hasta el año pasado no pude verle en directo. Fue en Madrid, en diciembre, tocando Ten Stones delante de 100 personas escasas. El concierto no duró más de 40 minutos de una intensidad que un servidor no ha vivido en ningún otro concierto al que haya asistido. Simplemente irrepetible. Quien quiera y pueda no debe perderse un directo de esta gente...en el panorama actual no hay banda que pueda llegar a las cotas de intensidad, comunión de emociones y sinceridad de que es capaz el reverendo Edwards.
Publicado por: César | 02/12/2010 20:35:42
Jajaja, sí, mi nombre es Yahvé, para bien y para mal...
Ya conocía el lado cristiano de Edwards, aunque creo que en Wovenhand no lo saca tanto como en 16 Horsepower...
Buena analogía lo de David Lynch en los Apalaches, sí señor...
Publicado por: Yahvé M. de la Cavada | 02/12/2010 18:38:34
¿Es realmente Yahvé tu nombre? ¡A Edwards le encantará conocerte! ¡entrevístalo para El País! XD
El concierto de Woven Hand en Apolo fue aplastante. Todavía más cuando ejecutaron casi entero el "Blush Music" en el Mercat de les Flors un par de años antes con el equipo de Win Vandekeybus y un sonido perfecto. Ahí sí que sonaban como un film de David Lynch ambientado en los montes Apalaches. Atmósfera unheimlich 100%. A su lado todos los demás grupos parecen niños jugando al scrabble con sus instrumentos. La mejor banda del mundo.
Publicado por: signorformica | 02/12/2010 18:08:58