Muro de sonido

Sobre el blog

Conciertos, festivales y discos. Auges y caídas. Y, con suerte, sexo, drogas y alguna televisión a través de la ventana de un hotel. Casi todo sobre el pop, el rock y sus aledaños, diseccionado por los especialistas de música de EL PAÍS.

Eskup

Papá, ¿qué música escuchan en el purgatorio?

Por: | 23 de febrero de 2011

BardoPond2010edit

Una respuesta más que plausible a semejante pregunta sería: “Bardo Pond, hijo. Seguro que escuchan el último disco de Bardo Pond”. La tradición del rock nos enseña que la música del infierno es el heavy metal; al principio en versiones más suaves y optimistas y, últimamente, en los sonidos gélidos y oscuros del metal más extremo. El purgatorio, en cambio, es un lugar de castigo y expiación más que de maldad, lo que también resulta inspirador a nivel creativo. Aunque la iglesia ha confesado que no existe en sus últimas modernizaciones, si a Dante Alighieri a Steve Harris y a Skerik les vale, a mí también

Esta aventurada relación del purgatorio con Bardo Pond es intuitiva y completamente personal. La música de esta banda de Philadelphia actúa directamente sobre las capas más profundas del cerebro, apelando a nuestro lado más primitivo y emocional. Examinarla es innecesario porque, desde su propia concepción, está completamente desintelectualizada y lo único que exige al receptor es, al menos, cierta implicación. Sobre el papel es sencilla, basada en pequeñas secuencias de acordes que se suceden una y otra vez de manera obsesiva. Si no entras en el universo de Bardo Pond, el aburrimiento está casi asegurado. Eso sí, si te atrapa la magia chamánica y opiácea que destilan sus composiciones, ten por seguro que la experiencia será intensa.

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Fran Healy es Travis

Por: | 17 de febrero de 2011

FranHealyWreckorder

Fran Healy, el cantante del grupo escocés Travis, vuelve a España con una historia debajo del brazo. Esa historia se llama Wreckorder y está llena de mensajes en clave y secretos. Para empezar, el nombre de la propuesta en forma de primer disco en solitario autoeditado en octubre de 2010. Wreckorder fonéticamente en inglés se lee como la palabra recorder (grabadora), pero también es una vocablo inventado con otros dos que significan naufragio y orden.

La orden, en el sentido de mando, es autoimpuesta por el propio Healy, que dice haber comenzado su carrera en solitario porque “realmente necesitaba un cambio” y para cumplir su viejo deseo de hacer "la mayor cantidad de música posible con la mayor cantidad de gente diferente".

El naufragio tiene que ver con el casi paralelismo que existe entre su vida y la de Travis, el personaje de la película París-Texas de Win Wenders que Healy tomó prestado para bautizar la banda con la que estuvo en lo más alto desde 1999 hasta 2003. Desde entonces y hasta ahora Healy, como el personaje de Wenders, ha vagado amnésico por un desierto árido y cruel llamado decadencia.

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¿Cada vez menos Esperanza en el jazz?

Por: | 17 de febrero de 2011

Esperanza 2

Permítanme el juego de palabras con el nombre de Esperanza Spalding que, aunque fácil, está bien traído. Y es que hace un par de días le dieron a Esperanza el Grammy al “artista revelación”, para desgracia del imberbe (a muchos niveles) Justin Bieber, el cual, por popularidad, esperaba recibir dicho galardón. No ocurría algo parecido desde que se lo dieran a Natalie Cole en 1976, y muchos (la comunidad jazzística en particular) lo han tomado como un auténtico triunfo musical. También es cierto que los Grammys que se otorgan en la categoría de jazz suelen ser lamentables, y que buscar música en dicho certamen es como buscar sushi en un buffet libre oriental: seguro que hay, pero no te va a apetecer comértelo.

Un premio como ese –más promocional que otra cosa– le garantiza a uno millones de miradas sobre él, algo completamente inédito para un músico de jazz (aunque Spalding ya había conseguido mucha atención a cuenta de su música fusionada, el apoyo de Oprah y sus célebres actuaciones para Obama). Todavía hoy, el jazzman de a pie suele tener que diluir un dedo de jazz con tres o cuatro de otra cosa, lo que sea, para pasar por el aro del gran público. No es culpa de éste, por cierto, sino de los productores y sellos que aún creen que lo mejor para vender música es tratar a la gente como a idiotas.

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ZA! y el ritmo nuevo

Por: | 15 de febrero de 2011

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No es la primera vez que escribo en este blog sobre Za!. Y después de escuchar atentamente su alucinante nuevo disco, estoy seguro de que tampoco será la última. Así que pido disculpas de antemano, antes de ponerme a mi mismo en evidencia al prescribirles con entusiasmo proselitista los arrebatadores efectos de “Megaflow” (editado en doble vinilo por Gandula / Discorporate y en cedé por Acuarela). Acúsenme si quieren de firmar un diagnóstico demasiado parcial y apresurado, pero concédanme al menos que ya iba siendo hora de que alguien se atreviera a liarse la manta a la cabeza en este país nuestro y se despachase a gusto con la ensalada de géneros y la velocidad de crucero. Ahora más que nunca, en plena crisis -económica, pero también de ideas- que es precisamente cuando más falta hace.

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La electrónica y David Lynch: las lechuzas no son lo que parecen

Por: | 09 de febrero de 2011

Blue velvet ear

Según un amigo mío, las películas de David Lynch deberían venir con un libro de instrucciones. O mejor aún, con un mapa de carreteras de su cabeza. El imaginario personal del cineasta norteamericano resulta tan retorcido y visionario que el espectador corre el riesgo de perderse en el camino a las mínimas de cambio, confundido en alguno de los múltiples desvíos del trayecto. Lo que resulta innegable es que la experiencia sensorial resultante levanta odios o pasiones por igual y me temo que eso no se arreglaría ni con toda una guía Campsa dedicada a su obra. Por eso, cuando uno se enfrenta por primera vez al “Good Day Today EP” (Sunday Best, 2011), su más reciente incursión discográfica, no puede evitar preguntarse por las secretas intenciones de su autor a la hora de enfangarse en los derroteros de la música electrónica de nuevo cuño. Aunque, bien pensado, tampoco es como para extrañarse del todo.

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Cuadernos de Jazz versión 2.1

Por: | 02 de febrero de 2011

No leas, descarga

Uno nunca sabe si el jazz está de moda o de capa caída. Su presencia en los medios siempre es engañosa y resulta difícil discernir si convive con las últimas tendencias o si permanece en una madriguera cultural apartada de la abarrotada autopista del ocio popular.

La prensa y una cierta animosidad por parte del público hacen que se le tenga el respeto que se tiene a un profesor: se reconoce su valía, se le tiene como a una eminencia, pero no es alguien con quien te irías de fin de semana. Mirando las agendas culturales no cabe duda de que se programa mucho jazz por todo el país, es decir, que se invierte dinero público en él. Un vistazo más profundo a esas agendas revelan que, aunque hay jazz en directo en cantidades generosas, se programa sin rumbo, dirigido por responsables que no saben lo que hacen más allá de imitar al vecino de enfrente o acercarse de forma becerril a lo que, supuestamente, garantice un cierto éxito comercial y una buena cobertura mediática.

El aficionado al jazz (que existe, no os quepa duda) es una minoría en nuestro país mucho más que en otros. En España nunca hemos tenido una gran tradición jazzística y estamos varias décadas por detrás de la mayor parte de países europeos en casi todo lo relativo a esta música. Lo único de lo que podemos alardear es de dos o tres festivales importantes (más históricos que trascendentes a nivel musical), de algunos músicos internacionales y de la revista Cuadernos de Jazz, una publicación especializada con más de veinte años a su espalda que hace unas semana anunció el cierre de su edición en papel.

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El País

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