Nunca me han gustado los eventos del tipo “el día de”. Siempre acaban pareciéndome reduccionistas y condescendientes, como si estuviesen diseñados para saldar una supuesta deuda social con la minoría o colectivo que toque en cada momento. Celebrar “el día” de algo provoca automáticamente la sensación de tachar una tarea del cuaderno de deberes hasta el año que viene. La intención original, muy probablemente, no es esa, sino agitar a la ciudadanía en busca de compromiso, colaboración o, en última instancia, comprensión. Sobre el papel, fantástico.
Pero esas fechas dejan en evidencia a una sociedad que presume de moderna y avanzada, para después señalar en el calendario un día (¡uno!) con obviedades como que la mujer trabaja y debería hacerlo bajo las mismas condiciones que el hombre, que los homosexuales tienen (o deberían tener) los mismos derechos y deberes que cualquier ciudadano o que el hambre en el tercer mundo es una vergüenza para el primero. Esos días, que atraen sus sujetos a la prensa durante unas horas, son una pátina de compromiso para el viandante que sólo quiere trabajar, consumir, ver la tele y que le dejen en paz. El día de “X”, pegatina en la solapa, un enlace en Facebook, unos minutos de charla durante el café, y a otra cosa.
Todo esto viene a algo mucho menos trascendente que lo mencionado anteriormente, así que, perdonen el atisbo de comparación, porque no pretendía ser tal. La cuestión es que hoy se celebra por primera vez en España el Record Store Day, un evento mundial promovido por tiendas de discos independientes de todo el mundo, en general, y de Europa y EE.UU. en particular. Esta celebración no es más que una pequeña mano agitándose entre la multitud en busca de atención, frente a un mundo que, cada día más, se pregunta: “pero, ¿todavía hay tiendas de discos?”.
Las hay, cada vez menos, pero las hay. Ahora son pequeños oasis para aficionados muy concretos y muy poco numerosos: los que compran música. Para ser exactos, hay que decir que, tal y como ocurre con los libros, cómics y películas (DVDs, Blu-Ray, etc), donde realmente se venden es en almacenes y grandes superficies. La sociedad española está copiando lo peor de los hábitos de consumo americanos y evitando lo mejor, esto es, el respeto y apoyo a los negocios independientes. La figura de la librería ha desaparecido en prácticamente todas las ciudades de nuestro país, dejándonos a merced de grandes cadenas y supermercados del ocio. La librería especializada sobrevive a duras penas porque su producto, y su cliente, son mucho más específicos que el de la literatura general o el cine. Pero la tienda de discos es otra cosa.
Es el comercio tradicional más afectado por la piratería (al fin y al cabo, nunca hubo muchas tiendas centradas exclusivamente en la venta de películas) y el elemento de la industria más ninguneado. El defensor férreo de la música libre en Internet tiende a olvidar la tienda porque, aparentemente, es un organismo obsoleto en la comercialización musical del siglo XXI. Su función está directamente relacionada con la vigencia de los formatos físicos, y todos sabemos cómo está ese asunto. Así que, si nadie (la nueva forma de decir “muy poca gente”) compra discos físicos, y las tiendas parecen pertenecer al siglo pasado, ¿qué sentido tiene hacer un día de la tienda de discos? ¿No viene a ser como celebrar el día del radiocasete?
Lo que intentan los implicados en el Record Store Day es captar un poco de atención sobre su maltratado y diezmado sector, ahora reducido a coleccionistas, modernos, frikis (en el mejor sentido de la palabra) y un tipo de cliente romántico que se aferra al formato físico como parte de su identidad musical. El lema de la iniciativa, ampliado mediante decenas de declaraciones de músicos y personalidades de la industria, colgados en la web oficial del evento, se puede resumir en estas palabras: “apoya a tu tienda de discos; comprar discos, viéndolos, tocándolos, es un acto que da otra dimensión a la música; es orgánico, es real y, además, está (casi) de moda”. Pero estos argumentos no tienen pinta de ir a convencer nadie más que a los ya convencidos, que serán quienes celebren, a la postre, el Record Store Day.
Lo más significativo del evento es la aparición de multitud de ediciones limitadas en vinilo (7’’, EPs, LPs) a cargo de tiendas y adheridos que las venderán exclusivamente en tienda física, con el compromiso de evitar que se especule con ellas en Internet u otras plataformas. Dichas ediciones tienen el objetivo de atraer público a las tiendas en busca de un producto especial y exclusivo. Sin embargo, hoy en día, ¿no podríamos considerar especial y exclusivo la propia existencia del disco físico? En una semana en la que muchos usuarios se lamentan de que Spotify limite su oferta gratuita (rasgándose las vestiduras ante la posibilidad de desembolsar diez euros mensuales por su versión Premium) es difícil creer que la gente empezará a transitar las tiendas de discos otra vez. Por eso el Record Store Day y sus ediciones limitadas ahondan, seguramente sin pretenderlo, en ese malditismo al que se ha visto abocado el sector en los últimos tiempos. Hecho por unos pocos y dirigido a unos pocos. Exclusivos y marginales, las dos caras de una misma moneda.
El balance no sólo no es positivo, sino completamente descorazonador. Aún siendo empresas con fines comerciales, las tiendas son a la música lo que las salas al cine. Han sido –son– los lugares, los puntos de encuentro, las fuentes originales de la creatividad musical envasada. Y se merecen, como poco, un poco de respeto y una oportunidad. El Record Store Day tiene su punto, de eso no hay duda, y es positivo que por fin se haga en España. Pero lo importante es que no llegue el día en el que la gente se pregunte “¿te acuerdas de cuando había cines y tiendas de discos?”.
Así que, comete una locura. Vete a una tienda independiente y compra un disco. Una vez al año no hace daño, dicen.
Hay 7 Comentarios
Para mí la música ha sido, es y será muy importante, no hay día que pase sin escuchar cualquier cosa funk , rock, pop y clásica etc...
Publicado por: mujeres | 22/07/2011 18:07:49
Y de vinilos. Esto seguro que lo valoras.
Publicado por: Nacho | 09/05/2011 13:55:29
Yo soy de esos frikis que aun le ven encanto en tener un disco de vinilo, aunque solo sea por poder tenerlo... y estoy empezando una colección, poco a poco...
Publicado por: iaGo | 18/04/2011 12:55:11
Los propietarios de tiendas de discos son los únicos por los que lamento todo lo que está pasando. Las tiendas de toda la vida, no los grandes almacenes, claro, ni las grandes discográficas, ni la SGAE ni los títeres de los medios.
Publicado por: Lady Ovejita | 16/04/2011 21:30:44
No Shotokan, andas muy confundido con tu comparación. Verás, lo que está matando a las tiendas (herreros) no es el negocio de la música online (modernos sistemas de trasnporte) sino el PIRATEO de la música que se hace mayoritariamente online (modernos sistemas de mangar), es que no es lo mismo.
Que el formato físico tiende a desaparecer es un hecho, y una pena para aquellos que le encontramos la gracia a eso de ir al cine, leer libros de papel o...escuchar y comprar discos, y eso es algo a lo que todos estos negocios se tienen que enfrentar, pero a día de hoy, el mayor enemigo que han tenido se llama piratería.
Por lo demás, decir que comparto al 100% lo que dice Mariano.
Publicado por: Alberto | 16/04/2011 19:09:53
¡La de herreros que se fueron a la quiebra cuando aparecieron los modernos sistemas de transporte! Vamos a denunciarlo también.
Publicado por: Shotokan | 16/04/2011 14:43:35
Me jode enormemente que nadie compre música y que si digo que me he comprado un disco me miren como si fuera un bicho raro. En días como hoy poner High Fidelity es un acto de amor por la música.
Publicado por: Mariano | 16/04/2011 14:22:19