Muro de sonido

Sobre el blog

Conciertos, festivales y discos. Auges y caídas. Y, con suerte, sexo, drogas y alguna televisión a través de la ventana de un hotel. Casi todo sobre el pop, el rock y sus aledaños, diseccionado por los especialistas de música de EL PAÍS.

Eskup

Barra libre de chicha

Por: | 30 de junio de 2011

Chichalibreweb

Entre que el calor aprieta y la agenda en verano se nos llena de festivales medianos que parecen todos el mismo, nuestras neuronas sufren en silencio esperando que en septiembre alguien las saque a paseo. Hoy estamos justo en la mitad del año, ese ecuador insufrible en el que la duración de los días es inversamente proporcional al esfuerzo dedicado. Tampoco ayudan los estímulos de fuera. Por eso, cuando hoy llamen a la puerta y al abrir nos encontremos con un festival distinto –pequeñito y zascandil-, le echaremos la culpa a la insolación de turno o al efecto retardado de algún tinto de verano. Será más fácil pensar que los tiempos están cambiando. O que alguien está haciéndolo posible. El festival Chico-Trópico (30 de junio y 1 de julio en Casa América, de Madrid) nos ofrece lo que nadie. Para empezar, habrá chicha por doquier. ¿Y qué es eso? ¿Dónde la dan? Pues justo al lado del órgano que habla... Definitivamente, es un festival distinto.

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El alma sureña de White Denim

Por: | 28 de junio de 2011

White

Con apenas dos álbumes a sus espaldas, el contagioso “Workout Holiday” (Full Time Hobby, 2008) y el bailongo “Fits” (Full Time Hobby, 2009), los texanos White Denim consiguieron insuflar nueva vida al garage-rock norteamericano. El mérito residía en su acierto a la hora de revitalizarlo con la dosis adecuada de guitarras espasmódicas y bajos sincopados, citando en una misma canción a Jimi Hendrix y The Minutemen sin que aquello apestase a garrafón rancio. Y encima con la enjundia sufieciente para facturan píldoras de rock frenético y anguloso como “Let’s Talk About It” o “I Start To Run”, que los catapultaba bien alto y encima te dejaba con ganas de más.

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Los primeros serán los primeros

Por: | 27 de junio de 2011

Band-of-horses

Casi siempre pasa algo parecido en los festivales, que los conciertos más asombrosos acaban estando fuera del prime time. No es un alarde de esnobismo (los snobs no escuchan música en los festivales, sólo lucen palmito y afiliación a la tribu estético-musical de turno), sino una realidad tan simple como que, a veces, uno puede comer mejor en un restaurante sencillo, de menú, que en otro de renombre, a la carta.

En el Azkena Rock Festival de este año, ha resultado que algunos de los mejores conciertos han sido a primera hora, bajo el sol abrasador y con la losa del público vespertino, tan fiel como poco numeroso. Hace un par de días hablábamos del valiente concierto de Eels, pero más sorprendente aún que aquel, fue la impresionante actuación de Blue Rodeo programada a las 17:45 del pasado viernes.

A pesar de contar con casi 30 años de carrera a sus espaldas, Blue Rodeo siguen siendo relativamente desconocidos. Pertenecen a esa gloriosa generación que recibió las siglas NRA (nuevo rock americano) gracias a bandas irrepetibles como Green On Red, Long Ryders, Blasters, Beat Farmers, Dream Syndicate, Jason & The Scorchers, Del Fuegos y unas cuantas más, pero Blue Rodeo tiene un pequeño hándicap para ser considerados como una de aquellas bandas: que son canadienses.

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Queens Of The Stone Age reescriben la leyenda

Por: | 26 de junio de 2011

QOTSA

Muchos recuerdan la actuación de Queens Of The Stone Age en 2005 como una de las mejores de la historia del Azkena Rock Festival, si no la mejor. Así lo han votado también los usuarios de la web del festival, y así ha quedado la leyenda. Quien esto escribe, que también estuvo en aquel concierto, afirma sin dudar que fue un evento histórico; uno de esos pocos, poquísimos conciertos que se instalan en la memoria como perfectos e insuperables.

La presencia de Queens Of The Stone Age en el cartel del décimo aniversario del festival quedaba plenamente justificada a cuenta de ese sentimiento generalizado, tal vez más que la de ningún otro grupo. Pero, si un concierto de hace seis años es recordado con tanta intensidad, resulta virtualmente imposible estar a la altura. Porque no basta con hacerlo igual de bien, sino que hay que enfrentarse a la perfección de entonces, engordada por la siempre distorsionadora memoria, que probablemente ha redondeado algo que ya era, de por sí, bastante redondo. La decepción parecía ineludible.

El pasado viernes, tras ochenta minutos de música ininterrumpida, la leyenda quedó reescrita. El concierto del 2005 fue apoteósico, sí. El de 2011 sonó tan perfecto como entonces, ni más ni menos. No hubo competencia entre el recuerdo y el momento vivido, porque ambos se fijaron instantáneamente en el olimpo de las experiencias musicales de un público en estado de shock.

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EELS: el placer de desconcertar

Por: | 24 de junio de 2011

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O más bien, el arte de desconcertar. Una práctica que fue ingrediente imprescindible del rock durante décadas y que ha quedado relegada a un segundo plano, porque, en el mundo de la masificación y globalización musical, hasta lo desconcertante está teledirigido e institucionalizado.

En realidad, hace ya mucho tiempo que desconcertar al público puede implicar un suicidio comercial y, en este mundillo, como en casi todos, lo que manda es la pasta. Así, entre  músicos, discográficas, promotores y prensa musical hay una consigna callada pero ineludible: mantener las cosas en su cauce, sin sobresaltos y sin mosquear a la audiencia, que no está la cosa para arriesgar.

El concierto de EELS ayer en el Azkena Rock Festival fue un canto a ese desconcierto y al riesgo. Todo estaba en contra de la banda de Mark Oliver Everett: actuaban a primera hora de la tarde ante un público que, o no había llegado, o no les conocía.  Pero jugaron fuerte y jugaron duro. Y ganaron.

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Boris, el terremoto nipon

Por: | 24 de junio de 2011

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Esta noche el trío de rock japonés Boris actuará en la madrilena sala Caracol dentro de la gira europea de presentación de su doble lanzamiento discográfico, “Attention Please” y “Heavy Rocks” (Sargent House, 2011). El próximo martes 28 repetirán en La [2] de la sala Apolo (Barcelona), compartiendo escenario en ambas fechas con los norteamericanos Russian Circles y los checos Saade. Todo un lujo que no se deberían perder los amantes del rock expansivo de alto octanaje.

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The Wave Pictures y la vuelta a lo esencial

Por: | 23 de junio de 2011

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Ya están aquí otra vez, y mira que se veía venir. The Wave Pictures tienen nuevo disco y es tan bueno como los anteriores. En realidad, podríamos decir que es "como" los anteriores; unos dirán que mantienen una línea continuista, otros que no evolucionan, y otros que mejoran o empeoran lo ya expuesto en discos como “Instant Coffee Baby” o “Susan Rode The Cyclone”.

Sin embargo, tal vez sea más ajustado decir que lo de The Wave Pictures es más una cuestión de acción-reacción. Son lo que son, hacen canciones y suenan así. No parece que haya ningún plan, sino que producen su música de forma espontánea y virgen. Sin segundas intenciones ni estrategias de mercado: esto es lo que hacemos, take it or leave it.

Ahora, con “Beer In The Breakers” recién aparecido, esa acción-reacción vuelve a manifestarse y sitúa el álbum entre lo más destacable del año, como siempre. Uno ya no se sorprende ante lo bien que suena la nueva colección de canciones de los Pictures; lo único que sería sorprendente es que no sonase así de bien.

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La belleza no tiene dueño

Por: | 20 de junio de 2011

Noto-Sakamoto

 

 

 

Si el Sonar aterrorizó el viernes a sus espectadores con el concierto/instalación de Cyclo, en la noche del domingo, en la despedida del festival, el Teatre Grec acogió la otra cara de la moneda con la propuesta formulada por Ryuichi Sakamoto y Alva Noto, músico éste que era la mitad de Cyclo junto a Ryoji Ikeda. La colaboración entre Sakamoto y Alva Noto, alias de Carsten Nicolai, viene de lejos, y ya en el Sonar 2.006 fue posible visualizar el resultado.

Dígase que la capacidad que tiene Alva Noto para trabajar con frecuencias, subgraves, glitches, interferencias y demás sonoridades, en muchos casos microscópicas, propias de la electrónica, se ven con Sakamoto complementadas en el campo armónico y tonal gracia a la delicadeza del músico japonés para tocar el piano de una manera casi impresionista. De esta manera, la colaboración entre ambos se vislumbró en toda su eficiencia en un GREC repleto de público, localidades agotadas, que quedó atrapado por la combinación de ambas aproximaciones a la música.

Parte de las piezas que presentaron en la noche de ayer domingo fueron extraídas de “Summys”, último disco fruto de la colaboración entre ambos, pero a grandes rasgos podría decirse que había dos perfiles de piezas. Por un lado las de carácter más ambiental, “Halo”, con Sakamoto marcando la pauta en el piano a base de notas distanciadas entre sí, perezosas y pausadas, solemnes, apoyadas por las pequeñas ráfagas de interferencias lanzadas por Alva Noto. El segundo perfil de pieza, “Pionier IOO”, fundamentaba su arquitectura en los entramados rítmicos disfuncionales de Noto, en este caso perfilados armónicamente por Sakamoto. Belleza tanto en un caso como en el otro, belleza de dos mundos que parecen lejanos, el acústico y el electrónico, pero que pueden construir juntos una armoniosa convivencia en la que nadie se erige en dueño.

Esta convivencia musical tenía correlato en un despliegue visual marcado por la elegancia y explicitado en una pantalla horizontal situada en la parte posterior del escenario. En ella la música se convertía en impulsos visuales que daban forma a figuras geométricas, líneas de oscilador, retículas y eventuales juegos con la luminosidad de colores como el blanco, junto al negro los dominantes en el espectáculo.  Todo sutil, comedido, mesurado y extraordinariamente elegante, con una clase y gusto superlativos. La interpretación de “Merry Chistmas Mr. Lawrence” y la inclusión del “Cant dels Ocells” en el primer bis fueron los guiños a la popularidad de un concierto que supuso la otra cara de los visto con Cyclo. Y ambas cohabitaron en el Sónar.

 

La crisis y el polígono

Por: | 19 de junio de 2011

Público Sonar Noche Las cifras son datos oficiales, la mirada personal resulta subjetiva, pero ambos extremos han coincidido. Esa mirada personal indicaba que al menos en el Sónar nocturno la asistencia de público era menor que en años precedentes. Sin apenas momentos de agobio y con sólo riadas de público cuando acababa alguna actuación estelar en el escenario central, el Club, la movilidad del publico ha sido satisfactoria y la habitabilidad del recinto no ha padecido. Ello, entre otras cosas al margen de la pericia organizativa, se ha debido que el  festival ha recibido 79.000 visitas, cinco mil menos que en la edición del año pasado. Nada especialmente reseñable, aunque esas cifras tienen sus consecuencias.

La principal de ellas es el ligero cambio que se ha percibido en el perfil de usuario del Sonar nocturno. El festival vivía su cara más popular en la noche, principalmente en la del sábado, cuando el techno se enseñoreaba  de las pistas. Entre que los espadas del género ya no siempre están en el cartel y que la crisis se ensañado con ahínco en las clases populares, el público digamos de polígono, los amantes de las emociones concentradas en un fin de semana que hace olvidar el resto de la misma, ha comenzado a hacer mutis por el foro. El Sónar es caro para ellos, y con ello el festival ha perdido algo de perfil.

Se notaba en la noche de ayer, cuando al pasear por el recinto apenas se veía moda H&M o Bershka, la alegría parecía más contenida y el golpeo del aire con los brazos no tenía tanto peso específico como en ediciones anteriores. Eso escamoteaba a la mirada una tipología que también ha ayudado a hacer grande al Sónar, un festival que perdida el aura de exclusividad que le duró hasta el maremágnum de Daft Punk en la Mar Bella (cuarta edición, 1.997) se había convertido en un territorio reivindicable por casi todo el mundo: desde el listillo a la chavala de barrio, del profesional al traficante de poca monta –este año lo han tenido fatal con las redadas en los lavabos practicadas por la seguridad del festival-, del curioso inquieto al simple despistado. Algo pues se ha dejado en el camino. Las cosas cambian. Veremos si de manera definitiva o se trata sólo de un cambio coyuntural.

 

 

Gepeto y la música avanzada

Por: | 19 de junio de 2011

Tren de la bruja A los artistas que llegan al Sónar con la intención de llamar la atención o montar el numerito les habrían de decir quién les contrata. No es el Sónar un festival convencional ni tan siquiera en eso. Ello se debe a que uno de los responsables del festival, Sergi Caballero, pinta cuadros con un caballo llamado Napoleón, pone el euro patas arriba en la imagen del festival, diseca un perro o te monta un escenario en la parte central de una atracción de feria. Y porque ya usó a Maradona, pues en caso contrario Iniesta sería la próxima imagen del festival. “Fuentealbilla y el entorno digital. Drones en La Mancha”. Si así es quien te contrata, ¿qué no has de hacer para llamar la atención?

Asunto del tren de la bruja. Porque el escenario Car es eso, una atracción de feria, un tren del miedo en el que se ha dispuesto un escenario. La combinación de esta atracción con los tradicionales autos de choque resulta eso, chocante. Música avanzada, arte multimedia y el tren de la bruja. Delirante.

Pero la cosa no se queda ahí. Luego de lo que ha costado localizar y alquilar la atracción, gestionada por amigos o parientes o amigos y parientes del señor de los autos de choque, Caballero ya piensa en una vuelta de tuerca “quiero estudiar la posibilidad de que la atracción funcione a la vez que se usa el escenario”. ¿Y el ruido del tren deslizándose sobre los raíles?, “ya está pensado, no hace el suficiente para molestar cuando el equipo funciona. El problema que hay que solucionar es que a ningún disc-jockey le atropelle un reno, ¿te imaginas?”. La verdad es que es el titular le vendría de perlas al Sónar para superar a cualquiera de sus más disparatados artistas: “Laurent Garnier sufre heridas al ser atropellado por Gepeto en el Sónar”. Ni Miguel Mihura.

 

El País

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