La belleza no tiene dueño

Por: | 20 de junio de 2011

Noto-Sakamoto

 

 

 

Si el Sonar aterrorizó el viernes a sus espectadores con el concierto/instalación de Cyclo, en la noche del domingo, en la despedida del festival, el Teatre Grec acogió la otra cara de la moneda con la propuesta formulada por Ryuichi Sakamoto y Alva Noto, músico éste que era la mitad de Cyclo junto a Ryoji Ikeda. La colaboración entre Sakamoto y Alva Noto, alias de Carsten Nicolai, viene de lejos, y ya en el Sonar 2.006 fue posible visualizar el resultado.

Dígase que la capacidad que tiene Alva Noto para trabajar con frecuencias, subgraves, glitches, interferencias y demás sonoridades, en muchos casos microscópicas, propias de la electrónica, se ven con Sakamoto complementadas en el campo armónico y tonal gracia a la delicadeza del músico japonés para tocar el piano de una manera casi impresionista. De esta manera, la colaboración entre ambos se vislumbró en toda su eficiencia en un GREC repleto de público, localidades agotadas, que quedó atrapado por la combinación de ambas aproximaciones a la música.

Parte de las piezas que presentaron en la noche de ayer domingo fueron extraídas de “Summys”, último disco fruto de la colaboración entre ambos, pero a grandes rasgos podría decirse que había dos perfiles de piezas. Por un lado las de carácter más ambiental, “Halo”, con Sakamoto marcando la pauta en el piano a base de notas distanciadas entre sí, perezosas y pausadas, solemnes, apoyadas por las pequeñas ráfagas de interferencias lanzadas por Alva Noto. El segundo perfil de pieza, “Pionier IOO”, fundamentaba su arquitectura en los entramados rítmicos disfuncionales de Noto, en este caso perfilados armónicamente por Sakamoto. Belleza tanto en un caso como en el otro, belleza de dos mundos que parecen lejanos, el acústico y el electrónico, pero que pueden construir juntos una armoniosa convivencia en la que nadie se erige en dueño.

Esta convivencia musical tenía correlato en un despliegue visual marcado por la elegancia y explicitado en una pantalla horizontal situada en la parte posterior del escenario. En ella la música se convertía en impulsos visuales que daban forma a figuras geométricas, líneas de oscilador, retículas y eventuales juegos con la luminosidad de colores como el blanco, junto al negro los dominantes en el espectáculo.  Todo sutil, comedido, mesurado y extraordinariamente elegante, con una clase y gusto superlativos. La interpretación de “Merry Chistmas Mr. Lawrence” y la inclusión del “Cant dels Ocells” en el primer bis fueron los guiños a la popularidad de un concierto que supuso la otra cara de los visto con Cyclo. Y ambas cohabitaron en el Sónar.

 

Hay 3 Comentarios

pues... un poco coñazo si fue, ese tipo de 'vanguardia' esta muy visto, en fin, cuestion de gustos.

Muy buena la entrada, estaré al tanto.

Descubrí a Sakamoto precisamente con la peli de Oshima. Y luego volvió a impresionarme con su aportación a la banda sonora de "El Último Emperador" (a medias con David Byrne). Y sigue en plena forma, por lo que veo.

Permitidme, en todo caso, una pequeña broma... Habláis de la natural cohabitación entre estilos en el Sónar. Es fácil cuando el nivel de los cohabitantes es homogéneamente alto. Lo difícil en estos festivales de verano es la cohabitación entre estrellas rutilantes y bandas de relleno (sobre todo para estas últimas, jajaja): http://gallota.com/2011/06/19/benicassim

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Sobre el blog

Conciertos, festivales y discos. Auges y caídas. Y, con suerte, sexo, drogas y alguna televisión a través de la ventana de un hotel. Casi todo sobre el pop, el rock y sus aledaños, diseccionado por los especialistas de música de EL PAÍS.

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