¿Puede ser la música un juego de niños? En 1930, Carl Orff estableció las bases para un nuevo sistema pedagógico enfocado a la enseñanza musical infantil. Para Orff el “schulwerk” (trabajo escolar en alemán) debía potenciar la creatividad a través de la interacción entre profesor y alumnos, haciendo del juego una herramienta educativa. En sus propias palabras, “desde el albor de los tiempos, a los niños no les ha gustado estudiar. Prefieren jugar, y si se quiere lo mejor para ellos, hay que permitirles aprender jugando”. Eso mismo pensaba un profesor de música de una escuela de primaria canadiense que, a mediados de los años setenta, decidió predicar con el ejemplo: improvisó un rudimentario estudio de grabación en el gimnasio del colegio para dar salida al talento natural de los chavales, sirviéndose de un repertorio de grandes éxitos de la música popular de los años sesenta para “jugar a hacer música”.
Un cuarto de siglo más tarde, Brian Linds, un coleccionista de vinilos de Victoria, hizo un descubrimiento muy especial en una tienda de segunda mano de Vancouver. Un collage de fotos infantiles le llamó la atención desde la cubierta de uno de los elepés de la cubeta de saldos. Aquel enigmático pedazo de plástico incluía una sarta de versiones de Fleetwood Mac, Beach Boys, Herman’s Hermits y David Bowie interpretadas por un coro de escuela. Entusiasmado con el hallazgo, decidió compartirlo con Irwin Chusid, el mayor experto mundial en lo que él mismo ha definido como “outsider music”. Acostumbrado a destapar la caja de las esencias de artistas al filo de la “normalidad” como The Shaggs, Raymond Scott, Esquivel o Joe Meek, Chusid cae victima del hechizante sonido del álbum. “Me quedé asombrado con los arreglos. Nunca había escuchado nada igual, incluso tratándose de un disco de finales de los setenta.”, recordaba Chusid durante una entrevista, “Sonaba como si hubiese sido grabado por un extraño culto de adolescentes en su guarida subterránea, en mitad de la noche, cantando esas canciones como parte de algún tipo de ceremonia ritual”. El disco sonó durante meses en su programa de radio de la emisora independiente por excelencia, WFMU. Fue entonces cuando Chusid dedidió localizar al propietario de los derechos del material original y negociar los detalles de su publicación comercial.
Una mañana cualquiera después de clase, el profesor Hans Fenger recibió el recado en el instituto en el que trabajaba en Vancouver. Un tipo llamaba preguntando por él desde Nueva York. Fenger reaccionó con sorpresa a las preguntas de Chusid sobre el disco. “¿Qué pasa? ¿David Bowie me ha demandado?”.
En 1971 Fenger malvivía en Vancouver dando clases de guitarra durante el día y tocando en garitos de rock por la noche. Con apenas veinticuatro años y un hijo en camino, aceptó un empleo como maestro en Langley, una humilde población rural del sudoeste de Canadá. Al instalarse en el pueblo con su novia, tomó contacto con una comunidad conservadora y profundamente religiosa, diametralmente opuesta a su talante liberal de chico de ciudad. La mayoría de sus alumnos, de entre 9 y 12 años, vivían ajenos al mundanal ruido en sus granjas familiares. Su único contacto con el exterior era a través de la música que escuchaban por la radio y su vida social se limitaba exclusivamente al ámbito escolar. Aún a riesgo de levantar suspicacias con sus métodos poco ortodoxos, Fenger decidió saltarse el programa de su asignatura y optó por inculcarles un sentimiento musical a través del cual expresarse, en lugar de abrumarles con conocimientos teóricos y plomizas audiciones. Desde la primera clase se esforzó en dar el protagonismo a sus alumnos, animándoles tocar y cantar canciones, abriéndoles una ventana al mundo que a día de hoy todavía sigue abierta.
Aunque la junta escolar no comprendía el peculiar método de enseñanza del “profe hippy” -como lo llamaban sus alumnos- Fedger terminó dando clase en cuatro escuelas diferentes durante los cinco años siguientes. Tras ganarse la confianza de parte del claustro de profesores, consiguió reunir fondos para la grabación de un par de discos que atestiguasen los progresos de los chiquillos. Incluso los animó para que ellos mismos seleccionasen un repertorio a su medida, interpretando únicamente aquellas canciones con las que se sentían más identificados. Él mismo se encargó de registrarlas en cinta magnetofónica, acompañándoles a la guitarra acústica y al piano, pero manteniéndose en todo momento en un discreto segundo plano. El resto de la instrumentación corrió a cargo de los propios alumnos: una niña dando acordes abiertos al bajo y el resto de ellos repartiéndose xilófonos, timbales, panderetas…
Como en una versión moderna del Flautista de Hamelín, Fedger orquestó una verdadera sinfonía infantil que cuestiona la autoridad adulta y los preceptos academicistas. El maestro y sus muchachos consiguen lo más difícil: transmitir sensaciones verdaderas y hacer de sus carencias virtudes. Empezando por la reverberación acústica del gimnasio, que aporta una solemne majestuosidad a los arreglos de Fedger a modo de “wall of sound” de andar por casa. De hecho, la influencia de Phil Spector se revela de capital importancia, llegando a apropiarse con adecuado tono elegíaco del “To Know Him Is To Love Him” de The Teddy Bears.
Es un secreto a voces que la buena música pop se alimenta de corazones heridos e ilusiones rotas. Es la banda sonora del anhelo adolescente: el envoltorio inocente del desconsuelo. Tal vez por eso la versión de "Good Vibrations" arranca con un solitario tañir de cascabeles. Y en cuanto despuntan las voces, asoman las lágrimas. Hay algo de sombrío y crepuscular en esas voces que va más allá del candor infantil inicial y que resulta todavía más melancólico y hermoso cuando interpretan “God Only Knows”. No es casualidad que esta última pertenezca a "Pet Sounds" (Capitol, 1966), todo un símbolo del tránsito del pop a la edad adulta en los años sesenta. Completan el cancionero de los Beach Boys con tomas más efusivas pero igualmente melodramáticas de “Help Me, Rhonda”, “Little Deuce Coupe”, “In My Room” y “I Get Around”. En momentos como estos resulta tentador imaginarse qué pensará Daniel Johnston al respecto.
En “Space Odditty” se repiten las constantes temáticas de aislamiento, soledad y tristeza. Como el resto de canciones está grabada en "toma única" y en riguroso directo para preservar la espontaneidad e inmortalizar el momento de la manera más fiel posible. Durante los ensayos y para evitar que los niños se perdieran en la cuenta atrás del Mayor Tom, Fenger intentó marcar con el pie el pulso de las percusiones, pero fue imposible. Los críos se atropellan; entran tarde o antes de tiempo, generando un caos naif y maravilloso. De fondo suena un teclado espectral y los efectos de guitarra emulan el timbre estratosférico de Mick Ronson. El propio Bowie la describiría años más tarde como “toda una pieza de arte”.
En un plano más confesional, las versiones de “The Long and Winding Road” de The Beatles y “Desperado” de The Eagles le dejan a uno con el corazón latiendo en la garganta. Mención especial para las celestiales relecturas de “Mandy” de Barry Manilow y “Sweet Caroline” de Neil Diamond, que son de las que reconfortan con sus crescendos climáticos.
Está claro que son cosas de la edad, pero “I'm Into Something Good” de Herman’s Hermits y “Calling Occupants of Interplanetary Craft” de los progresivos Klaatu (popularizada por The Carpenters) son un ejemplo perfecto de alquimia pop que trasciende unos originales más bien mediocres, alcanzando un estado de paroxismo eufórico con las palmas y porrazos el “Saturday Night” de Bay City Rollers.
En 2001 el sello independiente norteamericano Bar/None Records obtuvo un gran éxito de crítica y ventas gracias a la reedición de los dos elepés originales, bajo el título de “The Langley Schools Music Project: Innocent & Despair”. Asi mismo, existe una tirada limitada en doble vinilo que reproduce las carpetas de las ediciones originales de 1976 y 1977 por cortesía de Gammon Records. Una preciada pieza para coleccionistas que llegó a mis manos gracias a la constancia de mi novia, a la que en gran medida va dedicado este artículo. En las notas interiores de su maravilloso libreto, Chusid menciona a Brian Wilson, Carl Orff, Brian Eno, Phillip Glass, Moondog y los cantos gregorianos. Habla también de minimalismo, gospel y folk; de raíces y de sueños.
En la actualidad podemos rastrear el legado de The Langley Schools Music Project en la comparsa de Halloween de Dead Man’s Bones. Spike Jonze y Karen O también tomaron buena nota a la hora de concebir la banda sonora de “Donde viven los monstruos” (2009). Incluso Richard Linklater reconoce haberse inspirado en la historia de Fenger para pergeñar la premisa argumental de “School of Rock” (2003).
Recientemente el trailer del perturbador documental “Catfish” (2010) incorporó la versión de “Good Vibrations” como reclamo perfecto para la captación de nuevas audiencias. Poco después, David Fincher utilizaría a Scala & Kolacny Brothers (un coro belga especializado en versiones de Nirvana, Radiohead o Coldplay) para musicar el adelanto de “La red social” (2010). Pero no es lo mismo: aquí lo que sobra es grandilocuencia y profilaxis; se traiciona la esencia. John Zorn lo resume a la perfección: “Es belleza. Es verdad. Una música que te llega al corazón de un modo como casi ninguna otra lo ha hecho antes”.
Hay 24 Comentarios
Pues que quieres que te diga, podría haber afinado la guitarra, que él ya no era un crío, por lo demás, chapó.
Publicado por: Rojo | 24/08/2011 20:15:57
genial! gracias por el Blog. Cada dia aprendo más y mejor
Publicado por: rimbeaude | 03/08/2011 13:47:22
¡Que gran aportación!
Publicado por: Vini | 27/07/2011 9:56:31
Niña de cinco años quiere hablar con Dios
Publicado por: ana | 27/07/2011 6:16:09
oye, Jimmy web, dices: "En algún momento, Bach, Mozart o Wagner también fueroan a su modo el pop del momento. Ocurre en todas las variantes del arte, lo nuevo, lo moderno necesita solamente tiempo para convertirse en clásico" como si bach, mozart o wagner fuesen el pop del momento de cada uno de ellos, como si en su época no hubiese también una música popular o como si ahora no se compusiese música (llamémosle) "clásica" de vanguardia años luz más avanzada que el pop actual...
Publicado por: onceinalifetime | 27/07/2011 5:52:45
Enhorabuena por descubrirme esto. Lo desconocía y me ha parecido tremendamente interesante. Para compensarte en alguna medida, te informo que 'Im into something good' no es original de Herman's Hermits sino de una cantante de los primeros 60 americana llamada Earl Jean. Esta fue miembro de las Cookies, las de la versión original del 'Chains' de los Beatles. Ambas canciones, si te das cuenta, está compuestas por Gerry Goffin y Carole King, mentores del grupo en cuestión.
Un saludo!!
Publicado por: Lorenzo | 26/07/2011 23:26:05
La primera vez que los escuché fue en un disco especial dedicado a Brian Wilson que sacó Mojo hace unos años y venía "In my room". Es una sorpresa conocer la historia ahora después de haber escuchado tantas veces ese track. Saludos.
Publicado por: Rfl | 26/07/2011 19:12:55
Muchas gracias a todos por los comentarios. Esta noche los reviso uno por uno...
Por cierto, revisada la errata: sólo el "God Only Knows" pertenece a Pet Sounds.
A todos, gracias!
Publicado por: David Bizarro | 26/07/2011 18:14:12
No vamos a caer a estas alturas en desmerecer los méritos y categoría de la música clásica, como hacen algunos comentaristas. Bach no es el equivalente pop de Madonna siglos después, así como Shakespeare no es el equivalente a Harry Potter, popularidad=calidad no vale, si no la comida basura sería excelente. . El método Orff y variantes modernas son excelentes para llevar a los niños por el camino musical, educar oídos, incluso llevarlos directamente al pop o al rock.. Pero todo el que quiera más, debe pasar por un conservatorio superior, como el Real de Madridl, etc. Cada cosa en su justa categoría. Música que se escribe en papel como óperas no se puede repetir de oídas por un par de guitarras eléctricas, y cantantes de cabaret, y visceversa, los Beatles por orquesta clásica son caricaturas sin el sabor original.
Publicado por: Maika | 26/07/2011 16:48:28
Gracias. Escribo desde Chile. Hoy necesitaba leer algo positivo y sentir que el periodismo puede rescatar la creación. Acá estamos sufriendo con una prensa que transmite el 80% de noticias negativas. Que habla del movimiento estudiantil como si los chicos fueran delincuentes y que entrega noticias políticas que solo le importan a los políticos... así que gracias otra vez. Excelente artículo.
Publicado por: Verónica Paz | 26/07/2011 16:05:46
Mi profesora de música de primaria, aparte de enseñarnos "El himno de la alegría" con la flauta, también nos acercó más a las canciones del momento que a la música clásica (recuerdo ser una de las cantantes de "Eternal flame", sólo que mis compis y yo ejecutamos la versión chunga de las Atomic Kitten, que era el rollo de ese año). Años más tarde, en la universidad, la asignatura de "formas y géneros musicales" me ha inculcado más música clásica pero los dos profesores encargados de enseñármela han hecho de ella un auténtico mojón. No es que un estilo musical sea mejor que otro, todo depende del profesor que te toque y su manera de transmitir la pasión por la música y, como ya han dicho por aquí, el pop se digiere más fácilmente si eres un pequeñuelo. Pongo como ejemplo a un primito mío de dos años: mi tía le pone casi a diario Strauss y Vivaldi y a él le encanta. Sin embargo, un día escucha el "Waltzing Mathilda" en un anuncio de la tele y, desde entonces, él mismo nos obliga a ponerle Slim Dusty a todo trapo una y otra vez...
Publicado por: Elenita | 26/07/2011 15:12:54
Muy bueno y muy trabajado, Enhorabuena.
Publicado por: ch | 26/07/2011 15:07:16
muy interesante el artículo y sobre todo la historia. Tiene mérito organizar y grabar algo así en aquellos años y en aquel lugar de mayoría conservadora y reacionaria. Ojalá me hubiera tocado a mi o a mis hijos algún profe como Hans Fenger. Lo de que la música clásica es "mejor" que el pop o cualquier otra corriente me parece tonto. En algún momento, Bach, Mozart o Wagner también fueroan a su modo el pop del momento. Ocurre en todas las variantes del arte, lo nuevo, lo moderno necesita solamente tiempo para convertirse en clásico.
Publicado por: Jimmy web | 26/07/2011 14:28:08
jotacé: No todo el mundo puede 'digerir' la música clásica, con lo cual, si ésta no les gusta, ¿no existe alternativa? Sí, la hay, la música pop (entre otras), apócope de 'música popular'.
Más fácil de digerir (entre otras cosas)...
Publicado por: P. V. | 26/07/2011 13:58:46
Sinceramente, preferiría que se aficionaran a la música clásica
Publicado por: jotacé | 26/07/2011 13:55:36
Y en que se transformaron finalmente de adultos estos niños y niñas?
Publicado por: Manuel | 26/07/2011 13:16:25
Bonito artículo.
Y PS22? También son geniales.
Publicado por: claudia | 26/07/2011 12:33:04
Tengo dos hijos, y los dos son dos grandes músicos de instrumento clásico; auténticos melómanos...; ¿Qué como lo han conseguido? El tratamiento fue sencillo: Primero, en su más tierna infancia marcarles a sangre y fuego con una música que despertara en ellos esa curiosidad, esa inquietud, ese amor por este arte, osea The Beatles 'a too pasto'; lo más excelso que existe, si de pop hablamos...
A partir de ahí, escuchan e interpretan de todo...; Pop incluido...
Publicado por: P. V. | 26/07/2011 12:29:19
estupendo. Mi hijo oye de todo. Me sorprendió muchísimo cuando me dijo que le gustaba cantidad una de ACDC que está en la BSO de Iron Man, creo. Alucinaba, porque yo soy un poppy irredento y su madre tira más para el soul y el jazz. Ahora le mola de Lucky Soul, Lips are unhappy. Para él no hay contradicción ni límites, es totalmente sincero. Tiene 7 años.
Publicado por: manuel123to | 26/07/2011 11:57:34
El otro día le puse a mi sobrina de dos años "Maybe tomorrow" de The Chords, y su reacción fue: "me gusta mucho esa cansión". Basta de ñoñerías para niñas lobotomizadas. El pop se para todos y eso les incluye a ell0s.
Publicado por: pau | 26/07/2011 11:06:47
Genial el articulo, disfruta el vinilo.
Good Vibrations no esta en Pet Sounds
Publicado por: aaa | 26/07/2011 10:48:50
Gracias por las flores, Mariuco.
Corregida la errata, Suzy.
Un abrazo a los dos.
Publicado por: David Bizarro | 26/07/2011 10:37:40
Me ha encantado enterarme de todo esto y me gusta mucho el artículo, pero me gustaría hacer una pequeña corrección: Scala & Kolacny Brothers no es un coro de niños, como dices en tu artículo, sino el nombre de un experimento musical que pusieron en marcha Stijn y Steven Kolacny con Scala, un coro femenino belga. Les vi hace poco. Maravilloso.
Publicado por: Suzy Q | 26/07/2011 10:11:46
Esto me ha llegado, Davicín. Precioso. Muchas gracias y enhorabuena por tan interesante artículo.
Publicado por: Mariuco | 26/07/2011 9:52:28