Björk vuelve para definir la década

Por: | 05 de agosto de 2011

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Lo hemos dicho alguna vez, pero cambia la década y el mundo, por un extraño motivo, se pone en guerra. Y cuando eso ha sucedido (de forma clara en los noventa y en 2000), lo positivo de todo el asunto es que las balas silban siempre las melodías de alguna de las bandas que ese mismo año redefinen el sonido de los siguientes diez.

En 1991, la invasión de Irak, la primera Guerra de aquel golfo de George Bush padre, se produjo al ritmo de varios monumentos de la discografía popular. Ese año apareció ‘Blue lines’ de Massive Attack, propiciando la apertura de la electrónica a otros senderos más cuidados y relajados y que en algo debió influir en que en las mismas fechas se formara, también en Bristol, Portishead. Al mismo tiempo, a Bobby Gillespie le dio por fusionar el rock y la música de baile en el particular homenaje al ‘acid house’ que lanzó con ‘Screamadelica’ de Primal Scream. ¿Qué más? Pues el ‘Loveless’ de My Bloody Valentine. Aunque ‘Nevermind’ de Nirvana fue, sin duda, el disco que lo cambió todo definitivamente. El álbum que convirtió el rock en algo digerible para la estética de la clase media y que, en el fondo, puso la semilla para los grandes negocios de festivales musicales que han proliferado en las primaveras españolas.

Diez años después, con las cenizas de las torres gemelas todavía humeantes y el mundo blanco embarcado en la gran cruzada de la libertad duradera, llegó el ‘Is this it’ de los Strokes. Porque aunque Kubrick hubiera imaginado que 2001 sería un año de ordenadores con malvadas ideas propias y naves espaciales, el disco de los neoyorquinos fulminó los escarceos electrónicos de la música popular y el rock. Ese fue el otro cambio de década terminado en uno. Y esa cruzada que también iniciaba el rock y la vuelta a las guitarras con los Strokes estuvo escoltada por el ‘White Blood Cells’ de The White Stripes, el trabajo que les puso en la cola de despegue que llegaría con Elephant. En los siguientes años, decenas de bandas se dedicaron a imitar a esos dos grupos.

En 2011 volvemos al segundo de la década, ese que acaba en uno. Irrumpió el dubstep como fenómeno de masa, nos visitó la hipnagogia, resucitó lo gótico. Pero las guerras tienen hoy forma de cifras y primas de riesgo. Y las muertes se cuentan por millones de parados y de hipotecas que nadie va a poder pagar. Pero, atendiendo a la nada científica teoría expuesta, ¿cuales serían los álbumes que redefinirán la música esta vez? Porque parece indudable que existe una relación entre el conflicto del mundo y la crisis interior del artista.

Pues habrá opiniones para todo. Pero voluntad de cambio no le falta (quizá sea ese el principal obstáculo) al ‘Biophilia’ de Björk, que saldrá el próximo septiembre y con el que ya  ha empezado a girar en Manchester. Dice ella (ya luce 45 años) que está basado en la investigación de “las estructuras en la música y las estructuras en la naturaleza, así como todos sus puntos en común”. Por cierto, las primeras sacudidas de este nuevo gran conflicto histórico se produjeron en Islandia, donde nació y pasa parte del año Björk.

Pero la novedad es que el invento está estructurado a través de una aplicación madre para iPad o iPhone. Se puede toquetear y jugar con él. Hay que ir completándolo con otras aplicaciones que irán saliendo con los nombres de las canciones que, claro, hay que ir pagando (aunque ella acaba de decir que está deseando que le pirateen el juguete).

De momento se puede descargar la del single Crystalline, con el que permite entrar en la estructura de la música a través de una especie de videojuego en el que hay que ir inclinando el iPad para formar unos pedruscos de cristal que no está todavía muy claro para que sirven, pero que permiten modificar el patrón de la canción original. Un furor táctil que, en parte, ha venido propiciado, por el subidón que le produjo a la islandesa el Reactable del que no se despegaba. Ahora, todo el asunto, cuenta ella, tiene un punto educativo.  Y al final, añade fondo a la unión de las aplicaciones con las canciones y los discos que ya han ido desarrollando artistas como Damon Albarn o Plastikman.

En este pequeño avance algunos ven ya la materialización de los postulados de Brian Eno, que creía que la música estaba estancada y que solo volvería a avanzar cuando se fusionase con ciencia y la tecnología. “Biophilia, de una forma bastante ambiciosa, sin ser algo marginalmente experimental, es un intento de acercar el pop a aquellas ideas de Eno. El concepto gira entorno a una ciencia primigenia. Por eso, por ejemplo, David Attenbourugh hace la presentación con una voz en off cuando entras en la aplicación. En un momento en el que estamos ya parados en la música, en una cultura retromaníaca, un proyecto que mire al futuro como el de Björk es bastante refrescante”, opina Isaac Marcet, director de Playground.

Para el desarrollo de esta profecía queda todavía casi medio año y las revistas musicales ya han sacado sus listas de lo mejor de estos primeros seis meses. Su consulta será mucho más útil para hacer la quiniela de lo que se recordará en unos años.

Hay 18 Comentarios

Sr. Verdú, ¿no habrá estado ud. saliendo de copas con Quico Alsedo verdad?

Señor Verdú, usted me descubrió a M.I.A. A otras personas, probablemente, NO. De Björk me quedo con sus escarceos con 808state -oops y demás-, con Glin Glo y con Debut. El resto no me gusta. En la música no me parece vanguardista y su voz tiende a desentonar. La excepción de mi juicio, creo, se encuentra en el grupo de Graham Massey. Pero es que es como daliniano, valga la licencia.

Que en 2001 vinieron los strokes a acabar con los escarceos de la música electrónica en el pop???? Todo lo contrario!!! Los 2000 son la década en la que la electrónica se instaló definitivamente en el pop (como 60 años antes ya pasó con los instrumentos eléctricos, por cierto), en la que casi todos los artistas pop incorporaron algo de electrónica o al menos se acercaron a las estructuras simples y repetitivas de la electrónica. Fijaros si no en cómo se recicló (a mi juicio, brillantemente) el ídolo pop noventero Damon Albarn con los Gorillaz. O en cómo se popularizó el hip hop y los sound system.

Un artículo lúcido y una brillante artista.

Ver el asunto de los ruiditos para todos como ARTE es interesante pero problemático pues directamente caen en la categoria de POP (popular, pal' vulgo), a mi me va más el proceso de hacer lo que se puede con lo que se tiene y después ya se ocuparan los amantes de excesos hermeneuticos de colocar (hacer triunfar -vender-) aquello que se ha producido en la "onda" de lo que se juzgue necesario (nuevo) para esa "onda". Los ruiditos así se convierten en dotadores de identidades "rompedoras" justificadas con un "look".

Dice Verdú: " lo positivo de todo el asunto (las guerras) es que las balas silban siempre las melodías de alguna de las bandas que ese mismo año redefinen el sonido de los siguientes diez"...
Y yo me pregunto ¿se puede escribir con peor prosa tontería más grande? Suerte que no ha dicho que ahora las guerras, para ser realmente cool, debería convertirse en aplicaciones del ipad, como, por otra parte, sí ha pensado de la música esta pobre cantante islandesa, versión pitufa de Mónica Naranjo.

"Definir la década". Como poco, vamos. Madre mía. Me conformo con que Björk saque unos cuantos temas buenos.

Asi que Bjork y Nirvana eran pop? me acabo de enterar..

Esta teoría no es nueva y además resulta muy forzada, porque la cosecha del 91 desgraciadamente no se ha vuelto a producir en un solo año desde entonces.
Una vez dicho esto, ojalá que Bjork vuelva por sus fueros, los que la llevaron a ser una de las más grandes artistas de la década de los 90. Y es que señores, el analfabetismo musical de alguno de los que comenta no le permite diferenciar el buen pop-rock (ARTE) del subproducto musical de "entretenimiento"...

Sí, es una forma alambicada y forzada de presentar el nuevo trabajo de Björk (o de cualquier otro). Estos son los riesgos que se corren cuando el periodismo trata de brindar artículos originales.

Como está el patio! No hace falta ponerse de esta manera por un comentario periodístico sobre musiquita. Cuantas ganas de academia que tienen algunos. A ver si ahora para abrir la boca será necesario tenerse bien leido a Kant, Habermas, Foucault, Derrida, Ortega, Heidegger, Wittgenstein, etc. Además de hacer una buena exégesis de todo, remezclarlo y luego aplicarlo con argumentos infalibles al asunto de los ruidos mundanos. Lo dicho: Como está el patio!

Desafortunado artículo sí...

Este artículo es, en sí, todo un despropósito que atiende, me imagino, a la necesidad de cubrir un espacio en un periódico online en el mes de Agosto. M'aburro!

Yo, a Bjork la mandaba en cohete a buscar vida extraterrestre! tal vez tenga tiempo de componer algo bueno.

Siento tener que dar una opinión tan mala, pero ... un poco forzado, ¿no? Creo que ni se pone de manifiesto ninguna relación (más allá de la casual) entre cambio de década, de estilo musical y guerras, ni realmente se hace justicia a lo que verdaderamente ha sido cada década en lo que al panorama musical se refiere.

Yo la más tonto que he leído hoy es reducir el baremo de unos argumentos a un solo libro. Musil es un escritor excelente, pero no tiene razón siempre. La base teórica de lo que dice Daniel también es muy sólida: Sartre, Steiner...

Hágaselo mirar, señor Verdú, eso de ver de manera positiva las guerras y los conflictos porque así surgen nuevos grupos para alimentar la máquinaria del pop es una chorradita gratuita que en estos momentos resulta hiriente. Se entiende que con estas calores el cerebro no dé para mucho, pero la próxima léase un par de veces lo que escribe. En beneficio de todas.

Vincular acontecimientos sociales elegidos al azar con éxitos de la música pop, es lo más tonto que he leído hoy, pero el día es largo y puede traer más sorpresas. El periodista que firma debería como mínimo leerse "El hombre sin atributos" de Musil y luego escribir sobre cambios en la sociedad y arte (como si la música pop lo fuese y no un artilugio mercantil más).

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Conciertos, festivales y discos. Auges y caídas. Y, con suerte, sexo, drogas y alguna televisión a través de la ventana de un hotel. Casi todo sobre el pop, el rock y sus aledaños, diseccionado por los especialistas de música de EL PAÍS.

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