Los escenarios arrebatados

Por: | 14 de octubre de 2011

Empty-stage1

No es la primera vez que me detengo a intentar confeccionar un retrato de la situación del jazz en España, como quien fotografía semana a semana las flores de su jardín esperando visualizar claramente los diferentes estados de su crecimiento. Pero, para ser honestos, el jazz en España va muy despacio, mucho más de lo que se merece el género, los aficionados y los (cada vez más) músicos que se dejan la piel intentando abrirse paso en un mercado que no parece tener mucha intención de hacerles hueco.

Como en todo mundillo endogámico e hiperreducido, muchas veces sus habitantes se contentan con dibujar una situación que resulte más soportable que la cruda realidad, puliendo aristas y redondeando pequeñas tragedias a fuerza de repetir una y otra vez que todo va bien. Por eso afrontar lo que va mal, que es mucho, no suele gustar a unos y otros protagonistas de la actividad jazzística en nuestro país.

Las cosas nunca han sido fáciles para los músicos de jazz, o sea que imagínense cómo pueden ser aquí. Si redujéramos al mínimo los motores del jazz en España, hablaríamos de los músicos, los programadores y festivales, las instituciones, la prensa musical y el público. Como en cualquier parte del mundo, cada uno tienes sus prioridades e intereses, lo que ocasiona cierta fricción. Pero, en España, lo que debería ser un saludable conflicto en pos de la creatividad y de reanimar una música minoritaria, se convierte en cinco enormes placas tectónicas que ejercen presión unas contra otras, provocando una ensordecedora lentitud a la hora de conseguir cierto desarrollo.

Empty stage

Todos tienen (tenemos) algo de culpa. Si uno se pone a buscar razones por las cuales el jazz avanza a paso de tortuga en nuestro país, podríamos redactar un informe con decenas de páginas escritas de arriba abajo, márgenes incluidos. Pero la cuestión no es quedarse idiotizado evaluando todas las dificultades del asunto, sino definir sin titubeos qué va bien y qué va mal, adjudicándonos también lo que –admitámoslo– podríamos hacer mejor.

Yo sé que la crítica de jazz en España está entre las menos considerables del mundo y no tengo problema en leer a mis compañeros, y a mí mismo, y saber que podríamos hacerlo mucho mejor. En algunos casos, muchísimo. Sin embargo, aquí se lleva más lo de apuntar una lista de causas, convenientemente filtradas para evitar responsabilidades, por las que las cosas se hacen como se hacen: que si está muy mal pagado, que si mi editor pasa de mí, que si no tengo tiempo para desarrollar bien un artículo o que si la abuela fuma. El clásico ejercicio de escurrir el bulto en el que tanto nos apoyamos para estancarnos y dar por bueno el ambiente que hemos colaborado a construir.

Dicho esto, y ahora que –al menos– la mitad de mis colegas estarán enunciando mi nombre acompañado de palabras poco elegantes, trasladémoslo a otros protagonistas. En un país en el que el jazz no puede sobrevivir (porque, a día de hoy, NO puede) sin apoyo institucional, y en el que se invierte (por el momento, y cada vez menos) una nada despreciable cantidad de dinero público en esta música, todo programador debería replantearse de forma muy seria sus calendarios y la presencia de músicos españoles en los mismos. Pero no como se hace hasta ahora, sin criterio, información, ni noción de calidad, sino evaluando a los músicos en activo, valorando proyectos y propuestas y programando en función de la calidad de las mismas. Señores responsables de festivales, programadores, concejales de cultura y tiempo libre: por favor, infórmense. ¿O acaso creen realmente que el público quiere ver año tras año el mismo concierto anodino de la misma pseudo-estrella jazzística? ¿Creen que sólo los grandes nombres atraerían la atención del público a la larga? Y, aunque fuese cierto, ¿lo han comprobado realmente o sólo han hecho aislados y ridículos intentos en días inhóspitos y horarios fuera de lugar?

Empty stage2

Parece que me hundo en la demagogia, así que es buen momento para sacar a colación una pequeña anécdota. Hace poco, un famoso representante contempló asombrado como un artista extremadamente minoritario llenaba una sala de gran tamaño en un humilde festival que se caracteriza por apostar por músicos poco conocidos, pero de una gran calidad. Intrigado, el representante averiguó que ese tipo de éxitos eran habituales en el festival, así que acudió al director del mismo y le preguntó: “¿cómo habéis conseguido que haya cientos de personas en conciertos de este tipo?”. La respuesta fue muy directa: “fácil; nosotros no tenemos dinero para traer nombres ni estrellas, así que buscamos a los mejores músicos que podemos encontrar en el mundo cuyo caché se adapte al presupuesto del que disponemos”. ¿Es magia? ¿Un truco? Ni idea. Sólo sé que el festival no tiene lugar en España (sino en un país con una situación económica peor que la nuestra) y que su director sabe una barbaridad de jazz.

Ahora es el momento en el que los cerebros se ponen a buscar decenas de justificaciones por los que el ejemplo no es extrapolable: que si aquí el público no está preparado, que hay que rentabilizar los festivales, que los ayuntamientos piden repercusión mediática, que no se puede arriesgar porque la cosa está muy mal o que si la abuela fuma. Ustedes mismos.

También hay mucho que decir de los músicos españoles –capaces de pasar de la lamentación resignada a la autoindulgencia egocéntrica en menos de 5 segundos– pero: ¿cómo se les puede pedir a los músicos que construyan una escena sólida si no hay festivales que apoyen proyectos nuevos ni que programen con criterio? ¿Para qué va a desarrollarse un músico creativo si tiene las mismas posibilidades de encontrar trabajo componiendo y ensayando un proyecto durante dos años que preparándose unos standards de manera banal, como en cualquier amenización, boda o cocktail?

Y ahora, sigan llamándome demagogo. Pero la realidad es la que es. Tal vez no la que digo yo, pero tampoco la que cuentan los protagonistas de la historia. Y para verla no hay que tener ojos; basta con tener oídos.

Hay 41 Comentarios

tertulio, no están hechas las margaritas para la boca del cerdo. ahí lo dejo.

soy músico, me apasiona el jazz y el blues.
en España la cosa está mal porque no se invierte en cultura y cuando uno va a tocar en un sitio parece que te dan la fecha por hacerte un favor.
En otros sitios cada local tiene su clientela que va a ese garito a ver que grupo toca. saben que cada sitio tiene su estilo y su rollo, pagan por ello, invierten porque le dan una importancia a la cultura que aquí ni se sabe que existe.
Aquí tocas en un sitio sin clientela que va a verte tocar a tí, les llenas el garito y te pagan algo ridículo, esa es la situación.
conciertos de jazz? en madrid hay bastantes sitios donde hay conciertos de jazz, mal pagados desde luego pero hay cierto movimiento.
si a la gente no le interesa la cultura no hay nada que hacer.
se puede vivir de esto? desde luego, lo que tiene el jazz generalmente es que lo tocan músicos que llevan toda la vida estudiando y anteponen la satisfacción personal a sueños de fama y fortuna. la mayoría si consiguen un trabajo de profesores y en su tiempo libre estudian y forman proyectos, son felices. eso es vivir de la música, unos pocos podrán vivir exclusivamente del directo, pero no creo q sean más felices.
por qué no hay conservatorio superior de jazz en madrid? es una vergüenza.
como ya sabéis no hay pan para tanto chorizo y es que el dinero se mal invierte y se pervierte demasiado viajando por malas manos y acabando en malos bolsillos.
todo es siempre lo mismo , avaricia y codicia.
no hay dinero para unas cosas y para otras sobra.

Sempronio, están en todas partes, ¿eh?

También soy aficionada al Jazz desde hace poco tiempo, pero el suficiente para sentirme muy identificada con muchas de las cosas que se han comentado.

Como por ejemplo que para entender el Jazz tienes que haber escuchado mucha música, pero también escoger el momento, como el caso que explica Xabinator con su hija de 3 años o los horarios de los conciertos yl as programaciones de los Festivales, Juan a mi entender define muy bien como colaborar con los músicos en sus actuaciones.

Mi pareja saxofonista aficionado y amante de Jazz ha emprendido una aventura arriesgada pero tan apasionante que ha hecho que me una al proyecto. Una revista On-line de Saxos y Jazz.

No somos periodistas, ni críticos de Jazz y seguramente no nos sabemos de memoria, los nombres de todos los músicos de Jazz ni locales, etc… sencillamente amantes del Jazz.

Siempre nos planteamos la misma pregunta, que gratamente me ha sorprendido encontrar en el Post de Yahvé M. de la Cavada “¿O acaso creen realmente que el público quiere ver año tras año el mismo concierto anodino de la misma pseudo-estrella jazzística? ¿Creen que sólo los grandes nombres atraerían la atención del público a la larga? Y, aunque fuese cierto, ¿lo han comprobado realmente o sólo han hecho aislados y ridículos intentos en días inhóspitos y horarios fuera de lugar?” Espero que se planteen estas preguntas y puedan darles alguna respuesta.

http://saxsoundsmagazine.com/

+1 a Sempronio Lekumberri.

El post anterior abre uno de los debates que considero más importantes y de lo que se está hablando mucho aquí: el papel de las instituciones.
Soy de la opinión, como muchos, de que no podemos basar nuestro desarrollo musical en la subvención. Nada bueno puede venir de ahí; me sentiría como estar produciendo fresas por debajo del coste para acabar siendo comidas en una granja de cerdos.
Sin embargo, son las instituciones quien dan una perspectiva cultural a una ciudad: o más abierta, o cerrada. A parte de músico de jazz, he estado en organización de conciertos (asociaciones y demás), y os puedo decir que el mayor problema es encontrar sitios donde la policía no te paralice el concierto por A o por B. De modo que planteo que, si bien las instituciones no sean los principales promotores de conciertos, sí que prevean una política de apertura, que sean más flexibles con el tema de licencias (quitar la música de la ley de actividades molestas, o contemplarlo desde un punto de vista más flexible), con autores, con horarios, etc. Los pequeños conciertos se extenderían como setas, siempre que el músico prefiera tocar más, por menos (menos porque estos locales pagan lo que pueden). Los festivales....creo que son una fórmula de los años 50 a revisar. Saludos.

Para Ignacio....

Yo también estuve en el Stone (no sabía que estaba John Zorn por medio) y me llevé la misma impresión de la que hablas. Tan sólo una cosa me gustaría añadir: el Stone está tras una puerta metálica de un local semiabandonado pintado completamente de grafitis. En cualquier ciudad española, la policía te vendría a decir que si tienes licencia, que si los ruidos, que si tal que si cual. Creo que sería imposible por la escasez de miras de nuestros políticos. Por cierto, el tipo de concierto que vi allí no cabía en grandes festivales, ni clubes famosos; por tanto considero imprescindible este tipo de iniciativas.

Hace poco estuve en Nueva York, fui al Village Vanguard, y algún club mítico más. Tenía especial interés en conocer The Stone, el local que promueve John Zorn que, a mi modesto entender, tiene una programación excelente. El lugar que yo mitificaba, resultó ser una especie de tienda de barrio mínimamente adaptada, con sillas de tijera y una mesita donde un chico muy amable vendía las entradas en el momento. Salí con la sensación de que no hay que lamentarse sino ponerse a hacer cosas, y que para hacerlas bien hace falta más cabeza que recursos o subvenciones.

Te invito a que visites mi blog, si te gusta la música tanto como a mí.

www.pianistasdelmundo.blogspot.com

Espero tus comentarios, me gustaría saber qué te parece, además puedes hacerte seguidor, ponerlo entre tus favoritos o suscribirte por email, porque casi a diario voy incluyendo nuevos pianistas.


Gracias por tu preciado tiempo.

Sé feliz.

¿Quéreis que un Arte, en este caso el jazz no muera?

Id a los conciertos que dan los músicos en esos pequeños clubs (que aún queden) a escuchar su disco, compradle el CD en persona, charlad con ellos y dadles la mano.

Así lo veo y así lo hago, cada vez que puedo.

Lo demás, historias para no dormir y una subvención y "apoyo institucional" que nunca va a llegar, salpicado de festivales fanfarria-fusión de cartel y olvido.

Saludos.

Juan.

Muy interesante la reflexión. No la calificaría de demagógica. Quizá si de un poco pesimista. Creo que la situación no es tan rematadamente mala como se pinta. Y creo que el Jazz en España se va haciendo un hueco poco a poco. Ayudaría que las radios y las televisiones públicas programaran más Jazz, y a horas menos intempestivas. Antes La 2 ponía en invierno los conciertos de los festivales de verano, y ahora ha dejado de hacerlo.

Cada uno tiene su teoria. La mía es la falta de cultura musical en nuestra patria. Y eso sale desde abajo ¿habéis visto alguna vez el barrio Sesamo americano? ¿Habéis oído como aprenden los niños el abecedario a golpe de soul o de r'n'blues? Solo hace falta buscarlo en youtube para verlo. Trabajando en el Reino Unido en un instituto de tamaño mediano, montábamos la noche del rock (más bien la tarde). En ese instituto de 800 alumnos, salían unas 14 bandas, desde niños de 12 años hasta 18, tocando sus versiones de lo que sea, y en muchos casos destrozándolas, pero tocando y disfrutando de la música. Aquí, aún vemos a los Beatles como algo moderno en un colegio y un grupo de música es una excentricidad... ¿y nos rasgamos las vestiduras porque se escucha a Bisbal y compañia? En fin... yo, por lo menos, les pongo a mis alumnos, de nueve años, el Virtuoso de Joe Pass cuando quiero que se concentren en su tarea en el cole (y funciona)

Este tema da para horas y horas de discusión.
Empezaré por presentarme un poco. Tengo 22 años y llegué al jazz hace unos 5 años - pocos años, pero intensos. Antes, había escuchado jazz de forma puntual porque empecé a tocar el saxofón y me interesé por saber qué se podía hacer con él - un poco de Parker, un poco de Getz -, pero no era "devota". Cuando conocí a mi actual pareja (saxofonista también y estudiante de jazz), él me fue pasando discos y recomendándome músicos (recuerdo que mi iniciación en el jazz, el primer disco que me pasó para que lo escuchara atentamente, fue el "Free and equal" de John Surman -- ahora lo pienso, y aunque es un disco genial, no es lo mejor para intentar enganchar a alguien). Así, conocí a Keith Jarrett, Pat Metheny, Jan Garbarek, Anouar Brahem, Charlie Haden, Dave Holland, Chris Potter, Michael Brecker... y también jazz más
clásico (Davis, Coltrane, Mulligan, Pepper...). Entiendo que los gustos son algo personal e irracional, pero habiendo escuchado pop, rock, etc... y jazz, puedo afirmar sin dudarlo que no hay color. Jamás un disco de rock, por buena que fuera la banda, me ha hecho sentir, pensar o desear lo que algunos discos de jazz han conseguido.Tengo que admitir que me gusta más el jazz de los 60 en adelante, aunque sé que no existiría sin el anterior.

Lo que empezó como curiosidad se ha convertido en devoción, haciéndome querer ser saxofonista de jazz, empezar a estudiar y cambiar mi vida, hasta tal punto que de Granada me mudé a Valencia para que mi pareja y yo pudiéramos estudiar en la Sedajazz, una de las mejores escuelas de jazz de España y con profesores que valen su peso en oro.

También tengo que reconocer que, aunque pueden ser geniales si se versionan bien y hay montones de buenos ejemplos en discos contemporáneos, estoy un poco cansada del "jazz de standards" y de la falta de modernización que hay a veces en los músicos de jazz y en ciertos sectores del público. Como ya dijo alguien, podemos adorar a Davis, pero no podemos quedarnos atascados en él (o en Parker, etc.). El jazz no se acaba en el bop, o en el hard bop; y desde luego, no es patrimonio americano (esa costumbre de ignorar el jazz europeo...) La mayoría de la gente que conozco a la que le gusta el jazz no ha pasado nunca de los años 60. No tienen ni idea de qué ha pasado después, de qué genios han surgido en los años siguientes. Resulta curioso que una música que, al menos en sus años de juventud, era la personificación misma de la transgresión se haya vuelto un tanto conservadora. Y eso afecta directamente a la programación de los festivales, a los gustos del público (y por tanto, a los temas que los músicos interpretan) y hasta a los temas de los discos que se graban. Está muy bien tocar "In a sentimental mood", pero ¿cuántos cientos - si no miles - de versiones hay ya? ¿Se necesita otra? ¿No sería mejor componer algo nuevo, engendrar los temas que serán los futuros standards? Sin embargo, parece que buena parte del público no reacciona bien si no encuentra algo conocido, y las discográficas lo saben: recuerdo el ejemplo de un jazzmen valenciano (no recuerdo quién era en concreto) que entregó a la discográfica la lista de temas que quería grabar para su disco, todos ellos propios. Muy amablemente, la discográfica le dijo que o metía algún standard o no había disco.

Este mismo problema llega también a los festivales de jazz, que por un lado o bien son cancelados, o para sobrevivir tienen que optar por programas cada vez más estrambóticos y/o heréticos disfrazados de "aperturismo del jazz" (el vergonzante caso de Pitingo... aunque no es el único); no es cuestión de ser unos puristas-wyntonmarsalianos que van repartiendo etiquetas con lo que es y no es jazz, pero tampoco hay que - en una palabra - prostituirse. Fusionar ciertas cosas está muy bien, pero todo tiene un límite. Los experimentos, con gaseosa. Algunos festivales no llegan a este punto de "hacer caja", pero sí que se ve en sus programas una serie de conciertos destinados a la gente a la que ya le gusta el jazz, y uno o dos - al menos - destinados a "todo el mundo", que suelen ser los más caros, los que más caja hacen y los que ofrecen un 95% de standards. Casualmente, suele tratarse de una cantante (es el único tipo de jazz que la gente a la que no le gusta el jazz se anima a ir a ver y del único del que se suelen enterar). Es el típico concierto al que van algunos para darse aires a la salida - es que decir que te gusta el jazz queda como muy guay, muy elegante o muy cultureta -, intelectuales perilla-boina a los que no ves en ningún otro concierto del festival o gente normal y corriente a la que a lo mejor les gusta Sinatra y piensan de verdad que eso es el único jazz - si es que se le puede llamar jazz - que existe. Resulta también curioso que estas cantantes - no son solo cantantes, pero es lo más frecuente - a veces demuestren una falta de respeto y de seriedad considerable y que tengan un caché desorbitado en comparación con otros artistas del festival - artistas que, con frecuencia, son mucho mejores músicos de jazz que ellas, que creen que por ser cantantes no tienen que saber de armonía, composición, etc. Vale, vale, no todas son así, por suerte. Pero son muchas. Como muestra, un botón: Cassandra Wilson, festival de jazz de Granada, 2009. Se anunciaba a bombo y platillo que era la estrella del festival (y no Dave Holland, Chris Potter, Branford Marsalis o Ignacio Berroa). Apareció varias veces en varios periódicos, que también ignoraron bastante al resto de integrantes del programa. Llegó 15 minutos tarde al concierto,eliminó temas del programa y se fue, dejando a los músicos que la acompañaban tocando varios temas para finalizar. Si el total del concierto fue una hora y 15 minutos, veremos que ella no cantó ni 45. Y, como colofón, sé de buena tinta que ella sola cobró casi el doble que los 4 músicos del Overtone Quartet (Dave Holland,
Jason Moran, Chris Potter y Eric Harland) juntos. Y los periódicos y los críticos, en vez de darle su merecido, se limitaban a hablar de elegancia, de glamour, de diva y cosas por el estilo (una cosa que me suele pasar con las críticas de este festival es que nunca sé si el crítico ha estado en el concierto o no, porque nunca llega a hablar del concierto en sí, se pierde en una orgía de adjetivos rimbombantes y comparaciones con tal o cual diva o figura para demostrar que sabe mucho). Si esto es lógico y justo, apaga y vámonos. Con lo que esta señora cobró, se podía haber alargado el festival 2 o 3 días más, se podía haber hecho más festival paralelo (en los clubs de jazz - permítanme que me ría - de la ciudad) o similar. Este estilo de razonamientos se cargan los festivales. Algo parecido pasó el año anterior con Eliane Elías, aunque ofreció un concierto más largo y con menos sensación de timo. Aquí volvemos a encontrar lo mismo que hablaba del conservadurismo del público: para uno de los críticos del festival, el mejor momento del concierto fue su interpretación de 'Waltz for Debby" y "You and the night and the music", mientras que el público se partió las manos aplaudiendo en "Desafinado" o "La chica de Ipanema". Ay. Como este mismo crítico decía, fue un concierto para todos los públicos.

Esto me lleva a pensar en la figura del organizador, aunque de eso no puedo hablar mucho porque no sé cómo llega a serlo uno en una ciudad medianamente grande. En los pueblos que conozco en los que se ha intentado montar un festival de jazz - o de cualquier otro estilo de música -, se le encarga al concejal de Cultura, que en el caso concreto del sitio en el que yo vivía, era alguien que no se había sacado el graduado escolar y que no miraba más que por el coro rociero, que para eso ella
cantaba en él. En mi pueblo no había festival de jazz, pero ¿qué habría salido si ella, que ni ha escuchado jazz en su vida ni le gusta, se hubiera encargado de organizarlo? A veces hay suerte y el encargado en cuestión es un fan del jazz que se ofrece voluntario, o un no-aficionado que se molesta un poco en averiguar o en dejarse aconsejar. Pero a veces no la hay. Y pasa lo que pasa.

Y es que la organización, y el dinero, son uno de los grandes problemas. Yo no sé si el Estado debe o no financiar el jazz. Por un lado, si se financian el flamenco, los bailes regionales, las asociaciones culturales o se dan becas para que la gente pase tres semanas de fiesta supuestamente aprendiendo inglés, ¿por qué no el jazz?
Pero, por otro lado, ¿podemos confiar y/o depender del apoyo de algo tan voluble como el Gobierno, que lo mismo quiere que no, que lo mismo tiene que no? Como decía
antes, la falta de dinero - permítanme que me ría otra vez, pero es que la poca vergüenza de muchos políticos ya me supera - hace que se cancelen festivales de jazz, mientras se mantienen otras historias/privilegios/chanchullos que asustan. O que, si no se cancelan, sufran un fuerte recorte. Bueno. Tanto en lo individual como en lo colectivo-cultural, no tener dinero no significa no poder pasarlo bien. A lo mejor hay que aprovechar que no hay dinero para traer a Cassandra Wilson para usar la mitad de lo que ella hubiera cobrado en darle una oportunidad a un puñado de grupos locales o nacionales - pero en condiciones, no al grupo de reggae del cuñado del sobrino del concejal -. Un gran ejemplo de todo lo que se puede hacer sin tener un duro es la Sedajazz. No tienen ayuda del ayuntamiento ni de ningún organismo público, se autofinancian con lo que se paga por las clases, la venta de discos, de entradas para los conciertos y cosas por el estilo y aun así se las apañan para mantener una gran escuela (por el contenido, porque el edificio no es ni mucho menos el más apropiado) y organizar conciertos. Y no solo eso, sino que - a diferencia de en otros lugares de enseñanza el profesor es una especie de semidiós que no se dignaría jamás a mezclarse con el populacho y a quien ni harto de vino te encontrarás en una jam session -, la gran mayoría de ellos acude a jam sessions varias veces por semana, y todo el mundo es bienvenido si quiere unirse. Van sacando discos con las subvenciones que de vez en cuando convoca la Generalitat Valenciana, pero no es suficiente (a lo mejor hay subvención como para 2 discos, cuando hay al menos 25 artistazos allí que podrían sacar unos discos tremendos). Pero aun así, no se rinden, tienen ilusión y ganas de enseñar y de convertirse en una cantera del jazz
futuro, como ya lo fueron del jazz actual.

Puede que Jesús Santandreu, Toni Belenguer, Franciso "Latino" Blanco, David Pastor, etc. no sean muy muy conocidos ahora - no tanto como Perico Sambeat, por ejemplo -, y esa es una de los misterios inexplicables que tiene el mundo del jazz. Cómo gente de semejante calibre pasa desapercibida en su propio país, por falta de interés de aficionados que no se molestan en investigar un poco qué se cuece dentro de nuestras fronteras, porque los críticos o los periódicos/revistas especializadas y no prefieran revolcarse en los análisis de la enésima reedición de tal o cual disco de Cannonball o en preferir pensar que el jazz es una cosa estadounidense mítica e
icónica en plan años 50, cine negro, humo, whiskey, femmes fatales y gánsters que se conserva como metida en salmuera en vez de abrir los ojos a lo que pasa en su
propio país, delante de sus narices. Además, muchos de estos geniales músicos no pueden dedicarse a tocar a tiempo completo - giras, bolos - porque no ganan lo
suficiente para vivir y tienen que tirar de colaboraciones en discos de otros estilos o de dar muchas clases. Esa es otro de los lastres que tiene el jazz en España: si solo salen 4 o 5 bolos al mes y te pagan 80€ - y eso es a gente más o menos consolidada, a los menos conocidos, ni os cuento -, pues no tienes para vivir. Quizás los locales no se arriesgan a programar actuaciones de gente poco conocida por si acaso nadie va (cosa que con promoción gratuita - FB, twitter, etc. - y con organizarlo un día y una hora adecuado se resolvería) y tienen pérdidas; quizás algunos locales sigan pretendiendo no pagar a los músicos - "¡pero te das a conocer! ¡te promocionas!" -, pagarles en cubatas o según la caja que se haga. No digo que no se pueda tocar por amor al arte; pero una cosa es que una novata como yo lo haga y otra que un músico hecho y derecho con su título superior de la Berklee, su experienca y su habilidad tenga que tocar por la cara. Como si no comiera de ello. Como si la música fuera un hobby, un entretenimiento, algo que está de fondo en la verbena del pueblo mientras que te pones morao a arroz.

Luego están los precios. Por suerte para los músicos de jazz, la mayoría de aficionados pasa de los 30, por lo que su poder adquisitivo es mayor. Por nuestra parte, incluso trabajando, no podemos permitirnos tanto meneo. Hay un garito en Valencia que organiza conciertos semanales bastante buenos, pero que suelen rondar los 15€ - x2, 30€. Se puede ir de vez en cuando, pero no todas las semanas - ¡ojalá! -. Claro que, por suerte y porque es una ciudad grande, hay movimiento de jazz gratis... lo cual me lleva a pensar también en lo anterior: ¿cuánto cobrarán los músicos por esas noches de jazz gratis? ¿no pudiendo acudir a los conciertos de pago estamos contribuyendo a empeorar el problema? Hay festivales de jazz, como el de Granada, que mantiene las entradas en 12-15€, y hay festivales que te cobran 20, 25, 30 o hasta 40€ (vale, a veces es un programa doble, como en Vitoria); y luego viene Keith Jarrett y te cobra 60€ y te dan ganas de llorar de la impotencia. Pero sumando el desplazamiento y el alojamiento, te encuentras con que hay un puñado de conciertos, tanto de figuras mundiales como nacionales o locales, a los que quisieras poder ir pero no tienes dinero. C'est la vie. Y, como ya comentó otro lector, los horarios. Un concierto un martes a las 23... difícil para el que trabaja al día siguiente, que es básicamente el único que puede permitirse pagar la entrada. Y es lo más normal del mundo: en Granada, el concierto de fin de curso de los alumnos de Kiko Aguado se hacía en la Telonera (Armilla - en el ¡polígono industrial!) un miércoles a las 22:30 de la noche. Pocas formas más se me ocurren de boicotear un concierto.

Por último, no quisiera dejar de mencionar el tema de la formación del jazz. Si ya es difícil que a alguien joven, que toca un instrumento y tal, le guste el jazz - poca repercusión, bombardeo de marketing de 1001 historias -, el hecho de que la administración no se haya dado cuenta aún de que el jazz existe y las pocas posibilidades de estudiar se cargan más de una vocación. Hay un grado medio (ahora llamado profesional) de clásico (ya sea piano, saxofón o cualquier otro instrumento), pero no de jazz. Hay superior de clásico en la mayoría de ciudades, pero solamente hay 5 ciudades con superior de jazz (y en al menos 2, es privado = 3000€/año). Para poder acceder al superior de jazz, tienes que pasar una prueba específica que, a diferencia de la de clásico, que se prepara durante grado medio - no has podido prepararte oficial y académicamente. Además, tienes que pasar una prueba de clásico (curioso, los de clásico no tienen que pasar una prueba de jazz). Es imposible pasar esa prueba estudiando por tu cuenta: necesitas una escuela, necesitas profesores. Casi todos los pueblos y ciudades tienen una escuela de música municipal en la que se ofrecen clases gratis o a muy buen precio... pero, una vez más, solo de clásico. En los conservatorios de grado medio, se ha instaurado una asignatura de jazz para los músicos clásicos, normalmente impartida por alguien que no tiene ni idea de jazz y que como mucho puede explicar la escala de blues (como mandar a un físico a dar clases de lengua y literatura). La preparación "pre-prueba" se reduce en muchas ciudades a algún que otro músico que da clases particulares y, si tienes suerte, alguna que otra escuela de jazz en las ciudades más grandes. Y ya. Lo mejor de todo es que, cuando se convocan las pruebas para el Superior de jazz, resulta que las plazas son limitadísimas, ya que por el escaso presupuesto y la falta de coherencia Educación CCAA - Educación MEC, no hay para más. Este año solo se abrió una plaza para saxofón de jazz en Valencia, y mi pareja quedó 4º, con un 8'6. No hay ninguna carrera universitaria en España en la que uno no pueda entrar con esa nota (bueno, quizás en fisioterapia). Y ya, para rizar el rizo, resulta que, como es una titulación "en pruebas/experimental", el título universitario obtenido al acabar tus 4 años solo es válido en España, a diferencia de cualquier otro título universitario. Si esto es fomentar que la gente estudie jazz, apaga y vámonos... otra vez.

Para concluir ya el ladrillo - perdón, pero es que este tema me llena -, diré que lo de que el público no está preparado, lo de la repercusión mediática o que hay que rentabilizar los festivales es un problema, no una excusa ni una justificación. Yo diría que el problema está en la falta de aprecio por esta música por parte de las instituciones que organizan y "apoyan", en el público conservador que quiere más de lo mismo siempre o el público ajeno al jazz que quiere ver a Pitingo en el festival de jazz porque se cree de verdad que lo es, y que los músicos se ven atrapados en esta situación de "o nadas con la corriente o te ahogas". Por eso muchos emigran, buscando un reconocimiento que aquí no tienen o por lo menos, unas condiciones un poco mejores. Mientras nosotros seguimos haciéndole la ola a Cassandra Wilson.

Un abrazo para todos los aficionados de bien, y perdón por el tocho que he soltado xD

PD2: La constante referencia a Cassandra Wilson solo es un ejemplo. Se puede sustituir por mucha otra gente.

PD3: Para Pepe Ruiz, creo que los aficionados del jazz en Granada están hartos de que siempre toque la misma gente, en distintas combinaciones, y los mismos temas. Seguramente sepas a lo que/quienes me refiero. Llega un momento que te cansa.

No lo entiendo muy bien. En los años 60 -ya ha llovido-, había en Madrid un local llamado Whisky Jazz Club (en Marqués de Villamagna, no en Diego de León) en el que tomar una copa y presenciar la actuación de músicos de primera línea -nacionales o extranjeros- era posible, gratificante y asequible económicamente. Tenían hasta una revista -Aria Jazz- y ahí nació la afición de muchos al jazz y concretamente al jazz en directo.
Hoy, casi 50 años después, no hay un local que merezca la pena en el que pueda oírse y ver jazz sin dislocarse el cuello ni acabar antes que los cines.
Pues sí que hemos progresado...

QUIERO QUE ME MANDEN COSAS DE MUSICOS LATINOS O SEA DE MERENGUE SALSA BACHATAS Y MAS GRACIAS

Vengo de la cultura del rock, por lo que me inicié muy tímidamente en el jazz y de manera tardía (a los treintaypico) y gracias a un amigo bajista de cierto renombre en el rock nacional, fan de Davis y demás leyendas. Nunca me había gustado el jazz por lo mismo por lo que nunca me gustaron Debussy o Fauré: Los veía como demasiado expresionistas, "l'art pour l'art" o, si se quiere, mucho virtuosismo desprovisto de contenido real. me apuntaba mejor a escuchar los cuartetos de cuerda de Shostakovich, por ejemplo. Mi prejuicio, tan parcialmente acertado como estúpido en su esencia glovbal, se veía reforzado por un panorama yermo de músicos de primer orden en nuestro país, no había escenas (excepto Vitoria etc... pero para ver grandes nombres extranjeros) donde se pudiera uno hacer paulatinamente aficionado. Aparte de Montoliú, que fue algo así como nuestro "grande-de-talla-mundial" no conozco el nombre de ningún jazzman o combo español que sea reseñable. Quiero sin embargo rendir homenaje no sól:o a aquellos que profesan dicha religión, hecha de humo, whisky y noches solitarias, que huelen a cine de Altman y a novela de Fante, fascinados por el romanticismo de una dimensión americana ya desaparecida y ello por ser seguidores de una religión que en españa no goza de parroquias ni de santos: Se lo curran solos, como hormigas, como los fans de Zappa. Pero quiero rendir tributo a aquellos que, como el anciano amigo Alfonso Oroz, allá en los 50, se impusieron en los bajos del que fuera Cine Carlos III, en Colón, llevaban su gramolita y bailaban (tras haber sobornado al camarero) esos bailes que el franquismo consideraba obscenos. También a Los chicos del grupo catalán Iceberg, que aprendieron jazz con un método hallado en un mercadillo ramblero por la calle tallers. Creo que el jazz en España sigue siendo materia de aventureros y de románticos independientes. Honor a ellos !

Hola a tod@s, tengo 39 años, y os comento mi visión acerca del tema del Jazz. Yo llegué a este género en la universidad, al abrigo de un lugar mágico, El Corrillo en Salamanca. Pero no el de ahora, no. El que fue "fagocitado" por un Burguer. En aquel sótano, apiñados incluso en la escalera, y con el sonido de las copas de fondo, escuché por vez primera a un genio de aspecto frágil, Lou Bennett, acompañado de Abdu Salim y Ximo Tébar, con Carlos "Sir Charles" González a la batería. Y no sólo eso...en primera fila, pero un poco retirado, un señor con gafas oscuras movía cadenciosamente la cabeza, y sonreía al oir al genio del Hammond B3 dislocar su "lefty foot" a través de ese segundo teclado-bajo. Ese "señor" era el inmortal Tete Montoliú, presente en Salamanca por el Festival de Jazz.

De aquella noche (y muchas otras que la siguieron, en el Nuevo Corrillo, y en otros locales), han pasado ya muchos años. Mi colección de cd's de Jazz no es monumental, ni tampoco pequeña: Lou, Ximo, Tete...pero también Bird, Miles, Billie Holiday, Chet Baker, John Coltrane...el Jazz es como una mujer; puedes enamorarte de ella con un flechazo, pero mantenerla a tu lado es el trabajo de toda una vida.

¿Qué necesita el Jazz?. Supongo que la respuesta no es fácil. Los empresarios quieren propuestas rentables, lo que suele equivaler a nombres "de alta alcurnia". Estoy bastante seguro de que hay músicos jóvenes, de calidad, como un día lo fue Ximo Tébar en aquella cava de la ciudad estudiantil por excelencia, que merecen la oportunidad de mostrar de qué pasta están hechos, de ganarnos para la causa. Por otro lado, el público debe aproximarse a ellos con el mismo interés que te aproximas a ver a un grupo británico del que sólo conoces un tema por la radio.

Creo que el Jazz sufre del mismo mal que el resto de la música...que vive tiempos oscuros de SGAEs y seres semejantes. Mientras se encuentra la cura, seguiré (yo y los de mi secta) colocándome los auriculares de mi móvil (ya ves, fusión Jazz-Android), y dejando que gente como Ximo, Lou o Tete me reconcilien con el mundo.

Yahvé soy músico de jazz, tengo 28 años y llevo mucho tiempo peleando por defender un proyecto personal junto a mis 4 compañeros de grupo. Nadie arriesga por algo nuevo, diferente, joven. Si no defendemos el producto joven autóctono, cual será el futuro del jazz en España????
La persona que comento lo de Miles en un comentario de tu texto no se da cuenta que miles está muerto???? Su música por suerte vivirá con nosotros para siempre, pero él mismo fue el que no puso barreras a los que venían de abajo si veía en ellos talento y ganas.....fue el primero en llevar al jazz a otras esferas a otras sonoridades...... Te agradezco tu artículo porque me he sentido totalmente identificado.
Estoy a punto de grabar un disco con mi grupo, gracias a ganar un premio( un ejemplo de que si hay pequeñas cosas a favor del gremio) y te aseguro que mi intención es moverlo fuera de España, y es una pena, pero estoy harto de perder mi energía luchando en un país donde no se apoya ni está música ni tantas otras que no sean comerciales y tengan un beneficio económico, solamente.
Gracias por hablar con propiedad y criterio. me encantó lo de muchos deberían informarse......

En mi humilde opinion, y refiriendome a "tertulio", que da por "hecho" que es "asi y punto", si no te gusta el Jazz y lo calificas de "mierda", pues ese es tu criterio, ok?
tengo mi "modesta" coleccion de CDs (unos 3mil Cds), Vinilos 4mil) y nosecuantos gigas en unos cuantos discos duros de ese tipo de disciplina musical, pero no voy a entrar en el rollo de ponerte la listita tipica de nombrar a Miles Davis, Coltraine, Metheny, Pastorius y demas peña que me fascina.

Si no a referirme en cuando es el momento "posible" que empieza a gustarte el Jazz en si. Tengo una hija de 3 años, y sinceramente la estoy lavando el cerebro con la musica, y lo devora todo, desde Miliki, Hi-5, Shakira y demas musica para esas edades, hasta Jobim, Metheny y Gerswin, se escojer el momento para que esto le fascine, y me da mucho orgullo escucharla decirme "papi, me pones a Chico Buarque?, me pones a Jobim? me pones a Maria Rita, a Pat, a Gerswin, la de "Blu"?

En fin, creo que cualquier persona que pueda calificar de "buena musica" o "mala" dependera de su criterio musical, es decir si el tipo tiene una coleccion de 20 cds, y afirma que Queen es el mejor "grupo del mundo", pues bueno! En cambio si una persona, tiene una amplia discografia de todo tipo, tendra cierta "autoridad moral" para discernir con un criterio de nivel que es "buena musica" o no, y ademas, si lo esgrime con propiedad, es decir, "fulanito es un musico magnifico, toco con fulano de tal, tiene tal premio, y compuso tal tema...".

Y creo que el Jazz -aparte de mi bella hija de 3 años- es un tipo de musica que se "llega a ella" despues de escuchar mucha musica, porque es dificil -en mi opinion, por supuesto- "digerirla a la primera", pero cuando uno va llegando a comprenderla, no creo que haya nada que despierte tantas emociones, tantos sentimientos y momentos tan especiales como los que me ha dado el Jazz, tengo rock, me apasiona la musica electronica underground (nada del "chispum bakaleta", etc.), la bossa nova, y su extraño filtreo continuo que tiene con el Jazz, la musica clasica, las bandas sonoras orquestales, las nuevas musicas, el funky, en fin un largo etc. pero si me dijean con que quedarme en una "isla desierta", "solo un genero", no creo que nada tenga tanta amplitud y variedad como el Jazz, desde lo mas clasico a la fussion, el jazz electronico de Bugge Wesseltoft, una buena composicion de Cole Porter, Coltraine, Gerswin, etc.

En fin, el que diga como "tertulio" que el Jazz es una mierda, que se dedique a escuchar mas musica, y eso, asi tendra un "mejor criterio", creo yo, salu2 desde Venezuela!

Soy una músico española (suena fatal, ¿está bien dicho?) a punto de emigrar a Inglaterra por los motivos que todos imaginaréis y que se han ido comentando en este muro.

Sólo quiero argumentar con hechos: hace unos meses hice un proyecto musical para adaptarme a la situación actual, "Les Duettes".

http://www.victoriakane.es/les-duettes.html
http://www.victoriakane.es/les-bluesettes.html

¿Que no hay pasta para grandes formaciones? Me curro tocar batería y cantar a la vez, mi guitarrista hace los bajos mientras toca y ya tenemos un dúo, con una pequeña logística y menos músicos a repartir caché.

¿Que a la gente no le interesa el jazz o el blues? Pues cogemos canciones con letras picantes y ritmos que enganchan, traducimos letras al español, escribimos un guión cachondo y hacemos que la gente cante... ¡incluso hacemos que nos abucheen! La gente joven se sabe las canciones del disco, los niños flipan al vernos y los aficionados al jazz disfrutan con nuestra música.

¿Que no se venden discos? Auto producimos nuestro album totalmente en directo, a pelo, y hacemos otro guioncito cachondo para presentárselo a la gente. Resultado: hemos vendido en los conciertos como para aparecer en las listas de ventas nacionales (que no es mucho vender).

Metemos instrumentos raros, sorprendemos al público y salen del local descojonados, medio piripis y felices.

La frase más acertada para el show business (o sea: ESPECTACULO y NEGOCIO) es esa de Homer Simpson: "¡me aburro!".

A mí no me gusta ir a conciertos porque me aburro mucho, y he hecho el espectáculo que a mí me gustaría ir a ver, pensando en lo que el público quiere, no les damos un momento de respiro y siempre vuelven a vernos.

Ahora he estrenado un show en solitario "Naughty baby blues": guitarra, bombo y voz. La misma filosofía. Con cuatro cosucas hago un escenario encantador, digo chorradas, me disfrazo con cuatro detallitos, canto canciones picantes y transformo temas que la gente conoce para mantener su atención absoluta durante hora y media...

No tengo ninguna conclusión, no he escrito para promocionarme, sino para ampliar la visión del panorama con un caso concreto y diferente, dar una visión distinta de la situación, espero que algo más positiva...

Hola Yahvé,
Como coautor de un blog llamado Jazz no creo que ni el ...... que dice que a nadie le gusta el jazz pueda adjudicarme esa tontería. Amo el Jazz a través de Davis y sé muy poco de muchos músicos, sin contar el Jazzaldia hace mucho que no acudo a ningún concierto de jazz y el motivo es obvio, no se programa. Creo que la salud de este género musical, tan variado y amplio como para incluir actitudes muy opuestas en su seno, no peligra, su presencia en la red, la continua eclosión de artistas que lo interpretan y la extraordinaria calidad media de las obras que van saliendo me avalan en esta opinión. No te molestes Yahvé pero soy bastante escéptico sobre el periodismo musical, normalmente pasa casi como ell deportivo, lees a forofos que con suerte tienen conceptos estructurados de lenguaje. No te tengo catalogado en este redil y por ello sigo el blog, pero pienso que son tiempos difíciles para todo tipo de música que no tenga un estribillo que pueda silbarse. Qué le haremos? pues seguir disfrutando de lo que nos gusta y desear que llegue julio con sus festivales.
Saludos a todos los amantes del jazz que has convocado
Felicidades por la entrada y viva Miles!

Los dueños de locales en Madrid se empecinan en la nocturnidad extrema de los conciertos... quien te va a ver un lunes a las 23.00??? alguien q no curra, vamos... además del "amigoteo", para q te programen hay q ir a hacerle la pelota al progra en lugar hacer buena música

Creo que la causa del mal que denuncia éste artículo radica en las subvenciones....El arte es algo que paga la gente que quiere disfrutarlo y el artista que no gusta.....no gusta y no hay más...no va a ser la culpa del público que...no sabe...Sigamos el rebufo de Santiago Segura, lo suyo es cine y no puede venir nadie a echarle nada en cara....todo lo contrario.

Creo que también hay una adoración sin criterio dentro del jazz a todo lo que venga de EE UU y no se programa a grupos europeos que están haciendo avanzar la música como Aka Moon, Magic Malik, Octurn y tantos que no llegamos a conocer.
También parece que hay miedo a que se abra esta música a otros ritmos o sonoridades, si no es bop no es jazz.

Os dejo mi propuesta, Sinouj, músicos de Túnez, Nigeria, Italia, Cuba y España que viven en Madrid, espero que os guste.

http://sinouj.bandcamp.com/

http://www.youtube.com/watch?v=h2244VbSSfA&feature=related

con Javier Paxariño http://www.youtube.com/watch?v=Wt-vy4MWztw&feature=share

con Jorge Pardo http://www.youtube.com/watch?v=RLDoTRyjAd8&feature=related

Simpre tiene el mismo discurso. Ese cuento que cita de ese festival tan bueno (sin citar nombres, claro) es puro invento. Un festival internacional debe de ser eso, un festival que de la oportunidad de escuchar a estrellas del jazz, incluidos los grandes españoles como Chano, Perico, Perxo, etc...en el festival de Granada siempre incluyen a grupos andaluces o españoles también y al final no va casi nadie a verlos. Se merecen y deben de tener otro espacio distinto, en una programación estable anual o similar..

Publicar un comentario

Si tienes una cuenta en TypePad o TypeKey, por favor Inicia sesión.

Muro de sonido

Sobre el blog

Conciertos, festivales y discos. Auges y caídas. Y, con suerte, sexo, drogas y alguna televisión a través de la ventana de un hotel. Casi todo sobre el pop, el rock y sus aledaños, diseccionado por los especialistas de música de EL PAÍS.

Eskup

El País

EDICIONES EL PAIS, S.L. - Miguel Yuste 40 – 28037 – Madrid [España] | Aviso Legal