A priori, uno diría que el rapero y cantante canadiense Drake lo tiene todo: fama, celebridad, carisma, imagen, repercusión, seguimiento, ventas, buena prensa, dinero, estatus y mujeres. Muchos coincidimos en señalarle como el próximo Jay-Z, cuando menos en lo que a capacidad de impacto comercial y mediático se refiere; es el niño mimado de Lil Wayne y Young Money Entertainment, uno de los emporios económicos más expansivos y absorbentes del circuito rap; se codea con Rihanna, Kanye West, Alicia Keys, Stevie Wonder o el propio Jigga; y puede presumir de haber trabajado ya con algunos de los productores más relevantes de la música urbana contemporánea. Qué ocurre, entonces, para que un artista destinado a vivir en permanente estado de euforia y conciliación con el mundo haya convertido su carrera en una melancólica y anticlimática travesía por las dudas, la desconfianza o los mecanismos de autodefensa. La respuesta estriba en el ‘efecto 808s & Heartbreak’, o cuando el hip hop se adentra sin miedo ni vergüenza por el fango de la confesión emocional y la reivindicación explícita de que una nueva sensibilidad es posible en el género. ¿Emo-rap?¿Rap intimista?¿Soft-rap? Todo eso y más.
Le llaman blando, moñas o, directamente, maricón. Le acusan de ser un producto prefabricado y perfectamente diseñado para encandilar al público femenino. Y, por supuesto, le niegan cualquier relación posible con el hip hop 'auténtico' o 'real'. Una parte de la escena, quizás demasiado enfrascada en dejar claro al mundo que va sobrada de testosterona y orgullo macho, nunca ha encajado de buen grado lo que propone Drake en sus canciones. Pero se equivoca de enemigo: en primer lugar, porque más allá de discrepancias de sensibilidad, el de Toronto tiene talento y sabe cómo ponerlo en práctica y sacarle pleno partido, ha venido para quedarse mucho tiempo; en segundo término, porque sus intenciones no pasan, ni de lejos, por convertirse en un rapero fiel o sujeto a la ortodoxia y la representación más tradicionalista del género. Es un rapero que canta o un cantante que rapea, el orden de los factores no altera el producto, pero por encima de todo es un personaje que ambiciona conquistar el mundo y que contempla su discurso musical como una suma de influencias y sonidos –soul, pop, R&B y ahora ya también dubstep– en busca de una fórmula accesible pero con una personalidad muy marcada en la que nunca hay miedo a decir las cosas tal y como se sienten. Y tercero: porque no juega, ni lo pretende, en la misma liga de Saigon, Evidence, Torae o Rasheed Chappell, autores de algunos mis discos de hip hop preferidos de 2011, y es importante contextualizar a cada uno en el sitio y encuadre que le corresponde.
Drake, nacido en Toronto en 1986, es el icono más relevante de la generación post-Kanye West. Forma parte de ese elenco de MCs que, ante la crisis galopante de la industria, han tenido que recurrir a las mixtapes –discos no oficiales o de calle volcados en Internet para generar runrún y expectación y activar el mecanismo de promoción– para darse a conocer y foguearse antes de poder publicar su debut oficial. "Room for improvement" y "Comeback season", las dos primeras que hizo públicas, ya dejaron claro que en su puesta en escena sobresalían rasgos diferenciales y una personalidad distinta, que acabó por confirmar y ratificar su proyección en "So far so gone", una excelente mixtape que no tenía nada que envidiar a los mejores álbumes publicados en 2009 y que pocos meses después sería lanzada en formato EP a modo de puesta de largo oficial. El sonido sofisticado, de alto contenido melódico, casi siempre levantado a partir de sintetizadores envolventes y beats variables, unas veces contundentes, otras muy ligeros, con estribillos memorables, la auténtica gasolina comercial de sus canciones, llegaba acompañado de una temática lírica con ansías de profundidad y exploración psicológica y emocional. Drake hablaba sin rubor, con franqueza e intención, de sus relaciones sentimentales, de sus esperanzas de futuro y de sus sueños de grandeza, desmontaba a conciencia esa imagen de sex symbol con poco recorrido lírico que muchos le habían atribuido –su pasado como actor en la serie "Degrassi: The next generation" tuvo algo que ver– y evidenciaba que "808s & Heartbreak", el disco de terapia de Kanye West, había servido para algo más que la repopularización del autotune. Y por si todo esto no fuera suficiente, en sus mixtapes presentó al mundo a dos amigos y productores, Boi-1da y Noah “40” Shebib, que venían con ganas de aportar frescura y nuevas ideas a la fórmula sonora del rap masivo. Hoy ya son dos referentes solicitados e incluso imitados. Su visión era completa.
Obviamente no todo son buenas noticias. Su debut largo, "Thank me later", no respondió nunca a las expectativas generadas. En ese disco dos factores incidían y ahondaban en la decepción: un concepto musical equivocadamente disperso que quería contentar a todo el mundo, con exceso de firmas en la producción, y una visión lírica demasiado sumida en la autocomplacencia, que convertía buena parte del recorrido en un loop cansino y repetitivo sobre los efectos, positivos y negativos, que genera la fama, el éxito y el hecho de haber alcanzado tu sueño. Sin ser un mal disco, de hecho contiene algunos instantes apabullantes, como "Over", a un servidor le generó algunas dudas. Casi dos millones de copias vendidas hasta la fecha avalan su proyección comercial y, por supuesto, invitan a pensar en un reinado no muy lejano, y bastante sólido, en el circuito estadounidense. Un asalto a la corona que la próxima semana asistirá a su segundo episodio, quién sabe si tan o más exitoso que el primero.
En cambio, "Take care", su anticipado nuevo álbum, que se filtró el pasado martes y provocó un auténtico revuelo en foros y redes sociales una semana antes de su lanzamiento oficial, es un inesperado paso adelante en todas las facetas de su propuesta. La producción es más rigurosa y parece muy concentrada en una misma idea de introspección nocturna, más ligera de equipaje, rejuvenecida por la sabia y productiva asimilación de Noah “40” Shebib de algunas nuevas influencias: The Weeknd, James Blake, Mount Kimbie, Burial o Jamie XX. De hecho, The Weeknd, con dos piezas, y Jamie XX, con una, ayudan en primera persona a consolidar esta evolución hacia territorios más emotivos y melancólicos, en plena consonancia con las letras de un Drake que se rasca las heridas con más intensidad, naturalidad y crudeza que nunca. Más tristón y contrariado que mojabragas. Entre evocadoras crónicas de desconcierto nocturno, contraataques ingeniosos –en la tremebunda "Lord knows" se refiere a sus críticos como “niggas who don’t get pussy”, algo así como “negratas que no follan”– y reflexiones sentimentales con punch poético –"Doing it wrong", con Stevie Wonder de ilustre invitado, es una de las canciones de amor más lúcidas de la temporada, en serio–, "Take care" se presenta como una obra de arrebatadora y convincente madurez que pese a sus innegables imperfecciones –duración excesiva; desequilibrio entre la primera mitad, excelsa, y la segunda, más irregular; cameos contraproducentes, como el de Birdman, o estériles, como el de Rick Ross o Lil Wayne– deja muy claro que Drake no es una estrella pop cualquiera y que en sus matices diferenciales reside uno de los focos de mayor fascinación del panorama musical más popular del momento. Su tono confesional y su búsqueda abierta de emoción y profundidad en un mundo como el del rap y el R&B nos podrán parecer más o menos creíbles, más o menos forzadas, pero su capacidad de seducción no conoce límites.
Hay 10 Comentarios
apesta toda la musica de drake la verdad no tiene nada de rapero es como un niño fresa jugando a ser rapero ,la gente que realmente conoce de rap el es una basura bullshit ha cantado con varios por que es comercia o tiene estilo quieres copiar y no es un real nigga !!!!
Publicado por: jensen | 27/05/2013 18:33:48
La verdad es que Drake es el mejor del Hip-Hop y R&B del momento y seguramente lo seguira siendo por mucho tiempo ya que tiene un estilo y un talento que muy pocos, es el mejor en cash money records y en todos lados que se para.
Publicado por: Mario Olii | 03/12/2011 19:39:26
great!)
Publicado por: writing dissertation | 14/11/2011 10:14:45
La verdad es que me encanta el estilo de Drake, como se comenta en el post, aporta algo fresco, tanto instrumentalmente como en su manera de interpretar... Find your love... que temazo... ;D muy bueno el blog!!!
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Publicado por: Nakor | 13/11/2011 19:09:02
Pues sí, hay que reconocer que el tío hace algo diferente. Aunque tampoco es mi estilo, pero vamos... muchísimo mejor que sus congéneres de estilo, que yo personalmente no trago.
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Publicado por: Aprende a seducir | 13/11/2011 17:36:40
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Publicado por: lapi | 13/11/2011 0:10:19
La evolución de Drake con este último disco era la esperada para que su nivel en la lista de éxitos continuará en lo alto, lo último ya sonaba muy igual. Y lo ha conseguido, creo que con este disco " se ha salido".
He estado viviendo e Chicago y si, muchos "machitos" no querían reconocer que escuchaban Drake.
Me gusta que menciones a Evidence y Saigon. Y ahí va una recomendación de buenas revelaciones de este año: Frank Ocean y Kendrick Lamar :)
Publicado por: Irene | 12/11/2011 13:00:03
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Publicado por: Amante de la buena música | 12/11/2011 10:01:42
'Take Care' me parece muy bueno. Y arriesgado, visto lo visto con ese truño pre-fabricado que es 'Carter IV'...
Que raro se me hace ver artículos de Drake, A Tribe Called Quest o Kanye en 'El País'. Un auténtico placer! Te veo en Arús y por nada en el mundo hubiera dicho que te gusta la misma música que a mi, Broc. Molt gran! ;)
Publicado por: Pau | 11/11/2011 21:43:29
"Le llaman blando, moñas o, directamente, maricón". ¿que tienen que ver entre si estos apelativos? ¿Es que blando y moñas son ahora eufemismos de "homosexual"?
Carla
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Publicado por: Las Bolas Chinas | 11/11/2011 19:25:36