Algunos músicos lo recitan de forma interna día tras día, como un mantra: “toca cada nota como si fuera la última”. Como tantos otros tópicos del mundo de la música, si uno consigue aplicarlo, funciona; lo difícil es interiorizar al máximo ese sentido de urgencia, ser plenamente consciente de lo efímero que puede ser todo. Fred Hersch, uno de los pianistas de jazz más importantes de lo últimos 20 años, aplica ese precepto casi sin esfuerzo. Músico erudito y brillante, sintetiza como pocos la herencia de Bill Evans, creando a partir de ella un universo personal en el que cabe la más delicada reinterpretación de un standard o la aproximación a una vanguardia meditada y exenta de afectación.
Hersch, enfermo de sida desde hace décadas, no ha dejado que su condición le impida desarrollar una carrera impresionante, sin tomarse demasiados respiros en el camino. En 2008 sufrió un cuadro de demencia (provocado por las complicaciones de una neumonía) y permaneció en coma durante unos meses, llegando a perder la movilidad en varias partes de su cuerpo, incluidas sus manos. La rehabilitación fue lenta, pero Hersch volvió a recuperar sus facultades tras una larga y obstinada recuperación en la que el pianista se negó a ser esclavo de su propia fragilidad.
Este miércoles, Fred Hersch llega a Madrid para ofrecer el primer concierto de su carrera en esta ciudad, algo que, en cierta forma, resulta todo un acontecimiento para el jazz en la capital. Hersch es un maestro del piano solo, y ha vuelto con más fuerza que nunca, dos motivos más que suficientes para no perderse un concierto que, antes de tener lugar, ya se antoja histórico.
Hersch, natural de Cincinatti, se mudó a Nueva York en 1977, donde fue haciéndose un nombre acompañando a gigantes como Art Farmer o Joe Henderson. En 1986, el mismo año en que descubrió que era portador del virus VIH, grabó su primer disco como líder, y desde entonces no ha parado. Su carrera se basa principalmente en los dos formatos más “puros” del piano jazz, el trío y la interpretación en solitario, en la cual es un auténtico maestro.
Sin llegar a ser el típico “músico de músicos”, tampoco es particularmente conocido, y la paupérrima situación del jazz en nuestro país provocó que Hersch no actuase en España hasta 2006, momento en el que el Aula de música de la Universidad de Cantabria programó un recital a piano solo que algunos recordamos con particular cariño. Influenciado por Thelonious Monk, Paul Bley, Ornette Coleman, Wayne Shorter, John Lewis o Herbie Hancock, el suyo siempre ha sido un lenguaje personal que no ha tenido problema en adaptarse a la herencia de los impresionistas europeos y la third-stream tanto como a la bulliciosa vanguardia neoyorquina de la década de los 80.
Durante años fue más conocido entre el gran público como “el profesor de Brad Mehldau y Ethan Iverson”, dos conocidos pianistas que le profesan auténtica devoción y que muestran clarísimas influencias de Hersch. Pero, poco a poco, y en parte gracias a un contrato con Nonesuch que le aportó mayor visibilidad, el pianista comenzó a ser reivindicado como lo que es: uno de los grandes de su generación. Sus álbumes interpretando a Thelonious Monk, Johnny Mandel, Billy Strayhorn o el songbook de Rodgers y Hammerstein, además del fabuloso triple cedé “Songs Without Words”, dieron buena muestra de ello la pasada década.
Su trabajo más reciente se ha publicado en Palmetto y Sunnyside, sellos más deliberadamente jazzísticos que Nonesuch el los cuales ha podido bucear en formaciones y proyectos diferentes, aunque Hersch no renuncia a su trío y su trabajo en solitario. Tras la grave situación que vivió en 2008, muchos creímos perderle, pero su vuelta fue apoteósica. Su disco en trío “Whirl” nos mostró a un Hersch fuerte, dinámico, lleno de vida; ni un ápice de su magia se había quedado encerrado en su enfermedad.
Hace unos meses apareció Alone At The Vanguard, un nuevo disco a piano solo que está entre lo mejor que ha dado el jazz este año, y que nos devuelve el lado más delicado, más genial e inspirado del pianista. Como ocurre con la prosa de Proust, el piano de Hersch acaricia al oyente, le somete a una auténtica experiencia musical, no a un simple recital de piano.
Su concierto en Madrid esta semana será en ese mismo formato y servirá como presentación de este estupendo álbum, pero también para saldar una deuda que tenemos en este país con uno de los grandes pianistas contemporáneos. Hersch ha descubierto (o, mejor dicho, ha decidido) que hay vida después de la vida. Y que, por mucho que su salud juegue en su contra, no se ira de aquí sin presentar batalla. Hasta entonces, seguirá tocando cada nota como si fuese la última.
Hay 5 Comentarios
No sabía que estuvo tan jodido... sí que es raro llegar al coma con VIH y levantarlo.. que sea fuerte y siga deleitándonos con su magia.
Todos los secretos para seducir mujeres clickando sobre mi nombre.
Publicado por: Aprende a seducir | 20/11/2011 19:18:21
Y no hay que olvidar su trabajo como acompañante de grandes vocalistas de jazz (Norma Winstone, Jeri Brown, Janis Siegel, Nancy King,...), sin duda uno de mis favoritos. En mi podcast podéis escucharlo con frecuencia.
Publicado por: david | 15/11/2011 21:23:26
yo le pude ver este verano en Vitoria y con B.Mehldau y J.kuhn creo que son eltrio de pianistas que nunca hay que dejar de ver.Fantasticos .
Publicado por: JOSE A. | 15/11/2011 18:33:02
Uno de mis pianistas actuales preferidos, junto con Mehldau y Pieranunzi...
Desde luego, el que pueda, que no se lo pierda...
Publicado por: Carpanta | 14/11/2011 22:55:28
Muy estimulante el piano de Hersch. Pero me temo que no me da la vida para ir al Festival de Jazz a verle...
Publicado por: Manu | 14/11/2011 14:22:20