Ante la ausencia en nuestro país de un evento en la línea del norteamericano Rock The Bells o del alemán Splash!, el aficionado español al hip hop y a la música negra urbana vive a expensas del interés que el género pueda despertar en los principales festivales musicales españoles. Y en un enclave geográfico en el que la inmensa mayoría de estos festivales están dedicados casi en exclusiva al pop-rock indie, al metal o a la electrónica de baile, las posibilidades de ver a algunos de los grupos y artistas más significativos del momento se reducen drásticamente a dos opciones: Sónar y Primavera Sound. El primero, por su condición de referencia dedicada a las múltiples vertientes de la música electrónica, siempre ha reservado un hueco en su programación para que el rap estuviera bien representado; el segundo, y a pesar de tener unas bases fundacionales claramente ligadas al rock independiente, ha manifestado un interés y una atención in crescendo por la materia que en esta edición que arranca hoy alcanza su máximo apogeo. Y todo ello con el agravante de las malditas cancelaciones de El-P y, sobre todo, de la reunión de Ultramagnetic MCs, que para muchos iba a convertirse en la materialización de uno de los sueños húmedos más recurrentes de nuestra particular carta a los Reyes Magos de cada temporada. Incluso con estas dos bajas el programa de este año del Primavera Sound contiene argumentos más que suficientes para motivar que el b-boy y el urbanita de gustos exquisitos se dejen caer por el Parc del Fòrum de Barcelona.