Muro de sonido

Sobre el blog

Conciertos, festivales y discos. Auges y caídas. Y, con suerte, sexo, drogas y alguna televisión a través de la ventana de un hotel. Casi todo sobre el pop, el rock y sus aledaños, diseccionado por los especialistas de música de EL PAÍS.

Eskup

¡Esto no es una película de terror!

Por: | 31 de enero de 2013

 

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Trish Keenan, vocalista de Broadcast, falleció en enero del 2011 debido a las complicaciones derivadas de una neumonía que había contraído durante un viaje a Australia. La tragedia llegaba de manera súbita y prematura, apenas dos años después de la publicación de Broadcast & the Focus Group Investigate the Witch Cults of the Radio Age (Warp, 2009), un mini-elepé que suponía un prometedor punto de inflexión tras quince años de carrera. Por primera vez las texturas primaban sobre la melodía, culminando las experiencias previas en materia de cut-up y minimalismo ambiental de Tender Buttons (Warp, 2005). En palabras de su compañero James Cargill, "la muerte de Trish nos sorprendió en un periodo especialmente creativo, lo que hizo que su pérdida resultase todavía más dolorosa e irreparable". Al volver a escuchar el disco, el oyente experimenta una sensación de ausencia y desasosiego, por lo que pudo ser... ¿y nunca será? "Trish había dejado grabadas un montón de canciones que espero vean la luz en el futuro", anunciaba Cargill recientemente en una entrevista. "Todavía requieren de mucho trabajo, así que no sé para cuándo estarán listas... Pero habrá un nuevo álbum de Broadcast con Trish, eso puedo asegurarlo".

Mientras uno espera a que llegue ese momento, conviene acercarse a la banda sonora de Berberian Sound Studio, el último trabajo de Broadcast firmado en vida de Keenan. Escrita y dirigida por el cineasta británico Peter Strickland, se ha convertido en una de las triunfadoras de los British Independent Film Awards de este año, incluyendo los premios a mejor director, mejor actor y mejor diseño de sonido. Precisamente es en este último apartado donde se encuentran las mayores virtudes de una película audaz -incluso fascinante- que discurre como una pesadilla metafísica y en la que la clave del misterio no reside tanto en lo que se ve, como en lo que se escucha.  

   

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A vueltas con el mejor debut de la historia

Por: | 29 de enero de 2013

Illmatic - Front

De la misma forma que muchos artistas invierten sin éxito toda una vida para forjarse una reputación y llamar la atención de la industria, la propia comunidad de músicos, el público y los medios, los hay, aquellos a los que llamamos genios, que apenas necesitan un momento para acaparar todas las miradas y expectativas. El rapero de Queensbridge Nas tuvo suficiente con una estrofa en “Live At The Barbeque”, himno del grupo Main Source, y con su primer single, “Halftime”, para generar el runrún más ruidoso y unánime que se ha sentido y vivido nunca en Nueva York alrededor de un rapero. Cuando Nas se presentó al mundo tenía 17 años, pero ya entonces tenía a la escena hip hop de la Costa Este a sus pies. Solo así se entiende que el escuadrón más deslumbrante de productores de la época y que una multinacional como Sony invirtieran dos años en la grabación del debut de un chaval del que oficialmente solo constaba una estrofa y que en las calles de la Gran Manzana no se hablara de otra cosa meses antes de la aparición de su puesta de largo. “Illmatic”, publicado en 1994 y ahora felizmente reeditado en una edición de lujo que incluye todo tipo de golosinas para deleite orgásmico de fans y neófitos, no solo confirmó al detalle todas las expectativas que había generado a su alrededor, sino que también desplegó todos los argumentos posibles para reivindicarse como el mejor debut de todos los tiempos y, para quien esto escribe, el mejor disco de hip hop de la historia. Sí, por encima incluso del “It Takes A Nation Of Millions To Hold Us Back” de Public Enemy. ¿Herejía? No tanto.  

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Réquiem por Django

Por: | 24 de enero de 2013

Boss Nigger

No sé si a ustedes les habrá pasado lo mismo con lo nuevo de Quentin Tarantino pero, por lo que a mi respecta, salí bastante decepcionado del cine. Algo que no me había pasado hasta la fecha con ninguna de sus películas, dicho sea de paso. No he sido el único: Gerard Casau señalaba en su crítica del viernes pasado que nos encontramos ante su primera obra huérfana de imágenes, mientras que a Toni Junyent le resultó demasiado rutinaria, dejándole contento, pero vacío. Ambos coinciden en resaltar el escaso brío de su banda sonora, siendo precisamente uno de los puntos fuertes del responsable de Pulp Fiction. Si el recuerdo de Stealers WheelsDick DaleThe DelfonicsNancy SinatraDee, Dozy, Beaky & Mick o David Bowie permanece asociado a cada una de sus historias... ¿cómo es posible que Jim Croce Johnny Cash se muestren incapaces de transmitir la más mínima emoción a sus nuevas imágenes? Me inclino a pensar que tal vez se deba a que, por primera vez en su cine, la planificación de cada secuencia parece supeditarse al subrayado musical en lugar de a la narración cinematográfica.

Django Desencadenado es puro exceso; en forma y espíritu. Un capricho antes que un homenaje cinéfilo. O si lo prefieren, un remix turulato en el que se combinan materiales tan volátiles como perecederos. Pero sobre todo -y ese es su mayor defecto- un entretenimiento sin entidad. No olvidemos de lo que había sido capaz, partiendo de premisas similares: Kill Bill y Malditos Bastardos, donde la sombra del spaghetti western ya tomaba las riendas del cine de artes marciales y hazañas bélicas. 

Pero ya que estamos, sigamos hablando de música...

 

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Marathon Masada: dramatis personae

Por: | 22 de enero de 2013

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Desde que se concretó el contenido del apabullante Masada Marathon que tendrá lugar en el Heineken Jazzaldia 2013, el evento ha levantado mucha polvareda en los pasillos del jazz de nuestro país. No es para menos, la presencia de John Zorn y su escudería va más allá del mero cabeza de cartel: es todo un micro-festival dentro del festival. No sólo por su composición multigrupal, sino porque es un evento con entidad propia, además de un hito para la programación musical de la ciudad.

Según lo anunciado, el programa se compondrá de doce actuaciones de duración indeterminada, repartidas a lo largo de las alrededor de cuatro horas que suelen durar los maratones de Zorn. No es la primera vez que se hace, ni mucho menos, pero sí la primera que tiene lugar en nuestro país. El único precedente es el impresionante Complete Masada que pudimos presenciar en Barcelona a finales de junio de 2007, pero en aquella ocasión el evento constaba de cinco conciertos de duración estándar repartidos en dos días. En realidad, aquel era un concepto en pañales comparado con el mastodóntico Marathon Masada, un autentico tour de force creado alrededor de la prodigiosa pluma de Zorn.

La música que sonará en San Sebastián vendrá principalmente del segundo libro de Masada, el denominado Book Of Angels o Masada Book Two. 10 años después de escribir las composiciones sobre las que se construyó el universo original de Masada, Zorn escribió 300 piezas más (en sólo tres meses) y decidió encomendar su grabación a artistas de su entorno completamente dispares, produciendo entregas que van desde la intimidad del piano solo al desenfreno caótico de formaciones sin ninguna frontera estilística. Todas las composiciones (y los discos) van firmadas por Zorn y, aunque en algunos grupos participa como conductor (a la manera de un director de orquesta), no toca en prácticamente ninguno (tan sólo un tema en el volumen 12, junto al Masada Quintet).

A continuación, una pequeña guía de los diferentes grupos y proyectos que se escucharán en el Marathon Masada del Jazzaldia, junto a algunas referencias discográficas para ilustrar lo que se nos viene encima.

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Britpop: La historia lo absolverá

Por: | 15 de enero de 2013

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En abril de 1993 la revista musical británica Select sacó en portada a un tipo llamado Brett Anderson, líder de unos tales Suede, envuelto en una Union Jack y adornado con un titular que rezaba: “Yanks go home”. La tesis del artículo que acompañaba tan osada propuesta era que había llegado el momento de que el público británico se olvidara del grunge, de gente que no utilizaba desodorante y se quería morir, de tipos sin aspiraciones más allá de su supuesto arte, de falsos colegas que admitían ser como tú y como yo, olvidando que tanto tú como yo ya tenemos suficiente con soportar una versión de nosotros mismos. Además de los mencionados Suede –se logró que entraran en los Brits, dominados aquel año por genios de la modernidad del calibre de Enya y Annie Lenox-, la pieza incluía elogiosos artículos sobre tres bandas: Denim, St. Etienne y The Auteurs. Todos ellos iban a liderar el resurgir de un nuevo pop británico que se acababa de sacudir los complejos de la generación Indie de los 80, aquella que se debatía entre el timorato intelectualismo de residencia de estudiantes, el feminismo colegial, la observación continuada de los movimientos de los propios pies y la beligerancia frente a una Thatcher que había tratado de acabar con la clase obrera, hasta que descubrió que era mucho mejor aniquilar el orgullo de clase que la clase misma. Después de todo, tal vez ya no necesitaba mineros, pero sí cajeras de supermercado. En los 90, por fin, todos íbamos a ser de clase media, y para ello necesitaríamos un pop acorde con nuestra realidad. Un pop con aspecto de producto independiente, pero glamuroso, que satisficiera nuestras nuevas aspiraciones de infiltrarnos en la cultura masiva y sacudir sus cimientos a golpe de single de SupergrassSpielberg les ofreció ser los nuevos Monkees y lo rechazaron-, rima de Noel Gallagher (me siento supersónico, dame un gintónic y bla bla bla) y plagio de Elastica. Si no hubiera existido el “Girls and boys” de Blur jamás hubiésemos tenido Ryanair. Pero todo eso ya pasó, y es muy probable que jamás vuelva. La prueba de ello es que el día en que Suede decide lanzar su primer tema original en 11 años, va David Bowie y hace lo mismo. ¿Se puede ser más gafe?

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Roy Eldridge en 5 piezas

Por: | 08 de enero de 2013

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Como ocurre con todos los grandes interpretes, su voz es inconfundible. Su sonido y su estilo son exclusivamente suyos. Considerado comúnmente el eslabón entre Louis Armstrong y Dizzy Gillespie, su contribución a la trompeta va mucho más allá de ser un puente entre tradición y modernidad. Inspirado tanto por Armstrong (vía Henry ‘Red’ Allen, Red Nichols y Rex Stewart) como por saxofonistas como Benny Carter y Coleman Hawkins (en ellos se encuentran las principales raíces de su fraseo), Eldridge fue –y sigue siendo– uno de los principales y más influyentes trompetistas de la historia del jazz.

Artie Shaw compuso el tema “Little Jazz” para él, a partir del apodo que le había puesto Otto Hardwick a principios de los años 30 (y que le acompañaría toda su vida) aludiendo, posiblemente, a su estatura. Su jazz tenía bien poco de pequeño.

He aquí una escueta selección con algunos grandes momentos de la carrera de Roy Eldridge, un menú degustación para descubrirle o recordarle. No es una antología ni un “best of”; sólo un puñado de temas extraordinarios.

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Doce discos para creer en el 2013

Por: | 01 de enero de 2013

Azealia

No deja de ser desconcertante leer o escuchar las opiniones de aquellos desencantados que creen que 2012 no ha sido un buen año para la música. No lo ha sido desde un punto de vista industrial, pero desde un punto de vista creativo diría que todo lo contrario. Sobre todo porque quien esto escribe considera, precisamente, que hemos dejado atrás doce meses muy excitantes y motivadores en lo que a descubrimiento de nuevas voces o el redescubrimiento de viejas se refiere. El repaso a las listas de lo mejor del año, sigan la editorial que sigan, habla muy bien de la cosecha sonora reciente y, lo que es más importante, permite pensar que 2013 puede ser igual de satisfactorio o incluso mejor. Una idea que se refrenda cuando revisas los lanzamientos que están por llegar en los próximos meses. Y ni tan siquiera hace falta viajar muy adelante en el tiempo: el primer trimestre de este año que justo hoy arranca es ilusionante y prometedor y ya nos permite hacer conjeturas de todo tipo. Las listas y las profecías apocalípticas sobre el fin del mundo ya son historia: bienvenidos a la música del nuevo mundo.

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El País

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