Muro de sonido

Sobre el blog

Conciertos, festivales y discos. Auges y caídas. Y, con suerte, sexo, drogas y alguna televisión a través de la ventana de un hotel. Casi todo sobre el pop, el rock y sus aledaños, diseccionado por los especialistas de música de EL PAÍS.

Eskup

La importancia de llamarse Lil Wayne

Por: | 26 de marzo de 2013

Waynee

El marketing aplicado al hip hop ha llegado tan lejos en los últimos años que el lanzamiento de I am not a human being II, décimo disco en estudio del rapero de Nueva Orleans Lil Wayne, que sale hoy a la venta, ha llevado a más de uno a sospechar de la veracidad de las últimas noticias relacionadas con el artista. Su reciente paso por el hospital, que se ha saldado con rumores de todo tipo –desde una extremaunción a varias apoplejias, pasando por una sobredosis de sirope de codeína, todo aún por confirmar–, ha dado combustible a las lenguas viperinas que ven conspiraciones o campañas de promoción en cualquier movimiento previo a la aparición de un nuevo álbum. Pero más allá de teorías ficción de quienes sospechan o desconfían hasta de su familia, lo cierto es que si no se ha hablado apenas de este regreso discográfico y sí de los problemas extra musicales del rapero es por un motivo claro: el paralelismo entre su degradación personal y su decadencia artística, dos vasos comunicantes e indisociables cuando se trata de explicar la progresiva caída artística –que no comercial– de quien estaba predestinado a convertirse en la mayor y más rentable estrella del firmamento hip hop.

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‘Discos Raros’: una charla con Angela Sawyer

Por: | 21 de marzo de 2013

Weirdo
 

“La gente me pregunta a menudo cómo he terminado en esto de la música rara”, me confiesa Angela Sawyer. “Y la única respuesta que se me ocurre es ésta: disco a disco. Como coleccionista, seguro que sabes a lo que me refiero. Ordenando tus estanterías descubrirás que tu perfil no es precisamente el de un vendedor de seguros”. Touché. Al hacer limpieza en casa, uno puede echarse a temblar ante de la cantidad de material que ha sido capaz de acumular a lo largo de los años. Y en el mejor de los casos, entusiasmarse como un niño pequeño al redescubrir algun tesoro olvidado en el fondo de un armario. La clase de sensación que no se puede comprar con dinero. “Me siento una privilegiada al poder pasar el resto de mi vida rodeada de música maravillosa”.

Angela sabe muy bien de lo que habla. Lleva más de veinte años en el negocio y el paisaje que nos pinta de Boston es lo más parecido al paraíso para los adictos al vinilo: la oferta es abundante y variada, los precios económicos y los dependientes de confianza. Y su tienda, Weirdo Records, no es una excepción. “Al principio vendía los discos desde mi apartamento, a través de internet. Empecé con menos de diez referencias y poco a poco el catálogo fue creciendo a un ritmo sorprendente, así que tres años después monté la tienda”.

 

Se trata de un local diminuto que abrió sus puertas en 2009 y con el tiempo se ha ido consolidando como una de las tiendas más especializadas del país... y tal vez del mundo. “El nombre es lo suficientemente directo como para dedicarme en exclusiva a las rarezas, en cualquier tipo de formato”. Entre sus existencias el visitante puede toparse con elepés de surf paquistaní, raperos de Mali que abusan del autotune y organistas del cine mudo. “También tenemos el disco de unos tíos que se electrocutan unos a otros para grabar sus gruñidos y otro del siseo registrado al acercar cintas vírgenes a unos imanes. ¡El pan nuestro de cada de día en Weirdo Records!”.

Los primeros síntomas de la adicción de Ángela a los sonidos exóticos se manifestaron durante sus años universitarios. “Empecé a escribir sobre música en la facultad, donde me licencié en Filosofía Antigua gracias a una tesis sobre Sun Ra. Aunque realmente aquello no tenía nada que ver con mi carrera, me sirvió para aprender muchísimo”. Desde entonces son varias las revistas que publican sus textos y todavía le queda tiempo para prologar antologías discográficas y reseñar discos en la página web de la tienda. Me comenta, como si tal cosa, que hace unas semanas llegó a la número quince mil.

 

 

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Las-ketchup

El 13 de mayo de 1993, el Gobierno español se veía obligado a devaluar la peseta un 8%. El por entonces Ministro de Economía, el socialista (no se rían, que pudo ser peor) Carlos Solchaga atribuía la decisión, la tercera de este mismo cariz tomada desde septiembre del año anterior, a la incertidumbre política, sin duda, acrecentada por unas recientes declaraciones del por entonces líder de la oposición, José María Aznar. El candidato del PP había pedido una bajada inmediata del tipo de interés, que por entonces rondaba el 13%. Según fuentes de la City londinense, estas palabras de Aznar advertían sobre su intención de suavizar la política monetaria española en caso de ganar las próximas elecciones, lo que empujó a los cambistas a subir un poco más su apuesta por la devaluación. Esa misma mañana se habían conocido los nuevos datos del paro. El número de desempleados en el país había aumentado en 250.000 durante el primer trimestre del año, situando la cifra total en 3,3 millones. A pesar de la recesión (España cerraría el año con un crecimiento negativo del 1,03%), la inflación no daba tregua. Y es que ese mismo jueves negro también se conocían los datos del IPC, que subía un 0,4%, situando la tasa interanual en el 4,6%, muy por encima de las previsiones del Gobierno y de lo sostenible para una población que vería acabar el año con una tasa de paro del 23,9% y la aprobación de la Ley Financiera, que, entre otras cosas, bajaba la prestación mínima para parados sin hijos del 100% del salario mínimo al 75%. Dos meses después de este jueves negro, un dúo sevillano llamado Los del Río editaba un tema titulado La Macarena. La semilla de la recuperación económica del país acababa de sembrarse.

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La expansión neoclásica en territorio pop

Por: | 12 de marzo de 2013

Nils-frahm

La publicación del nuevo disco del compositor islandés Ólafur Arnalds, ese “For Now I Am Winter” del que ya hemos hablado ampliamente estos últimos días, ha permitido descubrirle al mundo a uno de los nombres de cabecera de todo un núcleo de creadores que parten de premisas limítrofes con la música clásica y las expanden hacia posiciones expresivas y estéticas cercanas a un público y una sensibilidad que tiene más cosas en común con el ámbito indie y el ámbito electrónico que con los circuitos académicos o cultos. A este pelotón de artistas se les engloba, por azar de las etiquetas o simple perversidad periodística, en el saco de los autores neoclásicos, y aunque manifiestan discursos, registros e ideas muy dispares entre sí todos ellos parecen compartir algunos aspectos cruciales para entender su música como un mapa sonoro alternativo al canon clásico dispuesto a conquistar nuevos horizontes. Arnalds, como Max Richter, Peter Broderick, Dustin O’Halloran o Nils Frahm, entre muchos otros, son los culpables de que el público joven aficionado a la música independiente esté familiarizado e incluso interesado en sonoridades e influencias hasta ahora impensables. La clásica y el pop, más cerca que nunca.

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El mejor curry de pescado que he probado en mi vida

Por: | 09 de marzo de 2013

por JOAN BIBILONI

PeticionImagenCASVABES
¡Hola Kevin! El recuerdo toma protagonismo y se convierte en un presente activo que nunca ha dejado de existir. Es mi complicidad contigo, mi respeto y además, definitivamente, un cierto grado de envidia sana. Cocinabas un curry de pescado espectacular ¡El mejor que he probado en mi vida!

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Umberto: en la boca del miedo

Por: | 07 de marzo de 2013

  Umberto

 (Ilustración: Emanuel Cunha)

La primera vez que escuché hablar sobre Matt Hill tocaba los teclados y el bajo en Expo 70. Un amigo me los descubrió hace un par de años y, aunque hacía tiempo que no lo escuchaba, Where Does Your Mind Go? (Immune, 2010) ha vuelto a sonar a todo trapo en el plato. Desde la perspectiva adecuada, canciones como Night Dusting the Atmosphere y Ancient Hawk Soul Takes Flight pueden interpretarse como una versión cósmica y expansiva de lo que terminaría siendo Umberto, su proyecto instrumental en solitario. Puede que sus discos junto a Justin Wright, Journey Through Astral Protection (Immune, 2012) o Psychic Funeral (Ruralfaune, 2009), no presentaran alusiones demasiado explíctas en lo cinematográfico, pero sus incursiones en el kosmiche siempre tuvieron bastante de banda sonora y pueden llegar a resultar inquietantes. Como la coincidencia de repetir el nombre de una de sus canciones, Black Candles, en lo que parece ser un reiterado homenaje al título internacional de Los ritos sexuales del Diablo de Jose Ramón Larraz. Conjeturas, en fin, que han de esperar a ser confirmadas por el propio Matt, quien hoy mismo presenta en Madrid su nuevo disco como Umberto, Confrontations (Not Fun Fun, 2013). Mañana lo hará en Valencia y pasado en Barcelona.

 

En su adelanto, Night Fantasy, se intuye una mayor influencia del italo palpitante de Giorgio MoroderLa admiración que profesa por John Carpenter convive también con Harold Faltermeyer y los últimos Trans Am y la imaginería esotérica de sus primeros discos ha cedido espacio a referentes propios de la ciencia ficción. Como el ensayo del ufólogo francés Jacques Vallée que da nombre al disco y aborda las implicaciones espirituales de las abudcciones y el fenómeno OVNI. 

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Made To Break: romper antes de usar

Por: | 05 de marzo de 2013

MadetoBreaklive ©CesarMerino

Una expresión tan común como “universo musical” alcanza un significado casi exacto cuando hace referencia a un tipo como Ken Vandermark. Lo suyo no es un paisaje, ni un mundo, ni una constelación; calificar su obra de universo es más que apropiado. Con una producción que desafiaría lo razonable si hablásemos de toda una vida, con sólo 48 años el saxofonista tiene una carrera tan variada, documentada y poliédrica que resulta toda una empresa intentar abarcarla, aunque sólo sea desde el punto de vista discográfico. Al mismo tiempo, como si de la gran novela de Cortázar se tratase, abrirla por cualquier sitio y comenzar a degustarla a partir de un capítulo al azar, es en sí misma una experiencia plena y recomendable.

Paradigma del músico comprometido, Vandermark ha hecho de la ausencia de fronteras musicales su propia ley, mezclando jazz, rock, punk, música contemporánea, noise, funk, libre improvisación y cualquier género que le resulte estimulante. Por otro lado, siendo –casi– una figura de culto, nunca ha dejado de tirarse al barro, viviendo prácticamente en la carretera, llevando incansablemente cualquiera de sus proyectos por todo el planeta y tocando para quienes quieran escucharle. La total atención de 10 espectadores es más importante que la asistencia de 100. Las ideas, la música, el oyente. Todo lo demás es superfluo.

Esta semana, el saxofonista visita de nuevo nuestro país para presentar el primer álbum de uno de sus proyectos recientes más interesantes: Made To Break. Un potente supergrupo cargado de riffs infecciosos y fascinantes desarrollos que actuará esta noche en el Nasti de Madrid, mañana miércoles en el Jimmy Glass de Valencia y el jueves en el Kafe Antzokia de Bilbao.

Junto a Devin Hoff, mítico bajista de Xiu Xiu y de la banda de Nels Cline, su fiel Tim Daisy (baterista esencial de la escena de Chicago) y el visionario maestro de la electrónica Christof Kurzmann, Vandermark volverá a hacer caer las mandíbulas con su contundente cóctel de jazz, post-rock y electrónica.

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El País

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