Una expresión tan común como “universo musical” alcanza un significado casi exacto cuando hace referencia a un tipo como Ken Vandermark. Lo suyo no es un paisaje, ni un mundo, ni una constelación; calificar su obra de universo es más que apropiado. Con una producción que desafiaría lo razonable si hablásemos de toda una vida, con sólo 48 años el saxofonista tiene una carrera tan variada, documentada y poliédrica que resulta toda una empresa intentar abarcarla, aunque sólo sea desde el punto de vista discográfico. Al mismo tiempo, como si de la gran novela de Cortázar se tratase, abrirla por cualquier sitio y comenzar a degustarla a partir de un capítulo al azar, es en sí misma una experiencia plena y recomendable.
Paradigma del músico comprometido, Vandermark ha hecho de la ausencia de fronteras musicales su propia ley, mezclando jazz, rock, punk, música contemporánea, noise, funk, libre improvisación y cualquier género que le resulte estimulante. Por otro lado, siendo –casi– una figura de culto, nunca ha dejado de tirarse al barro, viviendo prácticamente en la carretera, llevando incansablemente cualquiera de sus proyectos por todo el planeta y tocando para quienes quieran escucharle. La total atención de 10 espectadores es más importante que la asistencia de 100. Las ideas, la música, el oyente. Todo lo demás es superfluo.
Esta semana, el saxofonista visita de nuevo nuestro país para presentar el primer álbum de uno de sus proyectos recientes más interesantes: Made To Break. Un potente supergrupo cargado de riffs infecciosos y fascinantes desarrollos que actuará esta noche en el Nasti de Madrid, mañana miércoles en el Jimmy Glass de Valencia y el jueves en el Kafe Antzokia de Bilbao.
Junto a Devin Hoff, mítico bajista de Xiu Xiu y de la banda de Nels Cline, su fiel Tim Daisy (baterista esencial de la escena de Chicago) y el visionario maestro de la electrónica Christof Kurzmann, Vandermark volverá a hacer caer las mandíbulas con su contundente cóctel de jazz, post-rock y electrónica.
Han pasado veinte años desde aquel “Big Head Eddie” que abrió su discografía (1) y catorce desde que la prestigiosa Fundación MacArthur le concediese su “beca para genios”, una subvención (y reconocimiento) destinada anualmente a un puñado de ciudadanos norteamericanos que muestren méritos excepcionales y perspectivas de continuar y seguir desarrollando su trabajo creativo. En aquel entonces causó cierto revuelo que un músico tan joven y desconocido fuese beneficiario de un galardón que, hasta aquel momento, sólo había caído en manos de muy pocos músicos de jazz, y todos ellos vacas sagradas como Cecil Taylor, Ornette Coleman, Max Roach o Ran Blake.
Vandermark utilizó parte de los 265.000 dólares de la beca para sellar la conexión transatlántica entre Chicago y Europa, poniendo en órbita el apabullante Chicago Tentet de Peter Brötzmann y formando su propia orquesta intercontinental, la Territory Band. Desde entonces no ha dejado de cumplir los preceptos de la beca, desarrollando y ampliando una obra que, a día de hoy, es parada obligada para entender el jazz de principios del siglo XXI.
Made To Break es el capítulo más reciente de una historia que no deja de escribirse. Con The Vandermark 5 –el que fuera su grupo más representativo– desmantelado y los momentos más destacables de su obra reciente repartidos entre formaciones pequeñas, encuentros con diferentes improvisadores y su extraordinario Resonance Ensemble, Made To Break podría convertirse en la nueva gran apuesta de Vandermark.
Siguen en la palestra su Double Tandem (junto a Paal Nilssen-Love y Ab Baars), Side A (junto a Havard Wiik y Chad Taylor), el recién estrenado colectivo Platform 1 (con el que estuvo tocando en España hace pocos meses), sus dúos con Paal Nilssen-Love y Tim Daisy y su arrollador Lean Left (colaboración del dúo Vandermark/Nilssen-Love con Andy Moor y Terrie Ex de la histórica banda holandesa de punk The EX), entre muchos otros proyectos. Al mismo tiempo, una mastodóntica caja de 7 CDs inéditos publicada por el sello Not Two, ha servido para rescatar uno de sus grupos más emblemáticos, el DKV Trio (junto a Kent Kessler y Hamid Drake).
Con todo esto alrededor, Made To Break parece aglutinar gran parte del imaginario de Vandermark: en el grupo hay lugar para la improvisación, para desarrollar pasajes de construcción sonora y para zigzagueantes líneas de bajo llenas de groove, recuperando, al mismo tiempo, el elemento de la electrónica de mano de Kurzmann (como ya hiciesen Lasse Marhaug y Kevin Drumm en el pasado).
Tal vez el germen del grupo pudiera estar en Powerhouse Sound, banda que nació en Oslo con una formación Europea y que, de vuelta en Chicago, se convirtió en un auténtico supergrupo gracias a la militancia de Jeff Parker y John Herndon –capitostes de Tortoise– en el mismo. En su primera versión, la banda contaba con la electrónica de Marhaug, aunque en su contrapartida norteamericana esta se vio sustituida por la guitarra de Parker.
El espíritu de aquel proyecto tiene algunas semejanzas con esta nueva banda, aunque Vandermark es ahora un músico más maduro y Tim Daisy es un batería más dúctil y reflexivo que Nilssen-Love o Herndon, lo que acaba reflejándose en una música que mantiene la contundencia de aquellos Powerhouse Sound sin renunciar a la experimentación ni a la alta cantidad de matices de la obra de Vandermark en los últimos tiempos.
Así lo sentencia “Provoke”, primera grabación del grupo que saldrá a la venta el próximo 18 de marzo en el sello Clean Feed, y que poco después se verá complementada por otra maravilla discográfica llamada "Lacerba" y publicada exclusivamente en vinilo (también por Clean Feed). Hasta entonces, podemos ser testigos de excepción del desarrollo de Made To Break en su gira por nuestro país esta semana. Si suena la mitad de bien que el disco, merecerá la pena, creedme.
Decía al principio que lo de Vandermark es un auténtico universo musical. También la fascinante obra de este compositor, saxofonista, clarinetista y líder, como ocurre con el universo, se expande. A dónde puede llegar, no lo sabemos; pero cada nueva creación es un excitante episodio que merece la pena contemplar con atención.
(1) En realidad, la primera referencia discográfica de Vandermark fue “Concert For Jimmy Lyons”, a dúo con Curt Newton, pero sólo fue editado en una pequeña tirada en cassette.
Hay 4 Comentarios
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aunque estas bandas mamaron todas el post-hardcore de Chicago de primeros noventa, que molaba más. Ahora hacen música puretilla, rollo programa nocturno de cadena de televisión local.
Publicado por: Nacho | 05/03/2013 15:10:44
son carísimos esos discos, habrá que bajarlos, de 60 euros en vinilo no bajan, sólo aptos para ricos. Tengo todo del chicago underground, desde Chicago Odense Ensemble hasta Mostly other people do the killing, Isotope 217, etc...Aquí un fan. El jazz moderno es eso. El jazz moderno lo inventó Tortoise
Publicado por: Nacho | 05/03/2013 15:03:39
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Publicado por: Serpico | 05/03/2013 8:30:17