En 2012 un sexagenario de sienes plateadas comparecío ante el público asistente al TIFF - Festival Internacional de Cine de Transilvania durante la proyección especial del Vampyr (1932) de Carl Theodore Dreyer. Parapetado tras un par de antediluvianos magnetofones, Rodion Ladislau Rosca acompañó las imágenes manipulando unas cintas registradas hacía más de cuatro décadas y que permanecían inéditas... hasta ahora. En The Lost Tapes (Strut/Popstock, 2013) asistimos al alumbramiento de un sonido revolucionario que se posiciona a favor del kraut y en contra del sinfonismo barroco. Un puñado de grabaciones, concebidas en la intimidad de un estudio casero entre 1978 y 1984, que recuperan el legado analógico de un autor con trazas de visionario. Ritmos crudos, arreglos complejos y sorprendentes cambios de tercio que fueron relegados al ostracismo bajo el régimen de Ceaușescu. "El reconocimiento resulta especialmente doloroso porque llega demasiado tarde", reflexiona con amargura. "Incluso aunque me convirtiera en millonario, llega demasiado tarde. Me destrozaron la vida". Rodion se enfrenta a una cirrosis quística que no entiende de cifras de ventas ni prórrogas honoríficas.
Uno de los principales artífices de su reivindicación artística se llama Sorin Luca, un blogger y cineasta rumano consagrado a despejar las numerosas incógnitas que rodeaban su figura. Su documental Imagini din vis lleva gestándose desde 2009 y supone el primer acercamiento a su obra, incluyendo material audiovisual que nos remonta a principios de los años setenta. De su estrecha colaboración con Future Nuggets, un colectivo de productores y músicos con sede en Bucarest, surgió la posibilidad de remasterizar aquellas grabaciones artesanales. "Cuando las escuché por primera vez no me podía creer que nadie las hubiese publicado antes", suscribe Ion Dimitrescu, cabecilla de FN. "Existe poca tradición de música electrónica en nuestro país, así que nos sentimos obligados a hacer algo al respecto".
Veinticinco años después Rodion volvía a subirse a un escenario y era saludado como un pionero. "Nunca pensé que llegaríamos a esto", reconoce el músico con humildad. "En la radio y en la prensa dicen de mi que soy el padre de la música electrónica y new wave rumana y, la verdad, me sorprende mucho. Me resulta extraño. No consigo entender como es posible. Me cuesta creer que sea cierto". El revuelo mediático alcanzó a Stevie Kotey de Ambassador's Reception, responsable del recopilatorio Sounds of Unheard From Romania y el elepé de Steaua de Mare. Su entusiasmo por el proyecto dio pie a la espléndida edición al amparo de Strut Records, refiriéndose a su música en los siguientes términos: "a veces suena como si Black Sabbath versionasen a Tangerine Dream y otras como si Kraftwerk fuesen interpretados por Emerson Lake and Palmer".