Queríamos levantarnos a las 8:30 de la mañana, pero el jet lag ha hecho el trabajo por nosotros. A las 10 ya estábamos en el Convention Center, el centro neurálgico del festival, para recoger nuestras acreditaciones y pulseras.
A partir de aquí empieza de verdad el festival, y se hace necesaria una nueva explicación. Con más de cuatro mil artistas, la mayoría ofreciendo más de dos conciertos durante estos días en un centenar largo de salas oficiales y no oficiales, es obvio que cada persona vive un festival absolutamente diferente, como en un libro de Elige tu propia aventura. Hay tantas opciones disponibles que cada decisión que tomes de ir a ver algo implica que te vas a perder un número muy superior de conciertos tan o más interesantes que el que has escogido. Como decía ayer un tuit de la web Drowned In Sound, se puede evitar tener celos del SXSW si piensas que incluso los que estamos aquí vamos a acabar viendo menos de un 1% de la acción. Esto es completamente inabarcable.
Otros años he asistido como programador, con el objetivo de ver todos los conciertos posibles y acumular información interesante para mi trabajo. En 2007 contabilicé hasta cincuenta conciertos diarios en mi haber, en unas quince horas de festival entre conciertos de día y showcases oficiales de noche; claro que en algunos duraba solo una canción y media, antes de optar por marcharme a probar con otro. En los últimos dos años, en cambio, he venido por mi cuenta acompañando a grupos: el año pasado a los franceses Alba Lua, este año a los madrileños The Parrots. En estos casos, mi festival se centra más en las necesidades y preferencias del grupo con el que viajo: sus conciertos, por supuesto, pero también sus entrevistas promocionales, reuniones de trabajo o incluso el rodaje de un videoclip.
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Nada más salir del Convention Center nos dirigimos al pop-up studio de Converse Rubber Tracks. Nos han invitado a un desayuno de tacos y cervezas y conocemos por fin en persona a la gente de la agencia Cornerstone, con quienes hemos tenido un trato muy estrecho este año. Muy estrecho, sí, pero hasta ahora limitado al correo electrónico; así que, para variar, pensaban que Joan era un nombre de chica. Hasta que me ven llegar con el bigote por delante, claro.
Salimos de allí como niños con zapatos nuevos –porque nos han regalado zapatillas, en efecto- y nos dirigimos a la carpa de Sounds From Spain, donde está actuando Soledad Vélez. Allí The Parrots tienen una entrevista con Paula Quintana para Radio 3 y otra para TVE, pero aunque en la carpa se reparten platos de paella nos vamos enseguida al acabar, para seguir con nuestra ruta de day parties.
Las fiestas de día, en su mayoría no oficiales y fuera de programación, son sin duda lo mejor del festival. En muchas de ellas hay comida gratis, en la mayoría hay al menos bebida gratis o algún tipo de atractivo extra, pero lo mejor es que suelen ser los sitios donde aún puedes ver a los artistas que te interesan sin grandes agobios ni colas interminables. Muchas day parties se celebran en las mismas salas que se convierten en recintos oficiales a partir de las siete de la tarde, pero en muchos otros casos se hacen en carpas erigidas en zonas de aparcamiento, en los jardines de las casas, en descampados al otro lado de la I-35, en tiendas de discos o de ropa o donde buenamente se le ocurra a quien la organice. Hay day parties organizadas por marcas para promocionar su producto (que obviamente son las que tienen más bebida y comida gratis), otras por oficinas de exportación de distintos países, otras comisariadas por blogs y revistas musicales, y también fiestas que muestran el catálogo y los artistas de un sello discográfico o de una agencia de contratación determinados.
Pero el problema que tiene madrugar, y luego pasarte el día de una day party a otra, es que a las nueve de la noche ya estábamos derrengados tras doce horas de acción (que, en el caso de mis acompañantes, han incluido un buen rato de pogo desbocado en el concierto de Black Lips). Así que hacemos caso omiso de los mensajes de amigos que acaban de llegar a la ciudad, o que están disfrutando en este o aquel concierto y te animan a unirte, y optamos por la decisión más responsable. Mañana será otro día: el del primer concierto de The Parrots en Austin.
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