SXSW, día 3. Los conciertos

Por: | 14 de marzo de 2014

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Cuando nos despertamos por la mañana, nos esperan montones de mensajes de amigos y familiares: de madrugada, un borracho que conducía huyendo de la policía ha entrado a toda velocidad en la calle Red River y ha arrollado a la gente que hacía cola enfrente del club Mohawk para ver a Tyler the Creator. Hay al menos dos muertos y decenas de heridos.

Nosotros estábamos ya en casa y no nos enteramos de nada, pero la sensación de zozobra es común a todos los que nos encontramos aquí. Cualquiera que haya estado en Austin conoce el Mohawk, y todos hemos esperado en colas en mitad de la calle para entrar a algún concierto. Mi amiga Lara (ex Undershakers, ahora en Petit Pop) estaba en esa fila esperando para entrar al Mohawk, pero cansada de esperar se marchó a ver a Lisa Marie Presley. Salvada por la hija del Rey.

Las primeras horas son un poco inciertas. No se sabe muy bien si es lo apropiado seguir adelante con las fiestas y las celebraciones después de lo que ha pasado, pero por otra parte la música es el motivo por el que decenas de miles de personas se han desplazado hasta aquí. Avanzada la mañana, la organización envía un comunicado para anunciar que la programación sigue adelante y nos disponemos a salir hacia el primer concierto de The Parrots en el SXSW.

El LOT323 es una carpa levantada en un parking al aire libre en la esquina de 4th Street y Colorado, un espacio enorme y bastante desproporcionado que aún parece estar en proceso de montaje cuando llega la hora del concierto de The Parrots. Poco después del mediodía, con un sol abrasador en la calle, el grupo ofrece un concierto más que digno para un público formado por unas diez personas, que se reparten en el espacio que podría ocupar una cancha de baloncesto. Sin darle mayor importancia (hay aún otros dos conciertos pendientes que pintan mucho mejor), salimos de allí y reanudamos la ruta de day parties, con uno de sus mejores momentos en el concierto de La Luz en la fiesta de la emisora KEXP ¡en una tienda de bicicletas!

A media tarde volvemos a casa para cenar con nuestros anfitriones, que nos quieren llevar a su restaurante tex-mex local, pero antes pasamos un buen rato jugando al badminton en su patio trasero. Bienvenidos a los Estados Unidos de América. Mientras estamos jugando, miramos al cielo y vemos cinco avionetas dibujando números en el cielo. Tardamos unos minutos en darnos cuenta de que están dibujando el número Pi: mañana es 14 de marzo, 3-14 en la terminología americana.

Acabada la cena temprana, volvemos al centro para –esta vez sí- catar la programación nocturna del SXSW en los aledaños de 6th Street. La calle está rebosante de gente y el ruido amplificado sale disparado de cada ventana y de cada portal entre las calles Brazos y Red River. A medianoche, el gerente de la sala en la que estamos esperando para ver a los neoyorquinos Total Slacker sube al escenario y pide unos momentos de silencio en recuerdo de las víctimas de la tragedia de la noche anterior. No sé si habrá sido autosugestión, pero me ha dado la impresión de que toda la calle enmudecía por unos segundos. Por poco tiempo, sin embargo: el silencio ha acabado rompiéndose en una explosión de júbilo que hemos multiplicado nosotros al celebrar el cumpleaños de Diego, cantante y guitarrista de The Parrots.

Tras ver un par más de conciertos llega la hora del cierre, y con ella los problemas para conseguir un taxi que nos lleve de vuelta a casa. Son miles de personas descarriadas, peleando por lo que parecen ser unos pocos taxis. De camino hacia la calle Congress nos cruzamos con una pareja de raperos negros con cara de pocos amigos, ella con el pelo teñido de rosa chillón en homenaje a Nicki Minaj. Como alguno de nuestra expedición se ha quedado atrás, llamo a nuestro anfitrión para que nos espere y le grito: “¡Mitch!”. La chica del pelo rosa, que en ese momento venía caminando en dirección opuesta, me mira con desprecio y me dice: “Did you just call me a bitch?”. Dejaré para otro momento las explicaciones, tan solo decir que he procurado no tener contacto visual con su novio, que ahora estoy aún de una pieza y que a partir de ahora voy a llamar a Mitch “Mr. Gottlieb”.

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Conciertos, festivales y discos. Auges y caídas. Y, con suerte, sexo, drogas y alguna televisión a través de la ventana de un hotel. Casi todo sobre el pop, el rock y sus aledaños, diseccionado por los especialistas de música de EL PAÍS.

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