Coachella: La Paris Hilton de los festivales

Por: | 22 de abril de 2014

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Cuando, en 2012, un holograma del finado rapero Tupac Shakur se convirtió en la principal atracción del Festival Coachella, el evento que se celebra desde los 90 en el desierto californiano, un pensamiento aterrador recorrió la mente de muchos: ahora todos los festivales van a querer su holograma, preparémonos para ver a Nino Bravo actuar junto a Love of Lesbian. La idea de que el evento californiano era el que marcaba las tendencias en el devenir de los demás festivales masivos se restringía para muchos a la confección de su cartel, a ciertos detalles en la disposición de escenarios. O a lo que sea en que se fija un organizador de este tipo de montajes cuando visita los de la competencia. Tras desvelarse el cartel de Coachella se podía tener una idea de lo que se vería en Europa meses más tarde. Pero hoy, el festival californiano, como todo festival que se precie, vende más entradas antes de confirmar quién actuará. Muchos opinan que esto sucede porque el público tiene una fe ciega en la marca; otros, porque al público le importa ya un pimiento quien vaya a actuar, ellos van a ir igualmente. Vivimos ya en un mundo en el que existe tanta gente fan de las marcas como gente fan de las demás cosas de las que uno era tradicionalmente fan. A saber, grupos de música, dj’s, escritores, directores de cine, la pareja o los croissants rellenos de sobrasada. Y tiene sentido, pues en aras de la normalización post consumista, cualquiera que ose alzar la voz ante la insoportable presencia de logos de firmas comerciales en los grandes eventos es tratado como un resentido o un anticuado. Esta es la lógica de las cosas: debes saber admirar lo que no te puedes permitir y debes aprender a comprar lo que te quieren vender. Dinamiza la economía con tus números rojos. La entrada para Coachella cuesta 375 dólares (unos 100 más de media que eventos similares que suceden en EE UU). Un pase VIP sale por 799 dólares. Se puede dormir en una tienda de campaña con aire acondicionado, dos camas, conserje y carrito de golf que te lleva y trae del evento por 6500 dólares. Se ofrecen cenas cortesía de célebres chefs locales a 225 el plato, pero si te quedas con hambre puedes contratar el pack gourmet para todo el fin de semana, que cuesta el módico precio de 1024 pavos. Por 1500 puedes ir y volver de Los Ángeles en jet privado. En esto, Coachella es ciertamente admirable.

 

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En una entrevista reciente concedida al diario The Guardian, Gary Tovar, el hombre que se inventó este tinglado, recordaba su pasado como traficante de marihuana y promotor de conciertos de punk. El tipo, que estuvo diez años en la cárcel, por lo primero, y arruinado, por lo segundo –llegó a perder cuatro millones de dólares en los años 80-, celebraba el éxito actual de un evento cuya confección hace ya tiempo que dejó en manos de gente que sabe manejar el power point. “Hemos ganado en los dos frentes”, comentaba. “Ahora puedes comprar marihuana de forma legal y escuchar a los Ramones en un ascensor”. Y tal vez ese sea el problema de las cosas, una vez se legalizan, después se oficializan y, al final, se gourmetizan. Puedes comprar una camiseta de los Ramones por 80 euros y, en un par de años, esperen poder adquirir pipas de agua con el logo de alguna marca de lujo. Las cosas pueden tener sentido porque lo tienen, o pueden tener sentido porque, simplemente, alguien está dispuesto a pagar lo que valen. Elija su propia aventura.

Hay 4 Comentarios

Estoy de acuerdo en todo lo que dices, por lo menos desde mi experiencia noto que los festivales toman dimensiones que no solían tener y que viene más por el lado de "yo estuve ahí" que por cualquier cosa que pueda sonar.

Desde ese lado me parece que los festivales se transforman en productos por si mismos, un paso más en el marketing que todo lo puede.

Un saludo

Me parece muy acertada el sobre nombre para el Coachella, la verdad es que es un festival que se llena de celebridades y terminan estos siendo las noticias, cuando la música tendria que tomar el papel protagonico. Buen Artículo!! Saludos...

La gente afirma que, el hecho de comprar los boletos desde antes que se anuncie el cartel, es porque "lo que cuenta es la experiencia completa y no sólo el cartel". Pero olvidan que es un festival de música. Creo que ahora lo que les importa es poder decir "yo estuve en Coachella" y subir sus fotos, más que la música.

Parece que Coachella tiene ahora más interés por las celebrities que van de público (lindsay lohan, dicaprio) que por los grupos de música, basura decadente como tantas otras cosas actualmente. Tenemos lo que nos merecemos

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Conciertos, festivales y discos. Auges y caídas. Y, con suerte, sexo, drogas y alguna televisión a través de la ventana de un hotel. Casi todo sobre el pop, el rock y sus aledaños, diseccionado por los especialistas de música de EL PAÍS.

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