02 febrero, 2008 - 08:08
A propósito de Cloverfield (Incluye spoilers monstruosos)
Lo primero: Cualquier cosa que diga me temo que no será más que una extensión o pie de página de lo dicho por Jordi Costa el viernes en El País. Lo segundo: No oculto el rubor de que en la mencionada crítica se haga una mención al cortometraje Domingo. Que se me reseñe de rebote en una crítica de Costa me ha hecho sentirme un señor, como atravesar un ritual de madurez de esos en los que hay que caminar sobre brasas en pelotas y vencer a un gorila a puñetazos. A la vez.
Y, por supuesto, hace ya muchísimo tiempo que leí a Zito, analizando las catástrofes a golpe de Iphone. Yo sólo tiro del hilo.
CLOVERFIELD Y REC
Los señores Plaza y Balagueró por un lado, y la factoría Bad Robot por el otro pueden sentirse estupefactos ante las conexiones entre las dos películas que han diseñado a la vez, coincidiendo además en el tiempo con Diary of the Dead, la película de Romero en la que una videocámara más o menos inocente, asiste al apocalipsis zombie.
Son los artefactos inventados al mismo tiempo, en diversas partes del planeta (el cine, el motor de vapor, la metralleta) los que cuentan con más papeletas para definir una era, y así es el caso de estas películas, como dice Jordi Costa, auténticas consecuencias de la era youtube. Pero mientras que a la película de Romero le lastra una autoconsciencia demasiado discursiva, en REC y en Cloverfield nadie nos amarga la fiesta. ¿Qué separa estas dos películas? REC es un fantástico tren de la bruja, un diabólico túnel en línea recta cuyo recorrido podría haber durado veinte minutos o dos horas. Cloverfield, pese a su disfraz de pesadilla abierta, es un armazón de tres actos, una estructura clásica en la que un Orfeo improvisado desciende al infierno (aquí, en un punto paradójicamente elevado) para rescatar a su amada.
LA REGLA NÚMERO 1
La película respeta la condición principal en la tradición más antiquísima de relatos de monstruos y catástrofes: Al igual que en Cuando ruge la marabunta, Los Pájaros, o, er... La fiera de mi niña, la criatura actúa en el momento en el que se evidencia la incapacidad del protagonista para trazar emocionalmente una línea entre dos puntos. Fijáos. Rob, el protagonista, está en el descansillo de la escalera de incendios, con su amigos. Están discutiendo la actitud que debería tener el muchacho ante la desaparición decisiva de la que, a todas luces, es la mujer de su vida .En el momento en el que el personaje demuestra no saber cómo demonios actuar... ¡BUM! El skyline nocturno se desvanece. El monstruo no es, en esta película, un agente del Apocalipsis, sino el motor de un doloroso reencuentro a destiempo.
LÍOS DE FALDAS
Pese a las licencias habituales de los cástings de J.J. Abrams, con imposibles incursiones en el universo L`Oréal, y a la tradición (ya presente en Alias y en Mission:Impossible III) de las fiestas de piso más antipáticas que uno pueda imaginarse, los primeros veinte minutos narran una historia de desencuentros urbanitas con una audacia que supera a la de cualquier planteamiento sentimental que Bad Robot nos haya diseñado hasta ahora. Hasta el punto de hacernos olvidar que, de un momento a otro, la cabeza de la Estatua de la Libertad acabará rebotando en el portal. Nos plantea las dos tramas sentimentales que vertebrará la película, una de ellas involucrando... ¡Al propio cámara! Y lo sazona con la jugada definitiva: La cinta que estamos viendo está reciclada por accidente, y está borrando una grabación anterior. La relación entre lo grabado y lo borrado es de un trágico perfecto: El recuerdo íntimo, pasional, ¿sexual? está siendo eliminado por el recuerdo social, forzado y fálsamente festivo. Pero al final de la cinta, tras un derrumbe de piedras que aplasta a la pareja, pero también al botón de STOP, consigue sobrevivir un pequeño fragmento de la grabación original.
EL MEJOR MOMENTO DE LA PELÍCULA
El mejor momento, y quizá el plano secuencia más audaz de todos: Llevados por el caos ciego, unos tipos asaltan una tienda de electrodomésticos. Rob deduce que si quiere conseguir ponerse en contacto con la chica desaparecida, debe robar un móvil en ese mismo establecimiento. La cámara le sigue. Dentro del local, un televisor de plasma emite un informativo: Una cámara aérea y la voz de un locutor nos relatan la destrucción del puente de Brooklin, que minutos antes habíamos contemplado, de un modo confuso y volátil, desde el propio centro de la tragedia... Nuestra cámara se desplaza a otro televisor, éste emitiendo imágenes en vivo, en las que vemos al monstruo merodear entre edificios, hábilmente escondido a nuestro ojo (¿a nuestra lente?) entre rascacielos. Un ruido atronador llama la atención de nuestro cámara, que sale al exterior. Enfoca al horizonte, con lo que recibimos, de nuevo la perspectiva, aún más fragmentada, pero inmediata, del monstruo. El cámara, espeluznado, vuelve a entrar a la tienda, para avisar a Rob de la proximidad de la criatura. Dentro, los confusos asaltantes, con los objetos robados en la mano, están mirando los televisores, sin mover una pestaña... Nuestra cámara también mira... Esta vez, la pantallas nos muestran el ataque de las criaturas-araña a los soldados. Los gritos de conmoción que acompañan la espeluznante embestida no provienen de nuestra sala de cine, sino de los propios espectadores ficticios dentro de la tienda. El que se descargue la película en uno de esos screeners chapuceros no podrá notar la diferencia (Lo que multiplica el atractivo metalingüístico, reconozcámoslo).
La secuencia no sólo replantea la situación, recapitula lo sucedido y anticipa nuevas catástrofes, a base de superponer puntos de vista con una habilidad enloquecedora, sino que condensa la esencia de la película en pocos segundos: La catástrofe colectiva queda reducida al acontecimiento indivual (en pleno fin del mundo, por qué no robar una Wii), que a su vez queda aplastado por la catástrofe colectiva (aún con una Wii entre las manos, el fin del mundo es el fin del mundo).
EL ORÍGEN DEL MONSTRUO
Si J.J Abrams ha inventado algo, ha sido construír ese tercer piso narrativo, púramente lúdico, que ha escarbado bajo las dos plantas sobre la que se suele construir la ficción televisiva, la trama y la subtrama. Me refiero a todo ese hilo argumental que sólo puede percibirse en segundos visionados, pausas en la reproducción, consultas a perfiles falsos de Myspace y Facebook, webs escondidas, mails encriptados y demás rumorología. Llamémoslo, de momento, la "paratrama". En ALIAS se intuyó (la cabecera de la serie ya incluía un breve subliminal) pero en LOST ya marcó una nueva era en el mundo de los easter eggs televisivos. Cloverfield no se queda atrás, convirtiéndose en el primer largometraje con toda una paratrama completa: Según parece, el orígen del monstruo se puede deducir de la observación de algún que otro acontecimiento en los márgenes del encuadre, la exploración en Internet de páginas corporativas ficticias y el dos y dos son cuatro. Que la última cartela de créditos finales vaya acompañada de un texto que sólo se puede entender reproducido al revés plantea una curiosa paradoja: En la era de la piratería, una película nos sugiere que vayamos al cine con cámara, grabadora de sonidos y libreta de apuntes.
LA CAMPAÑA
Casi todo el mundo que habla de la campaña publicitaria de Cloverfield lo hace con cierta carga moralista (demasiado éxito ha de pagarse) y la caída de taquilla en la segunda semana se traduce como un castigo. Aclaremos las cosas: Si la película desfallece en taquilla no será por su eficaz campaña de publicidad, sino por la tensión inevitable que se produce cuando una película apunta al público masivo con un armamento nada complaciente. Lo mejor de la campaña de Cloverfield (que no es más engañosa que todas las demás) es que ha funcionado como producto en sí mismo, tirando además de herramientas tan insospechadas como renunciar al título de la película durante gran parte del ejercicio. Lo de ocultar el aspecto del monstruo hasta el último momento no es tan novedoso ¿O no se acuerdan del enigma que rodeó el aspecto de E.T. Hasta el mismo día del estreno?
LA CÁMARA CAE AL SUELO
Hasta donde me llega la memoria, todas las películas que simulan reproducir un material previo narrado en falsa primera persona, desde Holocausto Caníbal a este Cloverfield, pasando por REC, Diary of the Dead, Ocurrió cerca de su casa, The Blair Witch Project y alguna más que ustedes sabrán, acaban fatal. Con todos los agentes de la narración muertos. Supongo que se debe a la tentación de darle al documento el crédito de haber sobrevivido a sus propios autores. Hay algo más veraz que la cinta encontrada en el terreno de batalla, y es aquella empapada por la sangre del operador.
NO NOS ENTERAMOS DE NADA
Ha habido quejas ante el supuesto oscurantismo del desenlace. Al final del relato, no sabremos nada del acontecimiento que no sepan sus protagonistas. Al igual que en Zodiac de David Fincher, (película que sufrió quejas parecidas), o que en la novela Encuentro en Rama de Arthur C. Clarke (curiosamente, la próxima adaptación literaria de Fincher) los personajes se definen por la falta de información, y el respeto escrupuloso a su punto de vista no puede ser más honesto. “Si estás viendo esta cinta, sabes más que yo” dice Rob en la última secuencia. La gracia están en que no, no sabemos más que él.
A no ser que miremos en su página en myspace, y de ahí...
Dedicado a Eunice ¡Feliz Cumpleaños!
Bodrio tremendo, al igal que REC. Esta speliculas innovadoras no son más quelel reducto de lo que fue la bruja de Blair ahora qeu ya casi nos hemos olvidado de ella.
Cine totalmente previsible con argumento previsible y sin ninguna sorpresa para el espectador. Eso, unido a la mala calidad de los actores hace qeu la plícula ea una de esas de DVD como mucho, aunque claro, siendo el director quien es miles de frikifans de perdidos la verán aunque no tenga ningún tipo de conexión con la serie. En cuanto a REC... esa sí que es mñas de lo mismo pero en versión española, hay que ver la mierda de cine que se hace en este país. A ver si tu pelicula cambia algo las cosas.
Publicado por: Pau | 19/02/2008 14:42:49
Completamente de acuerdo con tu critica. La película me gustó muchísimo, me mantuvo pegado al asiento durante todo el rato, aunque miedo no pasé. De todas maneras estoy bastante seguro de que el director no pretendía asustar (salvo en alguna escena), sino hacerte sufrir al no saber si los protas van a sobrevivir.
A mi también me gustó mucho el montaje, con las imágenes intercaladas del día que pasaron Rob y Beth en Conney Island. La primera parte me gustó mucho, no entiendo la gente que la critíca diciendo que no sirve para nada. Si la cosa hubiera empezado con el monstruo atacando, no me hubiera importado lo que les pasara a los personajes.
Y el monstruo es un bicho rarísimo. las veces en las que te lo muestran (que son pocas pero tiene su lógica) no puedes identificar bien como coño es. Al final te lo enseñan y la verdad es que es un bixo brutal.
Publicado por: Mr.Self-Destruct | 12/02/2008 16:20:14
A mi personalmente me parece ke el hermano de prota debe ser un verdadero hijo de puta...porke ni el hermano y la novia apenas se sienten apenados por ese suceso...les jode mas ke a la borraxa le reviente el gepeto...
la camara debe estar exa de ladrillo del duro...el monstruo mola pero debe de estar exo del mismo material ke la camara...
la fiesta mola a pesar ke comienza sobre las 22 horas...¿Hasta ke hora les dejaran los padres estar fuera de casa?...
La peli me ha molao...pero joder salí mareado...
Lost in the metro con monstro.
Publicado por: txutxo | 09/02/2008 18:31:39
En donde se quedaron las peliculas de Freddy Kruger, esas si que daban realmente miedo. Aunque yo conozco a mas de una que este personaje inundaba sus sueños mas eróticos.
Publicado por: Sra. Akerman | 08/02/2008 12:50:09
Gran bluff Cloverfield. Gran tomadura de pelo. Gran patraña infantiloide. Vean más cine o salgan de sus casas, hay vida ahí fuera.
http://www.infraser.com/weblog/2008/02/07/gran-bluff/
Publicado por: INFRASER | 07/02/2008 23:59:07
Muy de acuerdo con su análisis, Sr. Vigalondo, igual que con la crítica de Jordi Costa. A mí me ha encantado "Cloverfield", que me parece un film con una puesta en escena tremendamente inteligente y a estudiar con todo el detenimiento del mundo.
Por cierto, que soy lector habitual de su blog, aunque no comente nada... Tímido que es uno.
Publicado por: Tonio L. Alarcón | 06/02/2008 10:54:24
libertino, el plano de la gente con el móvil tirando fotos a la cabesa es la bomba, es verdat!
vermut, lo de que es el mostro el que persigue a los protas tiene bastante grasia, jojo.
vigalondo, el análisis en general bien. pero mira, con lo que me gusta a mi un mostro bien mostruoso, pero este a mi no me convenció. mu feo, no? el diseño digo. mucha expectación pa una espesie de cucaracha godsillesca...
Publicado por: elpablo | 05/02/2008 20:38:34
me pongo a sus pies, don vigalondo. no ha dejado puntada sin hilo.
Publicado por: ceri | 05/02/2008 17:33:16
Estoy harto de la nueva moda del fotograma-borrón-de-colores.Además, es verosímil dentro de la total inverosimilitud de que un tipo que está en peligro de muerte, acojonado, con los boxers Calvin Klein con zurrupas, grabe meticulosamente sus intentos desesperados de supervivencia tras haber perdido amigos y dignidad. Y el precio de acabar mareado es demasiado alto por tan poca mercancía.
Tú puedes rodar una película cámara al hombro o tomavistas al hombro siempre y cuando lo pida historia. Pero es que esta historia tiene obstáculos insalvables para hacerlo así.
En REC, en Holocausto caníbal la historia se narra con cámaras profesionales que permiten mostrar imágenes inteligibles. Está bien traído. En Cloverfield, no. Aunque sea coherente.
Acabé profundamente irritado por los 7,20 tirados al retrete. Lo malo es que sospecho que esta moda no parará. Pero sin mí.
Publicado por: hijo de fresnadillo | 05/02/2008 8:31:48
Las tías de la peli están buenas.
Publicado por: La-Ruina | 05/02/2008 6:45:32