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04 agosto, 2009 - 17:54

¿Mata el cine la creatividad del estudiante de cine?

Gracias a Henrique Lague veo esta entrega de la popular serie de conferencias TED. Sir Ken Robinson hace una reflexión que sorprende por evidente: ¿Qué grado de irresponsabilidad conlleva que las materias en educación están igual jerarquizadas para todo el mundo, en todas los países del mundo? ¿En cuántos casos este sistema está minando la creatividad y el potencial del alumno?

 



 


Alguien que quiera formarse como director de cine sabe más o menos cómo está el patio: Si él mismo o su familia tiene poder adquisitivo, podrá acudir a una escuela de cine. Si no es así tiene la opción de conseguir estudiar un módulo o una carrera universitaria que se acerque lo más posible a la cuestión. Y si ni esto es posible, o no resulta apetecible, siempre está la opción de tirarse al patio con la cámara, ya sea el juguete maravilloso para el que llevas ahorrando un año, o ese trasto para tontos que te tiraron a la cara en tu primera comunión.


Supongo que la buena noticia (o la que termina de confundirnos) es que, de todos estos caminos, no hay uno que sea más frecuente que otro en el pasado de los distintos directores en activo. ¿Cómo es posible esto?


Para bien o para mal, una de las circunstancias más extraordinarias del lenguaje audiovisual es que en dos horas puede aprenderse toda la gramática necesaria para poder ponerla en práctica o desafiarla. En efecto, como diría el manual, usted puede ser director de cine en menos tiempo de lo que dura The Dark Knight. La pregunta es ¿Qué hacemos durante las siguientes dos horas?


Más de una vez he tenido, por mail o en persona, conversaciones con jóvenes que necesitan orientación para decidirse por uno de estos dos caminos: ¿Universidad o escuela de cine? El problema que plantean las universidades es la aparente poca disponibilidad de recursos para hacer prácticas. Las escuelas parecen cubrir esta necesidad pero ¿Qué garantiza de verdad ir a una de ellas, con la inversión de tiempo y dinero que conllevan? ¿Realmente uno sale de allí teledirigido hacia El Cine?


En realidad, estas cuestiones entrevén algo preocupante en la actitud del interesado: En realidad, no está buscando un entorno donde poder formarse en una técnica, o construírse una identidad como artista o artesano: Está buscando el sitio donde su talento tenga la oportunidad ponerse en práctica y verse confirmado lo antes posible. La obsesión por las clases prácticas, la preocupación por el crédito que se te concede el último día... Revelan que el futuro alumno, en el fondo, cree que aprender, lo que es aprender... No tiene mucho que aprender, pero sí mucho que demostrar.


Hace poco tuve un encuentro con alumos de dirección en su último año en una importante escuela de cine. Tenían ante sí el rodaje del corto de final de carrera. Yo formaba parte de una serie de encuentros con directores de cine a los que poder interrogar acerca de los problemas del rodaje, la planificación visual, la puesta en escena, el trato con actores... De diez alumnos de ese grupo sólo se presentaron cuatro. Y las preguntas que éstos me hicieron fueron del estilo de ¿Cómo conseguir coches? ¿Cómo conseguir niños? ¿Cómo conseguir angloparlantes?. Respondí en la medida de lo posible, pero me alertó que nadie parecierse darse cuenta de que las preguntas que me estaban haciendo correspondían al área de producción, y no de dirección. Borja Cobeaga era el invitado al día siguiente y me contó que su experiencia fue similar.


Si nos vamos a otros sectores, la sensación que tengo es similar: Si uno sobrevuela foros de cortometrajistas, verá que las cuestiones de las que más se habla son cuestiones de producción, modelos y precios de cámaras, accesorios, plug-ins, concursos y ayudas a la financiación. Apenas se habla del lenguaje en sí. Y cuando esto sucede, en forma de críticas a cortometajes o películas de estreno, las cuestiones que se plantean tienen a ser muy superficiales, y la terminología muy simplificada (que si efectos especiales, que si cámara en mano o ciento volando).


Todo el mundo sabe cuáles son los estándares de un guión literario. Casi nadie sabe cuál es la mejor manera de hacer un guión técnico (que se tiende a confundir con el storyboard).  


Todo esto lo produce la sensación que todos tenemos (o algunos tuvimos en su momento) de venir al mundo con el pan bajo el brazo. De ya saber. En un amplísimo porcentaje, es en mitad de un rodaje cuando un joven director se topa con la dolorosa revelación de que no tiene ni pajolera idea de como salir de ahí por sí mismo.


EL problema reside, por un lado, en esos engañosos ciento veinte minutos de formación que os explicaba antes. Pero también en otra circunstancia extraordinaria del cine: Es el arte más visible, más popular. El audiovisual forma parte de nuestra formación emocional con una fuerza que casi siempre se impone respecto a otras artes. Desde que tenemos uso de dazón. Si descubrimos en nosotros la vocación de continuar este legado, todos, absolutamente todos, sufrimos o nos beneficiamos de la misma tendencia: Queremos ser capaces de generar en otros lo que las películas de nuestra infancia o adolescencia hicieron en nosotros. Entonces desarrollamos una escala de valores según la cual los recursos que se aproximen a los de aquellas experiencias son “más cine”, y los que se alejan, o son opuestos “menos cine”.


Por eso nuestra generación tiende a pensar que el formato panorámico de pantalla es “más cine” que los formatos más anchos. Porque, de niños, el fomato panorámico significaba “más que la tele”. Por aquel entonces se reducía a las salas. En televisión casi siempre se mutilaba, y cuando no era así, cuando nos permitían ver “las rayas negras arriba y abajo” era en esas ocasiones en las que los programas de cine nos mostraban inesperados, espectaculares, estremecedores avances de películas recién estrenadas en Estados Unidos, y que tardarían en llegar aquí. “Ayer dijeron en la tele que hay otra de Indiana Jones”.


Por eso nos tiende a sonar mejor el doblaje al castellano que el sonido directo en castellano. Por los cientos de películas que vimos dobladas de niños.


Por eso damos por supuesto cómo y por qué se utiliza música en las películas. Por la moda que se impuso durante nuestra infancia.


O cómo se filma una conversación. O un tiroteo.


Porque intuímos “qué es más cine” y “qué es menos cine”.


Todo lo anterior se viste habitualmente con el nombre de “Influencia”. En realidad, este término se usa casi siempre de un modo bastante inapropiado. Pensemos en Spielberg. Un director que, sumando recursos provenientes del cine clásico norteamericano visualmente más atrevido (Lean, Ford, Aldritch) destila un estilo de planificación que, sin plantear una ruptura formal decisiva, sí renueva el ritmo dentro del plano, y ciertas políticas de montaje, dando por resultando una reinvención del espectáculo. El director “influído” por Spielberg debería sentirse arrastrado por una ambición similar: Llevar a cabo un replanteamiento formal y temático del cine comercial igual de decisivo y memorable. En otras palabras, el director de cine influído por Spielberg está condenado a dirigir de un modo diferente a Spielberg.


Sin embargo, estamos acostumbrados a que lo que llamamos influencia se manifieste en forma de, precisamente, imitación. Y llamamos heredero de Spielberg a aquel que utiliza los mismos movimientos de cámara que Spielberg, las mismas ópticas, mismo estilo de banda sonora o misma política de dirección de actores. Al que cita a Spielberg.


Influencia y cita no son lo mismo. Lo primero es ámplio, marca una vida entera, transforma una personalidad, puede ser insondable, puede ser inconsciente. Lo segundo es una decisión tomada.


Llamamos influencia a la cita. Y es un vicio que padece el joven cineasta y cierto tipo de crítico: Ambos caen en la trampa de pensar que repetir de forma explícita y reconocible los recursos de Hitchcock, Ford, Scorsese Gordard, Tarantino o Reygadas, te hace participar de ellos.


La gramática se aprende en 120 minutos. Pero encontrar un estilo, una retórica y una temática relevante, intransferible y que resista al paso del tiempo es labor de toda una vida. Citar es fácil, no es más que darle la documentación necesaria a la persona que hace el trabajo duro y pedirle que lo repita. Pero ser influído de un modo fructífero conlleva una mezcla complejísima de voracidad, intrepidez, curiosidad y suerte. En otras palabras: Casi nadie sabe dirigir cine. Y los que hemos dado un par de pasitos en esa dirección, y no se nos permite ser autocomplacientes, cada vez nos enfrentamos con más horror al reto de la composición del espacio y el tiempo.


El estudiante de cine se enfrenta a muchos laberintos antes de su primer día de rodaje. Pero ha de saber que uno de ellos es, precisamente, desembarazarse de esa ilusión de sabiduría y dominio que todos llevamos a cuesta en nuestros comienzos, y que supone un ataque frontal a nuestra creatividad.


No sabemos nada. De hecho, no tenemos ni pajolera idea. No sabemos qué contar ni cómo, ni siquiera si tenemos algo que contar. Ni siquiera si seremos capaces de contar algo que no pueda contar mejor y más barato el de al lado.


Y a partir de esa sospecha inicial (pero que, por otro lado, no te abandona durante toda tu vida) uno empieza a pensar en los auténticos motivos para plantar la cámara aquí, y nunca allí.

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Comentarios

Régis Marcon est un grand Monsieur, abordable et simple. Un chef comme je les aime et que j'ai eu l' occasion de rencontrer à St Bonnet le Froid. Un excellent souvenir

Existe una gran diferencia entre ser un gran consumidor de cultura popular desde un punto de vista externo,es decir, de observador que disecciona y analiza (y disfruta), con todo lo que ello conlleva: discernimiento, objetividad, capacidad de crítica, etc. que el que asume y se come con patatas dicha cultura popular y se autoexcusa constantemente sin tener ni idea de las consecuencias que a la larga este estilo de vida tiene en la vida (sic) de los consumidores..

Alegría da leer este post en el que te dejas de gilipolleces y vas al grano con contundencia. Enhorabuena.

http://elocomundodedarko.blogspot.com/

¡Bravo! Por la entrada, por el debate que ha provocado, y por darme a conocer el inspirador vídeo de Robinson, que ya está en favoritos junto con el de Steve Jobs para los momentos de crisis creativa y/o existencial.

En cuanto a las escuelas... Se trata de compartir conocimientos. Hay buenos y malos profesores, como también hay buenos y malos alumnos. Se trata de encontrar a los buenos y aprovecharlos mientras puedas.

Escuelas, sí, porque hay mucho que descubrir que, por libre, te costaría años dando tumbos. Eso que te ahorras. Pero con la mente abierta, pensando que lo que diga Zutano no tiene que ser verdad absoluta, pero sabiendo que lo ha dicho o hecho.

Aunque... La necesidad del alumno, que confunde arte, dinero y éxito, viene en gran parte de la necesidad de saber si 'vale para esto'. Si eso que tanto le gusta le dará para vivir, o podrá vivir con ello sin que mamá y papá vengan a recordarle lo bien que vive su prima Margarita, la que estudió Medicina y ahora es cirujana cardiovascular.

Y por dar para vivir no pienso sólo en comprarse casa, coche y niña china, pienso en estar tan orgulloso de lo que haces, en ver tu progreso como artista, pienso en ver que has podido construirte una vida completa y satisfactoria. Porque hay muchas maneras de fracasar que no implican ser pobre como las ratas. Y ese, ese es el peor de los miedos de un artista: descubrir a la vejez que no lo era, que se engañaba a sí mismo.

>>>Queremos ser capaces de generar en otros lo que las películas de nuestra infancia o adolescencia hicieron en nosotros.

Creo que esta idea se puede aplicar a prácticamente todas las artes, no, todas las pasiones del ser humano. Fue la misma razón por la que me lancé a escribir mi primera historia.

Qué grande Sir Ken Robinson...

Me presento (con toda mi cara larga y ancha). Soy estudiante de segundo de periodismo y comunicación audiovisual. Ya supongo que habréis previsto que no tengo dinero... Bien cierto es. Pero si lo tuviera probablemente no pagaría escuela de cine si pensara que lo hago para asegurarme un puesto de trabajo. Es una idea estúpida pensar que el cine es un puesto de trabajo. De hecho, es por ello que mi clase es algo así como un cuarto de Bachillerato, porque la mayoría están deseando salir de allí para ocupar su bonito puesto en la sociedad.
La única razón por la que iría a una escuela de cine sería por sus profesores, no por el renombre con el que sales tras la graduación.

Es algo muy triste, lo confieso, pero amo el cine. Estoy en segundo de carrera, de todas las asignaturas que he tenido hasta ahora sólo dos asignaturas están relacionadas con el cine (teoria de la imagen e historia del cine) y una con coger una cámara.
¿Debería sentirme mal? Se puede pensar, claro... estudio periodismo pero a mucha gente no le gusta.
Yo creo que es estúpido querer estudiar cine, porque como todo arte, se nutre de todas las áreas del conocimiento y como no, de la vida de cada uno. No hay buenos guionistas porque no saben más que de cine. Porque son los reflejos de la sociedad lo que las hace eternas, no si menganico besa a menganica al final. Lo más importante de la película no es que Tyler Durgen y Marla Singer se besen al final. El que crea eso es que se acaba de perder una gran obra maestra: El club de la lucha.

Pero he de ser sincero… no me siento mal. Me gusta aprender de todo. La poesía o el cine (de mis pocos amores) no es más que una forma de expresarlos. Y pronto, gracias a mis padres (dios por ahora no pinta mucho) y a una cámara doméstica casi tan vieja como yo, cumpliré un año con un proyecto de una página web (www.lavidaencorto.com) y diez cortos escritos, dirigidos y montados por mí mismo. El que no quiere grabar, es porque no quiere. Porque piensa que dentro de la clase evitará los errores inevitables mientras grabas. Es imposible estudiar dónde poner la cámara si no sabes qué quieres expresar. Y eso, por suerte, es único.
Aún así, es triste, también lo confieso… pero el logro mayor de este proyecto que he mencionado es que ya son 1500 visitas de 39 países distintos, aparte de haber visto dos cortos en la gran pantalla (aunque sea de mi pueblo). Ése es el auténtico premio. Sin un euro, bien es cierto, pero sé que esté donde esté voy a grabar y voy a escribir, simplemente porque ya forma parte de mí. Así tenga que prostituirme…

Increible...Toma puñetazo en los morros...

Buff, la creatividad, esa puta vestida de transparente. Dejando a un lado el excelente post que nos has brindado, y desde mi experiencia, el principal problema que hay en este país con relación al que se quiere dedicar a hacer cine es:

1) El dinero: si no lo tienes estás jodido, porque no podrás entrar en una escuela de cine con renombre (BCN: ESCAC), única manera de que aprendas algo sobre la materia, y lo que es más importante, entrar en la atmósfera y/o hacer contactos con otra gente con dinero. Si eres inteligente y entras en la carrera que más cine contiene (Com.Audiovisual), no importa, pues de cine vas a hacer muy poco por no decir casi nada, la atmósfera puede estar o no y te vas a frustrar haciendo asignaturas totalmente inútiles desde el punto creativo del cine como: Comunicación corporativa, Publicidad, Redacción Periodística y una innumerable cantidad de mierda de sociología. Total, nos queda 20% máximo de algo relacionado con el cine, y el 15% está lastrado por profesores incompetentes, asignaturas mal diseñadas, falta de recursos y motivación... Lo único bueno es lo antes citado, entras en una atmósfera donde hay gente (poca) con la que compartir ideas y espolearse mutuamente.

2º) El enchufe: leo y leo y leo que para dedicarse a esto hace falta tener una cierta cultura del lenguaje, ser creativo, etc. No, no os engañeis, al estudiante de cine sin dinero sólo le quedan dos vías: o crítico onanista en internet (con todo el respeto, de hecho yo soy uno de ellos), o pensar en el gran guión que vamos a rodar próximamente en un futuro no muy lejano, allá por el 2045. Si tienes enchufe y conoces gente del mundillo, da igual si no has estudiado una mierda, mientras que sepas lo mínimo estarás trabajando de 3º asistente de dirección en menos de lo que dura un plano de Michael Bay.

O sea, que el que no estudia nada serio de cine, no tiene dinero ni tampoco contactos, mejor que estudie Empresariales.

Sabes que sigo tu blog desde hace mucho tiempo, y lo hago porque es el mejor ciberpensamiento que hay httpelizado. Leo mucho sobre cine, pero sé que esto está a otro nivel, el que de verdad importa.
Leyendo esto decidí que el año que viene, en mi tercer año de mierda carrera comunicacional, rodaré las cosas que tengo escritas (cosas muy guays x cierto), porque ya ahora tengo menos miedo de fracasar, si cabe. O miedo a cometer errores. Porque, en fin... meternos en este mundo no es un error?
Y si, todos los problemas son de producción en el mundo de los inicios cortometrajísticos. ¿Porqué? Pues porque no vas a rodar un corto con un móvil si estás estudiando cine. ¿Quieres que te suspenda o que? Pero tienes toda la razón.
Un saludo hijo de perra.

Yo creo que hay que aprender la técnica para luego saber de que estás pasando.

Con todo lo que realmente hace falta en españa no son más escuelas de cine si no de guionistas.

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