Lo primero es agradecerte la rápida respuesta en tu blog. Me llena de orgullo poder continuar el debate contigo, en estos términos. De un tiempo a esta parte, es un lujo que en un diálogo en público cada intervención sea más serena que la anterior.
Quiero llamar la atención sobre una cosa: En ningún momento he opinado sobre la calidad de A Serbian Movie. La vi hace meses, y todos los amigos con los que la he discutido conocen mis impresiones. Sin embargo, prefiero ahorrármelas en este debate porque, tanto si esta película me ha parecido una maravilla o un bodrio, no viene a cuento. Creo que es un error (en el que caen muchos comments, por cierto) traer a colación nuestros gustos personales en este asunto. Recuerdo las discusiones que desató el secuestro de la revista El Jueves, en las que se mezclaba el debate acerca de los límites de la libertad de expresión y la supuesta gracia del chiste en portada.
Por ejemplo, si el debate en tu programa plantease, pongamos, si A Serbian Movie es una acertada alegoría de de la historia reciente de un país marcada por la violencia y el abuso, o por el contrario una provocación grotesca y repulsiva sin mayor interés, apoyaría la discusión, y de hecho no me costaría posicionarme.
Sin embargo, los términos que se expusieron con unanimidad eran otros: Se estaba equiparando la película al delito que relata y se estaba evocando la acción legal sobre los responsables de la película y de su difusión en un festival. ¿Cómo es posible meter en la misma categoría al crimen real y al de ficción, a los verdugos y víctimas reales con personajes de una película de terror?
En realidad la razón la tienes tú cuando dices que, en realidad, con tanta sangre fuera de la pantalla la que gana es la propia película, y así nuestros respectivos blogs funcionan como herramientas al servicio de la supuesta transgresión. Sabemos cómo funciona, este tipo de polémicas no son novedad, ni mucho menos. Reconozco que en otras circunstancias me lo hubiese pensado dos veces antes de manifestarme como lo he hecho y asumir este papel de cineasta airado, tantas veces repetido. ¿Por qué he saltado de la silla?
Antes el Festival de Sitges era un avance de todo aquello que veríamos a lo largo del año en materia de terror, cine fantástico, cierto tipo de atrevimientos. Sin embargo, a día de hoy el festival de Ángel Sala es la única oportunidad de ver en nuestro país, en pantalla grande, la mayoría de los títulos de la selección. Efectivamente, el cine es cada vez menos rentable, y no hay género que no se vea afectado de una manera u otra. Pero en España en concreto se está produciendo una imposición extra de ciertas sensibilidades : Nuestro país es el único que clasificó X a la cinta de terror SAW VI, impidiendo su distribución en salas normales hasta que meses después se eliminaron las secuencias más agresivas. Fenómenos de culto internacional como El cienpiés humano o incluso producciones destinadas al gran público como Halloween 2 no son ni siquiera editadas en DVD, a diferencia del resto de Europa. Hasta una película española como Secuestrados, de Miguel Angel Vivas, ha tenido que ser premiada y distribuida en el extranjero para que se considere respetar su montaje en nuestro propio país. Mientras nuestro cine conquista más y más espacio en los mercados internacionales de cine de género el propio mercado español se ha convertido en terreno hostil para este mismo tipo de películas. No invoco el fantasma de la censura, sino que hablo de su aplicación real a día de hoy. Por eso me ha preocupado especialmente cómo tus colaboradores magnificaban sus opiniones personales sobre una película que no habían visto, condenando incluso al público que sí lo había hecho.
¿Hay detrás de A Serbian Movie un Pasolini o no? En realidad, lo más importante es que el público adulto al que va dirigida tenga la libertad de comprobarlo.