« ¿Cuántos iPads se rompieron en los ensayos? | Inicio | ¡Último post! »

01 febrero, 2011 - 01:07

Holocausto Vigalondo

 

Detecto cierta tendencia a pensar que si eres popular, en mayor o menor grado, por leches tienes un plan maestro detrás de tu cuenta de Twitter, estrategias meticulosas para lograr atraer la atención, para generar opinión favorable, esas cosas.

 

Mi experiencia me dice que, a menos que tu cuenta de Twitter esté gestionada por un becario o un robot, a medida que el tiempo avanza y tus mensajes se acumulan por miles, tu cuenta acaba siendo un retrato incontrolable de tu personalidad. ¿Dónde quedan las estrategias cuando todo el mundo acaba descubriendo entre tweet y tweet tus momentos de furor, de desidia, de duda, de apatía? ¿Cuál es el plan si de cada cinco tweets más o menos calculados tiende a surgir uno que te deja en pelotas?

 

Tengo mi cuenta de twitter desde hace varios años, y poco tardé en darme cuenta de que no podría guionizarla como si se tratase de un guión autobiográfico en tiempo real. Por dos motivos: En el peor de los casos no era posible, y en el mejor no era divertido. En mi cuenta he tenido arrebatos sentimentales, he sido críptico, he sido tonto, he sido distante, he sido un pesado, he sido gracioso, he sido soso, pueril o macabro. Unas veces dándome cuenta y otras veces no.

 

Inevitablemente, cuando el número de followers llega a un número de cinco cifras te asaltan las dudas acerca de si tu sentido de la responsabilidad debería agudizarse, de si deberías pensar dos veces antes de escribir cada sílaba. Pero siempre ha acabado pesando la misma evidencia: Tener un twitter autoconsciente es prácticamente imposible. Como la vida.

 

El pasado viernes noche, en circunstancias más festivas que otra cosa, comprobando que había alcanzado la cifra sonora de 50.000 followers, decidí twittear diferentes versiones de un mismo gag: Imaginemos que yo fuese un villano de opereta con un plan maléfico, consistente en acaparar followers con excusas falsas (una carrera como cineasta) y, cuando acumulase un número lo suficientemente alto, sembrar el caos con mensajes devastadores. La idea era twittear un puñado de esas revelaciones, pero sólo me quedé en dos... “El holocausto fue un montaje” y “La bala mágica que mató a Kennedy todavía no ha aterrizado”. La conversación se desvió porque el primer mensaje había acaparado demasiado protagonismo. Lo que pasó a continuación durante esa noche se relata y se interpreta en estos blogs que han ido apareciendo a lo largo del fin de semana:

 

hhttp://www.canaltcm.com/escritopor/post/2011/01/29/vigalondo-laaa-twitter

ttp://oscarvalero.wordpress.com/2011/01/29/como-te-pasas-vigalondo/

http://ariasfranco.blogspot.com/2011/01/el-affair-vigalondo.html

http://blogkaconhielo.blogspot.com/2011/01/esa-arma-de-destruccion-masiva-llamada.html

http://blog.adlo.es/2011/01/des-graciados.html

http://fueradeonda.wordpress.com/2011/01/29/humor-negro-vs-materia-gris/

http://www.canaltcm.com/decine/post/2011/01/30/aade-quao-nos-reaamos-

http://jenesaispop.com/2011/01/29/nacho-vigalondo-la-lia-en-twitter/

http://manugrandio.wordpress.com/2011/02/01/por-que-me-hizo-gracia-el-tweet-de-vigalondo/

y

http://www.focoblog.com/2011/01/31/el-problema-del-humor-en-140-caracteres/

 

No es la primera vez que abuso del humor negro (de hecho, las he soltado más gordas en el pasado), no es la primera vez que se genera tensión en mi cuenta, no es la primera vez que recibo insultos, no es la primera vez que, por el motivo que sea, se suman mil followers nuevos en un día. ¿Por qué el revuelo mediático ha sido considerablemente mayor esta vez?

 

La primera pista la recibimos el sábado por la mañana, recibo un mensaje directo de un periodista de La Información que me avisa que van a publicar un artículo acerca del suceso. Me pregunta si he recibido algún tipo de reacción negativa por parte de El País, periódico para el cual escribo, dirijo e interpreto una campaña publicitaria que esos mismos días está en emisión. Mi mensaje de respuesta, tranquilizador, acaba entrecomillado en el cuarto párrafo de un texto cuyo título, como podréis comprobar, tiene un afán explicativo mucho más contundente que el de cualquiera de los artículos que os he enlazado antes.

 

http://noticias.lainformacion.com/arte-cultura-y-espectaculos/internet/nacho-vigalondo-encrespa-twitter-por-decir-que-el-holocausto-fue-un-montaje_VsOia7ldRFeZjlk72ssbf3/

 

El texto toma directamente el esquema y hasta algún ejemplo (posteriormente cambiado) del texto que había publicado Jenesaispop la noche anterior. O sea, en vez de ir a las fuentes originales (el farragoso cruce de conversaciones acumuladas en Twitter tras varias horas, un entramado lento de revisar) el texto de La Información “remezcla” textos y añade nuevos datos (como la coincidencia del aniversario que se celebró dos días antes de mi “holocausto”). La composición resultante está lejos del análisis desdramatizado y autoconclusivo que puedes leer en cualquiera de los blogs anteriores. ¿El resultado? La polémica, que se había relajado ese sábado por la mañana, se reactiva, y el hecho pasa de ser una anécdota más o menos ruidosa a toda una noticia en potencia...

 

Que dos días más tarde. O sea, hoy lunes, por la mañana, parecía haberse desinflado de nuevo. Tanto en mi cuenta de twitter como en blogs, foros y demás la cuestión se había reducido al clásico debate que contrapone libertad de expresión absoluta frente a unos límites en función de valores subjetivos. La tensión se había diluido y el ¡Pechito Como Tamo! De Bisbal había vuelto a la palestra.

 

Hasta que, a última hora de la mañana mi cuenta de twitter recibe una nueva oleada de insultos y reproches. En un rápido vistazo compruebo que otros dos medios online, www.rollingstone.es y cinemania.es han publicado sendos artículos acerca del “Holocausto Vigalondo” y, como es de esperar, no han recurrido a las fuentes originales para mostrar lo sucedido, sino que, prolongando esta versión 2.0 del teléfono roto, han “readaptado” la información volcada por otros medios.

 

Reconozco que me pilla por sorpresa (por decirlo de un modo amable) el tono ya abiertamente sensacionalista del artículo de Cinemanía (cuyo texto ha sido ya suavizado desde su publicación, hacéos a la idea):

 

http://www.cinemania.es/actualidad/noticias/5734/nacho-vigalondo-la-lia-en-twitter-con-chistes-sobre-el-holocausto

 

La frase más representativa es ésta: Con un anuncio para El País en los televisores de toda España, y una incipiente carrera en Hollywood, están aún por verse las consecuencias que este arrebato humorístico podría tener en la trayectoria de Vigalondo

 

Esta vez, la forma verbal deja bien clarar la ansiedad por el acontecimiento en potencia, el escándalo progresivo, la anticipación de la noticia de verdad...

 

El caso es que la polémica holocáustica, que había muerto por segunda vez, se reactiva de nuevo. Con un público renovado y un perfil nuevo. ¿Hasta cuándo durará esta nueva infusión de dramatismo?

 

No hace falta que dure mucho, el siguiente bombeo de caos no tarda en llegar: A última hora de la tarde sucede algo que puede catapultarlo todo hacia nuevas e insospechadas direcciones. Recibo una llamada de teléfono. Un reportero de El Mundo me pide mi opinión ante un nuevo estremecedor dato. Al parecer, se ha filtrado la información de que PRISA piensa cancelar mi campaña publicitaria ante mi inaceptable comportamiento en Twitter...

 

Tiempo, tiempo ¡TIEMPO!

 

Llega un momento en el que ya no sé hasta qué punto crecerá este desaguisado. Lo que ya tengo más claro es la fueza que lo está impulsando una y otra vez.

 

Son dos circunstancias:

 

La primera: La proximidad de la dimisión de Álex de la Iglesia de la Academia de Cine a través de su cuenta de Twitter. Dicho de un modo más preciso: La constatación de Twitter como una herramienta de producción de noticias. Lo hemos estado viendo durante toda la última semana: Titulares y cuerpos de noticia compuestos casi enteramente por twitters entrecomillados. Podríamos debatir si es legítimo darle a un twitteo valor de declaración en firme, cuando hablamos de un formato que se nutre principalmente de la instantaneidad. También podemos debatir cuánta vigencia informativa conserva un twitteo más allá del contexto en el que nace, una conversación cruzada que el periodista no se va a molestar en recomponer...

 

Podemos preguntarnos: Ante una ausencia de códigos de conducta ¿Qué responsabilidad es más urgente definir, la del twittero o la de la prensa?

 

¿Impido que de mi twitter puedan brotar noticias como si fuesen tomates?

¿Impedimos que la prensa pueda plantar tomates en mi twitter a su libre albedrío?

 

La segunda: Es el tema que flota en el ambiente desde el primer reproche el viernes por la noche hasta la aterradora llamada de El Mundo: No soy sólo un cineasta twittero. Soy, además, autor de una campaña publicitaria televisiva de El País. No hace falta explicar la multiplicación  de las posibilidades de escándalo que se abren ante los ojos de cualquier periodista.

 

Volvamos a la llamada de teléfono:

 

En realidad el periodista de El Mundo (o sus informantes) erraban en una cuestión: La campaña publicitaria no se podría cancelar por mis soeces twitteras... Porque ya había terminado, el pasado domingo. Así lo expliqué. Y partir de ahí, el asunto pareció perder importancia. Mi polémica, tantas veces muerta y resucitada, perdía todo el atractivo si no aparecía un castigo claro y contundente hacia mi persona de una maldita una vez.

 

En este mismo momento, la noche del lunes, la polémica ha vuelto a morir, una vez más. La publicación de este texto en este blog quizá la reavive, soy consciente, pero creo que es un mal menor frente a la necesidad  de aclarar algunos hechos y describir estas mecánicas nuevas, esta volátil confluencia de redes sociales y periodismo, de la cual no soy la primera víctima, ni mucho menos seré la última.

 

En cualquier caso, alguno estará en su pleno derecho de pensar que, en el principio de todo estaba mi provocación siniestra, tan fácilmente evitable. Que, a fin de cuentas, yo debería ser más cauteloso a la hora de practicar un humor tan negro, más ante tantos ojos de extraños, y más anunciando periódicos por la tele. En realidad no me cuesta pedir perdón por prender semejante mecha. Y  pedir perdón por el incómodo fin de semana que algunos han vivido en la redacción del periódico a raíz de todo esto.

 

Y, por supuesto, está el perdón a todos los que se haya podido ofender con mis juegos de palabras y mis chistes. También les pido disculpas pero añado, no como arrogancia, sino como una rendida advertencia de mis limitaciones, de mis vaivenes, de lo poco que puedo prometer, de lo poco que puedo guionizar...

 

¡No entréis en mi twitter nunca más!

 

 

 

Compartir

  • Eskup
  • Compartir en Facebook
  • Tuenti
  • Meneame
  • Bitacoras
  • iGoogle
  • My Yahoo
  • My Live

Comentarios

Creo que se deben aceptar tus disculpas. Bien rectificado. Cierto que no alcanzo a entender si es posible tener un tan mal día como para hacer bromas tan miserables. Quizá sea desconocimiento... eso espero.

Lo que te ha ocurrido se entiende perfectamente, y con esta aclaración (que no debería ser necesaria) más aún. Tú lo explicas bien, y a quienes te atacan sencillamente les da igual lo que digas tú, les basta con estar de acuerdo con quienes han escrito la versión sensacionalista. Animo, hay mucha gente que sabe en qué consiste la ironía, la parodia o la sátira, y estamos contigo.

estupido!!!!!!!!!!!!!eres un payaso!!!

Pues yo si veo la gracia a lo del twitter: una joven promesa del cine español con proyección internacional hace chistes sobre el Holocausto con el fin de detectar gilipollas sin sentido del humor negro, y la cosa le funciona porque los grandes empresarios de Hollywood, en su mayoría judíos, no tienen su inteligente sentido del humor negro y son tan gilipollas que no se ríen de los chistes de judíos asesinados que cuenta Vigalondo en su twitter, a consecuencia de lo cual, Vigalondo deja de ser una joven promesa del cine español con proyección internacional para pasar a ser un fracasado, repudiado por la industria cinematográfica internacional y con una fama de nazi que no se va a quitar ni con lejía. No me negarán que no es para reirse a mandíbula batiente del inteligente cineasta y su sentido del humor.

@yomisma.
Uau...qué agudeza. Otra más que se sube al carro de la estúpidez crónica. ¿El subconsciente? Lo que le falta a la gente no es ya un subconsciente limpio y puro sino pensar un poquito. ¿Que nos caen mal los judíos a todos los que seguimos a Vigalondo?
Sólo puedo reírme.

Bueno, Vigalondo, ahora podrás pedir subvenciones a Armadineyah para hacer tu próxima peli, no todo es tan malo. Eso sí, que no haya gays porque ya sabes...

Vigalondo, el incosciente es aquello que se manifiesta cuando menos te lo esperas. No creo que haya sido nada inocente la frase. Sabes perfectamente por donde van tus supuesto fans, y si no, leer los comentarios de este post, muchos se solidarizan porque le caen mal los judíos, incluso uno que habla de "el maldito lobby que nos domina".

Nacho
Sólo quiero darte ánimos, acabas de vivir un acontecimiento que te hará perder tu virginidad meditática... supongo que en la escalera hacia el cielo, siempe hay algún escalón perdido. Cuando uno empieza a ser famoso, empieza a perder tu inocencia... (el chiste no era para tanto, he oído a amigos judíos contar chistes sobre el tema mucho más bestias, pero no son famosos!!)
Bueno ánimo,
(estabas realmente guapo en la publicidad) :)

Yo lo veo muy claro, si la gente te sigue, debes dejar de escribir con tu perfil y hacerte uno nuevo para trolear a gusto, sino, el mundo se llenará de gilipollas con ganas de arruinarte la vida, solo por despecho.

Apoyo total al señor Vigalondo.
No se debe ceder ante presiones oscuras y basadas en falacias e idiocias.
Al final huele a Mr. Chance, la imbecilidad gana.

TrackBack

URL del Trackback para esta entrada:
https://www.typepad.com/services/trackback/6a00d8341bfb1653ef0147e22c0bfc970b

Listed below are links to weblogs that reference Holocausto Vigalondo:

EDICIONES EL PAIS, S.L. - Miguel Yuste 40 – 28037 – Madrid [España] | Aviso Legal