
Después de hacer cola en uno de los Álamo Drafthouse de Austin, entras en el largo pasillo que da a tu sala. Tienes a tu derecha una bandeja de vasos de agua con hielo. Las paredes están decoradas con posters de películas como Los Goonies, Evil Dead o Faster Pussicat! Kill! Kill! El escalofrío llega cuando descubres que todos los posters están firmados por sus actores o directores, en la ocasión en la que fueron invitados a presentar allí mismo sesiones especiales, homenajes, o maratones .
Lo primero que llama la atención según entras en la sala es que la proyección ya está en marcha. Un cañón de video en loop continuo proyecta un montaje relacionado con la película que vas a ver. Por ejemplo, si has acudido a ver El Ultimatum de Bourne, el montaje te refresca la memoria con escenas de los episodios anteriores. Si vas a ver películas incluidas en el Fantastic Fest, verás trailers y secuencias de películas de horror de los años setenta para abajo. Antes de empezar Los Cronocrímenes el público aulló al ver en pantalla gigante al tiburón forcejeando contra el muerto viviente de Nueva York contra el terror de los Zombies. Los avisos de comportamiento en la sala (apaguen sus móviles, no sean molestos) son cortometrajes, en ocasiones protagonizados por los mismos tipos que trabajan en el edificio.

Frente a ti no está la espalda de la butaca de enfrente. Hay una barra. Con cuadernillo en el que lees un menú, diferente según el edificio (pueden consultar en pdf el de South Lamar aquí) y un pequeño fajo de hojas en blanco para apuntar pedidos. Puedes pedir comida y bebida durante toda la película, hasta media hora antes de que acabe la proyección. Cuando digo “bebida” hablo de una excelente selección de refrescos, vinos y cervezas (sí, ésta incluida) y cuando digo “comida” no me refiero a acertijos precocinados, sino a una de las mejores pizzas, quesadillas o costillares que probarás jamás. Y al único plato que, al dia de hoy, puede competir en grado de picante con el ya legendario Infierno de Ternera: Las alitas de pollo Apocalypse Now. Y, rizando el rizo, hay disponibles menús alternativos: En el caso de que hayas ido a ver Branded to Kill tienes a mano una selección de comida oriental. Si vas a ver Los Pájaros puedes escoger un menú exclusivo compuesto de ave en todas sus variedades.
El definitiva, el Álamo no es una sala de cine donde puedes comer, es un restaurante integrado en una sala de cine. Con lo que la broma dejaba de serlo a partír del segundo dia: Al mediodía, vez de escoger la comida para acompañar la película, escogíamos la película para acompañar la comida.
Y en cualquier caso, la hoja en blanco no es sólo sirve para hacer pedidos. También puedes apuntar si alguien te está molestando en una silla próxima, o incluso si detectas algún defecto técnico en la proyección. En cualquiera de los casos, los amables camareros recibirán y ejecutarán tu petición sin impedir que sigas disfrutando de la película.
Todo esto acompañando una programación anual en el que las proyecciones de estrenos siempre se combinan con festivales, pases especiales para películas de difícil distribución, o espectáculos como los que protagonizan los Master Pancake, humoristas que, desde la primera fila, y micro en mano, improvisan chistes y doblajes durante toda la proyección.
Por último, Tim y Karrie League, los creadores y propietarios de la cadena Álamo Drafthouse, no se limitan a la dirección y mantenimiento de las diferentes salas. De todas sus actividades paralelas, todas ellas asociadas a la exhibición de películas, la más espectacular son los tours Rolling Roadshow, compuestos de proyecciónes de películas al aire libre, en las localizaciones de sus rodajes. ¿Qué les parece?:
Tim y Karrie, además de ser unas personas encantadoras, y los organizadores del festival de cine que ha cambiado mi vida, son mis héroes actuales. Han construido un negocio esplendoroso a partir de devolverle a la asistencia al cine la condición de experiencia. De revitalizar el ritual. De reinventar la cinefilia, y devolverle su condición festiva y apasionada. De devolvenos a los que vamos al cine la sensación de que podemos ser una tribu. Como entonces.