M E. es una de las miles de trabajadoras que ha ido al paro en los últimos meses. Mal estaría acusar a los gobiernos, uno u otro, de ser los responsables de la cosa. Habrá que suponer que hacen lo que pueden para que haya pocos parados. Después de todo, suponer es una de las pocas cosas que quedan que no cuestan dinero. Pero M. E. no escribe por sus suposiciones, sino para explicar cómo el Departamento de Empresa y Ocupación, cuyo titular es Francesc Xavier Mena, marea a los parados cuando éstos tienen que hacer los trámites obligados para cobrar el paro y optar a otro trabajo. Resulta que hay una serie de oficinas en Barcelona en las que se pueden realizar los trámites. Hay que rellenar unos impresos y bla, bla, bla. Hasta ahí, todo perfectamente comprensible. Como pudo comprobar M. E. en las oficinas dedicadas a estos menesteres hay ordenadores y personal que parece saber utilizarlos. Cualquiera podría imaginar que todos esos ordenadores están interconectados, de modo que el parado puede elegir la oficina que quiera, entrar y tramitar lo que sea que le pidan. Eso señala la racionalidad más limitadita. Pero no ocurre así. Ni mucho menos. La parada en cuestión, que vive en Sants, buscó por Internet la oficina más cercana y decidió dirigirse a ella. La encontró situada al principio de la calle de Mallorca. Llegó pidió el numerito correspondiente, como en las pescaderías. La atendieron de inmediato porque apenas había nadie. ¡Fantástico!, dice que se dijo para sus adentros, venciendo el reverencial temor que la burocracia impone a cualquier españolito que necesite sus servicios. La sorpresa fue que aquella no era su oficina. El empleado, “muy amable”, precisa ella, “me explicó que debería dirigirse a la oficina del barrio de Sants”. Sólo que la oficina del barrio de Sants, contra lo que su nombre indica no está en Sants sino en el parque de la Estació del Nord, casi en la otra punta de Barcelona. La mujer fue y cumplió con sus deberes de ciudadana entregando todo lo que tuvo que entregar, eso sí, empleando en esta ocasión unos 40 minutos (además del tempo de desplazamiento) porque la oficina, a todas luces provisional, estaba a rebosar. Los intentos de averiguar el por qué de esta anomalía han sido inútiles. Durante dos semanas, el Departamento de Empresa y Ocupación no ha podido averiguarlo, como tampoco ha podido responder a la pregunta elemental de cuánto tiempo hace que es así y cuanto más va a durar la provisionalidad. La única explicación conseguida es que la gente no puede ir a donde quiera, no se sabe por qué. El portavoz del departamento insinuó que es lo mismo que ocurre con los médicos: la gente va a donde le dicen. Al margen de que no parece ser lo mismo la relación con el médico que con un administrativo que toca por turno y tramita unos papeles (quizás para el Gobierno de Artur Mas no hay diferencia alguna), no es cierto que los ciudadanos estén obligados a ir a un determinado médico, ya que pueden cambiar libremente si así lo desean. Al menos hasta que este gobierno tan liberal descubra la existencia de esa prebenda y decida acabar con ella. Por cierto, en ambas oficinas hay máquinas expendedoras automáticas para el número de espera. Deben de haber costado un dinerito. Mal empleado. Están todas fuera de servicio y, en las dos oficinas visitadas por M. E. quien da la vez es un empleado. Quien desee comprobar la absurda organización del Departamento del que dependen los parados puede realizar una consulta, vía Internet, para saber a qué oficina debería dirigirse si tuvieran necesidad (los mercados no lo quieran). Si los de Sants van a la Estació del Nord, ¿dónde van los de la calle de Almogàvers, que lo tienen delante? Pues a otro situado en la calle de Llacuna. ¿Y los de Sagrada Familia?, a la ronda General Mitre. Y ¿quién va a la oficina de la calle de Mallorca? Gente que viva en Sarriá. Si esto no es para justificar la privatización del servicio, ¿será para promocionar el uso del transporte público, simple ganas de jorobar al prójimo o pura ineficacia del presunto gobierno de los mejores?
Imagen tomada por Carles Ribas.
Hay 1 Comentarios
España y yo somos así señora. Que se decía en los tiempos de maricastaña.
Esto es España, y esa es la burrocracia casposa que nos caracteriza.
Menudo país sería este si tuviera buenos gobernantes....que también se ha dicho de siempre.
¿Te das cuenta que cuando se calcula lo del absentismo laboral, jamás se contabiliza el tiempo perdido en administraciones públicas?
Publicado por: carlos | 17/02/2012 20:27:09