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TMB: voluntad de servicio

Por: | 05 de julio de 2012

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L. D. es usuario de los autobuses de TMB (Transportes Metropolitanos de Barcelona). No está muy descontento, pero para contento del todo le falta bastante. Apunta diversas irregularidades de tono general, pero la queja se debe a un asunto muy preciso: algunos autobuses paran de forma que no hay manera de salir del vehículo. No es que el conductor sea una mala persona que se dedique a buscar el modo de incordiar a los pasajeros, no. El conductor para donde está establecido, pero mejor haría en parar en otro lugar.

Los detalles: el Ayuntamiento de Barcelona, en colaboración con TMB, hizo un estudio de cada una de las paradas de autobús para evitar que las puertas de entrada y salida de los vehículos quedaran delante de un árbol, de una farola o de cualquier otro de los miles de obstáculos que pueblan las aceras de Barcelona. Se dejó las motos, confiando en la Guardia Urbana, de modo que las motos ahí siguen. Pero eso es, casi lo de menos. Para ello se pusieron marcas (las famosas bandas de goma que se han mostrado tan caras como inútiles) que indicaban el lugar exacto donde el conductor debía situar la puerta de entrada. De ese modo, los ciegos sabrían por donde entrar y las otras puertas quedarían expeditas.

L. D. quiere referirse a dos paradas muy concretas. Una se halla en la calle de Mallorca, junto a Aribau. La otra, en la plaza de Artós. Las dos presentan, para el viajero, problemas diferentes pero con una consecuencia idéntica: salir del autobús es más que difícil. Y añade: "No es sólo cuestión de comodidad, también afecta a la seguridad".

En el caso de la parada de Mallorca, si el conductor para donde debe, y la mayoría de los conductores lo hacen, hay un árbol que queda exactamente en el centro de la puerta central de salida. Los pasajeros tienen que salir de lado y, desde luego, una silla de ruedas no pasa por ninguno de los dos huecos  habilitados al respecto.

La otra parada, la de la plaza de Artós, es aún más chusca. La puerta trasera queda totalmente tapada por una valla que lleva allí meses y meses y meses. Aquí no se sale ni de frente ni de lado, la única posibilidad es saltar la valla o volar unos cuantos metros, cosas que no están al alcance de todos los usuarios de TMB.

Este diario preguntó a TMB por los problemas de las paradas citadas. La empresa tiene las cosas muy claras: quien decide la ubicación de las paradas es el Ayuntamiento de Barcelona, a ellos qué les cuentan. Pero, ¿conocía la empresa los inconvenientes que suponen para los viajeros? En caso afirmativo, ¿lo ha comunicado al consistorio para que tome medidas? Dos semanas después no se ha producido respuesta alguna.

El Ayuntamiento sí respondió a las preguntas. TMB no había comunicado las anomalías, pero se toma nota y se buscará una solución. El portavoz municipal añadió que las paradas se diseñaron pensando en el tipo de vehículo que cubría la línea. Es posible que la empresa haya cambiado el vehículo sin tener en cuenta las  consecuencias.

Durante la última huelga en la empresa, ya con el equipo de Gobierno de Xavier Trias, los sindicatos denunciaban que los sueldos de los empleados estaban amenazados mientras que se mantenían las altas remuneraciones de los directivos (muchos de ellos nombrados en función de la pertenencia a un partido) así como los planes de pensiones, que son para toda la compañía, pero no en igual cuantía. Unos directivos que, a lo que se ve, ni siquiera se preocupan de problemas tan nimios y de tan fácil solución. ¿Voluntad de servicio? Algunos empleados sí. Los directivos no la necesitan. Sólo se deben a quien les nombra y les mantiene.

Viene como anillo al dedo una frase de Jules Renard que cita Miguel Catalán en su último libro (La creación burlada): "No sé si Dios existe, pero sería mejor para su reputación que no existiera". Parodiándola podŕía decirse que no es seguro que los directivos de TMB planifiquen pero sería mejor para su reputación pensar que no lo hacen. Si le dedican esfuerzos, las conclusión es peor.

Imagen tomada por Salvador Fenoll.

Hay 2 Comentarios

Hola,

Aprovecho el blog para notificar mi desaventura con el metro de Barcelona. La semana pasada fui a coger el metro en Poble Sec y cual fue mi sorpresa no poder sacar un T10 en NINGUNA de las taquillas electrónicas en ninguna de las dos sálidas. Tampoco había NADIE en las taquillas. Y halucine cuando ví el T-sencill a 2 euros. ES UNA VERGÜENZA. Total, llegué tarde a mi entrevista de trabajo! Me queje vía su web, ni siquiera recibí una contestación. Es una falta de respeto. MUCHAS GRACIAS TMB y gracias por tener personal de atención al cliente, por funccionar tan bien en un país que tiene cada vez más fallos para dejar instalarse la crisis. (es irónico)

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Sobre el autor

Francesc Arroyo

Francesc Arroyo es redactor de El País desde 1981. Ha trabajado en las secciones de Cultura y Catalunya (de la que fue subjefe). En la primera se especializó en el área de pensamiento y literatura. En los últimos años se ha dedicado al urbanismo, transporte y organización territorial.

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