Hay obras y obras. Por ejemplo, en el enlace entre la autovía de la C-32 con la B-20, hay obras. Se sabe porque unos letreros lo indican y la señalización, de todo tipo, también lo demuestra. Por nada más. Hace meses y meses y meses que en esa supuesta obra no trabaja nadie. Por lo menos a las horas de trabajo habitual. Quizás los trabajos se realizan de madrugada, para perjudicar poco al tráfico rodado, pero no lo parece, a juzgar por el aspecto de la calzada un día sí y otro también y al tercero, lo mismo. Se trata de una obra denominada “Prolongación de la Autovía del Baix Llobregat. Tramo Ronda Litoral Autopista C-32”. Adjudicada nada más y nada menos que en septiembre de 2008. Es decir, cuatro años y medio atrás. Y ahí sigue, sin terminar, según indica el lector J. R. R.
No es la única obra cuyos plazos se eternizan. Ahí está la línea 9, aplazada hasta quién sabe cuándo y la plaza de Les Glòries, en Barcelona. Xavier Trias dice que no puede terminarla porque le tiene que dejar dinero a Artur Mas. Quizás para las representaciones en el exterior que tanto gustan a su socio de tripartito (ERC). La obra tiene una característica propia: afecta a dos vías, una dependiente del Ministerio de Fomento (que es quien encarga y paga –con dinero de todos– el trabajo) y otra que depende del Gobierno de la Generalitat catalana. Cuatro ojos para vigilar la evolución de la misma y tan escaso control como el que dice que tenía el PP sobre las actividades de Luis Bárcenas.
El lector señala que, desde tiempo inmemorial, pasa por allí y se encuentra lo siguiente: señales que le anuncian la reducción del carril de la derecha. La calzada señalizada de forma provisional con pintura amarilla (francamente desvaída por el paso del tiempo) como muestra de que aquello es temporal. ¿Cuánto tiempo? Eso no lo pone. Indicadores luminosos y fijos que le obligan a reducir la velocidad a 60 kilómetros por hora, a lo que se añade el anuncio de un radar conminatorio. Escasamente respetado, a juzgar por el comportamiento de la mayoría de los conductores. Lo que no hay, salvo que se escondan bajo tierra, es trabajadores. Ni uno ni dos ni ninguno. Allí no trabaja nadie. Y no ayer ni anteayer, desde hace meses.
El Departamento de Territorio, de quien depende la C-32 es taxativo: la obra es del Ministerio de Fomento, por lo tanto, a ellos, que les registren. Registrada queda la excusa. Eso sí, el lector no acaba de entender la pasividad del propietario. En su casa, dice, si tuviera una obra iniciada y nadie fuera a trabajar, se preocuparía de perseguir a la empresa encargada de realizarla. Debe de ser que el Gobierno de la Generalitat sólo considera casa propia el asunto del supuesto (en este país todo es supuesto, hasta las obras públicas) espionaje a los partidos políticos y otras gentes de vida más azarosa. El caso es que no parece haberse quejado de la dilación de los trabajos, pese a que este tipo de situaciones suponen una situación de riesgo para los conductores.
El Ministerio de Fomento conoce la situación y piensa resolverla. Un portavoz oficial señaló que la reparación definitiva de la calzada, el asfaltado y la señalización definitiva se harán en el mes de marzo, es decir, dentro de unas semanas. El motivo, señaló la misma fuente, es que este tipo de tareas no pueden hacerse en las épocas de frío. Así son las cosas.
Imagen tomada por Massimiliano Minocri.
Adenda: en la última entrada se hablaba de los límites de l'Hospitalet y de un problema de incivismo en el tráfico. No había, entonces, respuesta municipal. Ya la ha habido. El consistorio ha analizado el problema y, aunque dice que no es fácil, está en ello. Más vale tarde que nunca.