Barcelona hace experimentos con la recogida de basuras. Y ni siquiera
avisa.
La recogida de basuras, incluyendo los materiales reciclables, en Barcelona es cualquier cosa menos racional. Para empezar y a diferencia de países más ricos, aquí se destruye por norma tanto el vidrio como el plástico. Es cierto que se recupera, pero el consumo energético es mucho mayor que el que supone la mera limpieza. En el centro de Europa (e incluso en Cadaquès), donde la gente dicen que es más rica y, a veces, más feliz, los envases se devuelven a los centros comerciales y los ciudadanos recuperan el dinero del depósito. Si no quieren, por ejemplo en esas fiestas ciudadanas multitudinarias donde corre la cerveza y la botella queda abandonada en plena calle, entonces, no es infrecuente ver personas que, con un carrito, se dedican a recoger los envases que luego entregan en un centro comercial a cambio de un vale por su importe, a descontar de la siguiente compra. Además, en ciudades donde la especulación no ha sido consentida hasta el salvajismo de Barcelona, los edificios y bloques disponen de un cierto espacio para basuras, de modo que el abandono de los restos se puede hacer con cierta comodidad y facilidad por parte de los ciudadanos.
Barcelona inventó. Puso contendores de todo tipo (algunos malolientes) en las calles. Ahora mismo hay hasta cinco para residuos diferentes, más los elementos que no van a ninguno de estos contenedores y deben ser llevados a los llamados puntos verdes. ¡Fantástico eufemismo para lo que no deja de ser un escorial, es decir, un lugar para la escoria indeseada! Cinco contendores es un mundo, porque supone que en las casas, más bien pisos con medias de entre 70 y 90 metros cuadrados, hay que tener cinco bolsas para otros tantos materiales. Vale que los cargos políticos tengan pisos más amplios (su sueldo es, en general, mucho más alto que el del común de los trabajadores y parados), pero la mayor parte de la gente no tiene tanto espacio en casa como suponen sus electos.
Y a pesar de todo, la gente se esfuerza en el reciclado.
El caso es que, hasta ahora, los contendores de la calle se distribuían del siguiente modo: papel y cartón, plásticos y vidrio. Tres contendores distintos en un espacio común y verdadero. En otro lugar, normalmente a distancia, se ponían los contenedores para la fracción orgánica y el cajón de sastre justamente llamado “resto”. Todo tenía una cierta lógica: los tres primeros eran para materiales no perecederos y menos pestilentes, lo que permitía una recogida más espaciada. Es un decir. Los otros dos, para la basura más doméstica, también estaban juntos y se supone que eran vaciados en esos camiones que hacen un ruido infinito más o menos cada día. Además, el Ayuntamiento de Barcelona había hecho campañas para informar de cómo iban las cosas. Incluso, durante el mandato (se dice así, aunque ella daba la impresión de mandar más bien poco o nada) de Imma Mayol (ICV) se cambiaron los contendores. Eran tiempos de vacas gordas y nadie reparaba en gastos.
Bueno, pues de nuevo están cambiando las cosas, pero, a diferencia de la época de Mayol, donde la publicidad de las decisiones estaba más garantizada, ahora se hace con silencio y nocturnidad. El ciudadano se topa con los cambios y aprenden por ensayo y error. ¡Lógico! CiU no es una formación partidaria de la transparencia. Basta ver cómo intenta tapar todo lo referente al caso Millet.
Los residentes del barrio de Les Corts han visto como, desde hace unos días, los contenedores de basura orgánica ya no están con los de restos. Se han desplazado junto a los de papel, vidrio y plástico. Como éstos son más escasos, el resultado final es que hay menos. La gente sale de casa a tirar la basura y casi tiene que coger el metro para lograr hacerlo en el contendor adecuado. Eso sí, entre los contendores de restos se ha dejado hueco el espacio que antes ocupaba el de la basura orgánica. Con un poco de suerte, un día de estos declararán el sitio como zona verde.
El Ayuntamiento dice que se trata de un experimento y que los residentes han sido avisados. Este diario se ha paseado por diversas calles de Les Corts y no ha encontrado un solo vecino informado de los hechos. Puede ser que el resultado mejore el desaguisado actual. No es desdeñable. Es muy difícil empeorar las cosas. De todas formas, de momento, la información ha sido peor que la de la época Mayol. Eso sí, no decir nada es incómodo para la población, pero desde luego es más barato. Después de todo, la gente acaba aprendiendo. Aunque también puede acabar por decidir que ya está bien la guasa y echarlo todo al contendor más cercano.
Imagen tomada por Toni Ferragut.
Hay 2 Comentarios
Y en cuanto a ruidos...huy los ruidos!...
1 a 2 AM: Recogida de basura. (todos los días del año sin compasión y apurando la primera de contenedor a contenedor)
2 a 3 AM: Recogida de muebles y trastos viejos, con el consiguiente lanzamiento de muebles al interior del camión sin ningún tipo de problema, voces entre los operarios, pitidos constantes de la marcha atrás del camión, y por supuesto, apurando la primera hasta el siguiente punto, (200mts de nada)
6:30 AM: Abastecimiento de consumibles a los bares y comercios sin compasión alguna, golpes, portazos, voces, pitidos soniquetes de marcha atrás, etc.
07: AM: Montaje de la terraza del bar; arrastramiento de sillas y mesas, etc.
A partir de aquí, y hasta la noche, pasa el butanero como 5 o 6 veces por día de lunes a sábado, vendiendo y aporreando las bombonas a martillazo limpio a modo de reclamo...
A todo esto sumese el trafico habitual de cualquier calle mediana, acelerones, motos con escape libre, etc....
Ese es el perfil de la Barcelona que me a tocado vivir, y eso que vivo en un barrio medio mas bien tranquilo..no quiero ni pensar en otras localizaciones...no me extraña que haya cola en los centros de atención primaria pidiendo medicación y la baja por depresión.
Podrán hacer todos los experimentos especulativos (por que va por ahí la cosa) con los camiones de basura y con todo lo que quieran, pero insisto; lo que no deja vivir no es si el contenedor el galgo o es podenco, lo que destroza son los ruidos fuera de una hora razonable y el nulo control que se hace de ellos y de quien los produce, sea particular o municipal...el ruido es ruido, no tiene apellidos, pero los que los sufrimos constantemente si.
Saludos.
Publicado por: Ramón | 30/01/2014 21:55:30
¿Adónde fueron a parar los viejos contenedores eliminados en la época de Hereu-Mayol? No querría yo que alguien hubiera salido ganando con eso, a parte de los fabricantes de los nuevos.
Publicado por: Carlo | 05/09/2013 5:44:24