Hace un mes, con motivo del inicio de la tramitación parlamentaria de la nueva ley sobre Radiotelevisión Valenciana (RTVV) en les Corts a partir de un proyecto de ley del Consell, escribía en la columna quincenal de El País Comunitat Valenciana sobre lo que llamaba La nueva Ley de Canal 9. En ese articulo había dos o tres ideas-fuerza muy claras, muy sencillas y, en mi modesta opinión, poco discutibles:
- Que una televisión pública valenciano y en valenciano es necesaria dada la incapacidad de la oferta privada (o de la oferta pública estatal) para desarrollar ciertas funciones (otra cosa son las dimensiones de la misma, por supuesto, y el coste).
- Que resulta a estas alturas de la película más o menos evidente que lo que ha ocurrido con Canal 9 es una pequeña tragedia y que es importante enderezar el rumbo.
- Y, sobre todo, que a la hora de modificar las reglas el PP valenciano, dado que tiene mayoría absoluta, debiera ser muy consciente de que perpetuar una situación como la actual no conviene al país, ni al sector audiovisual, ni a la sociedad valencian, pero tampoco sería en absoluto positivo para el PP valenciano. Y ello al menos por dos motivos. En primer lugar, porque una televisión como es hoy en día Canal 9, con una audiencia ridícula (la penúltima de todas las autonómicas, superada incluso por las muy jóvenes televisiones de Asturias, Aragón, etc. que ni siquiera cuentan con el apoyo de una lengua propia que les haga más fácil captar televidentes) fruto del descrédito que sufre y de la pésima imagen que transmite, no sirve de nada, ni siquiera como instrumento de manipulación y propaganda. En segundo lugar, porque perpetuar este estado de cosas sólo tiene un efecto de cara al futuro: posibilitar y legitimar que, el día que gane unas elecciones la oposición (algo que tarde o temprano llegará, es ley de vida) ésta pueda, si lo desea, tener a su disposición una televisión de partido, de modo que habría que esperar que en un alarde de buena voluntad decidiera privarse de ese instrumento allí donde otros no habían querido (cierto es, en todo caso, que su nula utilidad hace el "sacrificio" menos meritorio).
Pues bien, un mes después, y a la vista de cómo está transcurriendo el debate en les Corts valencianes, varias consideraciones merecen ser realizadas a la vista de que ya podemos tener claro por dónde van los tiros y confirmar nuestro pesimismo (o, más bien, refutar el mínimo optimismo que apuntaba en su día, en la esperanza de que el PP fuera consciente de lo que no le convenía).
1. El PP valenciano parece no haber entendido nada respecto de la inutilidad de una tele como el Canal 9 actual incluso para la defensa sus intereses partidistas. Por alguna razón, sigue considerando que el férreo control político y editorial sobre RTVV, que la nueva ley sigue garantizando, es algo que les beneficia y conviene preservar. Las propuestas de la oposición, en el sentido de dar más peso a la opinión de los profesionales de la casa, por un lado; y de garantizar más control de las Corts valencianes, en tanto que representantes de los ciudadanos, sobre la gestión y órganos de control de la televisión autonómica, están siendo sistemáticamente rechazadas. El coste en términos de imagen de proseguir esta senda es enorme. El rédito, como ya se ha argumentado, escasísimo y más bien tendente a nulo (recuérdese que, con la actual coyuntura económica y con el tijeretazo económico que se avecina, el control de Canal 9 ya no sirve siquiera como agencia de colocación para familiares y amigos). Resulta incomprensible la cerrazón del PP al negarse a tratar de establecer mecanismos que impidan una politización demasiado fácil y traten de facilitar el control y la profesionalidad. Maxime cuando, en ningún caso, como a casi nadie le cuesta demasiado entender, algo así, como es obvio, supondría que un partido con mayoría en el Parlamento valenciano perdiera sus resortes a la hora de orientar y dirigir la gestión del ente, como por otro lado es normal (quien gana las elecciones representa a una mayoría de ciudadanos, a fin de cuentas).
2. La oposición valenciana se ha puesto las pilas. Por una vez, y esperemos que el precedente cuaje, frente a la iniciativa del PP, de su Gobierno y de su rodillo parlamentario en las Cortes valencianas, la oposición ha hecho varias cosas. En primer lugar, ha presentado un proyecto alternativo técnicamente muy sólido y bien trabado (quizás demasiado seguidista de lo que fue la ley socialista para RTVE, pero no puede reprocharse demasiado que así sea cuando esa ley ha funcionado moderadamente bien). Además, lo ha hecho a partir de un acuerdo entre los tres partidos de la oposición, que han logrado un consenso sobre el tema muy de agradecer por lo poco frecuente cuando de iniciativas concretas, con cara y ojos (en este caso, con un articulado en forma de proyecto alternativo de ley) se trata. No sólo ello, sino que en una acción política que les honra, han enviado a mucha gente del sector el proyecto, pidiendo sugerencias y retroalimentación (algo que me consta pues como Profesor de Derecho administrativo en la Universitat de València he trabajado y estudio cuestiones referidas a la regulación pública de los medios de comunicación y me hicieron llegar su proyecto para que les hiciera críticas y comentarios si me apetecía, como así hice, de hecho). Que los partidos políticos de la oposición sean capaces de pactar un texto, de abrirlo a la sociedad, de buscar la participación de los actores y de intentar plasmar una síntesis coherente (obviamente, debiendo descartar muchas cosas) es algo que habla muy bien de cómo han reaccionado en este tema. No consta, en cambio, que el Proyecto del PP haya buscado, ni en la elaboración en el seno del Consell, ni durante el trámite parlamentario (por vía rápida) la más mínima aportación exterior, de expertos, de gente del sector, de nadie. Además, la oposición ha hecho un esfuerzo de explicación a la ciudadanía y en los medios de comunicación, que como consecuencia de ello han hablado de su proyecto alternativo con extensión (lo que demuestra que si las cosas se hacen bien se puede llegar a los medios). El resultado se resume fácilmente: la oposicion ha presentado un texto sustancialmente mejor, tanto técnicamente como respecto de la orientación que socialmente desea una mayoría de los valencianos para Canal 9, que el PP. Esa imagen, además, se ha transmitido a los medios de comunicación y se ha filtrado a la sociedad, poniendo al PP muy a la defensiva (y por eso han aparecido esos delirantes ataques no a las propuestas presentadas sino descalificando ad personam con el tosco argumentario sobre el "Tripartit valencià").
3. El propio PP valenciano no entiende ni comprende ni acaba de estar cómodo con el modelo de televisión que están defendiendo. De resultas de los dos puntos anteriores, empieza a emerger la idea clara, entre quienes estamos siguiendo el debate y charlamos de vez en cuando con gentes del sector, de que la incomodidad del PP va más allá de sentirse a la defensiva, políticamente, en este tema, frente a un esfuerzo consensual de la oposición. Además de este factor, gran parte del PP valenciano o de las personas del sector audiovisual ideológicamente próximas a los conservadores valencianos no entienden, sencillamente, el empecinamiento en llevar adelante una ley que, además de consolidar el control político sobre la televisión, abre la puerta a la consolidación de la castellanización de la misma, de la externalización de casi toda su producción y de la pérdida de control industrial sobre la producción, con las terribles consecuencias que ello tendría para un sector, el audiovisual, que en el País Valenciano había logrado en las dos últimas décadas dar pasos incipientes. La oposicion ha señalado, y con razón, el modelo de la televisión gallega, auspiciado por el PP de Galicia, como un ejemplo a seguir y que, de hecho, está funcionando bien (consenso político, gasto razonable, contenidos en gallego y propios, audiencia que triplica la de Canal 9). Sin embargo, en medio de la perplejidad de cada vez más gente del PP y de la industria valenciana, el debate en les Corts está demostrando que Alberto Fabra y los suyos no tienen la más mínima intención de moverse un ápice de sus posiciones.
Y aquí es donde empieza a entrar en juego un último factor a tener en cuenta. ¿Cómo es posible que el PP valenciano pase el rodillo para aprobar una ley que se enfrenta a una posición más o menos unitaria que concentra y aúna a un espectro social amplísimo, que incluye cada vez a un mayor porcentaje de las posiciones conservadoras? Pues, sencillamente, y es tristísimo decirlo, porque el modelo de gestión basado en trocear la programación, venderla en paquetes a productoras y reservarse para la gestión pública únicamente la capacidad de adjudicar estos contratos y orientar ideológicamente los contenidos, es el impuesto desde Madrid, desde el PP madrileño, con la excusa de contener gastos y para, ya que estamos, amparar a las productoras, madrileñas en su mayor parte, que ya están posicionadas para hacerse cargo de esa programación. Algo que contó por ejemplo hace meses el profesor de Periodismo Guillermo López y que pasito a pasito, con la tramitación legislativa que estamos viendo, es cada día mas evidente. A estas alturas, de hecho,no parece aventurado afirmar que justamente lo que describe G. López es lo que acabará ocurriendo si la ley se aprueba en estos términos.
¿Será capaz del PP valenciano de darse cuenta de que lo que está haciendo va contra sus propios intereses y que sólo servirá para destruir Canal 9, el sector audiovisual valenciano y condenarnos a todos a prescindir de una televisión pública propia a pesar de seguir enterrando dinero en ello? Probablemente, a estas alturas, ya son casi todos los miembros del grupo parlamentario popular muy conscientes de ello. El problema es que donde hay patrón no manda marinero. Y parece que el patrón, en este caso, no son sus votantes sino los intereses, aunque sean mercantiles, de quienes mandan en la calle Génova de Madrid.
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Documentos:
- Proyecto de ley de RTVV enviado por el Consell de la Generalitat a les Corts Valencianes
- Texto alternativo presentado en el trámite de enmiendas por los grupos de la oposición
- La nueva ley de Canal 9 (artículo publicado en El País, edición Comunidad Valenciana, el 3 de junio de 2012)
Hay 6 Comentarios
Me parece muy bien todo este rollo pseudoperiodístico. Un par de observaciones: el valenciano no existe se trata de una deformación del catalán, y segundo: Voy a menudo a Valencia y he de soportar el Canal 9, la peor bazofia que he visto en mi vida. La verdad, yo de vosotros no perdería muchas calorías ni neuronas en esos asuntos. Simplemente me largaría de vuestra comunidad.
Publicado por: Besugo | 12/07/2012 22:12:35
Lo que querían ya lo han conseguido: Crear una miriada de pequeñas empresas afines s sus intereses particulares y privados. Todo el resto, calidad, audiencia, efectividad,...., les da igual.¿ Es que todavía no es suficiente toda la experiencia vivida para que los valencianos, y el resto de España, se enteren?
Publicado por: Julio | 08/07/2012 11:36:48
teresa seguramente ya esta publicado lo esencial para el analisis de las causas y los porques de lo que a ocurrido. deberia incluir un vistazo a los periodistas y cronistas. yo veo la ultima frase de BOIX en su contestacion y dice ............... pero de manera menos obscena?. pero no es obscenidad la cultura de la falla y de los falleros.
el analisis y la claridad de la obscenidad, . de lo que tiene de obsceno las falles . no se puede explicar pero la sensacion la tenemos. la sensacion de asco. valdria la pena empezar la reflexion desde nuestro punto de partida. LA SUOR DE LA MEUA FRONT L AIGUA DE LA MEUA FONT.
Publicado por: SALTATE | 06/07/2012 22:33:38
Estoy con Santi. Te recomendaría leer "El secuestro de la democracia", un libro que, entre otras cosas, habla del periodismo valenciano, haciendo hincapié en el sector audiovisua,l y su "relación" con el Partido Popular. El control de los medios, a través de un discurso neopopulista, ha garantizado la estabilidad del PP en el poder.
Publicado por: Teresa Ciges | 06/07/2012 18:42:13
No sé, Santi:
http://www.levante-emv.com/cultura/2012/07/03/canal-9-toca-junio-minimo-historico-42-audiencia/917557.html
4'2% de audiencia. Incluso en el supuesto de que ese 4'2% por ciento de audiencia se distribuya homogéneamente entre toda la población (cosa harto dudosa) estamos hablando de que el PP logra llegar más o menos a un 2% de la gente no previamente convencida.
¿En serio no es más rentable una tele que funcione mejor, más rentable, más profesional, donde puedes filtrar mensajes u orientar qué temas importan pero de manera menos obscena?
Publicado por: Andrés Boix Palop | 06/07/2012 11:57:49
Creo que el primer punto es discutible. Al PP le ha venido francamente bien ese modelo de TV pública. Pongo un ejemplo, una señora de 80 años me dice un día: "a mí me gustaría saber qué le hemos hecho a Zapatero para que maltrate tanto a los valencianos". Canal 9 ha sido su ventana al mundo, y por tanto, ese modelo ha sido muy útil, ¿no?
Publicado por: Santi | 06/07/2012 11:37:52