Como es sabido, una de las últimas polémicas generadas por el actual Gobierno en materia de educación tiene que ver con las becas universitarias, que se pretenden reducir de modo importante y, además, vincular a la obtención de notas más elevadas que el mero aprobado. La propuesta ha generado un reacción muy dura por parte de toda la oposición (más la social que la política, que está dedicada a sus enésimos pactos de estado) y un posicionamiento también muy crítico por parte de la Conferencia de Rectores que considera, con razones de peso, que es un ataque a la idea de que la Universidad pública ha de estar abierta a todos, con independencia de su situación económica de partida. El rechazo a las medidas, más allá de lo que se pueda decir sobre el contenido de las mismas, se enmarca en una oposición de fondo de gran parte del sector educativo a muchas medidas de recorte respecto de la enseñanza pública que tienen un tufo muy evidente a voluntad de demolición paulatina de la misma para acabar convirtiéndola en un sistema de mínimos para inmigrantes, clase trabajadora y demás ciudadanos no privilegiados. Análisis que no es aberrante que se haga en términos de clase, a la hora de la verdad, porque las explicaciones que se están dando por parte de los defensores de la reforma, desde las que ofrece el propio Wert exponiendo más o menos que entre todos pagamos a unos haraganes que no se lo merecen, a las que nos aportan antiguos miembros de gobiernos del PP que van diciendo por ahí que a los becarios les pagamos todos un sueldo mensual de casi mil euros, pasando por exóticas afirmaciones como eso de que hay niñas que usan el dinero de la beca para ponerse tetas, dan verdadera vergüenza ajena y dibujan a un tipo de español muy de toda la vida, privilegiado e ignorante, que se siente amo del cortijo por la Gracia de Dios y del Caudillo y que tiene muy claro de qué va todo esto y cómo han de ser las cosas... y a ser posible que lo sigan siendo así siempre.
Lo más llamativo de toda este follón es que en medio del lío tenemos muy oscurecidas las verdaderas claves del debate, que deberían en torno a quién y cómo ha de pagar por la educación superior, si el Estado (esto es, entre todos) la hemos de subvencionar y, ya que estamos, qué es lo que pasa con los señoritos del cortijo. ¿Pagan ellos por su educación superior? ¿Se les pide rendimiento como a los becarios? ¿Por qué unos pueden ser subvencionados a partir de un 5 y otros necesitan un 6'5 para serlo? Así que tratemos de ir a lo fundamental, para ver si nos aclaramos un poco. Y lo hago también, como siempre en este blog, con la idea de recibir feedback y críticas, porque tampoco tengo certezas inamovibles en esto (bueno, de hecho, en casi nada) y sí muchas dudas. De modo que cualquier comentario o crítica que detecte fallas argumentales o incoherencias, o que simplemente me demuestre que lo que digo son majaderías será muy bien recibido.
1. Meter pasta en la educación pública es esencial para un país. Como sobre esto he hablado muchas veces y me parece algo muy obvio, no voy a incidir en la importancia del tema y hasta qué punto es esencial como nivelador, generador de igualdad de oportunidades y, lo que se suele perder de vista, también como mecanismos para aprovechar todo el talento disponible en un país y explotarlo al máximo. Quien no lo haya entendido a estas alturas muy probablemente es que no lo va a entender nunca (o que como buen señorito del cortijo está preocupado por otras cosas). Sin embargo, sí quiero añadir que esta importancia, a mi juicio, es decreciente a medida que se avanza en el sistema: para un país es mucho más importante tener un buen sistema público educativo en educación primaria que en secundaria y en primaria y en secundaria que en enseñanza superior. Por muchas razones pero, sobre todo, porque en términos de equidad y de eficiencia, si la primaria va bien la secundaria viene rodada y si ambas funcionan es imposible que luego la Universidad no lo haga. Es decir, que justamente a mí estos temas, con preocuparme, me parecen mucho menos importantes que el verdadero desastre que tenemos montado con el proceso de aniquilación de la educación pública vía conciertos y ahogo financiero a la red de todos, que es el gran problema, por encima de cualquier otro, de este país y lo que le va a condenar a seguir siendo una porquería en los próximos 50 años, con unas elites formadas (mal) en los colegios de señoritos, rodeadas de señoritos como ellos, bastante ignorantes y preocupados, claro, por encima de todo, en que no haya posibilidades efectivas de mucha competencia efectiva en el futuro que pueda afectarles negativamente a ellos o sus vástagos. Sabido es que cuanto más chunga sea la educación de los demás, menos problemas hay para perpetuar a los de siempre.
2. ¿Hay que pagar entre todos la educación superior? Como es sabido, si bien constitucionalmente está establecido que la educación es obligatoria y gratuita en sus niveles básicos, y que el Estado, en consecuencia, tiene una clara obligación prestacional en ese caso, en materia de enseñanza superior (lo que incluye no sólo a la Universidad sino también a la FP de grado superior) no hay mandato constitucional alguno, lo que es expresión de la ausencia de consenso en el sentido de que deba de haber una equiparación de esta etapa educativa con otras. A estos efectos, y a la hora de decidir quién paga, conviene ser conscientes de que este debate tiene implicaciones importantes. Por un lado, si se paga con los impuestos de todos, quienes más uso hacen de este servicio (que no son los ciudadanos que vienen de entornos con rentas más bajas y menores niveles socioculturales) se están beneficiando de una subvención indirecta pagada por todos (vamos, que una educación pública gratuita en enseñanza superior no es necesariamente un sistema progresivo de distribución sino más bien regresivo). Por otro, es manifiesto que la gratuidad genera mucha igualdad de oportunidades, dado que permite a todos disfrutar del servicio sin pagar sus costes de forma directa sino en proporción a la renta de cada cual y elimina muchas barreras económicas a seguir con los estudios. Sin embargo, la propia regresividad del modelo hace que probablemente sea más eficiente establecer una suerte de "copago" educativo en la Universidad y que al menos una parte del coste haya de ser soportado por el usuario, cubriendo a partir de criterios de renta sólo a los que de verdad lo necesiten. Es el sistema que se ha ido imponiendo en casi todas partes, con excepciones como Alemania (donde en casi todos los Länder la Universidad sigue siendo gratuita), y es el sistema que tenemos en España. A mí no me parece insensato como modelo, pues elimina cierta regresividad y con un sistema de becas que funcione permite eliminar los riesgos de exclusión. La clave, de todos modos, y como casi siempre con las soluciones mixtas a la hora de repartir costes, es cuándo tiene sentido que paguemos todos y cuándo que pague el usuario, cuánto tiene que pagar el usuario y qué porcentaje ha de pagar el Estado. Y también si tiene sentido tener en cuenta sólo la renta a efectos de discriminar o si además hay que establecer criterios de mérito. Adicionalmente, no conviene olvidar que la aceptabilidad de ese modelo depende de que se considere que se tiene (o puede tener) un sistema de becas que funcione bien (lo que a efectos prácticos en España genera muchas dudas, la verdad).
3. Un modelo de reparto que sea eficiente ha de tener en cuenta sus consecuencias en materia de equidad y el papel que cumple la educación superior en la sociedad. A partir de esta premisa, la verdad, me surgen algunas dudas respecto de si el modelo que tenemos en la actualidad es el adecuado. Por ejemplo:
- La FP superior, como es enseñanza superior ni obligatoria, no tiene por qué ser gratuita constitucionalmente y ya hay Comunidades Autónomas (Madrid, Cataluña) que imponen el copago de parte del coste a los estudiantes. Teniendo en cuenta su importancia para la inserción laboral, llama la atención la medida. Más que nada porque la sociedad a la que vamos es una sociedad en la que lo deseable sí sería que al menos un gran porcentaje tuviera títulos de FP de grado superior o grados universitarios (en contra de lo que se suele decir habitualmente, por cierto). Atendiendo a la función social de la educación pública y sus beneficios para el resto de la sociedad, probablemente tiene sentido aquí la gratuidad... y por esa misma razón tiene sentido extenderla quizás a los grados universitarios (para, entre otras cosas, no generar un peligroso incentivo económico que llevara a los menos holgados a optar por una opción u otra sólo atendiendo a consideraciones de pago). Gratuidad o un coste que sea casi simbólico, que es más o menos lo que ha pasado tradicionalmente en España hasta la subida de las tasas decidida por el Gobierno del año pasado. En el fondo, personalmente, me gustaría más la gratuidad total que un sistema de coste reducido por la mayor facilidad de gestión (no harían falta becas, o al menos, no las que pagan el coste de los estudios, y sabemos que la asignación de becas es una fuente enorme de problemas y de inequidades que de este modo desaparecen). Entiendo, sin embargo, los argumentos de quienes, esencialmente basados en la regresividad de un sistema así, prefieren que haya tasas que, al menos, hagan pagar algo a quienes sí pueden (pero un modelo así sólo es aceptable, conviene recordarlo de nuevo, con un sistema de becas que funcione bien).
- Parece muy sensato que, dado que estamos en enseñanza superior, que sus plazas son limitadas, que hay gente que se queda fuera y que esto es un servicio público, puestos a extraer recursos de los usuarios del sistema lo hagamos teniendo en cuenta, también, su rendimiento. Pero lo que no se entiende en este punto de una propuesta como la de Wert es que pretenda sólo tomar en consideración el rendimiento de los becarios. Si un alumno becado tiene pagado el 100% de los estudios por la sociedad y uno no becado el 85%, ¿por qué uno ha de sacar un 6'5 para poder seguir disfrutando de una ayuda que se la ha dado para compensarlo por su situación económica y en cambio el otro sólo necesita sacar un 5 para seguir obteniendo esa financiación del 85%? A mi juicio, la mejor forma de incentivar el mérito y, sobre todo, de distribuir bien los recursos públicos es incrementar las segundas matrículas de manera sustancial, que la tercera matrícula sea prácticamente el 100% del coste y, por supuesto, que no haya posibilidad de cuarta matrícula. Un sistema así tiene efectos regresivos, obviamente, pues en segunda y tercera matrícula el rico puede seguir con mucha más facilidad en la Universidad que el menos holgado económicamente. Pero al menos se compensan con el hecho de que también el rico se va a la calle y deja su puesto a otro si suspende reiteradamente, lo que hasta la fecha en la Universidad española prácticamente nunca ocurre. Un modelo que a mí me parecería ideal sería la gratuidad de la primera matrícula en estudios de FP superior y grados universitarios, con cañazos tremendos en segunda y tercera matrícula e imposibilidad de seguir más allá de esa situación. Creo que económicamente no habría mucha diferencia para la sostenibilidad del sistema, que generaría incentivos al estudio indudables y que, además, dentro de lo que cabe, trata al menos por igual a todos en dos momentos (en el caso normal de ir aprobando a curso por año y en un número máximo de oportunidades que al ser breve genera un efecto incentivador positivo).
- Dentro de ese marco general me parece muy razonable, además, que haya ayudas para estudiantes universitarios con menos recursos a efectos de residencia o transporte o de ayuda a comprar material. Si nos vamos al actual RD 1000/2012 que regula en estos momentos la cuestión, vemos que sí, que más allá de imágenes míticas de los amos del cortijo sobre sueldos mileuristas pagados a los becados o pastones para hacerse operaciones de cirugía estética nuestro sistema sí ayuda en algunos casos más allá de cubrir la matrícula. Pero si nos vamos a la beca más exigente (beca salario para estudiantes de grado) podemos ver que son 3.500 € anuales con "todo incluido" pues es incompatible con el resto de ayudas (transporte, residencia). Ese es límite máximo de lo que se paga a día de hoy. Pagada la matrícula, y teniendo en cuenta para qué se concede, pensar que eso da para sueldos mileuristas o para operaciones de cirugía estética demuestra más bien cuál es la iconografía en que se mueven los amos del cortijo que nada relacionado con la realidad diaria de este país y de sus Universidades. En todo caso, personalmente, me parece muy bien que estas ayudas existan. Y creo, sinceramente, que con un sistema de matrícula gratuita y penalizada en caso de suspenso, además, deberían mantenerse en todo caso para todo aquel que siga en el sistema (incluso suspendiendo) y que cumpla los requisitos de renta que haya previstos. Porque ésta es la manera de que el "castigo" por suspender se haga más o menos igual para todos: yo tengo una ayuda por estudiar y debido a mi renta para "igualarme" a los demás, si suspendo pagaré mucho dinero y probablemente parte (o todo) lo tendré que sacar de esa beca, lo que ya de por sí me obligará a un mayor esfuerzo y me penaliza. Pero esta penalización se parece más a la que sufren el resto de estudiantes de esta manera, y además es más coherente con la idea de que la beca sea una "nivelación por renta". De este modo es mucho más igualitaria.
De hecho, adicionalmente, hay que tener en cuenta que si todo el problema es una mera cuestión de números, de pasta a dedicar al sistema, se puede ajustar el modelo de matrícula gratuita y cañazos en caso de suspenso, así como los umbrales de renta para dar las ayudas y que el coste global del sistema sea el mismo (o más o menos, dependiendo de lo que como sociedad queramos o podamos gastar). La cuestión es que, obviamente, cambia mucho el reparto de hacerlo de una determinada manera a hacerlo de otra. Y no entiendo muy bien del proyecto de reforma de Wert las razones por las que quiere hacer pagar más de lo que hasta ahora por mal rendimiento sólo a los que tienen beca. Si un rendimiento por debajo del 6'5 le preocupa, debería preocuparle tanto para los que tienen el 100% de los estudios financiados como para los que tienen el 85% de los mismos pagados por todos.
- En cuanto a los incentivos por la "excelencia" académica, me parece que pueden tener sentido. Se pueden establecer, por ejemplo, umbrales de créditos aprobados con más de cierta nota que puedan "compensar" segundas o terceras matrículas más caras (totalmente o hasta cierto punto, según se considere). Se pueden establecer incentivos en forma de rebajas de los créditos futuros en posgrados a partir del expediente. Que un Estado cuide a sus mejores estudiantes es bueno y generar estos incentivos es socialmente deseable. Pero una cosa no tiene nada que ver con la otra, con supuestos "castigos" que pueden acabar expulsando por una mera cuestión de rentas a mucha gente de la Universidad y de unos estudios que son cada día más socialmente necesarios e imprescindibles en casi cualquier trabajo de los que una economía como la española desea generar, además de lo esencial es que una sociedad que funcione bien dé las mismas posibilidades a todos de desarrollar su talento, pues maximizar lo que puede aportar cada cual es mejor globalmente para todos.
- En esos niveles superiores, precisamente porque sí son socialmente menos relevantes (si bien los grados o la FP superior equivalen casi ya de modo total a lo que hace 50 años era el bachillerato, es obvio que los Másters todavía son algo que cumple una función social diferente) y porque en este caso la regresividad sería enorme con un modelo de gratuidad. De nuevo la cuestión es determinar el copago que pueda ser razonable (no parece que 2.500 euros por un Máster público sea un precio barato, de modo que subirlos más, eso sí, tampoco es una alternativa muy sensata) y cuándo hay que becar a un estudiante. Probablemente, dado el retorno económico que un Máster generará en quienes los cursen, tienen poco sentido las becas por razones económicas en estos niveles, aunque tengo mis dudas y sí me parece que para casos muy claros (umbrales de renta realmente bajos) es perfectamente admisible que existan. Igualmente, además de posibles reducciones por expediente en los grados, estaría también muy bien que hubiera becas por rendimiento (lo cual puede ser instrumentado de modo automático, de hecho, a partir del sistema anterior, con umbrales de rendimiento en el grado que directamente den lugar a cursar el Máster gratis).
Como se puede ver, no me parece que el debate abierto sea innecesario ni estúpido. Tampoco me parece que por sistema haya que pagar la educación superior de todo el mundo (porque no se puede). Ni siquiera me parece que siempre y en todo caso la gratuidad sea buena socialmente (porque no tiene sentido). También creo importante penalizar el mal uso de un servicio público limitado y con mucha demanda social que deja a fuera gente y que no tiene sentido que se derroche en quienes no lo aprovechan. Y me parece muy bien incentivar el mérito y los buenos resultados. Por esta razón, así como medidas como las del año pasado, subiendo las tasas de segundas y posteriores matrículas no me merecieron demasiadas críticas (el incremento, aunque leve, de las tasas en primera matrícula, máxime asociado a la reducción de becas, sí me pareció grave), lo que pretende hacer el Ministerio en estos momentos creo, sencillamente, que no se sostiene. Y que no se sostiene ni siquiera a la luz de la pretendida lógica de justificación (eficiencia, mérito...) de quienes lo proponen. Porque pretender un sistema asimétrico de penalizaciones para quienes tienen beca y quienes no, estructuralmente, no tiene ningún sentido. Olvida que la educación pública superior, en gran parte, la financiamos entre todos en todos los casos. Y destila ese tufillo a amos del cortijo a quienes no les gusta, sencillamente, que lo que ellos consideran "chusma" estudie y que tienen constantemente la sensación de que nos están haciendo un favor a todos los demás... cuando somos todos los demás los que no sólo les tenemos que soportar todo tipo de tonterías sino también los que, en el fondo, les pagamos la fiesta casi siempre.
Y de las ayudas, ayuditas y escándalos varios para pagar con dinero público la educación segregada de los señoritos y que puedan ir a concertados reservados para ellos y segregaditos o incluso a privados (incluyendo Universidades) con todos los demás apoquinando, ya hablamos otro día. Porque tiene tela la cosa, tiene tela lo de este país... y tienen mucha tela los señoritos del cortijo y la naturalidad con la que creen que los demás les hemos de pagar sus privilegios.
Hay 3 Comentarios
Quizás también podría tenerse en cuenta lo siguiente:
-¿Es la educación tan solo un medio del que se espera un retorno social o alguna vez será tenido como un fin en sí mismo? Evidentemente, si solo se trata como un medio para producir más, la sociedad será más gris; y si se trata como un fin, puede que se produzcan bastantes frustraciones, pues alguien tiene que servir cafés a los turistas.
-¿Cuál es realmente el coste marginal de la matrícula de un alumno? Lo digo porque es que yo no me creo que el coste sea tan alto como se aduce. Al menos, no lo podía ser en mis tiempos de estudiante. Otra cosa, supongo, son los costes fijos de las universidades, amortización de edificios, pago de nóminas, costes financieros, labores de investigación...
Pero esos costes no se ven, como digo, incrementados por el ingreso adicional de un alumno. En fin, tengo dudas al respecto...
-Con relación al sistema de penalizaciones en caso de suspensos, quizás haya que entender que hay asignaturas que se atragantan y que, por mucho que estudies, no te entran ni a la de tres. A lo mejor, cuando hay alumnos que han suspendido tres o cuatro veces una asignatura, sea bueno plantearse, antes de estigmatizar a un alumno, si el fallo no está en el planteamiento de esa asignatura o en el profesor que la imparte.
Publicado por: smithie | 30/06/2013 13:02:04
Me parece muy completo su post. Es una buena manera de entender mucho mejor los despropósitos que dicen sobre la educación y las becas. El argumento de los porcentajes de los alumnos becados y los no becados y la exigencia de la nota me parece demoledor. Y coincido con usted en la visión de los señoritos y el cortijo, no hay nada como seleccionar a los que pueden estudiar y los que no para no generar competencia en un futuro y tener asegurado su estatus empresarial y la continuidad de la casta política.
Publicado por: Miguel Ángel García | 27/06/2013 10:10:04
Coincido con el autor en el planteamiento.
Echo de menos algún párrafo sobre los criterios de permanencia; es decir, las condiciones bajo las que se puede seguir en la carrera cuando se suspende. Estos criterios dependen de lo Consejos Sociales de las universidades y son bastante dispares.
Publicado por: Pedro | 26/06/2013 18:40:31