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¿Universidad pública para todos? Costes, demanda...

Por: | 23 de julio de 2013

Imagen82540gA mí me pasa muchas veces que no tengo claras las cosas. No todas, pero sí algunas. En ocasiones, además, no es simplemente una cuestión de desconocimiento. Realidades que conozco muy bien, como es la Universidad española o en general la organización de la educación superior, no siempre me permiten tener claro qué es lo mejor. Así, por ejemplo, cuando analicé en este blog la propuesta de reforma de la Universidad de los expertos de Wert, aun siendo consciente de que la propuesta era muy deficiente y que no iba a ir a ninguna parte (algo que parece ya confirmado), también dije, porque es verdad, que la tarea no es fácil y que si a mí me encargaran ponerme a proponer cómo reformar la Universidad española tendría muchas, muchas dudas sobre por dónde tirar en más de un asunto.

Pues bien, en este marco de recortes en el que estamos, una cuestión que me inquieta sin saber cómo convendría resolverla es qué hacemos con la Universidad pública en un contexto de crisis. ¿Hay que recortar grados y posgrados como masivamente pide casi todo el mundo? ¿Estamos sobredimensionados? ¿Debemos enseñar a menos gente pero hacerlo con más calidad? O, por el contrario, ¿deberíamos intentar asumir cuantos más estudiantes mejor y dar el servicio de educación pública a cuenta más gente mejor?

Los parámetros en que se enmarca el debate están, creo, claros para cualquier persona que preste un mínimo de atención:

1. La Universidad pública se la pagamos entre todos en un 80% a todos los estudiantes (y luego, a los becados, al 100%). Esto es algo que Wert y sus propuestas sobre becas suelen olvidar escandalosamente, pero como estamos discutiendo entre personas alfabetizadas, tampoco hace falta incidir más en ello: prestar el servicio de educación superior desde una Universidad pública cuesta dinero a la sociedad (y no poco dinero), tanto más cuantos más sean los estudiantes a los que demos el servicio.

2. Existe una demanda social enorme y creciente de educación superior que, a día de hoy, el sistema universitario público español ya no puede asumir. Por poner un ejemplo de ayer mismo, la Universitat de València ha asignado prácticamente el 100% de las 9.000 plazas que ofertaba en la preinscripción de junio. Para esas 9.000 plazas ha habido unas 15.000 personas que en primera opción habían optado a alguna de esas plazas. Carreras tradicionalmente de entrada fácil, como Derecho (Facultad donde yo doy clases), a pesar de ofrecer casi 1.000 plazas en las diferentes posibilidades de cursar estudios de Derecho, han tenido una nota de corte que, traducida a la anterior notación, está en torno al 7, según informaba ayer la Generalitat Valenciana. No tengo esas cifras pero puede que estemos hablando, sólo en mi Facultad, fácilmente de un millar de personas que querían cursar estudios con nosotros y, cumpliendo con los requisitos para poder desarrollar esos estudios, no han podido hacerlo por falta de plazas.

3. Con los mismos recursos públicos asignados a la Universidad, ofrecer el servicio a más gente supone prestarlo en peores condiciones (cómo de peores es otro tema, por supuesto, y depende de muchas cosas). Una apuesta más elitista hará teóricamente mejores a los alumnos que puedan entrar. Una apuesta más generalista permitirá dar la formación superior que desean a más alumnos. Y, obviamente, (pero no estamos ahí), se puede aspirar a incrementar el presupuesto para mejorar la calidad o el número de alumnos a que se ofrece el servicio... o ambas cosas a la vez. Es cuestión de organizarse y de organizar el dinero. Pero hay que recordar que esto es una cuestión de prioridades porque todo ello requiere, previamente, de la decisión de asignar más recursos.

4. La existencia de una demanda (creciente, muy importante ya) de alumnos que no son asumidos por el sistema público acaba generando un mercado privado que en el caso español es en general muy decepcionante. No crean que esto de la decepción lo digo sólo yo desde mi visión idealizada de la educación pública, también en Fedea, por ejemplo, les parece llamativo lo que pasa con las Universidades privadas españolas con contadas excepciones. El caso es que sin un mecanismo de control de calidad serio (que en España brilla por su ausencia, como demuestran casos como los pijos valencianos que han acabado Medicina en la Universidad católica en 4 años lectivos en lugar de los 6 preceptivos) las Universidades privadas que tenemos cumplen varias funciones y no todas buenas: asumen la demanda que la Pública o puede gestionar, sirven para rebajar el nivel y exigencias en ciertos casos (dando títulos a quienes no los tendrían en la pública) y permiten también curar ciertas carreras (de nuevo, Medicina) a quienes teniendo dinero no entraron en la Pública por cuestiones de notas y rendimiento académico.

A partir de estos parámetros, ¿es bueno o es malo que la Universidad pública deje fuera a tanta gente? Y, sobre todo, ¿deberíamos admitir a más alumnos? Incluso sin tener más recursos, y resintiéndose algo la calidad, ¿deberíamos hacer el esfuerzo organizativo y de gestión que ello supone y tener más estudiantes?

Como decía al principio, no lo tengo claro, pero me parece cada vez más evidente que hay razones que apuntan a que quizás sí. La primera de ellas es que la supuesta virtud meritocrática de un sistema que asigna las posibilidades de estudio por rendimiento queda pulverizada con las actuales Universidades privadas sin demasiados filtros. Si muchos estudiantes quieren hacer medicina en la Universitat de València y no son admitidos siendo buenos o muy buenos porque no hay plazas y no ofrecemos más, pero luego algunos de ellos (y sólo algunos) junto a muchos mediocres que tienen en común tener pasta pueden irse a la Católica a hacer cuatro años de cursillos antiabortistas y acaban teniendo el mismo título, todas las posibles virtudes meritocráticas de nuestro sistema de selección exigente y de nuestros intentos por dar calidad a pocos alumnos acaban perdiendo gran parte de su sentido.

Queda la objeción, eso sí, de la calidad. Y es importante. Porque no se puede aumentar a lo bestia el número de plazas sin que ésta se resienta. Sin embargo, y aquí no voy a hablar sino de lo que conozco, en ocasiones nos ciegan nuestros intereses personales y no vemos los de la colectividad. Que unos mil (o quizás más) estudiantes valencianos quieran hacer Derecho cada año en mi Facultad y no los aceptemos debería plantearnos hasta qué punto podemos (y debemos) intentar dar un servicio con la misma calidad (o prácticamente la misma) al menos a parte de esos alumnos. Personalmente, la verdad, creo que, por ejemplo, un incremento de capacidad de un 10-20% de los grupos sería a día de hoy perfectamente posible para poder admitir cada año a 100-200 estudiantes más. Creo que la responsabilidad social de una Universidad pública obligaría, como mínimo, a empezar a plantear algo así.

Todo ello se une a la convicción de que, además, la enseñanza superior (Universidad y FP) es cada día más una fase que si no básica y esencial de la educación se le parece mucho. Y más todavía para el mundo al que vivimos y al que vamos. Introducido este elemento en la ecuación, se refuerza la idea de que quizás deberíamos hacer algo más y procurar satisfacer más la demanda de lo que ahora lo hacemos, con nuestra oferta mínima y jibarizada.

Por último, queda la cuestión de si es el Estado quien, con estos numerus clausus y un diseño de enseñanza superior determinado, debiera dirigir y ordenar el proceso (también doy clases algunos años en el grado de Periodismo de la Universitat de València, por ejemplo, que tiene asimismo una altísima demanda y niveles de desempleo enormes, ¿debería el Estado ofrecer menos plazas por esta razón?) para que las demandas del mercado laboral futuro se crucen con una oferta suficiente pero no excesiva de trabajadores preparados y guiarse por ese criterio y no por la demanda o el mercado. Sin embargo, este debate es ya otro, muy complicado, pero que creo que, la verdad, ha dejado de tener sentido. En primer lugar, porque nuestro modelo universitario, con las Universidades privadas que tenemos, acaba provocando en la práctica que lo que mande, sí o sí, globalmente, sea el mercado (porque las Privadas no se privan de guiarse por él y el Estado no es capaz de contenerlas nunca) y lo que sí que no tiene sentido es que las Universidades públicas deban no atender a dinámicas de mercado cuando todo el sistema en su conjunto sí lo hace. En segundo lugar porque, la verdad, me cuesta que a estas alturas pueda haber alguien que confíe mucho en la capacidad del Estado para poder determinar con un mínimo de seguridad necesidades profesionales en nuestra economía no ya a 30 años vista sino, sencillamente, a diez.

Hay 12 Comentarios

En mi opinión la educación, a cualquier nivel (primaria, secundaria o superior) debe ser pública y no privada. Otra cosa es como organizar esa educación. Lo importante es la calidad del profesorado, que en el nivel universitario deja mucho que desear, es casi una burla al servicio público de la enseñanza. Otro problema, de conjunto, son el contenido de las asignaturas, su inter-relación con otras profesiones y los textos que, en su mayoría, no son didácticos. Los textos deben crearse con fines educativos y no con fines comerciales. En este asunto el Ministerio de Educación debe asumir esa responsabilidad y ponerle freno a las editoriales que han convertido las ediciones en una mercancía, con la complicidad de las autoridades académicas de colegios, institutos, universidades y demás instituciones de la enseñanza.

ingreso libre en la pública, después de un examen de ingreso o algo parecido para limitar por motivos académicos, pero sin pagar matrícula, muchos países sudamericanos se lo permiten con menos PIB es cuestión de prioridades en el presupuesto. Y numerus clausus en la privada junto al mismo examen de ingreso que en la publica para evitar que el dinero reemplace a la capacidad e idoneidad para iniciar estudios universitarios.

¿Abrir la universidad española? Pero si según Bolonia los grupos más grandes deberían ser de 25 alumnos y en España la media está por encima de 50, y muchas veces cerca de 100. Si en España estudian ya muchos más estudiantes de lo que sería conveniente con los recursos de profesorado y aulas que hay. Si se quiere abrir la universidad habría que contratar más profesorado. Si se quiere optimizar con los recursos que hay, habría que restringir más la entrada.

las cosas se clarifican por ejempl de entrada enuncaimos PIENSO LUEGO EXISTO como ley general y despues se formula sobre ella. repiro gestion reconocimiento herramientas y fondos. que se forman 25000 aLUNMOS AL AÑO EN CIENCIAS DE LA SALUD. A LOS DIEZ AÑOS SON 250000 CHICOS DE 25 AÑOS QUE ANTES DE LOS 35 SON MEDIOMILLON . GESTION INTRES Y RESULTADOS
POR EJEMPL MORATORIAS DE CONSTRUCCION A MEMOS DE 25 KILOMETRSO DE LAS COSTA DURANTE 25 AÑOS . EN NUESTRO PAIS. ESO ES UN ENUCIADO. A PARTIR DE HAY SE GESTIONA .

emocionantes palabras, siempre con esos sentimientos que nos levantas. decir por decir aqui esta. de entrada y como unico mandamiento de la ley de enseñana superior decir que -- las universidades publicas actuen como publicas y las privadas que actuen como privadas. -- con ello no debe de haber ni un segundo mandamiento. tenemos tendencia a hablar y hablar. debemos escribir mas y sobre todo ver y leer mas.

que la universidad española antes la publica y ahora con la privada fabrica parados es cierto . parados muy inteligentes muy cuidados muy caros . esalgo muy ciertos pasaba y pasa.

los dimeros privados son suyos como los publicos son de todos. que se puede mejorar la gestion del dinero y los recursos eso es evidente. en este punto falta generosidad y gestion.
otras preguntas son donde se forman las elites economicas y los mejores alumnos de nuestra sociedad.

yo lo veo bien que haya universidades públicas y privadas porque hay gente que se lo puede permitir pero hay otra que no y no lo veo mal que se haga así.

El programa de abrir por razones económicas / cerrar por motivos de mérito y de esfuerzo de María lo comparto plenamente. La cuestión es que a día de hoy, y eso es un hecho, tenemos muchísimos estudiantes muy buenos que se están quedando fuera de carreras como Medicina, por ejemplo. Y alumnos buenos de carreras como la mía. Es decir, que cerramos por temas económicos, en la práctica (pues esta gente ha de irse a las privadas) y también cerramos (quizás demasiado) por temas académicos (al menos, en algunos casos y carreras).

Yo creo que hay que abrir más la Universidad a toda la sociedad por motivos económicos: hay que abaratar las tasas y/o dar más becas.
Y al mismo tiempo hay que cerrar más la Universidad por motivos académicos: aumentar la exigencia, limitar los posibles suspensos, etc.
Universidad para todos los que estén dispuestos a esforzarse, sin limitaciones económicas pero tampoco sin miedo a exigir esfuerzo. La Universidad ha de ser un derecho (de acceso) y un deber (de esfuerzo).

¿Cuando escribió el párrafo anterior pensaba en aumentar el nº de alumnos por clase? Porque cada vez que el Ministerio de Educación sugiere algo parecido aparecen los profesores progres llamando fachas a quien lo propone......

Publicado por: a.l.u.m.n.o. | 23/07/2013 18:06:11

No es lo mismo hablar de educacion obligatoria en niños que Educacion superior en personas ya adultas, en una clase donde hay 200 alumnos por profesor, un 10% mas no disminuira la calidad apreciablemente, en una clase de niños pasar de 25 a 30 puede ser un desastre, no hablamos de lo mismo

José, no pasa nada por tener lío, creo. ¡Yo mismo, como decía al principio, tengo pocas cosas claras en este sentido!
Así que cualquier idea ayuda a hacer avanzar el debate. Las tuyas no me parecen mal, aunque a mí subir las primeras matrículas no me gusta demasiado. Como decía en el post sobre becas, incluso me plantearía su gratuidad.

Alumno, sí, hablo de meter más alumnos por clase. No en cualquier clase. En lo que yo conozco de cerca y sé que no pasaría nada en cuanto calidad porque así se hiciera: las clases de una enseñanza superior de grado como es Derecho en España (o, si se quieren, en Valencia, donde tenemos unos 60 alumnos, en el mejor de los casos, por clase).

"Personalmente, la verdad, creo que, por ejemplo, un incremento de capacidad de un 10-20% de los grupos sería a día de hoy perfectamente posible para poder admitir cada año a 100-200 estudiantes más. Creo que la responsabilidad social de una Universidad pública obligaría, como mínimo, a empezar a plantear algo así."
¿Cuando escribió el párrafo anterior pensaba en aumentar el nº de alumnos por clase? Porque cada vez que el Ministerio de Educación sugiere algo parecido aparecen los profesores progres llamando fachas a quien lo propone......

Vaya lío. Se me ocurren varias ideas que seguro que no solucionan el problema pero algo lo mejorarían. Es difícil complicarlo más, y ahí Wert ha tenido mérito, porque hace falta imaginación para poner a la universidad aún peor. A lo que iba: se podrían aumentar las tasas de matriculación por un lado y, por el otro, aumentar el número de becas, o incluso copiar figuras como los teacher assistant anglosajones, que ayudan en la docencia y cobran por ello (a fin de cuentas les sale más barato y más trabajoso estudiar). La idea de subir las matrículas es que los estudiantes se lo piensen dos veces antes de matricularse y antes de eternizarse en las carreras sin dar palo al agua, que los hay. La idea de las becas es que los que menos recursos tengan puedan matricularse. Ya sé que es muy simple pero, ¿por qué no? El Wert dice chorradas y ahí está, de ministro.

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Sobre el blog

Una mirada al mundo y a la actualidad a través del Derecho público. Este blog no es sino el reflejo de los anteojos de un jurista y su uso para filtrar obsesiones, con mejor o peor fortuna. Aspira a hacer más comprensible la realidad aportando un prisma muchas veces poco visible, casi opaco. En todo caso, no aspira a convencer a nadie sino a dar razones. Porque se trata, sobre todo, de incitar a pensar desde otros puntos de vista.

Sobre el autor

Andrés Boix Palop

(València, 1976) es Profesor de Derecho administrativo en la Universitat de València y ha estudiado o investigado, en diversos momentos en Universidades francesas y alemanas (París, Múnich, Fráncfort). Al margen de sus trabajos sobre cuestiones de Derecho público escribe regularmente sobre temas de actualidad que tengan que ver con esa parcela del ordenamiento, no sea que en contra de lo que históricamente han considerado los juristas españoles, haya alguien ahí fuera a quien puedan interesar estas reflexiones a caballo entre lo jurídico, lo noticioso y las obsesiones personales de su autor.

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