Este lunes escribía en la columna de enero de la edición valenciana de El País que urge reformar la Generalitat valenciana en el sentido no de recortar más o menos sino de cambiar de arriba a abajo cómo se hacen las cosas, el funcionamiento y la propia dimensión organizativa de esta Administración pública porque si no lo hacemos (y más bien rápido), sencillamente, la paradeta será cerrada en breve. Aunque soy muy repetitivo, lo sé, con la cantinela que llevo contando desde hace unos años sobre la imposibilidad de que el modelo de organización administrativa propia de que nos hemos dotado los valencianos pueda seguir funcionando sin drásticas modificaciones, poco a poco parece que nos vamos acercando a esa situación en que, directamente y aunque a muchos sorprenda y parezca inconcebible, se empiezan a cerrar cosas hasta ahora tenidas por esenciales (RTVV) o a barajar la devolución de competencias, como han sugerido ya algunos expertos a los que el Consell ha encargado informes sobre qué hacer, caso de que no llegue más dinero. Dinero que, por cierto, no parece que vaya a llegar en breve. Pero es que, en todo caso, llegue o no, pueda subsistir in extremis este modelo con algún cambio sobre la campana del modelo de financiación autonómica, tampoco parece que debamos estar muy satisfechos con cómo funciona nuestra Administración autonómicas desde otros puntos de vista. Así que, visto lo visto, urge empezar a pensar en cambiar cosas. A fondo.
En este sentido, junto a los amigos de la Fundació Nexe, he escrito un libro sobre las posibilidades de reforma de la planta administrativa valenciana autonómica y local con un desarrollo más o menos amplio de un abanico de propuestas que se pretenden coherentes para cambiar, de forma bastante profunda, uno de los aspectos referidos, el de la planta administrativa. El libro puede descargarse gratuitamente en formato PDF en la web de la colección Demos de la mencionada fundación, que entienden que lo importante con este tipo de trabajos es aspirar a que tengan la mayor difusión posible y creen (con toda la razón) que ésta puede ser una buena manera de hacerlo. Así que, modestamente, recomiendo a cualquier interesado en este tema que se lo descargue, le eche un vistazo y me comente qué le parece, qué críticas pueden recibir las propuestas allí realizadas y, sobre todos, qué aportaciones adicionales pueden hacerse para ir logrando crear un caldo de cultivo generador de buenas ideas de reforma que convenzan a ciudadanos y a nuestros representantes de que se puede (y debe) hacer mucho más. Adicionalmente, para cualquiera que estando interesado prefiera leer estas cosas en papel, el libro puede comprarse por Internet a un precio (10€) pensado para cubrir gastos de edición pero también para tratar de lograr la máxima difusión posible dentro de la sostenibilidad financiera. Así que ya saben, cualquier interesado puede hacer sus encargos aquí.
Con la idea de aprovechar el texto para iniciar también en el blog una discusión y para dar un pequeño resumen de las ideas expresadas en el librito, aquí va a continuación un breve decálogo sobre la orientación de la reforma de la organización administrativa de la Generalitat Valenciana que debiéramos empezar a ir diseñando. Inspirado, lógicamente, en el libro. Espero que resulte de interés.
Tesis Primera. La organización administrativa de las instituciones de autogobierno de los valencianos (Generalitat y entes locales) necesita de una reforma estructural profunda. Ello es así en primer lugar porque, sencillamente, es ya evidente a estas alturas que o media una nueva burbuja inmobiliara (y, la verdad, mejor que no) o no hay manera de hacer sostenible el invento con el actual modelo de financiación. La solución dada durante años a este problema para que no se notase mucho, recurrir a un masivo endeudamiento, se ha probado muy desafortunada. De modo que hay que cambiar. Básicamente porque si no se cambia el invento se muere. Y, también, porque si no cambiamos nosotros nos van a cambiar desde fuera. Mejor que lo vayamos teniendo claro.
Tesis Segunda. Además de la primera razón ya expuesta, hay más motivos que aconsejan hacer un cambio en profundidad. Básicamente porque, sea sostenible económicamente o no, la organización de la Generalitat es, en estos momentos, muy deficiente. Nació decimonónica porque copió, en todo, lo ya existente. Y lo ya existente era una Administración del Estado creada en ese siglo y con una fuerte inspiración francesa. Lo cual no es malo en sí mismo, pero sí, muy probablemente, francamente desajustado cuando se calcan exactamente esos mismos basamentos para organizar un sistema de prestación de servicios públicos y de organización de la convivencia a finales del siglo XXI. Es muy probable que en ese momento, por muchas razones (premura, falta de experiencia, que la Administración autonómica no se construyó de cero sino que aprovechó lo que ya había y le transfirió el Estado) no hubiera manera de hacerlo de otro modo. Pero han pasado más de 30 años y muchos de los defectos ya intuidos por casi todos entonces son ahora muy evidentes. Hay que ponerse pues, manos a la obra. No hay ya excusas.
Tesis Tercera. Estos defectos, que se concretan en un modelo muy vertical, centralizado, jerárquico, poco participativo, con mucho control político, poco profesionalizado, poco ágil, no son exclusivos de la Administración valenciana. Como es obvio, los comparte su modelo, esto es, la Administración del Estado. Y también los comparten, en mayor o menor medida (pero casi siempre, más o menos, en la misma o muy parecida), todas las administraciones autonómicas. Sin embargo, esto no es un consuelo. Básicamente, por dos razones. La primera de ellas es porque tener autogobierno es ser responsable y uno, a partir de ese momento, ha de aspirar a hacerlo todo lo bien que sea posible, sin que quedarse en la media o la mediocridad pueda entenderse suficiente. La segunda, y más importante, es que a los valencianos, con el modelo de financiación que tenemos, una administración pública de calidad media y homologable a la de los demás no nos sirve. Como recibimos menos dinero que los demás tenemos que hacerlo, sencillamente, mejor o mucho mejor que los otrso si no queremos tener (graves) problemas, como está siendo ahora el caso.
Tesis Cuarta. Junto a las cuestiones organizativas, la reforma de la Administración valenciana ha de ir mucho más allá y, de nuevo aprovechando lo que es el autogobierno, hacer uso del mismo en todo lo que sea posible para, detallando y mejorando normas estatales básicas, crear un modelo de funcionamiento mejor, más transparente y más controlado. Así, hay que repensar de arriba a abajo el modelo de contratación pública, el de función pública o el de participación ciudadana en la toma de decisiones. Por poner sólo algunos ejemplos de dónde urgen cambios más allá de los puramente organizativos.
Tesis Quinta. Desde una perspectiva organizativa hay que hacer a la Generalitata valenciana una administración más ágil, profesional, reducida, de control, ayuda y supervisión, descentralizada y, a la vez, ambiciosa. Ha sido un error convertir a las Administraciones autonómicas, en su planta y organización, en 17 "Madrides" con todas las patologías que tan claras se ven del centralismo estatal pero que, sorprendentemente, parece como si desaparecieran cuando nos enfrentamos a la organización de lo propio. Hay que repensar desde el omnímodo control del Consell sobre toda la actuación administrativa de la Generalitat a la ubicación territorial de organismos y empresas públicas, así como de infraestructuras o iniciativas productivas, una vez constatado que los contados casos de ubicación de sedes fuera de Valencia no sólo no han generado problemas sino que han sido muy cohesionadores. Además, hay que descentralizar, dejando en manos de entes de ámbito no autonómico sino más local, todo lo que pueda ser gestionado de forma más próxima. No tiene sentido que todos los organismos, desde la extinta RTVV a la Acadèmia Valenciana de la Llengua, pasando por la Agència Valenciana de Turisme, estén en la ciudada de València. Y tampoco tiene sentido que la decisión sobre dónde ha de parar y cómo ha de pagarse un autobús metropolitano de la ciudad de Alacant y pueblos de la zona la tome la consellera desde la capital.
Tesis Sexta: Una Generalitat que haga un ambicioso uso de sus competencias estatutarias y se tome en serio el autogobierno no es la que gestiona todo (obedeciendo órdenes de Madrid y cumpliendo o calcando las normas básicas y poco más) y apenas si deja espacio a nadie más. Eso, en puridad, es un gestor, un "mandao", quizás muy importante, pero ya está. Y con ínfulas, si además tiene palacio, coche oficial, título de Molt Honorable y muchos asesores. Pero poco más. Una Generalitat que decida ceder la gestión de lo local o comarcal hacia entes locales o comarcales y se centre en ordenar, coordinar, supervisar, incentivar y, lo que es muy importante, inspeccionar es mucho más ambiciosa, en el fondo, si ejerce estas funciones de manera imaginativa, osada, tratando de innovar y de llevar a cabo estas tareas pensando en lo que es posible y conveniente para la población valenciana y no tanto en ser más obedientes que nadie y respetar al milímetro el esquema de reparto competencial y la manera de actuar en cada competencia que viene impuesto por el Estado. A estos efectos, por hacer una analogía, como es sabido, el gobierno federal almán gestiona bien poco (pues la gestión de las políticas públicas, incluso las determinadas por la Federación, la suelen hacer los Länder, es el llamado federalismo de ejecución) y no parece que sean unos parias precisamente. Pues bien, la Generalitat valenciana debería hacer lo propio y aspirar a dejar de gestionar todo lo que puedan y deseen gestionar municipios o estructuras superiores al municipio con muy pocas excepciones para acciones que sí requieren de una actuación territorialmente integrada (grandes infraestructuras, gestiómn sanitaria global y de los grandes centros, planificación escolar, etc..).
Tesis Séptima. Las Diputaciones provinciales sobran. No hay ninguna, ni una sola, actividad que lleven a cabo en la actualidad que no puedan hacer (mucho mejor) los propios entes locales bien dimensionados o, si no, las Administraciones autonómicas (de hecho, así es en la mitad de las Comunidades Autónomas españolas y no ha ocurrido desgracia alguna). Hay que integrarlas pues en la Generalitat, disolverlas empleando los medios jurídicos que el ordenamiento deja a los valencianos para poder intentarlo o, en el peor de los casos, coordinarlas intensamente desde la Generalitat. Desde una Generalitat, recordemos, que tendría mucho menos peso ejecutor de políticas que la estructura que ahora conocemos. Con la UE, el Estado, la Generalitat y los entes locales tenemos, al menos, cuatro niveles diferentes de gobierno. Las Diputaciones provinciales no tienen ningún sentido. Y si no hay otro modo de hacerlas desaparecer, deberíamos convertirnos en una Comunidad Autónoma uniprovincial y proceder a su disolución, como prevé la ley en esos casos, en la burocracias autonómica.
Tesis Octava. En un modelo como el señalado (Generalitat menos gestora y más coordinadora, incentivadora, supervisora, fiscalizadora... y sin unos entes intermedios y sin control democrático directo como las diputaciones), la gestión efectiva y diaria de las políticas públicas que son de competencia autonómica recaería sobre los municipios. Aunque el gobierno del Estado ha aprobado recientememte una norma que va en sentido contrario (reducir el peso de municipios e incrementar el de las diputaciones provinciales) sigue existiendo un importante espacio autonómico para, si se desea, poner en marcha este modelo haciendo desaparecer las Diputaciones y delegando todas las competencias (con la debida financiación) que se considere (algo que la ley estatal sigue permitiendo) en las estructuras locales. Las ventajas son evidentes: mayor control ciudadano, mayor proximidad democrática en la toma de decisiones, mayor control del gasto, mayor competencia en la prestación de servicios... y una Administración diferente (la autonómica) a la que presta el servicio controlando cómo se hacen las cosas.
Tesis Novena. El único problema de delegar en los ayuntamientos tanto esfuerzo prestacional es que, como es evidente, en muchos casos éstos no tienen ni medios ni ganas de asumir estas tareas. En otros sí unas cosas (ganas) pero no otras (medios). Más extraño es tener medios y no tener ganas, pero también puede darse. Además, en ocasiones, por razones evidentes de tamaño, hay límites objetivos a lo que se puede hacer tanto ahora como en el futuro por muchas ganas y buena voluntad que se pueda tener. La solución en tales casos pasa, como es la norma cada vez más en Europa, por un modelo flexible y diversificado. Cada municipio asume las competencias (y financiación) que estime que efectivamente puede ejercer. Y la Generalitat presta las restantes para ese ámbito territorial como administración que hace de red prestacional de seguridad. Pero incluso en tales supuestos hay que fomentar la flexibilidad y el asociacionismo prestacional. No tanto a partir de las comarcas clásicas, que son una estructura demasiado rígida (no tiene siempre sentido que una misma demarcación sea la empleada para todas las acciones públicas) y además demasiado diferente en población y extensión en nuestro país valenciano como para poder funcionar bien, sino a partir de agregaciones voluntarias de municipios y posibilidades de áreas de gestión funcional que se pueden diseñar desde la Generalitat e incentivar a que sean (voluntariamente) empleadas por los municipios que lo deseen para poner en común recursos y gestión. Todo ello, además, con controles democráticos de proximidad. Una especie de modelo helvético para el País Valencià. O si quieren, una suerte de neocantonalismo (y uso voluntariamente el término a pesar del desprestigio que se le ha endosado en España) de raíz radicalmente participativa.
Tesis Décima. Todo esto es más urgente de lo que parece. Y, además, es nuestra obligación ponernos las pilas. Porque el autogobierno, de hecho, va de esto. De ser responsable, para bien o para mal, de cómo hacemos las cosas... y sufrir las consecuencias (para lo bueno y también, sobre todo, para lo malo). Porque, tal y como cierro el libro, a modo de conclusión "tractar d’innovar i d’organitzar les coses per fer-les de la millor manera possible (i al menor cost per a tots) és, doncs, també, lluitar per l’autogovern i defensar-lo. Una defensa que, abans que buscar sempre enemics aliens, hauria en primer lloc de parar atenció a nosaltres mateixos i a les nostres inèrcies, a la tendència a imitar i a convertir l’autogovern en mera gestió pròpia d’alguns dels nostres assumptes, tractant, això sí, de fer-ho com ens diuen i ens han dit sempre que s’ha de fer. Els resultats són coneguts. I previsibles. Perquè l’autogovern que no es treballa, en el fons, no es mereix..., i normalment no és que acabe malament, és que, senzillament, s’acaba".
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Tesis Undécima (en forma de libro): El libro Una nova planta per als valencians. Possibilitats i límits per a l'organització política i administrativa del País Valencià dins la Constitució de 1978, se puede descargar gratuitamente en PDF en la web de la Fundació Nexe o adquirir por 10 € aquí.
Hay 3 Comentarios
Buenas tardes,
En primer lugar me gustaría felicitar por el artículo, es un tema que se trata escasamente en los medios de comunicación generalistas, a pesar de que la causa de muchos de nuestros problemas tienen origen en un planeamiento deficiente de la administración.
Me gusta ver que existen planteamientos que defendí en el pasado, aunque creo que en los foros inadecuados, como es el caso de la ubicación de las sedes de las instituciones. Particularmente me gusta utilizar como referente el ejemplo alemán, cuyo Parlamento se encuentra en Berlín, la Bolsa en Frankfurt y el Tribunal Constitucional en Karlsruhe.
Creo que la elección de este modelo de “diseminado de entes” por el territorio, de cualquier estado, autonomía, región (o como se quiera llamar) contribuye a crear una mayor identificación de los ciudadanos con sus administraciones, pues se facilita que exista una mayor cercanía y visibilidad de las mismas. Aparte de que supone una mejor distribución de la riqueza que generan estos organismos en las ciudades que los acogen.
También se conseguiría con este reparto evitar los supuestos de “apropiación de símbolos”, pongo un ejemplo de ello (muy visual a mi parecer): Cuando se creó la primera emisora de radio en Barcelona, se llamó Radio Barcelona, en cambio, cuando se creó la primera emisora de radio en Madrid se llamó Radio España. Madrid es parte de España, pero no es España en sí y, del mismo modo, Valencia no debe ser la Comunidad Valenciana en sí. Por supuesto esto sólo será cierto si todos entendemos como positivo que los valencianos podamos identificarnos con la Autonomía, y no sólo los residentes de la capital.
Coincido con Universitari, existen demasiados “estómagos agradecidos”, es decir, las deficiencias que padece la Administración suele ser el beneficio de algunos, y estos algunos dudo que colaboren en la eliminación de aquellas deficiencias que suponen su sustento.
Aunque tienes razón, si nuestra Autonomía no acaba con sus problemas, serán sus problemas los que acaben con nuestra Autonomía.
Un saludo.
Publicado por: Aarón Albors | 15/01/2014 19:33:53
Gracias, Universitari, por tantas preguntas interesantes. Voy a intentar responder en plan breve.
- Es posible, sí. Al menos intentarlo. Quizás no todo pase los filtros políticos y jurídicos del TC, pero gran parte debería. El libro, de hecho, es un trabajo que tratar de indicar qué cosas son posibles dentro de ese marco. Y sí, por supuesto que generaría conflictos. Pero no pasa nada. El conflicto es normal en un Estado con un reparto del poder, en cualquier Federación. De hecho, en España los tenemos los valencianos también, pero normalmente con cosas absurdas (los petardos, el parany y mandangas varias). Mejor tenerlos sobre cosas serias que permitan mejoras y asumir con naturalidad que a veces nos equivocaremos y a veces acertaremos pero que es mejor moverse y que del conflicto suelen salir soluciones mejores que la inamovilidad.
- Los entes locales, como todos en esta vida, hacen las cosas mejor o peor si: tienen medios, se les da confianza, van aprendiendo y experimentando, mejorando con el tiempo... Es decir, que esa desconfianza hay que romperla dando la opción de hacer cosas. Si en el resto del mundo esto funciona, ¿acaso los españoles o los valencianos somos diferentes?
- No es contradictorio, la Unión Europea controla con toda naturalidad cómo aplican los Estados miembros sus normas y no pasa nada ni supone perder soberanía ni autonomía. O el Estado a las CC.AA. Lo importante es que quede claro de qué va ese control, que es de legalidad, no de oportunidad, y hacerlo bien y profesionalmente. Es bueno para todos. Empezando para los propios entes locales, que harán las cosas mejor si están escrutados y presionados tanto desde abajo democráticamente (por los ciudadanos) como desde arriba jurídicamente (por la GVA controlando cuestiones de legalidad). Además, si hay conflicto, la GVA se va a un juez e impugna lo que ha hecho el ayuntamiento y decide, finalmente, el tercero, un juez, a partir de criterios legales. No hay problema, pues.
Respecto de la última cuestión doble:
1. Tiene sentido en ambos casos. Simplemente, sin nueva financiación esto es más urgente y acuciante y, además, quizás ni siquiera sea suficiente para salvar la autonomía. Con más financiación, en cambio, a lo mejor hay quien piensa que ya no hace falta cambiar las cosas porque el tema está resuelto. Sería un error.
2. No lo sé. Pero sí creo que, en todo caso, es obligación de todos tratar de convencer al resto de ciudadanos y a nuestros representantes de que hay que mejorar las cosas y, desde la Universidad, dado que nos dedicamos a estudiar estos temas, proponer alternativas para que puedan servir para su debate. Hay que intentarlo, al menos. Tenemos una ventaja ahora, una triste ventaja, y es que cada vez para más gente, incluyendo políticos, creo que se ha hecho presente la lamentable realidad de que o esto se hace o se va a pique.
(Sí, el trabajo está escrito en valenciano por mí y lo he escrito en valenciano desde su primera redacción. Espero que sea digerible también en esa cuestión, aunque lo cierto es que la ayuda de buenos amigos y el trabajo del editor del libro han ayudado muchísimo a que haya acabado, desde ese punto de vista, tan bien escrito como ha quedado)
Publicado por: Andrés Boix Palop | 15/01/2014 12:05:16
Parece un "programa de gobierno" muy interesante, sin duda, aunque el libro en papel acaba saliendo un poco caro. ¿Está tambíén en Amazon? ;-)
Algunas dudas rápidas:
- eso de ir a máximos en todos los sectores que dices (funcionarios, contratos, competencias locales, liquidar las diputaciones...) ¿de verdad es posible dentro del Derecho español?, ¿no generaría conflictos sin cuento con el Estado y sería muy difícil?
- muy de acuerdo con eso de creer en los entes locales y tal pero, ¿de verdad en España, y no digamos aquí en Valencia, se puede confiar en ellos para gestionar en serio?
- ¿no es contradictorio lo de dar mucho a los entes locales y luego decir que la Generalitat pueda inspeccionar qué hacen?
- Y dos preguntas absolutamente esenciales:
1. ¿Todo esto es posible, o tiene sentido, sin un cambio radical en el actual modelo de financiación autonómica y con la pasta que recibimos los valencianos?
2. ¿Alguien cree que hay la más mínima posibilidad de que algún partido político, incluso uno minoritario, pueda asumir con un mínimo de sinceridad un programa de gobierno para la Generalitat que, caso de ganarla, le forzaría a desmantelar y dispersar, también en los contrarios (que hay que suponer que tendrán poder local, al menos parte de él) lo que tan costosamente se ha ganado y tantos puestos de trabajo y posibilidades de mangoneo garantiza?
Enhorabuena por el libro, en cualquier caso. ¿Lo has escrito en valenciano directamente tú o está traducido por alguien?
Publicado por: Universitari | 15/01/2014 9:54:44