Antes de anunciar su retirada a los 34 años, cuando el título de Roland Garros, el triunfo en la Copa Davis o el número uno del mundo aún eran una quimera, Carlos Moyà, por entonces un chaval, aceptó definirse en una entrevista con este periódico: “Soy un joven que no le tiene miedo a nada”. Ahora, en la despedida de un tenista que abrió fronteras, de los primeros españoles verdaderamente competitivos en pista dura (final en el Abierto de Australia, semifinal en el de Estados Unidos) o cubierta (final de la Copa de Maestros), el Moyà jugador se redescubre a través de las entrevistas que fue concediendo durante los últimos años a, entre otros, Manel Serras, Carlos Arribas o Ángels Piñol
1997. (Nace la moyamanía: acaba de llegar a la final del Abierto de Australia)
"Ya no puedo ir ni de marcha"
1997. (Con 20 años llega su primera derrota en la Davis, el gran objetivo de su carrera)
"Soy un top ten y lo asumo: debo hacerlo bien en todos los torneos y debo aspirar a todo. Creo que lo que me diferencia de Sampras o de los mejores en estos momentos es que ellos mantienen un gran nivel 15 de las 20 semanas que juegan y yo aún no".
2000. (Estaba lesionado)
"Me resigné. Hice cosas que nunca había hecho, estudiar francés, hacer submarinismo, estudiar guitarra. A mí me gusta estar descansado, pasar una tarde en el sofá, pero sólo si sé que al día siguiente volveré a estar entrenándome a las nueve. Si no, lo paso mal".
2003. (Era top 10 y hablaba antes de la final de la Copa Davis)
“No es justo que se dude tanto de mí”
“Aún no sé lo que es ganar la ensaladera. Las sensaciones que tuve en septiembre, cuando gané a [Gastón] Gaudio, en Málaga, el quinto punto de la semifinal frente a Argentina, no las tuve ni cuando me impuse en París ni cuando fui el número uno mundial. Era algo diferente. Ser el número uno y ganar una competición del Grand Slam es increíble, pero esa sensación de jugar ante 14.000 personas que te apoyan, de defender a tu país, de resolver una eliminatoria que se nos había complicado, y más teniendo en cuenta que había jugado mal el primer día, fue algo muy especial”
“He conseguido algo muy difícil: atravesar una lesión grave y volver a ser el de antes. La estadística demuestra que hay muy pocos que lo hayan logrado. A Kuerten, Ríos [Marcelo, chileno] y Henman [Tim, británico] les está costando mucho. Fueron momentos muy difíciles”
2006 (Antes del Abierto de Australia)
P. ¿Puede haberse sentido picado por la irrupción hasta lo más alto de Rafa Nadal?
“Los objetivos de Rafa y los míos son diferentes. Él lucha para ser el número uno del mundo y yo en esa guerra no puedo entrar, por lo que no puede haber pique. Al contrario, me motiva estar con un amigo que puede ser el número uno y me ayuda poder entrenarme con él, a su ritmo increíble”
“Siempre creo que uno mismo se puede exigir más. También he estado cinco años entre los diez primeros, lo que no es nada fácil. Pero soy consciente de que siempre se me ha pedido más. Siempre se ha dicho lo mismo, que tenía mucho talento. Pero sólo con no se puede estar tanto tiempo entre los mejores. También ha habido trabajo y esfuerzo”.
“En Melbourne, me siento diferente. Todo empezó aquí hace diez años, la moyamanía, la fama... Y la gente de aquí me lo recuerda siempre. Es un sitio especial para mí y siempre lo será. Si estuviera Rafa, todas las miradas serían para él, sí, pero antes ya hubo años en que me miraban más a mí. Esa presión la tengo asumida y no me crea problemas.”
2007 (Era número 15)
¿Tan impactante fue ganar la Copa Davis en 2004?
“Significaba mucho. La verdad es que hice un grandísimo esfuerzo mental y físico. Llegué muerto. Al ganar me vine un poco abajo, me quedé casi sin energías y, mentalmente, sin objetivos, porque era lo que me quedaba por ganar”.
"De lo que más orgulloso me siento es de ver que mi juego sigue siendo válido después de que hayan pasado varias generaciones”.
P. ¿Cuánto ha influido su nuevo entrenador, Luis Lobo?
“El cambio de entrenador es una reprimenda a mí mismo. Un 'venga va, vamos a ponernos bien, a ponernos serios, a competir, a tener la sensación de que soy competitivo todavía'. La ayuda de Lobo y su equipo es fundamental: el hambre que tienen ellos hace que yo no de un punto por perdido”.
2009 (Última página del diario)
“Siempre he sido muy curioso con la historia, la política, las ideologías, con los porqués de las cosas. Todavía me falta mucho por conocer, pero cuanto más leo más me gusta. Tengo ganas de saber".
“Mandela pasó muchos años en la cárcel injustamente, y aún así es capaz de perdonar. Te preguntas qué hubieras hecho tú. Muy poca gente hubiese actuado como él. Es un luchador con capacidad de perdonar, con todo lo que eso conlleva: perdonar y luego, a la que puedes, no intentar hacer daño. Él, según lo que he leído, perdona de verdad. No sé si hay otra versión de sus detractores, pero... ¡30 años en la cárcel por defender unos valores! Por poder comer en los mismos restaurantes que los blancos, por poder ir en sus autobuses. Es fuerte".