Esta semana, David Nalbandian anunció que no jugará ningún torneo hasta la final de la Copa Davis, que enfrentará entre el 2 y el 4 de diciembre a Argentina con España en Sevilla. Antes, se retiró lesionado del torneo de Estocolmo. El doctor Cotorro, que es su médico y el de la selección española, enseguida le dio el diagnóstico: distensión en el isquiotibial izquierdo. El rey David llegará justísimo a la eliminatoria decisiva.
El contratiempo vuelve a poner a prueba la voluntad de un hombre identificado como pocos con la Davis. El compromiso de Nalbandian con Argentina supera lo exigible en un deporte que se define desde lo individual. Jugó 27 partidos de singles y solo perdió cinco. Compitió dolorido. Convirtió la cita con la selección en un oasis en el desierto de sus bajas por lesión: en 2010, por ejemplo, sufrió un desgarro en un aductor, viajó por sorpresa a Estocolmo, a donde llegó un día antes de que arrancara el Suecia-Argentina, y logró el punto decisivo. Ese mismo año, volvió a dañarse la pierna derecha. ¿Dónde reapareció? Contra Rusia y en cuartos de final de la Davis. Fue fundamental: sus dos victorias cimentaron la primera derrota de los rusos como locales en 15 años.
El cuadro pinta una obsesión. Tras rozar La Ensaladera en las finales de Moscú 2006 y Mar del Plata 2008, Nalbandian ve el título como la mejor manera de apuntalar una carrera con más juego (brillante) que grandes resultados (campeón de la Copa de Maestros, finalista en Wimbledon y protagonista, en 2007, de un histórico otoño, con victorias sobre Roger Federer y Rafael Nadal para ganar los Masters de Madrid y París).
En Sevilla, Nalbandian buscará su sueño desde una posición desconocida. Juan Martín del Potro será el líder. Eso examinará el juego de egos de la caseta albiceleste, decisivo en la derrota de 2008, cuando el equipo se desgajó en luchas internas. La situación también medirá el trabajo del seleccionador Tito Vázquez. El técnico, mucho menos diplomático en público que sus predecesores, parece haber logrado éxitos donde estos no triunfaron. En el vestuario. Como dijo él mismo: “Hemos crecido como grupo. Aprendimos muchísimo en estos dos o tres años a respetar a los demás y dejar de lado diferencias singulares para apuntar al compromiso de un objetivo en común”
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Cómo me gusta el Rey David. Es un tenista de los que se ven pocos y que, por desgracia, apenas nos ha dejado disfrutar de su increíble talento. Ahora que se acerca el final de su carrera tenística, lastrado cada día por más lesiones, siento de manera muy acusada el hueco que dejará cuando se retire definitivamente. Seremos ejército los que le echaremos de menos. Eso seguro.
Publicado por: Adriana | 23/11/2011 19:12:53