Roger Federer volvió al número uno mundial, que al final
ocupó Novak Djokovic. Andy Murray conquistó su primer grande (Abierto de EEUU), rompiendo la
sequía del tenis británico (Fred Perry, 1936). Rafael Nadal sumó un séptimo
Roland Garros de récord, y luego se perdió la segunda parte de temporada por
lesión. La República Checa ganó su primera Copa Davis en el siglo XXI. No fue lo
único que ocurrió en 2012. También hubo varias decepciones.
Jo Wilfried Tsonga. El número ocho mundial empezó y acabó la temporada como uno de los favoritos del público. Su tenis explosivo y su ductilidad frente a las cámaras le aseguraron un lugar preferente entre los aficionados, que siempre le tienen entre sus candidatos cuando comienza la pelea por los grandes títulos. Tsonga, que gana trofeos con sus derechazos y su saque y los pierde con su revés, acabó en el top 10 pero protagonizó una estadística impresionante: de los 16 partidos que jugó contra los otros diez mejores solo ganó uno.
Nicolás Almagro. El murciano terminó el año a un paso de los diez mejores (número once) y ganó dos trofeos. Sin embargo, no se apreció una evolución en sus resultados que le permitiera pensar en una mejora radical con respecto a 2011: volvió a destacar en la arcilla, pero sin pasar de los cuartos de Roland Garros, donde un tie-break mal jugado le pesó frente a Rafael Nadal; no destacó en cemento más que episódicamente; y puesto ante el momento culminante de su carrera, el quinto punto de la final de la Copa Davis, frente a Stepanek, perdió sin dejar la más mínima huella. Que Juan Carlos Ferrero se decida a entrenarle en 2013 puede ser el punto de inflexión que necesita para que los fogonazos positivos de 2012 ganen en continuidad.
Bernard Tomic. Su abracadabrante temporada resumió el fracaso de los jóvenes, incapaces de adaptarse a las exigencias físicas y mentales del circuito profesional. Tras su esperanzadora ronda de octavos en el Abierto de Australia, se le vio más por las comisarías, en los tabloides o explicando por qué no se esforzaba al máximo, que protagonizando partidos al nivel de su talento. Capaz de llegar a los cuartos de Wimbledon en 2011, su carácter resta todo lo que suma su impresionante capacidad técnica. Con 20 años, no está entre los 50 mejores del planeta (número 52) y cerró la temporada con desgana (tres derrotas a la primera en tres torneos). Como él sufrió el estético Dimitrov y se diluyó Harrison. No hay jóvenes que aprieten a los veteranos para quitarles un puesto entre los diez mejores ni adolescentes menores de 20 años entre las 100 raquetas más potentes del planeta.
Fernando Verdasco. El madrileño perdió en primera ronda del Abierto de Australia aduciendo un problema estomacal. Durante todo el año le acompañaron los problemas de rodilla, con los que explicó la derrota a la primera en los Juegos. Destacado junto a David Marrero en los torneos de dobles, donde acumuló cuatro títulos, logró su primera victoria contra Nadal, pero no hubo noticias del tenista mercurial de 2009, que llegó a codearse con los mejores y a alcanzar las semifinales de Melbourne. Su entorno lo explicó con el argumento de la fatiga mental. Él, con los dolores físicos. En medio, corrió otra hoja del calendario: Verdasco, quizás el tenista con más variedad de golpes y más tiros decisivos de La Armada española, cumplirá 30 años en 2013. Acaba este curso como el número 24, con solo una final en la mochila.
David Nalbandian. El argentino, un tenista con una mano prodigiosa y un caudal de juego a la altura de los mejores, se despide de 2012 más cerca de abandonar la elite (número 82) que de volver a parecerse al hombre que en 2007 asombró al mundo eliminando a Federer y Nadal en dos torneos consecutivos, para ganar, por supuesto, ambos trofeos (los masters 1000 de Madrid y París). Siempre perseguido por los problemas físicos, aún fue capaz de ganar dos partidos contra los diez mejores, pero naufragó en los grandes. A los 30 años y tras múltiples operaciones, le ocurre como a Lleyton Hewitt, quien sin embargo protagonizó más fogonazos durante la temporada: ha consumido muchos más años de carrera de los que le quedan. El argentino dice pensar ya en la retirada.