¿Cuánto cuesta ganar? ¿Cuántos demonios hay que derrotar,
cuántas pesadillas hay que sortear, cuántos malos consejos retumban en el
cerebro cuando se acerca la victoria? ¿Provoca vértigo la posibilidad del
triunfo? ¿Da miedo, mucho miedo, apuntarse una víctima sonada, derrotar a uno
de los mejores tenistas del planeta? La respuesta la tiene el búlgaro Dimitrov,
el pequeño Federer, que le dicen, por sus golpes cincelados a imagen y
semejanza del genio suizo.
El lunes, en Miami, sacó para apuntarse la primera manga contra el británico Andy Murray. Cometió tres dobles faltas y perdió el parcial. Antes, en el torneo anterior (Indian Wells), tuvo a Novak Djokovic contra las cuerdas. Le pasó lo mismo: sumó cuatro dobles faltas en un juego y perdió el set. Total: siete dobles faltas y cero sets ganados ante dos de los mejores tenistas del planeta.
No solo Dimitrov tiembla, claro. ¿Cómo olvidar a Rafael Nadal cometiendo doble falta en punto de break en la final de Indian Wells 2013? ¿O a Fernando Verdasco entregando así la tremenda semifinal del Abierto de Australia que le enfrentó al mallorquín en 2009? ¿Cuántas cometieron el serbio Noval Djokovic, el suizo Roger Federer y el británico Andy Murray en puntos decisivos, de los que marcan el destino de un partido?
El miedo atenaza a todos y precisamente por eso distingue a los mejores del resto. Son ellos los que combaten mejor a los fantasmas, ellos los que sienten menos veces sus garras apretándoles la garganta, cortándoles el aire y ahogándoles en dudas. Ellos, los Djokovic, Federer, Nadal y Murray comparten con Dimitrov el vértigo ante la victoria, pero tienen herramientas con las que construirse el paracaídas que detenga la caída. En sus soluciones hay técnica (un saque supersónico por aquí, un saquecito malintencionado de zurdo por allá, un servicio lento, solo por poner la bola en juego, confiando en la calidad de sus golpes de fondo), pero también filosofía. Frente a los monstruos interiores, los monstruos de la raqueta. Hace tiempo que los mejores imponen tanto respeto al resto que saben que si ellos sufren escalofríos, pronto sus contrarios sufrirán una tiritona.
Tres dobles faltas seguidas de Federer