Ya les digo que esto es un desastre. Podíamos tener una noche gloriosa en este Ojo, con toda la fiel infantería esparciendo bien melosos parabienes, bien repugnantes espumarajos, y nada, tenemos que conformarnos con pequeñas cositas, editoriales un sí es no es y aguantar a los plumillas más veloces que se curan en salud. Fíjense cómo estarán las cosas que este catavenenos tiene que recurrir a César Vidal para encontrar alimento en salazón y que no parezca un potito de bebés… Porque a los diez negritos que sobrevivieron en el edificio del Tribunal Constitucional, y a María Emilia Casas en particular, poco les hubiera costado, a estas alturas de la vida, después de habernos hecho salivar durante cuatro años esperando las migajas de su sabiduría, un poco de veredicto, por caridad, echar las patas por alto y haber optado por cualquiera de estas dos posibilidades: a la basura o al destructor de papeles el maldito Estatuto, peste de las pestes, papel odioso, proclama de la antiespaña; o bien, pasen ustedes con tan justo documento, que sitúa a Cataluña en el puesto, y de tan alto como es ni lo menciono, que le corresponde. Pero ha pasado lo peor: Gobierno y PP sonríen, con la risita tonta del que acaba de salvarse de una pedrada que casi le vuela la cabeza, mientras los partidos catalanes vomitan sapos y culebras y claman a los cielos por tanta y tanta injusticia. Ya iremos viendo, quizá cuando se conozca el texto íntegro de la sentencia, si unos y otros se acercan a algo que pueda llamarse sinceridad. Por lo pronto, el PP ha logrado calmar a las terminales más vociferantes y hacerles pasar por el trágala del hemos ganado los que hemos ganado, que siempre es un recurso inteligente para ahora intentar recomponer lo que antes se hizo trizas; el Gobierno salva la cara, no había más que ver a la vicepresidenta de la Vega, y oír decir en La Moncloa, como cuenta en El País José Manuel Romero, que de “38.000 palabras, apenas eliminan 100 de las cuales no hay ninguna especialmente trascendente”, mientrasy los partidos catalanes quizá, sólo quizá, estén en este momento sobreactuando. Mañana, más despejados y sin el agobio de tener que trabajar a destajo, una pesadez para nuestro coros y danzas, ya tendremos más mercado en el que elegir.
Así que hoy se acercan a un Ojo atípico, que les va a mostrar, con poca letra de más, las posturas de unos y otros, a ver si ustedes mismos son capaces de desentrañar esta madeja de que si fue que si vino, y uff, menos mal que ha sido esta cosa imposible que nos permite decir que mal pero bien, bien pero no tanto. Lleguen al final, por favor.