Andamos hoy sin saber bien por dónde le entramos a la bicha. Escasos de noticias, hay que echar mano de imaginación o, en el mejor de los casos, volver a nuestras tácticas, que ya tenemos muy trabajadas, de lo que podríamos llamar “la increíble historia pero cierta del hombre creciente”, o bien “cariño, he agrandado al niño”. Podían haber optado por Gibraltar, que aunque a más de uno le ha alegrado la pajarilla para el editorial, al final no se han atrevido, que lo de Peter Caruana da siempre un poco de risa. Así que hay muestras para casi todos los gustos, y ya les digo que no sé bien por cuál decantarme. La de Abc me parece tan de Abc de toda la vida, eso que Anson llama el verdadero Abc, que era, antes que cualquier otra cosa, una permanente, obsequiosa y hasta obscena reverencia a la monarquía, que tiene su gracia nostálgica. La de La Razón me gusta, porque hay que tener valor para armar la primera página por segundo día con una cosa tan fútil como lo de los perros y la presunta etarra. La de El Mundo es, también, típica y tópica de su director. Pertenece al género insidioso de a ver si logramos que se cabreen entre ellos, a la vez que agrandamos en pantalla gigante la chinita hasta que parezca el Teide. Luego están los comentaristas, claro, que esos ya van por donde les peta, y sólo les peta, o casi, el abucheo. ¿Son pesados estos chicos? ¿Sacarán alguna vez las patitas de la mesa camilla? ¿Levantarán la mirada hacia algún otro horizonte que no sea el pim-pam-pum de todos los días, que ya solo pueden repetirse como se repetían los antiguos castigos escolares de escribir mil veces la misma frase?
Y busquen en su mp3 el Imagine de Lennon. Resérvenlo hasta el final, que me lo agradecerán.