La llamada conferencia de paz de San Sebastián se come el papel de hoy. Pero ya verán que es tal la exageración, el estruendo y la alharaca que arman nuestros cornetas, que apenas si se dan cuenta de que traspasan –como en tantas y tantas ocasiones- el límite no ya de la decencia -¿decencia, y qué es eso?- sino incluso del sentido común y la proporción. Su intención, lo decimos tantas veces, no es la debatir sobre argumentos, ni plantear soluciones alternativas a nada. Vamos directamente a la simplificación más zafia -lo organiza ETA, de rodillas ante ETA-, al lenguaje escatológico –vómitos, náuseas- o, directamente a agitar los recursos más utilizados por la prensa amarilla. El Mundo, por ejemplo, dedica hoy la primera página a Irene Villa y su madre, víctimas de un terrible atentado de la banda terrorista del que hoy se cumplen 20 años. ¿En qué plano se puede situar esta entrevista ante a los intentos de paz en el País Vasco? ¿Es posible una discusión civilizada si enfrentamos al hígado -o al corazón- con el cerebro? ¿Hay alguien en esta plaza que no condene aquella salvajada del 17 de octubre de 1981 o que no muestre su solidaridad con ésta y todas las víctimas de la banda? ¿Y?
Hay también un poco de indignados, venga a protestar por ahí cuando en realidad lo que debían hacer es “follar y follar”.