Pues ya lo han visto y lo han oído, que la cosa de los nervios le tenía un poco agarrotado y no advertía ni los micrófonos. Habrán podido observar cómo Mariano Rajoy hablaba en un fluidísimo… español a sus compañeros tal que daneses, por poner un ejemplo, que sonreían con cara beatífica mientras el presidente español charlaba animadamente con ellos. Ni unos ni otros tenían la menor idea de lo que decía el interlocutor, pero ni falta que hace en estas reuniones de la UE desde hace ya algunos años, que ya le dirán Merkel y Sarkozy a Barroso a lo que hay que decir amén. Para qué se va a gastar uno el dinero –con la que está cayendo- en academias de inglés si no sirve absolutamente para nada lo que el belga le diga al rumano o el irlandés al griego. O Rajoy a cualquiera de ellos, si a ello vamos. Ya me contarán ustedes qué habrá entendido de la cosa de la huelga –la que había en Bruselas, por cierto- el bueno de Jyrki Katainen, finlandés de Siilinjärvi, 40 años de edad y casado con una ex jugadora de fútbol que responde al nombre de Mervi Kuittinen. Nada, claro. Lo mismo que Rajoy si el amigo Jyrki le habla en finlandés, que es un idioma como para aprenderlo en dos días. Y ya, ya sé que había allí un señor que traducía de forma cuasi simultánea. También lo he visto. Pues ya ven qué cosas: Igualito que con Zapatero. Pero aquél era un zoquete y éste un milagroso beneficiario del Espíritu Santo y su don de lenguas.
Y tengan cuidado que Cascos se ha cabreado. Se creerán seguros en sus casas pero yo que ustedes no me fiaría. Por si acaso. A lo mejor ha tenido algo que ver en que se quite Educación para la Ciudadanía. O eso dice La Razón que va a hacer José Ignacio Wert. Tu quoque, José Ignacio, fili mei?