En la madrugada del domingo 18 de enero de 1981, hace casi 30 años, 13 jóvenes negros de entre 15 y 24 años murieron en un incendio durante una fiesta de cumpleaños en New Cross, un deprimido barrio del sureste de Londres. Uno de los 27 heridos, incapaz de superar el daño emocional, se suicidó dos años después. Aquella tragedia hizo estallar el conflicto racial que vivía el Reino Unido en aquellos años, en los que los ataques del Frente Nacional en nombre de la supremacía blanca eran moneda corriente. Varias semanas después, el lunes 2 de marzo, una marcha de protesta acabó transformándose en una multitudinaria manifestación en la que más de 15.000 personas protestaban por la indiferencia de la población y el racismo de la policía frente a aquella tragedia. Luego llegaría el levantamiento de Brixton (foto superior), que acabó extendiéndose a Liverpool, a Manchester, a Birmingham, a Leeds. Un movimiento que acabó transformando las relaciones raciales en Gran Bretaña porque la comunidad negra tomó conciencia de que ya no aceptaba ver pisoteados sus derechos y la mayoría blanca comprendió que no tenían el monopolio de la ciudadanía.